Ecos de recuerdos

No lo entendía, ¿Cómo podía haber sido tan ciegamente leal?, ¿Cómo había sido tan devoto como para haber hecho algo tan estúpido?

Su hogar…reducido a cenizas.

Su familia…cadáveres esparcidos por el suelo.

Su gente…ahora simples recuerdos en su mente.

Todo por su tontería, por su fe ciega en aquellas personas, que le habían prometido aquellos conocimientos que su padre le había negado por no estar listo.

Caminando entre aquel mar de muerte y desolación, podía sentir que su cordura se deslizaba poco a poco, a medida que aquella sensación de vacío en el centro de su ser incrementaba.

Y ahí estaba, un cuerpo que se distinguía entre los demás, una mujer, su madre.

Corrió en su dirección esperando que contra todo pronóstico ella hubiera sobrevivido pero no fue así.

Cayó de rodillas mientras que la contemplaba, su una vez hermoso cabello lacio y negro como la noche, se había convertido en una maraña empapada con sangre seca, sus ojos una vez llenos de vida y que lo habían mirado rebosantes de amor y ternura, ahora estaban vacíos y carentes de vida, aquella piel hermosamente bronceada como si hubiera sido besada por el sol, ahora se hallaba oscurecida por el hollín, pero lo peor era su rostro, la cara que antes le había sonreído con cariño ahora se había deformado en una mueca de miedo y angustia.

Su grito debió escucharse por todo el mundo, no por su volumen, no por su intensidad sino por la tristeza con la que se había teñido aquel sollozo, aquella pena y amargura desmedida que se había filtrado desde su corazón hasta su garganta, era un alarido tan cargado de miseria que era algo más propio de un animal herido que de una persona.

Cómo había podido cargó el cuerpo sin vida de su madre hasta el templo de su familia, aquel lugar donde su pueblo había usado las artes de la magia y la alquimia, para dar forma a su voluntad en distintas máscaras que ocultaban sus rostros y presencias a las criaturas que combatían.

Tenía la esperanza de que la hermosa mujer que lo había amado toda su vida encontrará consuelo en el abrazo de sus antepasados esperándola en el más allá.

Una vez en aquel terreno sagrado para su gente, sintió como toda su pena, dolor y amargura se mezclaban para dar a luz un único sentimiento, era tan claro, tan basto, tan fuerte y tan profundo que uno podía sentir que se ahogaba en él como si fuera un vasto océano… era la ira, una rabia que solo se saciaría con la muerte de las personas que provocaron el sufrimiento de su casa y una vez que consiguiera su venganza, lavaría la vergüenza que caía sobre él con la sangre de sus víctimas.

En ese momento, tomó la pequeña navaja que siempre llevaba consigo y cortó la palma de su mano, la sangre cayó al suelo y puso toda su voluntad en aquella única promesa de venganza.

Aquel juramento sellado con sangre tuvo un efecto inesperado en liquido carmesí, pues éste comenzó a amontonarse y tomar forma, cambió de color y ahora se había vuelto sólida, todo se había detenido, pues ahora su voluntad de vengarse tomó forma, ahí a sus pies se encontraba una máscara… una hermosa y lisa máscara hecha de jade.

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Alquimia: el arte que pretende comprender al universo. Las artes alquímicas han sido usadas por cientos de personas para comprender y lograr acciones que de otra forma serían imposibles, crear vida, convertir plomo en oro o transformar el agua en vino son solo algunas de las hazañas que una persona es capaz de lograr.

Runas: el código escrito del universo, la creación de runas es el arte más simple, pero complejo, que un alquimista puede conocer, es la capacidad de materializar un aspecto de la realidad en la forma de distintos símbolos o caracteres, dando como resultado desde cosas simples como aumentar la dureza de la madera para hacerla parecida al metal, hasta acciones tan complicadas como volverse invisible, dependiendo solo de la habilidad y la inteligencia del alquimista.

Magia: la energía presente dentro y fuera de todo ser vivo, el secreto detrás del funcionamiento de las runas, usada como mecanismo de encendido y apagado para estas mismas, usadas de distintas formas por distintas personas ya sea para aumentar atributos físicos propios o de una sustancia objeto externo.

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Un comprador interrumpió mi lectura.

El sol se estaba ocultando ya, y parecía que esta noche iba a llover así que comencé a desmontar el pequeño puesto improvisado que monté para ir a descansar a la posada.

Mientras caminaba por las calles iba pensando en mi lectura «sería genial ser una alquimista» la habilidad de cambiar las cosas a tu antojo sonaba increíble en mi mente. Magia, Runas, alquimia ¿Cómo olvidas conceptos así?

Me detuve al lado del camino un momento y me dí a la tarea de disfrutar un poco de la vista.

Debo admitir que era un paisaje hermoso, digno de inmortalizarse en una pintura, las hojas que eran barridas por el viento parecían ignorar la gravedad, mientras giraban en el aire, era como si estuvieran simplemente cayendo del cielo, podía ver cómo personas caminaban en las ramas más bajas mientras que pequeños hongos empezaban a irradiar luz tenue que iluminaba los caminos, era una escena tan familiar, pero a la vez tan ajena para mí, y en un instante aquel pensamiento que me había acompañado desde que me desperté en el camino me golpeó.

«¿Hay alguien que me espera por ahí?»

Un trueno retumbó a la distancia sacándome de mi ensoñación, limpie la pequeña lágrima que recorría mi mejilla y retomé el camino a la posada.

Me sentí un poco extraña en la habitación, era una incomodidad en mi ser que no se iba, una picazón en mis dedos como si algo faltara ahí.

Leí un rato mientras llovía afuera, no tenía planeado quedarme encerrada hasta que el imbécil llegará, si no tenía recuerdos al menos debería empezar a hacer algunos.

Esperé hasta que la lluvia había disminuido un poco, tomé un cuchillo afilado pero lo suficientemente pequeño para esconder y salí.

Tenía planeado explorar un poco la ciudad, no iría muy lejos, no quería perderme.

Una vez más me quedé sin aliento, la vista era hermosa, como si miles de pequeñas esferas de tenue luz azul estuvieran por todas partes, casi parecían como hadas que te hacían sonreír al verlas.

Había mucha más gente en las calles de la que creí que habría, a juzgar por los varios pequeños puestos de comida y vendedores ambulantes quizá ésta era una ciudad turística.

El camino eventualmente me llevó a una pequeña tienda de segunda mano.

Había decidido dar un vistazo sólo por curiosidad hasta que mis ojitos bonitos se clavaron en algo en particular.

Era un pequeño set de arte, con brochas, caballete, paleta de pinturas, todo lo que se necesitaba para pintar.

Mis manos comenzaron a picarme mucho y mi dinero también, algo en mi quería mucho tener eso en mis manos y entonces la realización llegó a mi mente.

«Bueno, el bastardo me lo debe por llamarme apestosa así que me comprará un set de arte y un poco de ropa»

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