Andre
Voy llegando al hotel donde voy a encontrarme con esa nimphe (ninfa), que Dios se apiade de mí porque no creo que aguante más sus desplantes. ¿Quieren saber que paso? Se los explicaré, nos íbamos a encontrar el lunes por la tarde, pero la señorita no pudo venir y se le olvidó llamarme, así que me dejo dos horas como un idiota en el bar del hotel esperándola.
Estamos a viernes, aún no la he visto para ponernos de acuerdo con las reformas, si hoy no viene iré directo a su departamento.
Cuándo me llamo por teléfono hice como que no tenía su número agendado, no quiero que piense que puede pasar algo entre nosotros, te mueres porque pase algo, la verdad es que si, pero Aglaia es joven tiene un futuro por delante, soy mayor que ella, solo por unos años.
Una vez que llego al hotel me la encuentro en el lobby hablando muy simpática con Esteban, veo como ellos ríen, mi sangre hierve porque el idiota se la come con la mirada, ¿Cómo se atreve? Me acerco a ellos rápidamente y escucho parte de su conversación.
—Cuándo quieras vamos por unos tragos. —el idiota le sonríe.
—Por mi encantada, Esteban. —ella le da un corto abrazo y mi autocontrol se fue a la m****a.
—Disculpen, ¿Interrumpo? —los dos giran para ver quien los interrumpe. Esteban palidece, ella en cambio me escanea con su mirada, me regala una sonrisa sarcástica.
—Si lo haces. —¿qué dijo? —Espera que termino de hablar con Esteban y te atiendo. —¿pero qué se ha creído qué soy?
—Yo los dejo, —Esteban se apura a responder. —Aglaia me llamas para ir por esos tragos, señor que tenga buen día. —termina de hablar este idiota y se larga.
—¿Tienen algo? —la pregunta se escapa de mis labios.
—Eso no es asunto tuyo. —carajo tiene razón, pero los celos nublan mi juicio.
—Lo es si la hermanita del dueño, tiene algo con un empleado. —miento descaradamente.
—Mira Andre si tengo o no algo con alguien es mi problema no el tuyo. —dice con superioridad. —Y que no se te olvide que soy la dueña también, no solo la “hermanita del dueño”. —hace comillas con sus dedos.
—Está bien. —me limito a decir.
—Bueno dime ¿Qué quieres? —mira su teléfono celular.
—¿Qué voy a querer? Tenemos que ponernos de acuerdo con las reformas del hotel. —respondo con los dientes apretados. —Llevamos una semana de retraso.
—No es mi culpa, le expliqué a Leandro que no podía entre el trabajo y la universidad, pero no me hizo caso. —¿ella trabaja? —Así qué si te molesta le puedes presentar otra diseñadora a mi hermano y nos ahorramos el vernos. —en ningún momento me miro a la cara, esta no es la niña de hace cinco años.
—Por lo menos ten la decencia de mirarme cuando hablas. —digo acercándome a ella, me agacho a su altura y susurro en su oído. —Sigues siendo el pitufo gruñón. —enrojece, levanta su cara para poder verme, pero quedamos demasiado cerca el uno del otro.
—No vuelvas a llamarme así, no te tomes atribuciones que no te corresponden. —su despreció hace que me aleje un poco de ella. —Solo mis amigos pueden hacerme una broma y tú no eres nada mío, que te quede claro. —la Aglaia que conocí murió esta es otra mujer, por fin te das cuenta de que es una mujer.
—Tienes razón Aglaia disculpa. —por un momento su mirada parece que se va a ablandar, pero no es así, solo asiente. —¿Podemos empezar?
—Por supuesto, lo qué decidas estará bien para mí. —hace una pausa y continúa. —Andre hagamos esto decide lo qué quieras, me da lo mismo una vez que termines, me ocuparé de la decoración así nos evitamos el vernos ¿Qué dices? —no me gusta su propuesta.
—Digo que no. — me mira con una ceja alzada. —Demuéstrame que no eres una niña y actúa como una mujer. —su preciosa boca se forma en una O. —¿Café o té?
—Café gracias. —susurra, le hago una seña con la cabeza para que me siga y así lo hace.
