Katherina
¡Por Dios! Soy una torpe no entiendo ¿cómo mi padre me puede haber dejado a cargo de la empresa?, creo que se volvió loco, si no fuera por Marcus hubiera renunciado hace mucho, hablando de ese hombre, me trae en una maldita nube, no puedo concentrarme cuando lo tengo cerca, mis neuronas solo piensan en sus brazos tatuados, en sus labios que cada vez que dice mi nombre mi corazón late desbocado, no entiendo que sucede conmigo, nunca había experimentado nada igual, tampoco es que tenga mucha experiencia con hombres solo un novio y no terminamos bien que digamos.
Agradezco que Marcus viniera ayudarme, por un momento creí que me besaría o eso es lo que esperaba, es demasiado correcto para hacer tal cosa, nunca se propasaría conmigo, además creo que no le gusto, siempre me está escaneando con la mirada, pero no sé cómo descifrar lo que piensa es muy frío y cerrado, jamás lo he escuchado hablar de su vida, solo me dice lo que debo hacer y nada más, no hemos hablado dos palabras fuera de lo laboral y eso me frustra bastante.
Salgo de mis pensamientos de niña tonta, porque Marcus nunca se fijaría en mí podría ser su hija otro punto en contra. Me dirijo al despacho con el café que me pidió, no soy tan tonta sé que me quiere lejos, por eso me mando por café, pero mientras me ayude con los contratos estaré eternamente agradecida.
Ingreso sin hacer ruido, lo veo sentado en la silla de mi padre con los brazos sobre el escritorio, lleva la camisa arremangada hasta los codos dejando ver esos tatuajes que lo hace todo un hombre malo, aunque creo que es una fachada.
Me acerco a él, apoyo las tazas sobre el escritorio, aun así no ha notado mi presencia, paso mi mano enfrente de sus ojos para que salga del trance donde esta, pagaría por saber en qué piensa o en quien, haga una mueca de disgusto, de solo imaginar que puede pensar en una mujer.
Sigo tan sumido en sus pensamientos, me acerco más a él y muevo mi mano más cerca de sus ojos, reacciona tomándome del brazo y tirando de mí, haciendo que caiga sobre sus piernas, nuestros labios están demasiado cerca por segunda vez en el día.
—Marcus... —susurro nerviosa, pero me calla de una forma muy cariñosa, apoya su pulgar en mis labios acariciándolos, se detiene en mi labio inferior, su mirada brilla, parece reaccionar cuando sube su vista a mis ojos, me suelta como si quemara.
—No vuelvas hacer eso, ¿entiendes? —me levanto como si fuera un resorte avergonzada por lo que acaba de suceder.
—Lo siento, —mi voz sale en un hilo. —No fue mi intención molestarte. —susurro alejándome de él lo que más pueda.
—Está bien, —clava su mirada en mí, en automático la bajo. —¿Por qué siempre haces eso? —arrugo mi ceño sin comprender a que se refiere.
—¿De qué hablas? —pregunto muy confundida.
—Disculparte y bajar tu mirada, siempre lo haces y déjame decirte que desespera. —niego lentamente.
—Por nada, —respondo seca, no es su asunto. —Mi intención no es incomodarte. —digo mirando detrás de él, el atardecer.
—Lo haces, no vuelvas a disculparte. —asevera como si fuera mi padre.
—De acuerdo, será mejor que le pida a mi tío que me ayude. —aseguro, alejándome con rumbo a la puerta, pero soy tomada del brazo antes de llegar.
—¿Dónde crees que vas? —me gira quedando cerca pero no como las veces anteriores.
—A mi cuarto. —digo mirando mi brazo que aún es tomado por su mano.
—Lo siento, fui demasiado hostil. —levanto la vista cuando escucho esas palabras, me suelta suavemente.
—Entiendo que es tu forma de ser, como la mía es disculparme por todo. —asiente ante mis palabras.
—Disculpa, no pretendo cambiarte, solo es curiosidad. —me recorre por completo, mis bellos se erizan por ese hecho.
—No hay nada que saber, —o nada que tengas que saber pienso. —El café se debe haber enfriado. —cambio drásticamente de tema, me regala una corta sonrisa.
—Entiendo, —se acerca dos pasos. —Descubriré que ocultas, —se endereza, ya que se había inclinado a mi altura. —¿Comenzamos? —solo consigo asentir, las palabras no salen de mis labios.
Pasamos el resto de la tarde, buscando los archivos, por suerte ningún contrato se perdió no me gustaría traerle problemas a mi padre, aunque debe entender que esto no es lo mío, prefiero estar entre libros, pinturas y buena música, soy toda una artista, nada que ver con el mundo de los negocios y números, suelto un suspiro agotador hace horas estamos aquí y mis ojos comienzan a pesar del sueño.
—Deberíamos parar, —declara Marcus cerrando unas carpetas. —Estás cansada. —asiento lentamente.
—Solo un poco, me desvelé anoche. —comento recordando el motivo.
—¿Saliste? —su pregunta me descoloca. —Responde. —demanda autoritario.
—No. ¿A dónde? Si no conozco a nadie. —su mirada se suaviza cuando escucha mis palabras.
—¿Entonces? —dudo si decirle o no, pero no le veo lo malo.
—Pásame la carpeta que está en el primer cajón, por favor. —suplico, busca lo que le pido y me la entrega.—Esto. —saco unas hojas y se las entrego.
Las toma entre sus manos, comienza a mirarlas, pero no sé si le gustan o no, este hombre no tiene una maldita expresión en su rostro, gira su cara en mi dirección, creo que me equivoque sus ojos se iluminan.
—¿Dibujas? —pregunta girando su cuerpo en mi dirección.
—Sí. —digo avergonzada. —¿Te gustan? —curioseo.
—Son hermosos, nunca había apreciado la noche desde esta ventana. —miramos por detrás de nosotros el anochecer.
—¿Cómo supiste? —giro mi cara un poco para mirarlo.
—Un idiota no se daría cuenta, —sigue mirando por la ventana. —Eres una profesional. —vira su cabeza en mi dirección.
—Me gustaría, solo soy amateur. —respondo avergonzada.
—Créeme que si te digo que eres buena es porque lo eres. —la determinación que usa en sus palabras hace que me sienta orgullosa de mi misma.
—Gracias. —susurro.
—¿Qué más pintas? —parece interesado en mi vida.
—Hago dibujos también, Victor quiere que diseñe sus joyas, —niego lentamente. —Me he negado. —recuerdo la discusión con mi padre por ese hecho.
—¿Por qué? —¿Preguntará todo?
—No estoy lista. —me levanto de mi lugar, comienzo a ordenar todo bajo su atenta mirada.
—¿Qué ocultas Katherina? —me detengo cuando escucho mi nombre en sus labios.
—No se dé que hablas. —me hago la desentendida. —Es tarde iré a dormir. —esquivo el tema.
—Te lo avisé, descubriré que ocultas. —se levanta de la silla, quedando a mi lado, soy alta, pero este hombre me saca una cabeza.
—No hay nada interesante. —trato de convencerlo.
—Todo tú, lo es. —susurra en mi oído, ¿en qué momento se inclinó? a mi altura.
Nos quedamos viendo, como las demás veces, su mirada como es costumbre se dirige a mis labios, como no quiero más percances me alejo cortando el momento incómodo que se había formado.
—Gracias Marcus, nos vemos mañana. —saludos con mi mano.
—Espera, —se acerca a mí. —¿Me acompañarías a un sitio? —arrugo mi ceño con interrogación.
—¿A dónde? —sonríe de una forma que nunca había visto en este mes.
—Lleva tus cuadernos, —asiento algo dudosa. —Katherina nada te pasará estando a mi lado, nada que tú no quieras. —su afirmación, su cercanía y todo él hace que mi corazón se salte algunos latidos.
—Lo sé. —respondo con seguridad, es lo que él infunde en mí.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
MarcusVamos en mi auto con una Katherina muy entusiasmada mirando por la ventanilla, su cara es un libro abierto, puedo leer cada expresión que hace, hasta ahora he visto curiosidad. No sé por qué la invitéa venir, solo sé que la quiero cerca de mí todo el tiempo que sea posible, sería capas de detener el tiempo con tal de estar con ella sin límites.La observo de reojo y fue muy mala idea, tiene sus labios entre abiertos, a mi mente llegan recuerdos de unas horas atrás, casi la beso dos veces, estoy jugando con fuego y sé que me quemaré, es imposible no querer besarla, morder esos carnosos labios, querer jugar con ellos, debo cambiar mis pensamientos o haré una locura.—¿Tienes frío? —la pregunta más estúpida solté.—No, —susurra. —Se está muy bien aquí. —me da una
KatherinaLamanode Marcus en mi cintura y sus labios sobre los míos me tienen mareada, mi impulso inicial fue huir, sin embargo una energía magnética que desprenden nuestros cuerpos hace que me pegue más al ruso respondiendo a su beso, somos dos polos opuestos que se atraen, él es tan dominante, tan brusco, tan posesivo, todo lo contrario a mí que soy una oveja asustada.Sus labios me están devorando por completo, cada partícula de mi cuerpo se la está llevando sin ningún permiso y eso me aterra. Aprieta más mis caderas, siento como el cuaderno cae al piso, esa mano libre va a mi nuca inmovilizándome por completo, como si tuviera miedo que me aleje, aunque mi cerebro diga que debo huir, no puedo, no quiero, sus labios desprenden una calidez que me embriagan haciendo que mi corazón lata desenfrenado.Se aleja de mi boca para dejar besos en mi cu
MarcusSigo mirando el bendito dibujo que me regalo Katherina, hago mis manos en puños por la frustración que recorre mi cuerpo, ¿Quémierda hice? ¿Cómo se me ocurrió besarla? Peor aún alejarla de mí, maldito estúpido me he vuelto, parezco un puberto sin experiencia, en realidad no la tengo, con ella todo es nuevo, es un soplo de aire en mi vida.Golpeo el escritorio de mi oficina con rabia, no me perdonaré hacerla llorar, porque si me di cuenta como limpia sus lágrimas disimulando que nada había pasado, sin embargo ninguna palabra salió de mí, ningún sentimiento, nada que demostrara que tengo corazón, para mí es el motor de vida que tengo, algo físico, nada que ver con esas cursilerías a las que llaman amor, no está en mi diccionario esa palabra y menos el sentimiento.Debo trabajar, aunque no t
KatherinaArrastro mi maleta por los pisos lustrados del aeropuerto, estoy volviendo a España, pueden decirme cobarde, sin embargo no tengo ganas de que jueguen conmigo, no de nuevo, no juzgo a Marcus entiendo que es hombre y es más impulsivo que una mujer o por lo menos yo no lo soy, prefiero huir y no tener que seguir viéndolo, hacerlo sentir culpable o tener que vivir situaciones incómodas, no es mi estilo molestar a las personas, prefiero hacerme a un lado.Tomo asiento en los bancos, una lágrima rueda por mi mejilla, dejo que caiga total nadie me ve y si lo hicieran no me importa lo que puedan pensar, no hoy. Este mes en Rusia la pasé de maravilla compartir tiempo con mi padre fue lo mejor de todo, sin embargo debo irme, Victor está dolido porque lo dejo, creo que se había ilusionado con tenerme en su casa y empresa, su mirada rota hace mi corazón pequeño.Fla
MarcusHace media hora que traje a Katherina a mi casa, ni sé por qué la traje aquí, solo quiero que me diga que le sucede, a que mierda le teme tanto. No debería importarme lo que le suceda, sin embargo tengo un instinto sobre protector con ella, le hice una promesa y la voy a cumplir, nadie la dañara mientras que viva.La observo detenidamente, buscando la razón por la cual me tiene entre sus labios, la razón de que mi corazón lata desbocado cuando estoy a su lado, su bellezano es, estoy acostumbrado a tener mujeres tan hermosas como ella, reconozco que sus ojos grises llaman la atención de cualquier mortal, sin embargo su esencia me vuelve loco.Que mujer con el dinero que tienen sus padres viaja en un vuelo comercial, no usa guardaespaldas, no le interesan los lujos, en mi mundo esas personas no existen, todo es manejado por poder, al parecer esono le interesa, no est
KatherinaLas palabras de Marcus hacen que mi corazón latadesenfrenado, quedarme sin respiración, ¿Por qué ocasiona todas estas sensaciones en mí? No quiero cometer los mismos errores de nuevo, no podría recuperarme de algo así dos veces, con una vez aprendí la lección.—Marcus, no hagas promesas que no cumplirás. —advierto con tristeza, me encantaría que fueran reales.—Te he dicho que no soy un mocoso, —espeta fastidiado. —Se lo que quiero, y te quiero a tiKhrustal´nyy tsvetok (flor de cristal).No tengo tiempo a procesar sus palabras, porque me besade esa forma avasallante y posesiva que solo este hombre puede hacer, sus manos presionan mis caderas, llevo las mías hasta su pecho desabrochando los botones de su camisa, cuando lo logro, la abro para poder pasar mis dedos en sus pectorales marc
Marcus—Prométeme que no le dirás a mi padre. —es lo primero que dice, después de unos minutos en silencio.—Katherina, lo único que te prometeré será que nada ni nadie ta lastimara, —la abrazo más a mi cuerpo. —Lo demás se verá con el tiempo y las circunstancias. —no pienso prometerle algo que no podre cumplir después.—Está bien. —esconde su cara en mi pecho. —Tengo frío. —susurra.Me alejo de su cuerpo para sacar las sabanas, me quedo embobado observándola, es una mujer hermosa, sus cabellos rubios esparcidos por la almohada, su cuerpo desnudo, las marcas que deje en su pecho y cuello, la hacen la mujer perfecta, no necesita nada más.—Ven. —le hago un lugar a mi lado, se acerca como si fuera un dulce gatito. —Eres demasiado perfecta. —la aprieto a m
KatherinaSiento mi cuerpo ser movido suavemente, estoy muy cansada me gustaría dormir un poco, sin embargo los besos que recibo en mi cuello hacen que me despabile por completo, giro entre los brazos de Marcus que me mira con esa expresión estoica que siempre tiene en su bello rostro, es muy serio, pero me gusta así.—Duerme, —ordena, niego. —Hazme caso chiquilla. —arrugo mi ceño.—No soy una chiquilla. —susurro avergonzada.—Lo eres, —besa mi frente. —Eres mi chiquilla. —levanto la vista para observar sus ojos inexpresivos.—¿No te molesta que me quede? —trato de cambiar el tema.—No, si me molestaras no estarías en mi cama. —sus palabras son justas, ni más ni menos.—De acuerdo. —susurro escondiéndome en su pecho, iba a dormirme cuando recuerdo algo sumamente