Capitulo VIII Vino a mi Casa

—Josh… ¿Acaso estás celoso del señor Wagner? 

—¡Para nada! Le resta importancia —A mí que más da con ese tipo. Frunce el ceño —Solo que no lo quiero cerca de ti.

—¡Oh vamos! Eres muy tonto cariño… no lo volveremos a ve…

—¡Buenos días! Vocifera Wagner entrando por la puerta de la habitación esa mañana.

La pareja se quedó perpleja al observar a la persona que era tema de conversación en ese instante interrumpiendolos así como si nada. Nadia pestañeo repetidas veces para confirmar que de verdad estaba viendo a ese hombre allí de pie y a la vez, se preguntaba ¿Qué estaba haciendo de nuevo en la clínica?

—¿Interrumpo? Pregunta solo mirando a Nadia.

—No… si… bueno, ¿Qué está haciendo usted aquí? Termino por preguntar la joven sorprendida.

—Vine a ver cómo seguías.

—Ella está bien señor D'Blukcle, no es necesario que se tome la molestia en venir hasta acá. Responde Josh poniéndose en pie.

—¡Ya! ¿Le trajeron el desayuno? Ignoro por completo la actitud del muchacho que se encontraba de brazos cruzados.

—Señor D'Blukcle, no quiero parecer grocero pero me temo que se ha excedido con eso del desayuno.

—¡Josh! Reclama Nadia —¡Por favor! En esa oportunidad miro a Wagner que sonreía como idiota —Señor D'Blukcle le agradezco sus atenciones, pero le pido por favor que no lo siga haciendo y que se vaya. 

—Yo solo quiero ayudar.

—Ya lo ha hecho. Le dice sería.

Wagner imagino que quizás no era el momento indicado para conversar con ella, al parecer su molesto novio iba a ser un verdadero problema para el… 

—¡Muy bien! Espero que te mejores Nadia.

¡Mierda! Porque escuchar su nombre por primera vez saliendo de los labios de ese hombre le causo un hormigueo en el vientre… ¡Por todos los cielos! Su novio estaba allí, a escasos centímetros de ella. ¿Se podía ser tan descarada en la vida? Nadia vio marcharse a Wagner no sin antes que el le dedicase esa mirada gatuna que lo caracterizaba. Necesitaba ventilarse, algo malo pasaba con ella porque tenía mucha calor... Una vez a solas, una mirada poderosa se enfocó en ella.

—Ese tío es muy extraño.

—¿Porque me miras así? 

—Por… nada. Voy a buscar al doctor para ver si te dan de alta de una vez.

Wagner busco a su amigo Harris, encontrándolo por los pasillos de urgencia. Le dejo instrucciones claras de que averiguara la dirección de Nadia y que luego le enviará la información. Con eso tendría más que suficiente para comenzar con su plan de seducción. Insatisfecho no tuvo más remedio que salir de la maldita clínica sin saber más de Nadia.

Se encontró dentro de su coche, era sábado no había mucho que hacer en realidad. Pasaría el día en la oficina para matar el rato.

Dos horas más tarde, Nadia entraba en su pequeño apartamento hecho un caos… su novio venía detrás de ella y al encontrarse con todo el desastre dio el gritó al cielo.

—¡Joder Nadia! ¿Porque era tan desordenada?

—¡Lo siento si! No he tenido tiempo para nada.

—Ahora lo tendrás.

—¿Qué quieres decir con eso? Pregunta con ambas manos en las caderas.

—Nada. Debes descansar… yo… eh, yo tengo que irme a trabajar. 

—¡¿Qué?! Acabamos de llegar, ¿Piensas dejarme sola?

—Escuchaste al médico, debes estar de reposo. Nada de trabajo. Además yo debo ir a trabajar.

—¡Josh! 

—Nadia por favor. El chico se pica el puente de la nariz —Solo puedes… puedes, solo quédate aquí ¿Entendiste?

Ella lo miró de manera extraña, ¿Porque se comportaba así? ¿De cuando acá le daba órdenes? Últimamente actuaba muy extraño para con ella… observó cómo recogió su chaqueta de cuero marrón, Josh manejaba una moto a ella le gustaba mucho subirse en ella. Pero esa mañana le tocó un maldito taxi. Lo vio aproximarse a ella plantando un beso casto en sus labios.

—¡Cuídate! Se despide serio cerrando la puerta.

—¿Pero qué coño le paso a este? 

Después de la repentina partida de Josh Nadia hizo lo único que podía hacer… dormir. Le dolía la cabeza a horrores, y sentía mucho malestar en todo el cuerpo. Así que después de ponerse una una pijama de algodón con estampado de nubecitas un poco vieja, de hecho era bastante transparente pero cómoda al dormir. Se acomodo en su cama, y sin mucho esfuerzo se rindió al sueño. 

Nadia medio abrío los ojos, su cuarto estaba demasiado oscuro como para ver nada… Unos toques fuertes e insistentes golpeaba la puerta de su apartamento ¿Qué rayos? Se pregunto estrujandose los ojos ¿Cuánto había dormido? Sentía como si una manada de toros hubieran pasado sobre su cuerpo.

—¡Rayos! Qué maldito dolor. Se quejo, mientras que la puerta estaba por caerse —¿Quien puede estar jodiendo tanto? Hizo el amago de ponerse en pie.

Wagner tocaba la puerta del apartamento de Nadia con bastante insistencia, ¿Porque coño no le abría? Se pregunto, sabía perfectamente que se encontraba dentro ¿Estaría bien? ¿Se habría desmayado? O peor aún… volvió a tocar un par de veces más hasta que al fin la chica le abrió. Obvio que no estsba preparado para semejante visión, pero gloriosamente había tenido la suerte de verla en este estado.

Increíblemente, a pesar del desorden que tenia en su cabello Nadia estaba completamente hermosa con esa pijama de… ¿Nubecitas? Sonrió internamente, miro más hacia la desnudes de sus muslos y juro que su miembro lo traicionaría en cualquier momento. Ese camisón era demasiado transparente para ser legal, ¡por dios! Podía ver sus pezones.

—¿Qué rayos haces en mi casa? La pregunta de Nadia lo saco de sus cavilaciones.

—Hola… yo, bueno... he venido a verte. Sonríe.

—¿Estás de broma? Ella cubre su pecho con los brazos.

Nadia estaba petrificada con la presencia de Wagner en su apartamento, ¿Porque había ido a verla? ¿Y como es que supo donde vivía? Parecía un acosador.

—¿Cómo se enteró que vivía aquí? Hizo una expresion de mohín con los labios.

—Eh, bueno… tengo mis métodos.

—No me digas… responde con sarcasmo —Pues perdió su tiempo, ¡váyase!

—¿No me dejaras pasar?

¿Estaba loco o que? Ni lo conocía y ya le estaba pidíendo que le dejara entrar en su casa, ja, si que estaba muy loco ese tal D'Blukcle. Ni por un millón de dólares lo dejaría pasar.

—¡No! Desde luego que no. Intento cerrar la puerta pero Wagner se lo impidió.

—No me iré de aquí. Amusgo sus ojos volviéndolos más gatunos que antes, la volvía loca. Sus ojos eran tan cautivadores ¡Rayos!

—¿Qué es lo que quiere? Pregunto fastidiada.

—Conocerte Nadia, lamento mucho lo que… el mira hacia los lados —Por favor, déjame entrar ¿Quieres? Eso sono mucho a una orden.

—¡¿Eh?! Arquea una ceja —Con esa actitud jamás, ¡vete! Volvió a intentar cerrar la puerta.

Wagner ya estaba harto de la actitud de esa chica, frunció el ceño, empujo la puerta bruscamente entrando al pequeño apartamento de Nadia.

—¿Pero qué carajos crees que estás haciendo? ¿Con qué derechos te crees de entrar en mi casa? Reclama Nadia furiosa.

Este la ignora mientras observa todo a su alrededor, esa chica vivía en un chiquero. Todo era un desorden, había ropa tirada por doquier. El espacio era muy pequeño, apenas y podía moverse con libertad. De pronto sintió como alguien ponía una mano sobre su brazo, lo que lo hizo girar rápidamente el impacto asusto a Nadia porque está retrocedió. 

—Lo… lo lamento. Se disculpó sinceramente.

—¡Vete! Responde algo asustada.

—No he venido hacerte daño Nadia, yo, eh… te he traído algo.

—No quiero nada, váyase de mi casa.

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