Una vez en el bar del hotel saca varías carpetas, me las pasa sin hablarme, tomo una de ellas, me gusta lo que veo es muy buena en esto, que bien me vendría alguien así en mi empresa.
—Eres muy buena. —hablo sin mirarla.
—Si como no. —levanto mi mirada veo que me está mirando fijamente.
—Lo digo en serio no tengo por qué mentirte. —se limita asentir, esto será difícil. —Aglaia lo siento.
—¿De qué hablas? —me mira desconcertada.
—De lo que sucedió hace cinco años. —su mirada denota dolor, me maldigo por eso.
—No quiero hablar de eso Andre. —trata de pararse, pero se lo impido tomándola de la mano, haciendo que se siente al lado mío.
—Escúchame y después me mandas al diablo. —estoy muy cerca de ella. —Entiéndeme eras una niña de 18 años yo tenía 26, encima eres la hermana de mi mejor amigo, no supe como tratarte y entonces …
—Entonces fuiste tan cobarde como para decirme que era una niña, —lágrimas amenazan por salir de sus hermosos ojos. —Que alguien como yo, no podía fijarse en ti.
—De verdad lo siento. —estoy avergonzado. —Fui un idiota.
—Y un cobarde. —maldita sea tiene razón. —Dime algo Andre.
—¿Qué quieres? —clavo mi mirada en esos hermosos ojos.
—¿Jamás sentiste nada por mí? —niego. —¿Todo me lo imaginé? ¿Tus miradas? ¿Tus celos? ¿Todo? —no sé qué responderle. —Habla una vez en tu vida deja de ser un niño cobarde. —la consume la rabia, pero saca lo peor de mí.
—¿Qué quieres qué te diga? —la acerco más a mí. —¿Qué me volvías loco? Qué odiaba si algún chico se te acercaba, que siempre he marido por probar tus labios. —estamos demasiado cerca para mi desgracia.
—¿Y por qué no lo haces? —se acerca, rozando sus labios con los míos.
—Aglaia eres la hermana de mi mejor a…
—Vete al diablo. —una vez más trata de alejarse, pero ya no aguanto más.
La acerco a mi cuerpo, estampó mis labios sobre los de ella, por un momento creo que no me va a responder, pero después lo hace con tanta pasión, que me abruma, pero sus labios son el cielo y el infierno, mira lo que te has perdido todos estos años, mi conciencia tiene razón, no creo poder alejarme de esta ninfa.
El beso se intensifica la atraigo más a mí poniendo mis manos en su cintura, escucho que suelta un gemido y es música para mis oídos ella apoya sus manos en mi nuca, juro que es el mejor beso de mi vida, pero un carraspeo hace que nos soltemos de golpe, maldita sea es Cecilio.
—¿Otra vez? —niega. —Ustedes no aprenden. —Aglaia tiene su mirada agacha, parece un dejavu.
—Lo siento Aglaia yo no debí… —su mirada me hace callar porque sé que la volví a cagar.
—Eres un maldito cobarde, no quiero que te me vuelvas acercar. —se levanta de un salto. —Cecilio lo siento, espero que no se lo digas a mi hermano.
—Tranquila bellíssima (belleza) pero para la próxima tengan más cuidado. —niega rápidamente.
—No la abra, quédate tranquilo. —se aleja trato de seguirla, pero Cecilio me lo impide.
—Habla con Leandro. —niego porque el griego me golpeara. —Eres un cobarde.
—Tú no entiendes. —me vuelvo a sentar, toma asiento delante de mí.
—Puede ser. Pero lo que si entiendo es que esa chica te tiene en las nubes, —lo miro sin comprender. —Un tonto no se daría cuenta de que la amas, es más creo que Leandro lo sospecha, pero jamás pudo comprobarlo.
—¿Y me lo dices así de tranquilo? —se encoge de hombros. —Me matará.
—Es preferible morir con honor que como un cobarde. —lo miro mal, él me sonríe. —Andre llevas años amando a Aglaia, pero eres un idiota prejuicioso que no se da cuenta qué la puedes perder.
—Ella puede aspirar a algo mejor. —niega y yo sigo. —Cecilio estoy solo en el mundo ni padres, ni hermanos. —soy un maldito huérfano.
—¿Y eso en que puede afectarle? —¿En qué?.
—Cecilio, sabes de mi pasado, —odio hablar de eso. —Sabes que no puedo tener una relación formal.
—Eres un cobarde y encima idiota. —se levanta de su silla. —Te quedarás solo.
—Es mi destino. —porque tú quieres, hago una mueca por mis pensamientos.
—Vete a la m****a, sigues siendo un cobarde.
Y con eso me deja solo, mi cabeza rememora ese beso. Toco mis labios por instinto, no creo poder olvidar ese beso jamás, ¿Qué estás haciendo conmigo mujer?
Aglaia Salgo casi corriendo del hotel, ya que no quiero volver a ver al francés como se le ocurre besarme y después disculparse. ¿Por qué es tan cobarde? ¿Y por qué me dejo besar? Dios mi cabeza es un lío, necesito hablar con alguien, mi compañera de departamento no es opción, iré a la oficina de mi hermano para hablar con Marlene. Así que con esa determinación tomo un taxi hasta la empresa, en el transcurso del viaje no puedo evitar que lágrimas caigan por mi rostro, ¿Por qué soy tan estúpida? Sus labios sobre los míos fue lo mejor qué me ha pasado en mi vida, su forma posesiva de agarrar mis caderas, hubiera querido que dudara toda la vida, pero los cuentos no existen, solo en los libros el príncipe azul rescata a la princesa encantada, ¿y si túlo rescatas a él? ¿Mi conciencia se volvió loca? ¿De qué habría que rescatar al francés?De el mismo. —¿Señorita está bien? —el taxista me da una mirada de lástima. —
AndreGolpeó el volante de mi auto con todas mis fuerzas mientras largó maldiciones. Aglaia no me dio tiempo a responderle, ¿Qué le hubieras dicho?carajo no lo sé, pero cualquier cosa hubiera sido mejor que ver su triste mirada.Quiero algo con ella, una relación sería, pero primero tengo que solucionar mis problemas con las relaciones estables, el miedo a formar una familia. Después esta que Leandro me mandara al hospital por tocar a su hermanita, mierda si el griego no fuera tan celoso y posesivo con los que quiere,tú eres igual.Es verdad no imaginó que Aglaia pueda amar a alguien más ¡y tú te quejas del griego!Voy llegando al hotel donde se harán las reformas, pero no para trabajar si no para cambiarme de ropa porque tengo la habitación presidencial aquí, siempre pido esta cuando me quedo en Grecia. Será tem
Aglaia Este hombre es exasperante no atiende su maldito teléfono, he tratado durante toda la mañana de comunicarme con él, pero jamás atendió mis llamadas, es un irresponsable. Estoy yendo al hotel para ver si se encuentra, ¿y si está con una mujer?carajo espero que no por que no sé si mi corazón aguante algo así. Llego al hotel pagó el taxi, ya que odió manejar por más que mis padres me regalaron un auto cuando cumplí los 20, en un inútil intento de que maneje, pero no lo lograron, no me siento segura manejando así que me es mucho más práctico un taxi. Una vez que estoy en el lobby del hotel me vuelvo a encontrar con Esteban, que habla muy animado con una chica, así que decido preguntarle si no sabe donde esta Andre. —Hola, Estaban.—digo a modo de saludo, ellos estaban a espaldas mías, así que giran al mismo tiempo. —Hermosa, cómo estás? —Esteban me da dos veces en las mejillas. —Bien ¿y tú?
AndreEstoy esperando que Aglaia vuelva del tocador estamos en el restaurante del hotel, esa mujer es la mismísima caja de Pandora, cuando me dijo que era virgen no me lo podía creer,una hermosa ninfa como ella, que podría tener al hombre que quisiera a sus pies con solo una mirada,eso no te conviene,mierda es verdad golpearé al que se le ocurra mirarla,ya estas como el griego,hablando de Leandro debo hablar con él, de una buena vez.Cuando entre a bañarme mientras que Aglaia me esperaba en mi cuarto comprendí a lo que se refería con tener el teléfono con carga, ella tiene razón soy un irresponsable, debesmadurarla griega es más chica que tú, pero más madura,y otra vez mi conciencia metiéndose ¿No se cansa?No.La veo venir con su andar de hada, es detenida por el idiota de Esteban, n
Aglaia Las manos de Andre se posan en mi cintura haciendo presión en ella, sus labios devoran mi boca con ansias, no me quedo atrás mientras muevo mis caderas encima de su pelvis, el francés gruñe y me aprieta más a él, dirijo mis manos a su camisa y comienzo a desabrochar los botones, por su parte baja los tirantes de mi vestido dejando al descubierto mi ropa interior. —Me vuelves loco nymphe (ninfa) —susurra en mi oído, cuando nos separamos por falta de aire. Su mirada me consume, recorre todo mi cuerpo con lujuria. —¿Estás segura amour (amor)?. —Andre acaricia mi cuello, mientras que con su otra mano acaricia mis pechos por encima de mi sujetador negro. —Muy segura. —me acerco a él y beso sus labios. Andre en un rápido movimiento me pone debajo de él, me gira dejándome boca abajo, dirige sus manos al cierre de mi vestido, lo baja con tanta delicadeza mientras sus dedos acarician la piel expuesta que deja,
AndreEstoy en el lobby esperando que llegue la pizza, por que mi ninfa prefiereeso a sushi, es extraño encontrar una mujer que quiera ingresar carbohidratos, la mayoría que conozco prefiere matarse de hambre para conservar una figura esbelta,pero ella no es como las demás.Tomo asiento en el sillón que se encuentra aquí, esperando al repartidor. Y recuerdos de hace un momento con Aglaia me invaden, Dios esa mujer es un hada, una ninfa, una bruja muy sexy. Me tiene en sus manos y no se da cuenta de lo que puede hacer conmigo, con solo una mirada ya estoy besando el piso por donde camina.Me pongo duro de solo imaginarla desnuda, con su boquita abierta gimiendo mi nombre, es el mejor sonido que he escuchado. Casi muero cuando entre en ella, saber que fui el primero y que seré el último me hace muy feliz, por que no dejaré que nadie toque a mi ninfa, excepto que ella decida lo con
Aglaia Tengo muchas ganas de llorar, Andre tiene razón le pido que madure y ahora me estoy comportando como una niña pequeña, pero es que tengo miedo ¿y si esta relación no resulta? Andre arriesgará su amistad con Leandro por mi culpa y no quiero. Pero por otro lado lo amo demasiado, carajo no sé qué hacer. —Llegamos. —la voz de Andre me saca de mis pensamientos. Me bajo sin mediar palabra, estoy asustada, ¿y por qué no se lo dices?, miconciencia tiene razón, así que me giro en mi lugar vuelvo a entrar en el auto, lo veo maldecir, es tan sexy cuando está enojado. Carraspeo para que se dé cuenta de que estoy aquí, gira en automático su cabeza, me escanea de arriba a bajo. —Lo siento Andre, —me acerco y acaricio su mejilla. —Estoy asustada, soy una tonta, perdóname. —niega y me abraza fuertemente. —No, no lo eres. —besa mis labios suavemente. —Eres el pitufo gruñón nada más. Golpeo su brazo por la for
Andre Hace un mes que empezamos a tener algo con Aglaia, hemos dormido casi todos los días juntos, pero anoche decidió dormir sola en su departamento con la escusa de que no pasa tiempo en su casa y necesita su espacio, no entiendo por qué se aleja, ¿será porque están todo el día juntos? Es verdad, dormimos, nos levantamos, la llevo de la alemana, de ahí voy al hotel una vez que término paso a buscarla de Marlene me encargo de llevarla a la universidad y después la traigo a nuestro departamento, creo que es mucho tiempo juntos, ella es más chica que yo y tiene una vida, debo hablar con ella. Mi teléfono suena, lo tomo del bolsillo de mi saco, con la esperanza que sea mi ninfa, pero es la nana. —¿Nana sucedió algo? —pregunto curioso. —No hijo todo está bien, —sueltaun suspiro. —Solo llamaba para ver ¿cómo vas con el departamento? —Bien nana, falta poco, en realidad solo unahabitación decorar y no me decido que estil