Capitulo VII Nadie le dice que No

El agua de la ducha era helada, los músculos de Wagner se tensaron en cuanto la lluvia cayó sobre su cuerpo. Con la cabeza inclinada hacia un lado le permitía que todo el poder del agua cayera sobre sus tensos hombros. El agua fría siempre relajaba su cuerpo, y más cuando no había podido dormir en la maldita noche. Su cerebro no paraba de pensar e imaginar a esa mujer desnuda en su cama ¿Qué obsesión tenía con ella joder? 

Era una chica como cualquier otra, no poseía nada especial que la hiciera diferente entonces, ¿Porque mierda no dejaba de pensarla? Se volvería loco como siguiera así. Después de lavar su cuerpo, salió en busca de un traje. Entro en el alargado armario donde los guardaba, ese día era sábado así que no trabajaba. La dicha de ser un jefe era que podía faltar el día que le viniera en gana. A menos que se presentará algún problema con respecto a su verdadero oficio. Pero ese día no era el caso.

No claro que no, ese día era especial, visitaría a un par de viejos amigos primero… necesitaba saber que decision habían tomado esos viejos. Luego visitaría a Nadia, esa chica no se le escaparía. Más tarde que temprano la tendría en su cama. Encontrándose dentro del armario vestido solo con unos boxer Calvin Klein buscaba un atuendo especial y lo encontró… 

Un traje Burberry, era de un corte de estilo ingles contemporáneo color negro. Tomo su Rolex de oro, un anillo que hiciera juego con una gran piedra de safiero. Para culminar roseo todo su cuerpo de perfume Blue Seducción de Antonio Banderas. Estaba listo, miro su reflejo en el espejo de cuerpo entero. Su encipiente barba le daba el aspecto que buscaba… intimidar. 

Al salir de su casa observó aparcado su Audi negro hecho mierda en la parte del frente. No saldría a la calle con un coche así, que desperdicio pensó.

—¡Oh mierda! Se me ha olvidado. Chasqueó la lengua. 

Tendría que usar otro automóvil. Encaminó sus pasos hasta la cochera, accionó un botón para que la puerta eléctrica se abriera. Divisó algunos coches, indeciso entre sí lo llevaba Jeremy o elegía el Ducati plateado que mantenía siempre guardado. Obto por dejar que su chofer lo llevará, así que lo llamo y en menos de dos minutos el coche lo esperaba en la entrada.

—Buenos días señor D'Blukcle… ¿Hacía donde nos dirigimos está mañana?

—Buen día. Vamos a visitar a dos viejos amigos, ya te conoces el camino. Enfoco la vista en la pantalla de su móvil.

—En seguida señor.

Veinte minutos después Wagner bajaba del coche colocándose unos lentes aviadores oscuros. Sus hombres lo saludaron en la entrada mientras el pasaba de largo. Kevin y Michael se encontraban en una bodega vieja abandonada en el bosque, antiguamente era una fábrica de madera. Pero ahora era una de las propiedades de Wagner. La utilizaba para llevar a los idiotas que se le revelaban o simplemente se pasaban de la raya. 

—Vaya, vaya… pero mira qué bien se ven. Wagner se detiene frente a ellos cruzándose de brazos.

—Wagner. ¡Maldito infeliz! Estás demente. Vocifera Michael.

—Son negocios mi buen amigo, ustedes me da lo que quiero y yo les doy lo que desean. Es todo.

—Olvidate de que firmaremos esos documentos, estás jodido. Esa vez hablo Kevin.

—¡Oh! Es lamentable escucharlo hablar de esa manera. Pero lamentablemente no es la respuesta que deseo oír.

Los dos hombres atados de manos a un pilar de madera se miraron el uno al otro, como preguntandose ¿Qué les haría ese loco?¿Debían sucumbir a sus peticiones?

—Sabes que no podemos autorizar ese proyecto… tus intensiones no son buenas Wagner, sabemos lo que eres y a lo que te dedicas.

—Entonces, más a mi favor. Sonríe abiertamente — Si están al tanto de todo de todo lo que soy, deberían de apreciar  un poco más sus vidas.

—No concentiremos tus tratos sucios, mancharas nuestra reputación por tus transacciones fraudulentas. Eres un maldito mafioso.

D'Blukcle se ríe a carcajadas al escucharlo hablar tan bien de él… a fin de cuentas era lo que era, y no se arrepentía de ser un mafioso. Saco un cigarrillo de su saco lo encendio y le dio una larga calada. Expulsando el humo a la nada.

—Me siento halagado Kevin, de verdad que sí. Sonríe fumando de nuevo de su cigarro —Pero ahora hablemos de negocio, ¿Firmaras o no?

—¡No! 

Este mira con una seriedad mortal al anciano, lanza su cigarrillo a la cara de Kevin quien lo esquiva por los pelos. Wagner saco el arma de la parte de atrás de su espalda, una que siempre llevaba consigo por si se presentaba cualquier sorpresa inesperada. Apuntó el cañón de su poderosa Magnum plateada con diseños dorados al cuerpo de Michael detonandola segundos después en la pierna del hombre.

—¡Aaaahhhhh! Joderrrrrrr… gritó el viejo herido.

—Estas demente, maldito loco. Gritaba el otro observando y oyendo el dolor de su compañero.

La sangre empezaba aglomerarse bajo la pierna del anciano, del orificio brotaba mucho del líquido carmesí.

—Entonces, ¿Vamos hacer negocios? Wagner apuntó en esa oportunidad al mismísimo Kevin justo en la cabeza.

—Sss… si, lo haremos. ¡Haremos negocio! 

—Genial. Sonrie abiertamente —Me agrada trabajar con personas que cooperan conmigo.

Llamo a Jeremy, quien se aproximaba con expresión imperturbable. Le tendió una carpeta negra y luego se marchó.

—Como yo soy tan precavido, he traído los documentos para que los firmen de una vez.

—¿Has perdido la razón? Michael se está desangrando, debemos llevarlo al hospital.

—Solo es una bala en la pierna. Se encoge de hombros —Estara bien, ¡Ahora firma! Le dijo en tono amenazante.

Uno de los guardias soltó los nudos de Kevin, Wagner le tendió el documento y bolígrafo. Este se demoró unos segundos, pero al final lo hizo. Luego un Michael adolorido firmó el documento también.

—Que bien es hacer negocios con ustedes. Muchachos lleven a este a Solverzan, que Harris lo atienda. 

—Si señor. 

—Wagner no creas que te saldrás con la tuya.

—¡Ya lo he hecho! Se da la vuelta —¡Ah, Kevin! Si intentas alguna estupidez contra mi proyecto tu hermosa familia se muere.

Emprende su camino hasta el Mercedes con la carpeta en sus manos, eso era todo lo que necesitaba. Satisfecho con su trabajo subió al coche con muchas ganas de ver a Nadia.

—Dirígete a la clínica de Harris, Jeremy.

—En seguida señor.

A pesar de las insistentes protestas de su novio, Nadia devoró todo el desayuno incluyendo los chocolates. Seria un pecado desperdiciar todos esos alimentos, además, estaba muerta del hambre. Y por más que le ofreció a Josh que la acompañara a desayunar este se negó, era tonto. Aceptar un desayuno no quería decir nada.

—Realmente me pareció excesivo ese desayuno. Refunfuña su novio sentado en el sofá.

—Pareces un adolescente Josh ¡Por dios! Esto es una estupidez. 

Este la mira con ojos severos, unos que nunca en su vida le había dedicado. A decir verdad le dio un poco de miedo esa mirada, Josh era un chico dulce. Al menos así era con ella, jamás lo había visto violento o algo parecido. Es posible que estuviera... ¿Celoso del señor D'Blukcle?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo