Capitulo 4

Cierro la llave del jacuzzi y me doy una ducha rápida, compro comida para llevar y tomo un taxi para el hospital.

 Cuando entro a la habitación, Sam se sorprende.

—¿Qué haces aquí? Pensé que estarías con Victor.

—Sam, vine a acompañarte y eso haré, Victor me llevo al hotel porque no encontraba la dirección, pero eso es todo.

—¿Mucha amabilidad de su parte no?

Cambio de tema para distraerlo.

—Traje comida ¿quieres? 

—Si, tengo hambre, muy buen uso de la comida para distraerme.

—Es que eres muy terco.

—Un poco sí, aliméntame pues antes que me ponga más terco.

Yo le sonrío y me siento a su lado, empezamos a comer mientras no dejo de pensar en que no ha cambiado nada su carácter, sigue igual de mandón y renegado que siempre.

—¿Qué tanto piensas?

—Pienso que sigues igual de renegado y mandón.

El sonríe.

—Bueno hay cosas que nunca cambian.

—Por cierto, Victor me invitó a conocer Las Vegas el fin de semana.

—¿Y vas a ir? 

—No lo sé, la verdad si me gustaría conocer un poco antes de irme, aprovechar mi estancia en Las Vegas.

—Camila lo he estado pensando y me voy a regresar contigo a Jefferson, ya es tiempo de que ayude a mis padres con el rancho.

—¿De verdad? 

—Si, hable con Bob y me va a traer mis cosas.

—Me alegro mucho.

En eso suena mi teléfono y al revisarlo me doy cuenta que es Marson.

—Hola soldado ¿cómo estás?

—Muy bien mi policía favorita, hable al rancho y tú madrina me dijo que estas fuera de la ciudad.

—Si, estoy en Las Vegas con Sam, tuvo un accidente.

Marson se queda en silencio por unos minutos. 

—¿Pero está bien?

—Si, sigue renegando y peleando así que está bien.

—Te hablo para avisarte que en un mes podré regresar, espero ya tengas una respuesta a todas mis peticiones.

—¿Cuales la de noviazgo, matrimonio, tener hijos, vivir juntos? 

El sonríe.

—A todas, pero ya que llegue hablaremos, saludame a Sam y nos vemos pronto.

—Está bien, adiós.

Me doy la vuelta muy risueña a ver a Sam y el está  muy serio.

—Te manda saludos Marson.

—Si ya me di cuenta, así que están pensando en casarse.

—La verdad no sé, aunque me gusta mucho platicar con él y me hace mucho reír, no lo conozco tanto para saber si de verdad siento algo por él.

—Pues yo al principio creí que te queria para divertirse, pero al parecer se enamoro, quiere casarse y formar una familia, ya han pasado algunos años y sigue interesado en ti.

—Pues si, eso parece.

El cansacio me vence y me acomodo en un pequeño sofá y al poco tiempo me quedo dormida, por la mañana me despierto asustada y desorientada; Sam está recién bañado y perfectamente rasurado.

—Se me pegaron las sabanas, que vergüenza.

—No quise despertarte, me asustaban tus ronquidos y pensé que si me acercaba podrías morderme.

—Que gracioso.

—Entro Victor y mejor se fue del susto que le diste, ya no creo que te invite a pasear el fin de semana, salió huyendo.

Suelta una carcajada y se sienta a mi lado en el sofá.

—Me van a dejar salir hoy, sólo que no puedo viajar hasta dentro de una semana que me quiten los puntos, ¿puedes faltar unos días más al trabajo?

—Yo creo que sí, de todos modos hablaré con mi Jefe, también voy a llamar a mi madrina, ¿quieres que le diga lo que paso?

—Llámala y hablamos los dos con ella.

—Me parece muy buena idea.

Saco el teléfono de mi bolsa y marco.

—Camila, porque no me habías hablado hija, me tienes preocupada.

—Madrina, tengo que contarte algo.

—¿No me digas que te escapaste con ese muchacho Marson para casarse?

Yo no puedo evitar una carcajada.

—Eso quisieras tú verdad, ya casarme.

Ella sonríe.

—Bueno hija ya sabes que yo quiero tener nietos pronto.

Sam la interrumpe muy serio.

—Mamá, Camila esta conmigo.

Mi madrina se queda seria por un momento.

—Sam, mi vida ¿estás bien? ¿porque están juntos? ¿qué sucede?

—Mamá, no te asustes, pero tuve un pequeño accidente, no fue grave y Camila vino a asegurarse que estoy bien.

—¿Porqué no me lo dijiste hija? yo hubiera ido contigo.

—Madrina no quería preocuparte y Sam esta bien ya lo escuchaste, me quedaré unos dias mas con él. 

—Buscaré un vuelo y salimos esta misma tarde para allá.

—No madrina, no es necesario de verdad, Sam esta bien.

—Si mamá estoy bien, no es necesario que vengan tú y mi padre.

—Bueno, pero hijo por favor cuidate, te extaño tanto.

—Yo también mamá y no te preocupes, saluda a papá, los quiero.

Colgamos y él se queda pensativo.

—Me siento culpable por no volver antes, pero no me atrevía a enfrentar mis fantasmas del pasado.

—No te preocupes, tal vez ahora es el momento adecuado.

Entro al baño para arreglarme un poco y cuando salgo está una enfermera con los papeles listos para que Sam salga.

—Recuerde que no puede hacer esfuerzos, ni levantar cosas pesadas, nos vemos la próxima semana para quitarle los puntos.

Tomo su pequeña maleta y vamos a la farmacia por su medicamento,  también compro algunas cosas para hacerle curaciones.

Al salir Bob esta esperandonos para llevarnos al hotel.

—Hola Sam, que bueno verte mejor, deje todas tus cosas en la habitación de Camila.

Sam asiente.

—Gracias Bob ¿cómo está Abby?

—Bien, es más fuerte de lo que pensamos, le dio mucha tristeza que no pudiste ir a despedirte, pero dice que se alegra mucho de tu decisión, Zac me dijo que puedes regresar cuando quieras.

Llegamos al hotel y subimos a la habitación, le preparo la cama para que se acueste y aunque no quiere, lo obligo a hacerlo, después de unos minutos se queda dormido, yo lleno el jacuzzi para ahora sí por fin disfrutarlo.

Le pongo unos aceites que tienen aquí en el hotel, que por cierto huelen delicioso, a coco, me meto al jacuzzi y suspiro, estoy tan cómoda que casi me quedo dormida, abro los ojos y me sorprendo al ver a Sam observándome con una sonrisa en los labios.

—¿Pero tú que haces aquí ? no se supone que estabas dormido.

Empieza a quitarse la ropa y yo me quedo sin respiración, no puedo creer lo injusta que es la vida, está mucho mejor de lo que recordaba, sus musculos estan más marcados, no puedo quitarle la vista de encima, quisiera aprovechar que se quito la envoltura para disfrutarlo poco a poco, como dice Emily, menos mal que si estoy babeando no se nota por el agua del jacuzzi. 

—Yo tambien quiero disfrutar del jacuzzi, y deja de verme así que estoy convaleciente.

—Pero estás loco, te vas a mojar la herida, te puede hacer daño, además no te estoy viendo de ninguna forma.

—Oh si, parece que en cualquier momento me vas a morder los hombros.

Me da risa que lo recuerde, pero si en realidad eso quisiera, devorarlo.

Se mete al agua y suspira, yo cierro los ojos y me repito mentalmente, está convaleciente, no se come, no se muerde, no lo veas,  piensa en otra cosa, Sam me saca de mis oraciones mentales.

—Hace años que no tomaba un baño así, crees que Marson se molestaría si supiera que su futura esposa esta desnuda con un hombre en un jacuzzi.

—Aún no es mi prometido y no tiene porque enterarse.

Me sonríe.

—Yo no estaría tan seguro, has cambiado mucho en estos años.

Me lo dice mientras pasa sus ojos por mi cuerpo.

—Tú también.

Se acerca poco a poco a mi y cerca del oído me dice con su voz gruesa.

—Ya no te vez tan niña, aunque esas pecas en tú nariz aún me hacen dudar de tú edad.

Yo me retiro de él lo más rápido posible y empiezo con mi oración mental de nuevo, no se come, no se muerde, no pienses, no veas, no sientas.

—¿Qué tanto cuchicheas?

—Estoy haciendo una oración así que no me interrumpas.

—¿Mientras te bañas?

—Si.

—¿Puedo escucharla?

Yo suelto una carcajada, si supiera.

—Tal vez algún día te la diga en voz alta, pero no ahora.

El me regala esa sonrisa tan encantadora que me eriza piel y hace que se me olvide en lo que estaba tratando de concentrarme.

—Sigo provocando algo en ti, tú respiración se acelera como la primera vez que te besé.

Yo para cambiar de tema le sonrío.

—No lo creo, en ese tiempo estaba muy inmadura, era una niña como tú me lo dijiste y tú muy joven, ahora yo tengo más experiencia y tú eres un señor de la tercera edad.

Suelta una enorme carcajada que lo hace tocarse el hombro.

—Este señor de la tercera edad, podría enseñarte muchas cosas muy interesantes estando desnudos.

Me levanto para salirme del agua, y no puede evitar devorarme con los ojos, su mirada me hace sentir segura por lo que lo provoco un poco mientras camino desnuda para tomar la toalla.

—En esta ocasión no lo creo, estás herido y tengo entendido que a las personas mayores les cuesta más recuperarse.

Me enredo en la toalla y salgo del baño, me pongo un vestido muy fresco y a los pocos minutos sale del baño con una toalla enredada en la cintura, al verlo me doy cuenta que su venda tiene sangre.

—Sam por Dios, estás sangrando, te lo dije pero eres muy terco, siéntate para cambiarte las gasas.

—Este señor de la tercera edad, necesita ayuda para cambiarse.

Saco de una de sus maletas un cambio deportivo y la ropa interior, empiezo a ayudarlo a cambiarse y cuando le pongo el bóxer, él esta sonriendo.

—Sin vergüenza.

—¿Porque te pones nerviosa? Sólo soy un hombre mayor, además estoy convaleciente, aunque quisiera no podría hacerte nada.

Yo le sonrío y termino de cambiarlo, pero no le pongo la playera,  para cambiarle la gasa y la venda, cuando esta listo lo ayudo a recostarse, se ve bastante agotado, así que le doy su pastilla y al poco rato se queda dormido, aunque la cama es muy grande prefiero acomodarme en un sofá que hay en la habitación, tengo miedo lastimarlo, siempre me muevo mucho cuando duermo, además que sería una tentación enorme tenerlo a mi lado, poco me falto para lanzarme a sus brazos y violarlo en el jacuzzi, si no fuera por mis oraciones mentales quien sabe que hubiera pasado.

Al día siguiente me levanto muy temprano y pido el desayuno, Sam sigue dormido así que aprovecho para darme una ducha, cuando despierta esta muy serio.

—¿Sam qué tienes, quieres comer algo?

—No chaparra, no tengo hambre.

Me acerco para revisarlo y me doy cuenta que tiene fiebre, le doy el medicamento que le receto el doctor y se queda dormido, lo reviso después de unas horas y esta peor, así que de inmediato llamo a Bob.

—Bob.

—Hola Bob soy Camila, Sam tiene mucha fiebre y aunque le di su medicamento aún no se le baja, estoy muy nerviosa.

—Enseguida llevo al doctor para que lo revise.

No tardan mucho en tocar la puerta y entra Bob con el doctor que lo atendió en el hospital, se va directo a la habitación y empieza a revisarlo.

—Parece que empieza a tener una infección, voy a ponerle una inyección y esperemos que con eso se sienta mejor, si para mañana no mejora me vuelve a llamar.

—Si doctor gracias.

Bob se acerca a mi.

—Cualquier cosa no dejes de avisarme por favor.

Se van y yo regreso con Sam a la habitación, le pongo toallas en la frente para ayudar a bajar la fiebre, en todo el día solo despierta para tomar agua y se vuelve a dormir, ya por la noche está mucho mejor, cuando estoy segura que no tiene fiebre me acomodo en el sofá y me quedo dormida.

Escucho la voz de Sam muy lejos.

—Chaparra están tocando la puerta y aunque quisiera abrir no tengo fuerzas para levantarme.

Me levanto asustada y el me sonríe.

—Lo siento no quería despertarte.

Voy a abrir la puerta y es el desayuno, acomodo todo en una pequeña mesita y se la acerco a Sam.

—¿Cómo te sientes?

—Como si hubiera corrido un maratón.

—Ay Sam que susto me diste, yo no quise decirle al doctor pero estoy segura que te hizo daño mojarte la herida en el jacuzzi.

—No te preocupes que igual lo haría de nuevo.

Empezamos a desayunar y parece que si se siente mejor aunque prefiero que por hoy no se levante, van pasando los  días y no salimos de la habitación para que Sam pueda descansar, ya esta mucho mejor, platicamos de todo un poco y no deja de molestarme porque según el ronco, y yo le digo que los hombres de la tercera edad no duermen, por eso escucha mis ronquidos, también cada vez que Marson me llama él se molesta y se va la otra habitación,  seguimos disfrutando juntos del jacuzzi, aún hago mi oración mentalmente,  pero claro, no me funciona mucho que digamos y menos que Sam no deja de provocarme, en una ocasión mientras estábamos en el jacuzzi me marco Marson y Sam le contesto, le dijo que estábamos ocupados dándonos un baño que no era un bueno momento.

Lo bueno que Marson pensó que estaba bromeando y me marco más tarde, mis padrinos también llaman todos los días y ya están mas tranquilos de saber que Sam esta bien y no pueden estar más felices de saber que va a regresar, Sam me insiste que baje a conocer el hotel y el casino, no me animo a dejarlo solo.

Estamos a punto de acostarnos cuando me dice muy emocionado. 

—Mañana me quitan los puntos por fin, te parece si después salimos para que conozcas un poco.

—Si me encantaría.

—Te he dicho que vayas a conocer el casino pero no quieres, eres bien terca.

—Mira quien fue a hablar, el hombre mas dócil que conozco, además prefiero no dejarte solo.

Nos vamos a dormir y yo me acomodo en el sofá.

—No entiendo porque no te acuestas aquí en la cama conmigo, no corres ningun peligro soy un hombre mayor e inofensivo.

—Prefiero quedarme aquí para no lastimarte, me muevo mucho cuando duermo, además mis ronquidos no te dejaran descansar.

Si supiera que el que corre peligro es él, porque yo no soy tan inofensiva teniéndolo cerca.

El me sonríe y al poco rato nos quedamos dormidos.

Me despierto muy temprano y Sam sigue dormido, me doy una ducha y pido el desayuno para los dos, cuando se levanta se pone a desayunar conmigo y después se prepara para irnos al hospital.

Entra solo a la consulta y después de un largo rato sale muy risueño moviendo el brazo.

—Por fin, ya puedo hacer mi vida normal.

—Bueno, tampoco exageres, todavía tienes que cuidarte.

—Anda chaparra vámonos a que conozcas Las Vegas, por fin.

Su entusiasmo me contagia y salimos muy contentos del hospital, llegamos al hotel para que pueda cambiarse de ropa,  ya que con la venda no podía ponerse una camisa, cuando estamos listos nos vamos primero al casino.

—Camila cierra la boca, van a pensar que nunca habías visto un casino.

—Nunca habia visto uno tonto, me encanta. 

El sonríe y me toma de la mano para llevarme a dar una vuelta por todo el casino, me da dinero para que juegue pero no me animo, él si se pone a jugar.

—Andale Camila, siéntate en esta máquina.

Me convence y empiezo a jugar, parezco una niña cada vez que pierdo.

—Deja de hacer pucheros.

De pronto la maquina empieza a sonar muy fuerte y yo me pongo toda nerviosa.

—Camila no lo puedo creer, ganaste, te sacaste 1,000 dls.

Yo me levanto y empiezo a saltar, me abrazo a su cuello y estamos a punto de besarnos cuando se acerca un hombre a nosotros.

—Señorita, me permite su identificación para  entregarle su premio.

Se la doy y se aleja.

—Ahorita le traigo su premio.

—Gracias.

Sam no deja de sonreír.

—Bueno chaparra, como ganaste te toca pagar la cena.

—Esto amerita unas cervezas.

Me entregan mi premio y salimos de hotel, Sam me lleva a conocer el centro,  todo es muy bello,  aunque hay tanta gente que en ocasiones es imposible caminar, el no me suelta de la mano, llegamos a la famosa fuente del Bellagio y yo no dejo de tomar fotos mientras me pongo a bailar al ritmo de la música, Sam solo me observa sin dejar de sonreír, compramos una bebida enorme de color azul, con mucho hielo, supuestamente tiene poco alcohol, pero cuando llevo mas de la mitad sospecho que tiene más de lo que parece, porque todo me hace reír.

Entramos a un bar y Sam pide dos cervezas, yo estoy tan alegre y feliz que no paro de reír, nos quedamos hasta bastante tarde y yo sigo tomando,  pero en lugar de cerveza pido de nuevo la bebida de color azul, agradezco que él no este tomando,  porque creo que yo hoy he tomado por los dos, no estoy acostumbrada a tomar, asi que me pega bastante fuerte, salimos del bar y el pobre de Sam me lleva casi en brazos.

—Chaparra, creo que se te pasó la mano con la bebida azul.

—Si la verdad que un poco, mañana no me voy a acordar de nada.

—Lo sé, te conozco.

Seguimos caminando y a los pocos minutos pasamos por una capilla donde esta un chico vestido como Elvis Presley.

—Vamos a entrar, quiero ver a Elvis de cerca.

—No, parece que hay una boda, como vamos a interrumpir.

Después de mucho rogarle por fin entramos, a mi me da mucha risa porque Elvis esta bailando y cantando en lo que parece ser una ceremonia de una boda, al terminar Sam y yo nos acercamos para retratarnos con el.

—¿De verdad se pueden celebrar bodas aquí?

—Si chaparra, mucha gente se viene a Las Vegas solo a casarse.

Elvis se acerca a nosotros.

—¿Se quieren casar? ahorita tengo tiempo.

Yo sonrío y volteo a ver a Sam.

—Si vamos a casarnos.

Sam se soprende y sonríe.

—Chaparra, estás borracha y mañana te vas a arrepentir de esto, además no traigo dinero para pagar.

—Pero yo si, lo que me saque en el casino, anda no seas aburrido vamos a casarnos, di que sí que te cuesta.

Elvis le sonríe.

—Si usted no se quiere casar con ella,  yo me caso encantado.

Trata de agarrar mi mano, pero Sam se lo impide y me abraza.

—Claro que me voy a casar con ella, Camila dame tú identificación.

La busco en la bolsa y se la doy, se aleja por unos minutos y regresa con un papel en la mano.

—Anda firma aquí, antes de que termines casada con Elvis Presley.

Yo emocionada firmo el papel que me da y Elvis nos empieza a cantar mientras nos declara marido y mujer, yo no puedo dejar de reír y bailar,  jamás me había divertido tanto, antes de que nos diga que podemos besarnos me empiezo a sentir mal, salgo corriendo al baño y empiezo a vomitar, Sam entra detrás de mi.

—Muy bonita noche de bodas, cuidándote la borrachera.

No sé como llegamos al hotel y Sam me quita la ropa para ponerme mi pijama,  pero tengo tanto calor que me niego y me quedo desnuda.

—Yo no pienso rogarte para que te vistas.

—¿Sam la boda fue falsa verdad? 

El sonríe.

—¿Eso crees?

—Si.

—Mañana te doy la respuesta, ahora ya duérmete.

Se quita la ropa y yo me acurruco a su lado.

—Me encanta tú perfume, siempre entraba a tú habitación y ponía un poco en mis muñecas para sentirte cerca.

El sonríe y besa mi frente.

Empieza a hacerme pequeñas caricias en la espalda y me quedo dormida.

Por la mañana me despierta un horrible dolor de cabeza, al tratar de levantarme siento que me va a explotar, tardo un poco en darme cuenta que estoy desnuda y que Sam me tiene abrazada.

Me levanto muy despacio y sin hacer ruido para no despertarlo, y me voy  al baño, me veo en el espejo y no puedo creerlo, estoy horrible, mi cabello esta enredado y mi maquillaje corrido, por un momento me siento la niña del exorcista, sólo me falta que me de vueltas la cabeza, me doy una ducha  para quedar un poco decente,  al salir Sam esta desayunando muy risueño. 

—¿Qué tal la resaca?

—Por favor ni me lo menciones, si voy al hospital me llevaran a terapia intensiva de lo mal que me siento.

El me sonríe y me da un café con dos pastillas.

—Tómate esto, te sentirás mejor en un rato, mañana nos vamos a Dallas ya tengo los boletos del avión.

—Pero si sigo grave no podré viajar en avión.

El suelta una carcajada

—No estás grave, las pastillas te ayudaran ya veras ¿quieres desayunar?

—No, mi estómago no acepta nada más por ahora, por favor dime que no hice el ridículo ayer.

—¿No te acuerdas que sucedió?

—No mucho.

El se queda pensativo un momento.

—No hiciste el ridículo, no te preocupes.

—Jamás vuelvo a tomar esa bebida azul, es más, no volveré a Las Vegas nunca.

El sonríe.

—Tomate ese café, te vas a sentir mejor.

Suena mi teléfono y veo que es Marson, prefiero no contestarle, últimamente me presiona mucho para que acepte casarnos, sobre todo desde que le dije que Sam va a regresar al rancho. 

—No le vas a contestar.

—No, en unos días llega y quiere hablar de matrimonio y ahorita no quiero pensar en nada.

El sonríe y se mete al baño, me tomo el café y me acomodo en la cama, las sabanas tienen el aroma de Sam,  así que me quedo dormida aspirando su aroma.

Me despierto bastante tarde y me siento mucho mejor, como no encuentro a Sam me doy una ducha para despejarme. 

En un rato escucho a Sam llegar, viene hablando por teléfono, al verme me saluda con la cabeza y se va a la habitación, como tarda en salir entro a buscarlo.

—Sam tengo hambre ¿podemos bajar a comer algo? 

—Si, vamos, mis jefes acaban de llegar, están abajo y quiero que los conozcas.

—Al Sr. Ketner si lo conocí.

—Bueno vamos para que conozcas a Abby también.

Entro al baño de nuevo para ponerme un poco de maquillaje, salimos de la habitación y vamos al restaurante, al entrar se acerca el Sr. Ketner y una hermosa mujer, que imagino es su esposa, es guapísima y muy agradable.

Los dos saludan muy contentos a Sam, y después me los presenta.

—Mucho gusto Camila, yo soy Abby.

—Mucho gusto Abby.

Pasamos a cenar y los dos me caen muy bien, el Sr. Ketner aunque aparentemente es muy serio,  tiene mucho sentido del humor, y Abby muy emocionada me cuenta que Sam la enseño a montar a caballo y que hubo un momento en que perdió la paciencia y quería que montara un poni, también me platica como paso lo del secuestro, Sam muy nos dice muy risueño. 

—Bueno, en ese caso ella me salvo la vida a mi.

El Sr. Ketner toma de la mano a su esposa y la besa.

—Pero si no hubiera sido por ti, no puedo imaginar lo que Dante le hubiera hecho a mi ángel.

Se ven tan enamorados, hacen una hermosa pareja, ya bastante tarde nos despedimos porque ellos viajaran muy temprano al rancho y nosotros a Dallas.

Abby le da un abrazo a Sam.

—Gracias por todo lo que hiciste por mi, que tengas mucha suerte en tú regreso.

También el Sr. Ketner le agradece.

—Sam gracias por todo y si alguna vez necesitas algo, no dudes en llamarme.

Ellos se alejan y nosotros damos una vuelta por el casino antes de irnos a la habitación.

—¿Porqué estás tan seria chaparra, qué tienes? 

—Nada, creo que aún sigo con la resaca.

Entramos a la habitación y de verdad que no entiendo porque siento tristeza, tal vez me di cuenta que Sam nunca se podría fijar en mí, que no soy el tipo de mujer que le gustan, creo que el las prefiere como Abby, se llevaban tan bien.

—¿Quieres un último baño en el jacuzzi? 

—No, prefiero irme a descansar.

Se ve un poco decepcionado pero se mete al baño, en eso suena mi teléfono.

—Hola mi policía favorita, ¿cómo estás?

—Bien ¿ y tú Marson? 

—¿Estás bien, qué pasa? te noto rara.

—Estoy bien, mañana regresamos a casa y estoy preparando las maletas. 

—Ya falta menos para mi regreso ¿has pensado en mi propuesta?

—Si, y creo que voy a aceptar.

—¿De verdad?

—¿Te parece que platiquemos de todo esto en persona? Me gustaría que nos conozcamos un poco más.

—Claro que si, no sabes lo feliz que me haces, estoy deseando verte pronto, no te vas a arrepentir, te lo prometo.

Nos despedimos y al colgar Sam está  de pie detrás de mi con una cara que no se como descifrar.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo