Capitulo cuatro

Katherina

¡Por Dios! Soy una torpe no entiendo ¿cómo mi padre me puede haber dejado a cargo de la empresa?, creo que se volvió loco, si no fuera por Marcus hubiera renunciado hace mucho, hablando de ese hombre, me trae en una maldita nube, no puedo concentrarme cuando lo tengo cerca, mis neuronas solo piensan en sus brazos tatuados, en sus labios que cada vez que dice mi nombre mi corazón late desbocado, no entiendo que sucede conmigo, nunca había experimentado nada igual, tampoco es que tenga mucha experiencia con hombres solo un novio y no terminamos bien que digamos.

Agradezco que Marcus viniera ayudarme, por un momento creí que me besaría o eso es lo que esperaba, es demasiado correcto para hacer tal cosa, nunca se propasaría conmigo, además creo que no le gusto, siempre me está escaneando con la mirada, pero no sé cómo descifrar lo que piensa es muy frío y cerrado, jamás lo he escuchado hablar de su vida, solo me dice lo que debo hacer y nada más, no hemos hablado dos palabras fuera de lo laboral y eso me frustra bastante.

Salgo de mis pensamientos de niña tonta, porque Marcus nunca se fijaría en mí podría ser su hija otro punto en contra. Me dirijo al despacho con el café que me pidió, no soy tan tonta sé que me quiere lejos, por eso me mando por café, pero mientras me ayude con los contratos estaré eternamente agradecida.

Ingreso sin hacer ruido, lo veo sentado en la silla de mi padre con los brazos sobre el escritorio, lleva la camisa arremangada hasta los codos dejando ver esos tatuajes que lo hace todo un hombre malo, aunque creo que es una fachada.

Me acerco a él, apoyo las tazas sobre el escritorio, aun así no ha notado mi presencia, paso mi mano enfrente de sus ojos para que salga del trance donde esta, pagaría por saber en qué piensa o en quien, haga una mueca de disgusto, de solo imaginar que puede pensar en una mujer.

Sigo tan sumido en sus pensamientos, me acerco más a él y muevo mi mano más cerca de sus ojos, reacciona tomándome del brazo y tirando de mí, haciendo que caiga sobre sus piernas, nuestros labios están demasiado cerca por segunda vez en el día.

—Marcus... —susurro nerviosa, pero me calla de una forma muy cariñosa, apoya su pulgar en mis labios acariciándolos, se detiene en mi labio inferior, su mirada brilla, parece reaccionar cuando sube su vista a mis ojos, me suelta como si quemara.

—No vuelvas hacer eso, ¿entiendes? —me levanto como si fuera un resorte avergonzada por lo que acaba de suceder.

—Lo siento, —mi voz sale en un hilo. —No fue mi intención molestarte. —susurro alejándome de él lo que más pueda.

—Está bien, —clava su mirada en mí, en automático la bajo. —¿Por qué siempre haces eso? —arrugo mi ceño sin comprender a que se refiere.

—¿De qué hablas? —pregunto muy confundida.

—Disculparte y bajar tu mirada, siempre lo haces y déjame decirte que desespera. —niego lentamente.

—Por nada, —respondo seca, no es su asunto. —Mi intención no es incomodarte. —digo mirando detrás de él, el atardecer.

—Lo haces, no vuelvas a disculparte. —asevera como si fuera mi padre.

—De acuerdo, será mejor que le pida a mi tío que me ayude. —aseguro, alejándome con rumbo a la puerta, pero soy tomada del brazo antes de llegar.

—¿Dónde crees que vas? —me gira quedando cerca pero no como las veces anteriores. 

—A mi cuarto. —digo mirando mi brazo que aún es tomado por su mano.

—Lo siento, fui demasiado hostil. —levanto la vista cuando escucho esas palabras, me suelta suavemente.

—Entiendo que es tu forma de ser, como la mía es disculparme por todo. —asiente ante mis palabras.

—Disculpa, no pretendo cambiarte, solo es curiosidad. —me recorre por completo, mis bellos se erizan por ese hecho.

—No hay nada que saber, —o nada que tengas que saber pienso. —El café se debe haber enfriado. —cambio drásticamente de tema, me regala una corta sonrisa.

—Entiendo, —se acerca dos pasos. —Descubriré que ocultas, —se endereza, ya que se había inclinado a mi altura. —¿Comenzamos? —solo consigo asentir, las palabras no salen de mis labios.

Pasamos el resto de la tarde, buscando los archivos, por suerte ningún contrato se perdió no me gustaría traerle problemas a mi padre, aunque debe entender que esto no es lo mío, prefiero estar entre libros, pinturas y buena música, soy toda una artista, nada que ver con el mundo de los negocios y números, suelto un suspiro agotador hace horas estamos aquí y mis ojos comienzan a pesar del sueño.

—Deberíamos parar, —declara Marcus cerrando unas carpetas. —Estás cansada. —asiento lentamente.

—Solo un poco, me desvelé anoche. —comento recordando el motivo.

—¿Saliste? —su pregunta me descoloca. —Responde. —demanda autoritario.

—No. ¿A dónde? Si no conozco a nadie. —su mirada se suaviza cuando escucha mis palabras.

—¿Entonces? —dudo si decirle o no, pero no le veo lo malo.

—Pásame la carpeta que está en el primer cajón, por favor. —suplico, busca lo que le pido y me la entrega.—Esto. —saco unas hojas y se las entrego.

Las toma entre sus manos, comienza a mirarlas, pero no sé si le gustan o no, este hombre no tiene una maldita expresión en su rostro, gira su cara en mi dirección, creo que me equivoque sus ojos se iluminan.

—¿Dibujas? —pregunta girando su cuerpo en mi dirección.

—Sí. —digo avergonzada. —¿Te gustan? —curioseo.

—Son hermosos, nunca había apreciado la noche desde esta ventana. —miramos por detrás de nosotros el anochecer.

—¿Cómo supiste? —giro mi cara un poco para mirarlo.

—Un idiota no se daría cuenta, —sigue mirando por la ventana. —Eres una profesional. —vira su cabeza en mi dirección.

—Me gustaría, solo soy amateur. —respondo avergonzada.

—Créeme que si te digo que eres buena es porque lo eres. —la determinación que usa en sus palabras hace que me sienta orgullosa de mi misma.

—Gracias. —susurro.

—¿Qué más pintas? —parece interesado en mi vida.

—Hago dibujos también, Victor quiere que diseñe sus joyas, —niego lentamente. —Me he negado. —recuerdo la discusión con mi padre por ese hecho.

—¿Por qué? —¿Preguntará todo?

—No estoy lista. —me levanto de mi lugar, comienzo a ordenar todo bajo su atenta mirada.

—¿Qué ocultas Katherina? —me detengo cuando escucho mi nombre en sus labios.

—No se dé que hablas. —me hago la desentendida. —Es tarde iré a dormir. —esquivo el tema.

—Te lo avisé, descubriré que ocultas. —se levanta de la silla, quedando a mi lado, soy alta, pero este hombre me saca una cabeza.

—No hay nada interesante. —trato de convencerlo.

—Todo tú, lo es. —susurra en mi oído, ¿en qué momento se inclinó? a mi altura.

Nos quedamos viendo, como las demás veces, su mirada como es costumbre se dirige a mis labios, como no quiero más percances me alejo cortando el momento incómodo que se había formado.

—Gracias Marcus, nos vemos mañana. —saludos con mi mano.

—Espera, —se acerca a mí. —¿Me acompañarías a un sitio? —arrugo mi ceño con interrogación.

—¿A dónde? —sonríe de una forma que nunca había visto en este mes.

—Lleva tus cuadernos, —asiento algo dudosa. —Katherina nada te pasará estando a mi lado, nada que tú no quieras. —su afirmación, su cercanía y todo él hace que mi corazón se salte algunos latidos. 

—Lo sé. —respondo con seguridad, es lo que él infunde en mí.

☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo