Capitulo 3

El día anterior había sido un caos para Raúl; llegar después de muchas horas de vuelo a un pueblo que no conocían ni los virus, conocer una chica aparentemente normal, que sin embargo resultó ser bipolar o simplemente idiota. Y cómo no, tras el incidente en el que se llenó de nieve toda, le regañaron por no tener cuidado. En ese instante es cuando se dió cuenta que realmente no le agrada esa chica, la odia y si no la vuelve a ver, pues mejor.

Qué sorpresa cuando esa mañana, sábado, se levantó del dormitorio que compartía con su tío al cual al final no consiguió conocer pues no llegó a casa, y ve a aquella chica de cabellos dorados y piel de porcelana desayunando en el salón junto a su madre, la madre de él, y si tía.

- ¿ Qué hace ella aquí? Si piensa caerse otra vez a la nieve que a mí no me culpen.

Esas palabras salieron de su boca sin pensar, pero aún contra todo pronóstico la bronca no empezó por eso, si no por otro motivo el cual no se percató.

- Raúl, ¿ Me puedes esplicar esa manía tuya de dormir en calzoncillos y no vestirte cuando te levantas?, Vamos que aquí aún con la chimenea y la calefacción frío pasarás igual. 

El tono de su madre quería sonar calmado, pero Raúl sabia perfectamente que tenía menos de tres segundos para vestirse si no quería que el invierno se volvería mil veces peor... Pero aún fue más humillante como todas las miradas se pararon el él, riéndose, salvo una: Aquella chica siquiera volteó a mirarle, ni siquiera para hacerle una mueca de pocos amigos. Eso en parte le tranquilizó, pero también le molestó el enorme desinterés de ella.

Una vez vestido y sentado a desayunar, le tocó la única silla libre: junto a su mayor enemigo, Yadira. Y no es que no hubiera sitio realmente, lo que no habían Eran sillas.

- Y no se te ocurra mover la silla un solo centímetro.- Increpaba su madre.- Hasta que no te disculpes y os empecéis a llevar bien no te vas a levantar del sitio.

-¿Va enserio?¿ Por qué tengo que disculparme con ella?. No le hice nada y si no le caigo bien no es mi problema.

Las tres mujeres Iban a reprochar esa actitud cuando la joven habló con una voz tan dulce que no pudo evitar que la mirada de Raúl se quedase fija en su boca, en sus carnosos labios que la hacían ver aún más hermosa.

- No es necesario que se disculpe, Raúl no es mal chico, pero evito tener amistad con él por qué no me interesa. Eso es todo.

La madre de Raúl, se quedó muda. Ese comentario había herido su orgullo de madre, pero Martha, la miró y no dijo nada.

- Está bien Raul, desayuna tranquilo y vete a conocer el pueblo. Hoy no va a nevar así que podrás andar bien.

Cinco minutos después, ya iba camino a la puerta cuando su tía le advirtió.

- Cuidado con adentrarte al bosque, hay lobos del tamaño de un coche. 

Por alguna razón, al joven le pareció que Yadira apretaba los puños al oír eso, y segundos después se levantó escudándose y iendo al baño.

- No iré al bosque tía, solo daré una vuelta a ver qué hay. Por cierto ¿ Qué dinero se usa aquí?.

- Ah si, aquí la moneda es el dólar estadounidense... Necesitas estudiar más y no todo el día con los videojuegos.

Ese comentario no le agradó, pero si cogió el billete que su madre le tendía.

- Hay llevas veinte dólares, aunque estemos alejados de todo también hay sitios donde comprar, ya lo verás.

Salió de la casa, con su abrigo de pelo verde caqui, un gorro de lana rojo y bufanda del mismo color, unos vaqueros negros y botas deportivas. A los pocos minutos se dio cuenta que la nieve estaba blanda y le entraban en los pies, convirtiéndose en agua al poco tiempo. Pero no tenía ganas de volver, así que siguió andando entre las casas y calles, siempre cogiendo el camino más grande para luego ser capaz de volver.

Quince minutos después, se paró frente a lo que parecía una tienda de comestibles. San Google no habló de ello, pero no se puede creer todo lo que se ve en internet.

Entró, y una campanita sobre la puerta le dió la bienvenida, y una chica de unos quince años al otro lado del mostrador le dió los buenos días.

La tienda en cuestión era similar a la de cualquier barrio. Gominolas, gusanitos...incluso pan y embutidos.

- Por tu mirada, creo que te imaginabas que solo venderíamos pescado congelado o cosas así.- la joven, de tez morena y cabello aún más negro río de su propio ingenio. Parecía de etnia gitana.

-¿ No eres de aquí verdad?- Preguntó Raúl mientras miraba en los estantes cerca de la joven.

- Llevo viviendo aquí seis años. Mi padre conoció a una chica de aquí.. y bueno como mi mamá decidió irse cuando solo era una cría pues aquí estoy.

- ¿ Le cuentas a todos tu vida como si le conocieras de toda tu vida?- Preguntó con verdadera duda.

- Nunca nadie me pregunta por mi vida, así que no.- Respondió mientras sonreía. 

- ¿ Trabajas tú sola aquí?

- Claro,¿ Por qué no?.

- ¿No eres muy joven?

La joven río de nuevo, mientras se encogía de hombros.

- La edad no es determinante para hacer o no hacer algo. Mi padre y mi madrastra trabajan, así que yo prefiero trabajar aquí que estar en casa todo el día sin hacer nada.

Tenía una forma de pensar muy madura, desde luego había tenido una buena educación.

- Tienes razón, me llamo Raúl por cierto. Yo estoy aquí de vacaciones por qué mi madre me obligó.

- Yo me llamo Mary, y no es un sitio tan malo. Aquí hay mucha juventud así de tu edad.

«Y de la tuya» añadió mentalmente el joven mientras cogía unos snack de maíz y un batido de chocolate.

- Hoy es sábado, y hay fiesta en el viejo puente.¿ Por qué no vas? Seguro conoces gente.- Invitaba la chica mientras cobraba la compra.-¿ Batido de chocolate?¿Acaso eres un niño pequeño?.

Reía mientras Raúl cogía la compra, y sin hacer mucho caso solo añadió:

- ¿Acaso la edad determina que puedes o no beber?.

Dicho eso, dio la vuelta para salir, cuando la joven volvió a hablar.

- Sobre las ocho de la tarde empieza, yo estaré allí por si quieres estar con alguien que conoces.

- Me lo pensaré.- Respondió sin pensar realmente en ir, pero tal vez una fiesta le sacaría de la cabeza el estar en aquel infierno, y lo mal que le cae Yadira y su actitud de mal criada.

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