Capítulo XLI Paseo en Yate

Pero la castaña había respondido muy tarde, porque la respiración de Wagner se había hecho constante. Lo que significaba que se había quedado dormido antes de escuchar su respuesta.

<Que lastima> penso… realmente deseo que la escuchara. Acomodo su cuerpo en el hueco que el rubio le había echo con su cuerpo, también estaba cansada y necesitaba reponer fuerzas. Ese hombre de ojos gatunos era insaciable.

[...]

Los rayos del sol escalaba las paredes de la habitación donde dormía una Nadia agena a lo que estaba pasando dentro de la recámara.

Cuando de pronto un ruido sordo la despierta de golpe. Ésta abre los ojos como platos enfocando de donde provenía el estruendo.

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