Capítulo 3

Alisha abrió la puerta dejando pasar al gran hombre. Su reloj marcaba las 5:00 de la mañana y él había llegado a tiempo. Su jornada comenzaba. Tomó la cartera y unos archivos de encima de la mesa y saliendo seguida de él se dirigió al auto. Se restregó suavemente la zona por debajo de los ojos. No había dormido mucho aquella noche. Además de todo el trabajo pendiente, las pocas 4 horas dentro de su alcoba fueron un total suplicio. Cuando cerraba los ojos la imagen de su nuevo empleado se visualizaba en su mente, los abría encontrándose con el techo de su cuarto y volvía a cerrarlos y ahí estaba de nuevo. No podía negar que el hombre estaba en su mejor etapa de la vida, no era ciega. Pero una cosa era que estuviera para comérselo y otra es que ella se lo quisiera comer. Había renunciado a tener una vida amorosa desde que empezaran sus sospechas por el acoso. No se permitía confiar en nadie. Si te enamoras eres vulnerable y si ella quería seguir con vida una relación no era la vía más factible.

Se recostó sobre el espaldar del asiento cerrando los párpados relajándose unos segundos. Estar siempre fuera de su casa la hacía sentir intranquila, pero, por un momento, dentro de ese auto junto a ese hombre le hizo sentir la mujer más segura del mundo. Cristian vio con interés la expresión de Alisha por el retrovisor y disfruto cada centímetro de su rostro. Sus labios siempre apretados estaban ligeramente abiertos y eran más rellenos que cuando los torturaba en la dura mueca. Las largas pestañas oscuras por el maquillaje descansaban acariciando sus mejillas amoratadas por la falta de sueño. Cris frunció el ceño, su pareja no descansaba suficiente, un sentimiento protector recorrió su pecho. Si ella estuviera reclamada no la dejaría trabajar tan largas jornadas.

Alisha se enderezo y encendió la pequeña portátil sobre sus piernas y él, el motor del auto. El día comenzaba y prometía ser largo.

***

La sien del lobo latió dolorosamente. Ya no recordaba cuantos lugares había recorrido entre tiendas especializadas, centros comerciales y boutique. Su trabajo era de guardaespaldas, no se ayudante de compras. La mujer salía de una tienda a otra sin acabarse de decidir por las prendas que quería. Seleccionaba una de aquí y otra de allá, de la cuales eran pocas la probabilidades que las comprara, y no era precisamente por la falta de dinero. Ella tenía que entender que un hombre de casi dos metros, hombros anchos y de más de 140 kilos de puro músculo, le era difícil moverse entre tanta gente y más su la vida dependía de él.

-Bajemos a comer- le soltó más tarde dándole las ultimas jabas de papel que tomó y agrupó con el resto que tenía en la otra mano. No pienso cocinar hoy, así que aprovecharé la oportunidad de que estoy aquí, tengo un conocido en el restaurante que nos dará un buen servicio-

-En mi opinión deberíamos volver lo antes posible, en un lugar tan concurrido las probabilidades de que te ataquen son más altas-

-Ese es tu trabajo, protegerme si me atacan, no quiero renunciar a la vida que tengo solo porque unos tipos que no tienen nada que hacer se la pasen persiguiéndome- paso por su lado rozándolo.

Cristian tenso los músculos del brazo y el abdomen reteniendo la ola de excitación y calor que lo recorrió y tomo una respiración profunda calmándose a su vez. La paciencia era un don que la naturaleza se había negado a darle, la única razón por la que no arrancaba su lengua venenosa era porque de solo mirarla su cuerpo se postraba ante ella. Necesitaba sexo y rápido o la violaría hay mismo.

Alisha no se equivocó cuando se refirió al buen servicio del restaurante. Tal vez trajera al resto de los centinelas consigo, lo que por turnos o la despensa de ese hombre se agotaría en segundos. Los platos además de exquisitos eran abundantes y de sabor fuerte y condimentado, justo como le gustaba a él. Por un momento ella se quedó mirándolo como no pudiendo creer que él pudiera comer tanto. La mitad del menú estaba sobre la mesa.

-Qué, ustedes las mujeres deben saber que la labor de comprar gastan más energías que un día entero en el gimnasio, jornada intensa-

-Al menos ya sé que esos músculos no son solo de ejercicios, tienes que meter todo eso en algún lado-

Ella pestañeó y por primera vez él pudo ver lo que pudo ser un reflejo de sonrisa en su rostro antes de ser opacada por el bocado de helado. Él quería ser ese helado. Sentir su lengua recorrer su cuerpo...La sola idea en su mente lo calentó tal punto que se removió incómodo en la silla. Ella estaba tan concentrada en lo suyo que no se dio cuenta, aunque al lobo le gustaría que fuera más consciente de su presencia.

***

Cristian abrió la puerta del departamento y todos sus sentidos se agudizaron. Dio un paso atrás y puso su cuerpo protectoramente ante su pareja. Sintió en su espalda el calor de las manos sobre su espalda y un ligero temblor en ellas. Un gruñido salió desde lo más profundo de su garganta y le tomó más de lo que pensó contener a su lobo. Volvió a aspirar el aire sin reconocer el apenas imperceptible nuevo olor. No lograba descifrarlo, pero alguien había estado allí y no era humano.

Treinta minutos más tarde el timbre de la puerta sonó y apareció un nuevo invitado. Si Alisha pensaba que el hombre junto a ella era alto estaba equivocada. El inquilino superaba a Cristian en al menos 10 cm y tenía unos cuantos kilos más de músculos o eso pudo percibir ella bajo la gruesa chaqueta de cuero y piel. Por un momento se sintió intimidada y tembló notoriamente sintiendo el miedo amenazando en su estómago. Cris debió haberlo notado tocando su hombro de una forma, que si no fuera porque casi colapsa de los nervios lo hubiera sentido demasiado íntimo.

-Meyer, él es Dakota, uno de mis compañeros- le dio una mirada de advertencia al hombre mayor. Sabía que el comandante de la manada era intimidante en toda la expresión de la palabra, incluso un poco más que su alfa, y después de haberlo levantado de su cama sabía que su humor no era el mejor.

Para su sorpresa el hombre interpreto su mensaje y relajó los músculos intentando verse menos amenazador.

-Un placer conocerla- extendió su mano a modo de saludo

Alisha vaciló un momento y retomó la compostura, estiró la espalda y estrechó su mano aun temblorosa.

-El placer es mío, disculpe que lo hallamos molestado a esta hora de la noche, mi guardaespaldas insistió en llamarlo.

-E hizo bien, ahora si me disculpa, me gustaría hablar un momento con él-

Se incorporó y siguió a su beta hasta la cocina, cerciorándose de no estar en el rango de audición de la joven.

- que fue lo que ocurrió- pudo ver a Cris removerse incómodo recostado en la meseta.

-Alguien estuvo intentando entrar en el apartamento, sentí el olor, muy leve, pero estaba ahí. No es humano Dakota, ni lobo-

El lobo mayor frunció el ceño

-Esto se está saliendo de las manos, tendré que consultarlo con Serguei y aumentar la protección, si dices que no puedes definir que es, la situación cambia-

-Por esta noche me quedare aquí, no confió en que se estén tranquilos, y no quiero dejarla sola en el estado en que esta.

-Así que esta es tu pareja, aun no lo podía creer cuando el alfa me lo contó- le palmeó el hombro- felicidades-

-No me felicites antes de tiempo, me está costando más trabajo de lo que pensé, los malditos escritos siempre mencionaron una pareja sumisa y dispuesta a emparejarse con nosotros, pero me da la impresión que si le toco un cabello me castra hay mismo-

-Las mujeres modernas ya no siguen en pensamiento racional de las de antes Cristian, pero eres un lobo dominante, hazte notar como su alma gemela y si es necesario medidas extremas, tómalas-

-Dakota, te has dado cuenta de un simple detalle- su comandante levanto una ceja dubitativo- ella no es lobo, es humana, creo que ni siquiera siente el vínculo.

Dakota pestañeó reaccionando y restregó su cabello enredándolo entre los dedos.

-Tienes razón, en los textos no hay nada de un lobo emparejado con una humana, solo con cambiaforma como nosotros- gruñó y Cris temió que Alisha lo oyera.

-No te preocupes, yo me encargo, solo hace poco que la conozco y tampoco la he querido presionar-

-Pero piensa en tu lobo, tienes alguna idea de cuánto va a aguantar, si esperas mucho, puede que no puedas controlarlo en el primer apareamiento.

-Lo sé, lo sé- se revolvió el pelo frustrado- haré algo pronto, sé que soy una bomba de tiempo, lo puedo sentir-

-Hablaré con Louwa sobre esto, él debe saber algo, es el más viejo de nosotros-

-No vuelvas a mencionar su nombre y la palabra viejo en una misma oración o te arrancará los ojos, recuerda lo que le ocurrió a Vladic- Cris sonrió

-Bueno, yo daré unas vueltas en la zona antes de irme a ver si puedo encontrar algún rastro de la procedencia del olor, enviaré en la mañana a alguien, no te preocupes ella no se dará cuenta, lo último que queremos es que entre en pánico.

Dakota le dejo un juego de ropa que mantenía siempre de reserva en su camioneta para después de cada transformación, donde las prendas nunca salía ilesa. Podía estar un poco más tranquilo sabiendo que su comandante se quedaba al tanto de la situación.

Conocía a Dakota desde que era un cachorro y había estado a su cuidado después de conocer sus potencialidades como beta. Aunque solo era 57 años mayor que él, el hombre era todo un genio en el arte de la guerra, no creía que hubiera técnica que no conociera. Incluso su alfa consultaba su opinión cuando la situación se tornaba tensa.

Cris vio salir a Alisha de la ducha rato más tarde. Se veía más calmada y su piel algo más sonrojada por el vapor del agua caliente. El cambiaforma tuvo que sujetar el borde de la meseta para mantener en control su cuerpo. Su respiración se atraganto en sus pulmones. Sintió su miembro a punto de explotar de la excitación. Los mechones aun húmedos se pegaban a cada lado de su rostro y las gotas de agua acariciaban su cuello y se perdían en el escote del ropón grueso de dormir. Chasqueó la lengua inconforme. Preferiría algo más ligero que le permitiera devorar todo ese cuerpo con la mirada. Dakota tenía razón, tenía que apresurar el reclamo o no tenía idea de lo que pudiera ocurrir, su lobo arañaba el interior de su conciencia y reclamaba para hacer eso que el tanto se limitaba, dejar libre su comportamiento puramente salvaje y primitivo.

Pidiéndole permiso a Alisha se metió lo más rápido que pudo al baño y alivió su cuerpo con el agua fría. El impacto de la temperatura mando estremecimiento a todos sus nervios pero su cadera se negaba a desistir. No le quedó más remedio que aliviarse con su mano. No supo si era por ser la casa de ella o el olor impregnado en cada objeto dentro del baño, pero no le costó más de pocos minutos llegar a la deliciosa culminación. Jadeó satisfecho y con temblores que lo recorrían de arriba abajo erizando el vello de su nuca.

-Demonios, esto no puede durar mucho más-

Poniéndose la ropa prestada encontró a la mujer sentada relajadamente en el sofá con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados. Como un imán se acercó sigiloso como una fiera tras su presa, evitando despertarla. Se puso a su lado pero el pomo sobre la mesa llamó su atención. Lo levantó y leyó el nombre de unas pastillas de dormir.

Gruño. Su pareja había llegado al punto de tomar pastillas para descansar y por la cantidad que quedaban era una costumbre que las consumiera.

-Meyer- la llamo ligeramente rozando sus dedos en su brazo. El simple contacto le hizo cerrar los ojos y contener su lobo, aún estaba sensible. La chica no se movió. La única razón que indicaba que estaba viva era el ligero movimiento de su pecho.

-Alisha- no pudo contener decir el nombre más sensualmente y aumentando el contacto sobre su piel, pasando sus dedos hasta el inicio de la garganta, donde la piel se volvía suave y cremosa.

Lo único que recibió como respuesta fue un ligero movimiento de sus labios. Cris lo siguió y trago en seco. Sin poder contenerse paso el brazo por el respaldar del sofá calzando su peso y acerco sus labios a los de ellas tocándolos con miedo a despertarla. No sabía cuan efectivas eran esas pastillas.

Maldijo internamente. El simple roce lo tuvo literalmente sintiendo mariposas en su estómago. Aumentó la presión girando un poco su cabeza amoldándose a ella. Saboreó cada centímetro de la tierna carne con la suyo y los repasó con la punta de su lengua. Con su mano libre acaricio su barbilla y la movió hacia abajo permitiendo entreabrir un poco sus labios y el tener acceso pleno en su interior. Sus garras salieron y se enterraron en la tela del mueble cuando sintió su sabor en su paladar. Gimió internamente, ese era el sabor de su mujer, de su pareja, y sabía que no había forma que se cansara de él. Enroscó su lengua con la de ella inclinando más su cabeza arqueando la de ella permitiendo un acceso más profundo. Ya no le importaba que se despertara, no tenía control sobre sí mismo, su cuerpo proclamaba por el de ella. Acarició su cuello rozándolo con la punta de las uñas sin hacerle daño mientras aun devoraba su boca, sintió un gemido saliendo de su garganta y sonrió complacido. La piel de ella había aumentado ligeramente la temperatura. Llevo su palma hasta el bulto formado sobre el camisón de algodón. La cerró allí y permitió que su peso se acoplara perfectamente en sus dedos. Era perfecta, había sido moldeada para él.

Un temblor en ella le hizo ver una luz de raciocinio. Levantó la cabeza y se corrió hacia atrás tropezando con la mesa incapaz de mantener el equilibrio, se aguantó de la butaca. Se pasó la mano por el cabello y limpió el sudor en su frente. Tanto él como ella estaban jadeando. Más él que Alisha. Le costó unos segundos darse cuenta del pelaje carmelita que comenzaba a cubrir sus brazos. Sus uñas ya no eran humanas, sino largas y filosas como las de su lobo y los colores delante de él se habían distorsionado a tonos azules y amarillentos. Si hubiera continuado no pudiera garantizar permanecer humano. Demonios, no tenía idea de que colgaba de un hilo.

Se desplazó por la sala una y otra vez calmando su cuerpo y revirtiendo la transformación con más trabajo del que pensó. Su lobo se negaba a ceder. Después de casi media hora logró tomar el control total. Se acercó a su pareja y bloqueando todos sus sentidos la cargó y la depositó en su cama. Necesitaba sacarla de su vista por la seguridad de ambos. El olor del cuarto lo abrumó nuevamente y tuvo que salir casi corriendo para no reclamarla en su misma cama. Abrió la puerta del balcón y dejó que el aire de la noche calmara su cabeza y enfriara sus revitalizados miembros. Encontrar a su pareja era lo mejor que le había ocurrido pero nadie lo había preparado para lo que eso implicaba.

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