Capitulo cinco

Marlene

Cierro la puerta detrás de mí con toda la paciencia que me queda, ósea nada. Ese hombre es un ogro si escucharon bien un ogro, me tiene de aquí para haya haciendo mandados como si fuera un cartero, Tráeme un café.... Lleva estos papeles a recursos humanos... Saca estas fotocopias..... Has estos pendientes.... no sabe el significado de secretaría ejecutiva, no malinterpreten amo mi carrera, pero este hombre, me odia, no sé cuál es su problema conmigo, es como si no me quisiera cerca de él.

Pensar que me quede con la boca abierta por ese hombre cuando lo conocí, ¿Y cómo no? Si es un Dios griego, lástima que sea un idiota, a mi cabeza llega mi primer día de trabajo.

Flashback

Llego a un edificio de 15 pisos con una fachada antigua, pero hermosa, por dentro es todo lo contrario pisos de mármol, un recibidor moderno, una fuente en el medio estilo griego, todo un cuento. Cuando estoy por dar un paso más un hombre alto, pelado y de bigote me detiene preguntándome.

—¿Señorita quién es usted? —me escanea con la mirada.

—Buen día, soy Marlene Fischer, —estiro mi mano a modo de saludo él la toma con cautela. —La nueva secretaria del CEO, pero creo que llegue temprano. —respondo mientras observo que no hay nadie en recepción, el hombre me da una mirada de ¿Lástima?

—Si señorita Fischer llegó temprano. —por fin me da una corta sonrisa algo más amable. —Acá todos entran a las 9 a.m. y son 8:30 am. —asiento algo nerviosa, la primera vez siempre es incómoda. —No hay nadie que le haga su pase. —me avisa muy amable.

—Lo siento, —me disculpo ruborizándome. —Puedo esperar en el café de enfrente. —hablo algo apenada, cuando está por responderme nos interrumpe una chica rubia, bajita de ojos azules, muy hermosa.

—Buen día, Alfred, ¿Cómo estás? —saluda amablemente al hombre.

—Buenos días, señorita Doxiadis muy bien ¿Usted? —la chica lo fulmina con la mirada.

—Alfred ¿Cuántas veces debo decirte que me digas Aglaia? —blanquea sus ojos y creo que no le agradan las formalidades.

—Lo siento señorita Doxia... — lo vuelve a mirar con una ceja alzada. —Aglaia, es la costumbre —responde finalmente el hombre y está sonríe, al parecer nota mi precia.

—¿Tú eres la señorita Fischer? —la observo sorprendida porque ¿De dónde me conoce?, parece leer mi mente así que se explica rápidamente. —Vi tu foto en el currículum —asiento comprendiendo.

—Si, encantada, —estiro mi mano para saludarla. —Marlene Fischer. —estrecha la suya conmigo.

—Aglaia Doxiadis —me quedo anonadada por su apellido. —Si soy la hermana del idiota, llegas temprano —mira su reloj pulsera. —Mejor, puedo mostrarte como funciona todo, y como quiere su café el "CEO" —hace comillas con sus dedos. —Yo me ocupo Alfred, gracias. Hasta luego. —se despide con una sonrisa amable.

—Adiós Aglaia. —sonríe con triunfo. —Señorita Fischer adiós suerte. —¡Ay no!, odio las formalidades.

—Solo Marlene o Mar — digo y este asiente con una sonrisa.

Después de media hora de que Aglaia me muestre todo el edificio que es una belleza, es tan impresionante como la empresa de mis padres, tiene un comedor para los empleados, una guardería para niños así sus madres trabajan y los pequeños están bien cuidados, hasta una terraza con jardín. Hermoso como el dueño, pienso, ya que hay una enorme foto familiar donde están sus padres, Aglaia y el CEO. Tiene unos dos años la foto me comento la rubia.

Ahora nos dirigimos al décimo quinto piso donde está la oficina del CEO y mi lugar de trabajo, cuando llegamos me quedo impresionada por el lujo que derrocha, se nota que al hombre le gusta llamar la atención. Hay un escritorio de madera tallada y cuando digo todo me refiero hasta sus patas, una computadora, una lámpara, una silla giratoria, con un archivero de madera detrás de esta, un florero hermoso estilo griego antiguo. Espero no romperlo debe salir un año de mi sueldo que por lo que dijo Aglaia es muy jugoso.

Al lado del escritorio hay unas puertas dobles de madera todas talladas, mi acompañante se aproxima a estas y las abre dejando a la vista su interior y es aún más increíble que mi escritorio, ya que la habitación es una antigua película griega, escritorio con mármol encima, en él se encuentra una computadora como la mía, carpetas, un teléfono, un lapicero hecho ¿En un colegio? Parece de niña, ¿Tendrá hijos?, sacudo la cabeza para sacar esos pensamientos porque no es de mi incumbencia. 

Hay una silla giratoria es lo único moderno que hay en la habitación, además de la computadora y teléfono un ventanal con cortinas blancas que empieza desde el techo y caen al suelo como cascada, dejando una hermosa vista, una biblioteca de madera con cientos de libros, ¿Los abra leído todos?, también hay una pequeña fuente de agua al otro costado, ¿Qué tiene con las fuentes de agua los griegos?, hay un juego de sillones blancos del mismo estilo que todo el edificio, con dos almohadones en forma de caramelo, una mesa ratona del mismo estilo con varias revistas encima, una alfombra toda tejida, y varias plantas en macetas. Aglaia sacude su mano delante de mí y ríe bajito, ¡Dios que vergüenza!, estaba anonadada mirando todo.

—Disculpa, —murmuro avergonzada. —Es que me quede admirando el lugar. —asiente ante mis disculpas.

—Si es muy bello, el diseñador estuvo bastante tiempo remodelando. —comenta a la vez que su cara se enciende.

—Hay que felicitarlo, es un sueño. —alago el increíble trabajo que hizo. —Me encantaría que decore mi departamento aquí en Grecia. —de verdad me gustaría que lo hiciera.

—¿En serio? —pregunta asombrada, asiento con mi cabeza.

—Si, apenas consiga uno, —recuerdo que Dereck se ocupará de eso. —Te pediré sus datos para llamarlo, si no te molesta obvio. —niega con una hermosa sonrisa en su cara.

—Claro que no, —es tan efusiva y tierna al mismo tiempo. —Estará feliz, tú avísame nada más. —sonreímos con complicidad. —¿Ya conseguiste departamento? —inquiere mirando la hora en su reloj pulsera.

—No. —respondo disgustada. —Me estoy quedando en un hotel con mi amiga Leyna por esta semana hasta que mi hermano consiga uno adecuado para mí o algo así dijo. —ríe con ganas y me hace reír a mí.

—¿No me digas un hermano sobre protector? —pregunta calmando su risa.

—¿Cómo supiste? —pregunto haciendo una mueca de disgusto.

—El mío es igual, —y yo que creí ser el único ser que debía aguantar algo así. —No entiende que ya no soy una niña. —lo dice haciendo una cara de exasperación.

—Ídem. —respondo y reímos al mismo tiempo.

—Bueno te enseñaré hacer su café, —es la segunda vez que nombra lo del bendito café. —Así no te echa a la hora de estar acá. —al parecer ese hombre no puede vivir sin esa infusión.

—De acuerdo —respondo algo nerviosa, no quiero que me despidan por un tonto café, ella nota mi cara y trata de calmarme.

—Mi hermano, no es malo, pero es muy estricto y un obseso del trabajo, el café es su punto débil. —sonríe y yo sigo igual. —Es fácil café negro de cápsulas sin azúcar, ni leche. —hago una mueca, por el sabor amargo que debe tener. —Si lo sé, es tan amargo como él. —iba a reírme, pero preferí no hacerlo.

—De acuerdo —respondo ya que no sé más que decir.

—Voy al baño que está al final del pasillo, si quieres ve acomodando tus cosas, mientras vuelvo —asiento, mientras que mira su reloj de pulsera de nuevo, algo preocupada. —Que extraño que no llego es muy puntual. —trato de tranquilizarla.

—Debe ser por el tráfico —comento para que se tranquilice, mientras dejamos la oficina atrás.

—Tienes razón, ahora vengo. —asiento mientras se marcha al baño y yo pongo mis cosas en su lugar, una vez termino, me apoyo en mi escritorio a esperar que vuelva Aglaia.

En eso siento el ruido del ascensor cuando volteo veo a un hombre de 1,90 cabellos rubios atados en una coleta baja, ojos azules, un cuerpo que te hace mojar las bragas. Me renuevo un poco para darle el frente y lo veo mirando mi cuerpo fijamente, alzó una ceja por su mirada descarada, parece reaccionar acomodando su portafolios delante de él y se acerca a donde estoy me quedo con la boca abierta por qué es un hombre hermoso, pero lo jode cuando habla y así empezó nuestro primer encuentro.

Fin flashback

Me siento en mi silla, ya que los tacones me están matando de tanto ir y venir, es un ogro que está muy bueno, pero lo arruina con su carácter del demonio y cada vez que abre su boca, no sé por qué es así, podría ser un poco más gentil, amable o respetuoso, no sé.

Salgo de mis pensamientos cuando escucho el ascensor abrirse y por la puerta salen dos hombres riendo, caminan hasta mí y se detienen en el acto al verme.

—¿Señores…? —pregunto ya que no dejan de mirarme —¿Qué necesitan? —los dos me dan miradas descaradas.

—Discúlpanos Belleza soy Cecilio Caruso, —habla el castaño. —Y él es Andre Moreau —dice señalando al rubio.

—Un placer Marlene Fischer —digo dándoles mi mano a forma de saludo, el castaño me da un apretón que dura más de lo que quisiera, pero el rubio la toma para dejar un beso sobre ella, me sonrojo al instante porque estos hombres son de revista. ¡Dios que calor!. 

Cuando estoy a punto de soltarme del rubio la puerta tras de mí es abierta de golpe haciéndome dar un respingo en mi lugar giro mi cabeza para ver a mi jefe con cara de pocos amigos, miro en la dirección que él está mirando y rápidamente me suelto de la mano del rubio que tiene una sonrisa burlona.

—¿QUÉ HACES QUE NO ATIENDES EL TELÉFONO? —dice gritando el ogro, giro mis ojos para no decirle lo que se merece.

—Disculpe señor, estaba recibiendo a los caballeros. —señalo a los hombres con mi cabeza que niegan con las suyas por la actitud de patán que tiene conmigo.

—¿Tanto tiempo para que se presenten y te digan que necesitan? —habla con los dientes apretados, pero a este ¿Qué le sucede?, le diré unas cuantas cosas, pero soy interrumpida por el castaño.

—Leandro no seas así con la belleza (belleza), —el italiano trata de calmar a mi jefe. — Solo se estaba presentando y saludando. —veo como el ogro enrojece aún más.

—No te pago, para que socialices con cada hombre que se te cruce por él caminó, puedes hacerlo después del trabajo. —me lo quedo mirando boquiabierta por lo que insinúo a, pero esta no se la dejo pasar, me giro para enfrentarlo.

—Leandro, la belle (belleza) chica.... —cortó al francés con mi mano alzada, miró fijamente a mi jefe.

—Mire señor, no sé cuál es su problema conmigo y sinceramente me tiene sin cuidado es más me importa un bledo, —comienzo a sentir fuegos por mis venas. —Lo que si no le voy a permitir es que me falte al respeto e insinúe que estaba coqueteando con los señores, no sé que clase de mujer está acostumbrado a tratar, pero no soy una cualquiera. —digo con todo el temple que me queda. —Ahora aclarado el tema. —me giro a los señores que me miran como si me hubiera salido dos cabezas —¿Qué era lo que necesitaban? —el italiano me aplaude, no entiendo el porqué, mientras el francés hace una reverencia hacía mi, los miro sin comprender nada.

—Eres mi heroína. —comenta el italiano mientras el francés lo apoya. —Nosotros veníamos a invitar a nuestro amigo para almorzar —señala al ogro que tiene su vista fija en mí.

—Entiendo —respondo mientras me siento en mi silla dejando a los 3 hombres observándome, mi nuca quema por la mirada de Leandro.

—Señorita Fischer ¿Podría traernos tres cafés? —¿Este hombre hablando con cortesía?, los milagros existen.

—Si señor —me pongo de pie, para ir a la cocina.

—Gracias —escucho que dice mientras me alejo, idiota ogro idiota. 

☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo