Capitulo cinco

Leyna

Dejo las carpetas sobre el escritorio de Leandro, estoy agotada mentalmente y físicamente, Marlene tiene al pequeño Karan enfermo así que soy la única secretaria del griego, Dios este hombre es un obseso del trabajo ya veo porque se casó con mi amiga.

Termino de acomodar todo porque no quiero al ogro encima de mí, agradezco la oportunidad que me dio Leandro, pero la realidad es que extraño mi país. Vine por una loca aventura sin embargo ya llevo demasiado tiempo aquí, pero ¿qué haría en Alemania? No tengo amigos, familia ni se diga y menos un empleo, podrías aceptar la oferta de Blaz, podría si, aunque estoy cansada de vivir de su caridad aunque ellos no lo vean así.

—¿Leyna me escuchas? —pego un salto cuando siento la voz de Leandro.

—Casi me matas. —toco mi corazón que late apresurado.

—Te estaba hablando desde que entre. —me volví a perder en mis cavilaciones.

—Lo siento, estaba distraída. —asiente cuando pasa por mi lado.

—Lo noté, —toma asiento en su silla. —¿Qué tengo para hoy? 

—Tienes un almuerzo con Andre por el nuevo proyecto. —hace una mueca de disgusto, es duro para él aún.

—Gracias, —se limita a decir. —Puedes irte antes si quieres. —asiento ante su generosidad.

—¿Cómo sigue mi sobrino? —se le forma una sonrisa en el rostro.

—Mejor, no deja que me acerque a su madre. —refunfuña.

—Es tu copia fiel. —soltamos la carcajada.

—Será peor que yo. —no dudo eso, Karan es un niño muy especial.

—Debo irme, tengo una cena con los Fischer. —tengo una extraña sensación con esa cena.

—¿Otro candidato que Vivenka tenga para ti? —giro mis ojos, porque no es un secreto que esa mujer ama ponerme en situaciones comprometedoras.

—Ni lo digas, —voy alejándome con rumbo a la salida. —Creo que le quedo claro la última vez que no debe hacerlo. —Leandro suelta una carcajada.

Termino de salir mientras que escucho las risas de mi jefe, tomo asiento en mi silla recordando como derrame "accidentalmente" mi copa de vino en el hijo del gobernador de Alemania, que vino a pasar unos días en Grecia y Vivenka no tuvo la mejor idea que invitarme a cenar justo que estaba el pobre hombre, no se fue muy feliz manche una camisa de muchos dólares.

A Vivenka le quedo claro que no debía presentarme a nadie más, espero que esta noche no se le dé por hacer de cupido o juro que correrá sangre.

Paso un rato más trabajando hasta que llega Andre lo hago pasar, pobre de ese hombre. Decido que es hora de irme a mi casa para descansar un poco y después ir a la cena con los Fischer.

Estoy llegando a la casa de mis padres, suena extraña esa palabra en mi vocabulario, pero es lo que son me criaron desde que soy una niña después de lo que paso con mi progenitora trato de eliminar esos pensamientos amargos de mí.

Cuando estoy llegando un auto de lujo muy conocido por mí está estacionado afueras del edificio, Maldito Dereck si esto es una de sus tretas lo mataré sin pensarlo, estás segura?. Parece que no le quedo claro que no quiero nada con él. Debí golpearlo hace una semana no curar sus heridas, te morías por hacerlo.

Estaciono a su lado, bajamos al mismo tiempo me mira por un segundo y me regala una de sus sonrisas mojas bragas que antes surtían efecto en mí, ya no.

—¿Qué planeas? —pregunto con los dientes apretados.

—Hola Leyna, ¿cómo estás? ¿Se te olvidaron los modales? —sonríe aún más, lo odio, mientes.

—Déjate de idioteces, —paso por su lado. —¿A qué viniste? —caminamos juntos.

—Son mis padres también Leyna, —le doy una mirada de soslayo. —No solo tuyos. 

Freno de golpe mi andar, Dereck gira en mi dirección nos quedamos viendo, me vuelve a dar una sonrisa que nunca antes vi, diría que es sincera, pero no me fio de este hombre, lo escaneo de arriba a bajo sin entender donde está el idiota que se llenaba la boca diciendo que no era hija de los Fischer, por más que nos criaron como hermanos. 

—¿Vienes? —asiento recelosa.

Entramos en el edificio en silencio sin mediar palabra, tampoco lo hacemos en el ascensor, no tengo nada que decir y por lo que veo él menos, cuando llegamos bajo primero después lo hace él siguiendo mis pasos, golpeo la puerta algo nerviosa sigo sintiéndome extraña con esta cena.

Luego de unos segundos Vivenka me abre la puerta me da una hermosa sonrisa, pero arruga su ceño cuando ve a su detrás de mí.

—Hijos, ¿cómo están? —me saluda con un abrazo y después a su hijo. —¿Qué haces aquí Dereck? —está tan desconcertada como nosotros.

—Mi padre me invito a cenar, —Dereck se encoge de hombros. —Ya sabemos como es, nadie se puede negar a sus "peticiones". —sabemos que Blaz no pide por favor, sino que ordena.

—Está bien. —Vivenka está tan preocupada como nosotros.

Pasamos al comedor donde se encuentra mi padre sentado en la punta de la mesa, creo que está esperando por nosotros se levanta de su lugar así que me acerco a él y dejo un beso en su mejilla.

—Hija, ¿cómo estás? —su mirada se nota cansada, últimamente esta de esa forma.

—Bien, —Dereck se acerca, pero solo hace una seña con su cabeza a modo de saludo. —¿Dime para que somos buenos? —pregunto yendo directo al grano.

—Siempre tan perspicaz, —nos da una sonrisa. —Vamos a cenar, después hablaremos.

Nos damos una mirada con Dereck, él está tan intrigado como yo. Pero por nuestro bien, aceptamos la invitación tomamos asiento uno al lado del otro. 

Pasamos un rato conversando de lo que hemos hecho en este tiempo que el idiota no estuvo, pero me quede impresionada de la forma en la que habla de los caballos, nunca creí que Dereck podría ser alguien más humilde, pero sigo sin fiarme de su supuesto cambio. 

Se hace un silencio algo fastidioso, nadie dice nada Vivenka mira a Blaz, pero sigue sin decir nada, cuando voy a hablar Dereck lo hace primero.

—Basta de misterios dinos para qué nos trajiste aquí. —la relación de Blaz con su hijo nunca fue la mejor.

—¿No puede un padre compartir tiempo con su familia? —Dereck niega.

—Padre no somos idiotas, —se levanta de su lugar. —Nos invitaste a Leyna y a mí, por algo es. —asiente ante las palabras de sus hijos.

—Es verdad, —suelta un suspiro cansado. —Necesito un favor de ustedes. —no me gusta esto.

—¿Qué quieres? —pregunto levantándome de mi lugar.

—Tomen asiento, —señala la silla con su mano, refunfuñando volvemos a nuestros lugares. —Me dejarán hablar y después lo harán ustedes ¿entendido? —asentimos con la cabeza.

—¿Blaz de que vas? —se nota que mi madre no esta al tanto de todo esto.

—Bien, —esquiva olímpicamente la pregunta de Vivenka. Como les dije necesito un favor de ustedes dos y por el bien de la empresa familiar espero puedan ayudarme. —me tenso en mi lugar.

—Ya te digo que no. —Blaz me mira mal. —A mí no me asustas, no me importa no trabajaré con el idiota.

—Estoy aquí. —me encojo de hombros Dereck maldice algo indescifrable.

—Escucha por favor, —suplica mi padre, asiento resignada. —Dereck tus despilfarros y tu mala gestión casi nos deja en la ruina, —miro al idiota que tiene su mirada perdida. —No voy a juzgarte, no soy quién solo necesito que vuelvas a la empresa y resuelvas el desastre que hay, tu primo no puede solo. —se vuelve a formar un silencio incómodo.

—¿Yo que tengo que ver en todo esto? —pregunto para cortar el momento fastidioso que se formó.

—Necesito que seas su secretaria, —o no está completamente loco. —Le diría a Marlene, pero no dejará a su familia y la entiendo. —no sé que carajo hacer, no quiero tenerlo cerca.

—Es mi culpa y me haré cargo, —giro mi cabeza para mirar a Dereck. —Trabajaré día y noche para solucionar el desastre, pero no la obligarás a trabajar conmigo si no quiere. —no es capaz de mirarme a la cara.

—No podrás solo, necesitas gente de confianza. —Blaz me mira suplicante. —Leyna sé que no lo quieres cerca, te entiendo, pero te lo suplico.

Todos clavan sus miradas en mí, Blaz suplica ayuda, Vivenka tiene una mirada triste y el maldito idiota niega lentamente. Si acepto nos mataremos sin dudarlo, y si no me sentiré culpable han sido mi familia desde pequeña, ¡mierda!, ¿qué debo hacer?, sabes cuál es la respuesta.

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