Capitulo cinco

Andre

Golpeó el volante de mi auto con todas mis fuerzas mientras largó maldiciones. Aglaia no me dio tiempo a responderle, ¿Qué le hubieras dicho? carajo no lo sé, pero cualquier cosa hubiera sido mejor que ver su triste mirada.

Quiero algo con ella, una relación sería, pero primero tengo que solucionar mis problemas con las relaciones estables, el miedo a formar una familia. Después esta que Leandro me mandara al hospital por tocar a su hermanita, m****a si el griego no fuera tan celoso y posesivo con los que quiere, tú eres igual. Es verdad no imaginó que Aglaia pueda amar a alguien más ¡y tú te quejas del griego!

Voy llegando al hotel donde se harán las reformas, pero no para trabajar si no para cambiarme de ropa porque tengo la habitación presidencial aquí, siempre pido esta cuando me quedo en Grecia. Será temporal por que una vez que mi nymphe (ninfa) terminé con la decoración de mi departamento me mudaré para establecerme aquí.

Terminó de entrar a la suite y tomo mi teléfono celular busco el número de mi casa en Francia, marco llamar al segundo tono mi nana responde.

—Andre que sorpresa, ¿Qué sucede? —dice al otro lado de la línea.

—¿Tiene que suceder algo para qué llame? —pregunto mientras me sacó los zapatos.

—No hijo obvió que no. —hace una pequeña pausa. —Es extraño que llames nada más.

—Lo sé. —hago una pausa. —Quería contarte que viviré permanente aquí. —suelta un chillido que me deja sordo.

—Andre si estás jugando conmigo te mataré!! —niego como si pudiera verme.

—No nana, compre un departamento y contrate una decoradora. —vuelve a chillar, tengo que volver alejar el teléfono de mi oído o de verdad me dejará sordo.

—Gracias a Dios, escucho mis plegarias. —escucho como llora del otro lado. —Y dime hijo esto ¿Se lo debo a cierta griega? —maldición Cecilio y su boca.

—Mataré al italiano nana. —me levanto de golpe caminando en círculos por la habitación. 

—No le harás nada a Cecilio, entiende que me preocupas y tú eres un mal agradecido que no me cuentas nada a mí a la mujer que te crio!! —habla ofendida.

—Lo sé nana, lo siento. —suelto un suspiró. —Igual el italiano no se salvará de un par de golpes.

—Si es que Leandro no te agarra primero. —su risa al otro lado me molesta.

—Nana, no me recuerdes al griego. —su risa se hace más fuerte y ya estoy de mal humor. —Debo irme.

—No te enojes, —trata de calmar su respiración. —Perdón es que sabemos como son ustedes con lo que quieren, así que espero no te golpee mucho aunque no creo que esa chica deje que te haga algo.

—Lo sé nana, pero no quiero que Aglaia tenga dificultades con su hermano. —miro mi reloj pulsera y m****a se me hizo tarde. —Debo irme nana, te quiero.

—De acuerdo hijo, cuídate y salúdame a la griega. 

—Adiós nana. —corto la llamada para enviarle un mensaje a un italiano traidor que conozco para que pase por mí.

Me doy una ducha rápida, cambió mi ropa por algo más informal, ya que iremos a uno de los bares que tiene Leandro en la ciudad. 

Me siento culpable por traicionar la amistad del griego, pero jamás entendería lo que siento por su hermana, es muy posesivo y celoso con ella, no puedo entender ese amor porque soy hijo único, mi madre murió cuando era un niño y mi padre hace algunos años, siempre fuimos mi nana y yo.

Me llega un mensaje de Cecilio avisándome que está abajo así que le respondo que estoy listo, tomó mi cartera, mi teléfono móvil y bajo para encontrarme con el traidor. Una vez fuera del edificio lo encuentro en su auto estacionado hablando por teléfono.

Me ve y abre la puerta para que entre, así lo hago y corta la llamada. 

—¿Por qué las mujeres son tan complicadas? —dice a modo de saludo.

—No lo sé, —le proporcionó un golpe en su cabeza. —Por chismoso.

—¡He! ¿Yo qué hice? —pregunta mientras dirige su mano a su cabeza. 

—Le dijiste a la nana de Aglaia. —me regala una sonrisa maliciosa.

—Yo no le dije nada de ti y el duende. —lo miro mal por el comentario de mi ninfa, ¿ya es tuya? sí. —Le dije que ha crecido mucho y que cada vez está más hermosa. —no termina de decir eso que le doy otro golpe pero más fuerte. —Deja de golpearme idiota. —gira el volante porque nos habíamos puesto andar por las calles de la ciudad. —Harás que nos matemos.

—Te mataré yo si vuelves a decir que mi ninfa está hermosa. —¿por qué habló sin pensar? A mí no me culpes, jamás me escuchas.

—¿Así que tuya? —Cecilio pregunta con burla. —¿Y cuándo piensas hablar con Leandro?

—Aún no lo sé. —suelto un suspiro mientras veo que hemos llegado. —Le pedí tiempo y Aglaia accedió, pero sé que sufrirá mientras acomodo mi vida y eso es lo que no quiero.

—No entiendo por qué siempre piensas tanto las cosas. —dice Cecilio mientras bajamos del auto. —Entiendo que es difícil.

—El griego me golpeará y no solo eso es capaz de m****r a mi ninfa a otro país. —digo una vez en la puerta, donde está Max el encargado.

—¡Chicos bienvenidos! —nos saluda a cada uno con un apretón de manos. —¿Leandro no viene con ustedes?

—¿Todavía no llego? —indago, Max niega.

—Debe estar por llegar. —dice Cecilio.

—Seguro, ¿La misma mesa de siempre? —nos pregunta mientras llama a la moza, que es Lexy, creo que el griego tendrá problemas.

—Si por favor. —responde Cecilio.

Lexy nos guía hasta nuestra mesa que en realidad es un reservado que tenemos aquí porque el bar es de nuestro amigo.

—¿Qué le sirvo chicos? —pregunta muy simpática.

—Un whisky para mí  ¿y tú? —Cecilio pregunta.

—Lo mismo por favor. —respondo y ella nos regala una sonrisa.

—Ya se los traigo chicos. —asentimos mientras reviso mi celular para ver si Aglaia me escribió algo,  pero nada.

—¿Esperas algún mensaje de la ninfa? —Cecilio se burla y juró que lo mataré.

—Deja de burlarte idiota. —justo en ese momento entra Lexy con los tragos, deja todo y se marcha.

—No lo hago, solo preguntaba. —dice encogiéndose de hombros.

En ese momento la voz de Leandro nos hace girar nuestros rostros en dirección a la entrada del reservado.

—Podrían haberme esperado. —el griego se acerca a saludar.

—¡Necesitamos ahogar penas! —Cecilio toma de su vaso.

—¿Necesitamos? —el griego toma asiento al lado mío. —Habla por ti, yo estoy muy bien.

—Me refería al idiota aquí. —fulmino con la mirada a Cecilio por su comentario. —Y a mí, esa mujer es una arpía, no sé por qué me odia tanto.

—¿Y tú por qué tienes que ahogar penas? —Leandro me interroga, mientras que veo llegar a Lexy.

—No le hagas caso, está borracho. —digo a modo de escusa, voy a matar al italiano. —Creo que tendrás que ponerte un cartel que diga que tienes novia, ya que Lexy no deja de mirarte y sonreír. —trato de cambiar el tema completamente.

—¿Y desde cuándo tienes novia? —Cecilio mira interrogante al griego.

—Estoy en algo con Marlene, nos estamos conociendo, pero no es mi novia aún, quiere que guardemos las apariencias en la oficina, por lo que pueden llegar hablar.

—Mujeres quien las entiende, si quieres algo con ellas tiene que ser en secreto por lo que puedan llegar a decir, pero si tú le llegas a proponer eso se ofenden diciendo que te avergüenzas de ellas. —¿Cecilio quiere algo serio con alguien?

—¿Tan mal te tratan? —el griego comienza a burlarse del italiano que le da una mirada asesina. —Cambiemos de tema así el señor aquí no se desquita conmigo su mal de amores.

Comenzamos con Leandro a reír y burlarnos de Cecilio, así pasamos el resto de la noche, creo que he bebido demasiado, siento que me quedo dormido en los asientos de un auto.

Siento mi cuerpo pesado, como si un tren hubiera pasado por encima de mí, me remuevo incómodo en la cama, trato de buscar mi móvil, pero no lo encuentro, ¿Cómo diablos llegue anoche? salgo de mis pensamientos cuando siento que llaman a la puerta así que me levanto como puedo para ver quien jode, me llevo una gran sorpresa cuando veo a mi nymphe (ninfa) con cara de pocos amigos, creo que está molesta, pero veo como me recorre con la mirada y como no, si solo llevo un bóxer.

—¿Eres idiota? —dice gritando la miro sin comprender. —Creí que te había sucedido algo.

—Buen día para ti también. —saludo con sarcasmo mientras me hago a un lado para dejarla ingresar pero niega. —Aglaia pasa, no te comeré. —vuelve a negar. —Estamos dando un digno espectáculo. —mira sobre su hombro y ve como la mucama no deja de mirarme.

—¿Se te perdió algo? —jamás vi Aglaia celosa, es digno de ver. —Deja de mirar a mi novio. —la mucama no sabe donde mirar agacha su cabeza y se marcha por donde vino

—¿Así que novio? —enrojece de la vergüenza. —Pasa novia.

—Eres un idiota. —dice una vez adentro.

—¿Por qué estás tan enojada? —tomo asiento en la cama, tratando de menguar el dolor de cabeza. 

—¿Por qué? —hace una pregunta retórica. —Quedamos en que trabajaría los findes semana Andre, hoy es sábado y ya perdí medio día. —la miro sin comprender a que se refiere.

—¿De qué hablas? —busco mi móvil. —¿Qué hora es? 

—Es pasado del medio día Andre. —suelta un suspiro mientras apoya su bolsa en el sillón frente a la cama y toma asiento en el mismo. 

—No me di cuenta la hora disculpa. —no entiendo por qué hace un drama.

—Andre estuve toda la mañana tratando de comunicarme contigo jamás respondiste tu teléfono. —le muestro que está apagado y asiente. —Tienes que madurar y ser más responsable.

—¿Madurar?, todo esto es por que no atendí una maldita llamada. —esta niña está haciendo un drama por cualquier cosa.

—No es por una maldita llamada. —se para de su lugar, se acerca a mi señalándome con su dedo. —¿Qué pasaría si la nana te necesita? No eres un adolescente que puede no atender una llamada.

—Tiene el número del hotel pueden comunicarse aquí o llamar a Cecilio. —vuelve a negar.

—Cecilio no es su hijo lo eres tú. —se aleja de mí. —Lo siento Andre busca a otra yo no estoy para perder mi tiempo.

—¿Así nada más? ¿Todo por que no tenía el móvil con carga? —me acercó a ella, la tomo por el brazo para que me vea, ya que estaba de espalda a mí.

—No Andre, —acaricia mi cara como si fuera un niño pequeño, ese acto me hace más vulnerable. —Tienes que madurar, la nana te necesita y yo quiero un hombre a mi lado. —la griega tiene razón.

Suelto un suspiró me alejo de ella tomo asiento en la cama una vez más, pasó mis manos por mi cabello desordenándolo.

—¿Crees que no se lo que necesitas? —digo algo exasperado. —Pero mírame Aglaia lo único que sé hacer es daño.

Se acerca a mí y toma asiento sobre mis piernas por instinto llevo mis manos a sus caderas apretándola contra mi cuerpo, mientras escondo mi rostro en su cuello.

—Eres un niño. —suelta una pequeña risa. —Pero así te quiero. —le doy un beso en su cuello porque no sé que decirle ante su declaración, ¿Qué te parece si le dices lo que sientes? 

—Me doy un baño que estoy asqueroso y te invitó a almorzar. —su mirada es algo triste, pero lo disimula muy bien. 

—Ve tranquilo, —hace una pausa y continúa. —Necesitamos aclarar algunas cosas. —asiento poco convencido por que sé que me esta por m****r al diablo, tú te lo buscas.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo