Capitulo III El palacio

Capítulo III

El Palacio.

En Morg, la capital del Reino, se erigía un Castillo, el más alto de todo el mundo, era una belleza arquitectónica, una gigantesca Torre hecha con el mejor mármol que existía en aquella época, cada detalle labrado de forma cuidadosa, ángeles esculpidos con tanto cuidado que parecían reales, cada piedra del palacio contenía un mensaje dejado por los cientos de Reyes que habían vivido allí, cada uno haciendo más majestuoso el castillo, tenía un detalle soberbio acerca de su construcción, estaba rodeado por un gran acantilado, y un gran puente lo unía con el resto del valle central, también tenía un parte central flotante donde residía el Rey y su Familia, esta parte era mantenida por el gran circulo de los magos ancestrales, grandes magos que trabajan para el rey y para mantener la paz en todo el reino.

La majestuosidad del castillo era resaltada por la cantidad de criaturas del mundo místico que habitaban allí, Dragones Espirituales, grandes dragones de color blanco que ayudaban a las almas a superarse, y que iluminaban el camino de aquellas almas oscuras, caballos alados, criaturas impresionantes que surcaban los cielos y las tierras y que llegaban de un punto a otro con la velocidad de un rayo, las leyendas decían que en el mismísimo olimpo para ayudar a los dioses de Grecia, no podían faltar los hipogrifos, criaturas con la parte delantera, cabeza y patas delanteras con forma de águila, de su parte dorsal nacían dos alas imponentes y majestuosas con las cuales podía volar, y su parte trasera patas y cola parecidas a un león común de nuestra época. Era un lugar majestuoso, los nobles se reunían a charlar en las cercanías del palacio, ya que hasta para ellos les era casi imposible entrar, eran pocas las personas que lograban traspasar las murallas del castillo para admirar su interior.

Un caballo marrón hermoso, corría a una gran velocidad, paso entre la multitud en el mercado.

-Abran paso.- gritaba el jinete mientras corría despavorido hacia el Castillo.

-¡Cuidado!- gritaban las personas a su paso.

El jinete llevaba una expresión de preocupación más allá de lo que se podía describir, a simple vista todos podían notarlo.

-¿Qué sucede? – Preguntaban unos.

-Parecen ciertos los rumores de guerra- Decían otros, mientras el jinete pasaba a toda velocidad.

Cuando el jinete estaba cerca de las puertas gritó a todo pulmón. –Abran traigo un mensaje urgente para el rey.-  

Las grandes puertas se abrieron rápidamente haciendo crujir las grandes puertas de madera que cerraban la primera entrada al castillo, consecutivamente las otras tres puertas se fueron abriendo, el castillo era famosa por su formidable entrada, para llegar a la última puerta de hierro, tenías que ser o bien un familiar del rey o de su guardia de honor, o posiblemente un mago o aprendiz de estos, cada mago tenía un aprendiz, y estos también ayudaban a proteger al Rey. 

El jinete llegó a la segunda puerta totalmente inquieto, bajo de su caballo y le leyó la primera parte del mensaje al guardia de la segunda puerta.

-“El Rey de Columbus quiere acabar con el pacto de no agresión”- Leyó las primeras palabras y enseguida dijo mirando al guardia. – Necesito llevarle este mensaje al Rey, podemos caer en guerra.- El guardia no lo pensó dos veces y ordenó abrir las puertas, además le dio al jinete una bandera roja, esta indicaba que el mensaje era urgente para que le dejaran pasar por la última puerta sin muchos contratiempos, el jinete no espero más y espoleo a su caballo para poder llevar el mensaje a tiempo, al llegar a la última puerta, esta se abrió sin necesidad de que el jinete dijera nada, la bandera había funcionado, al terminar y llegar a mitad del pasillo, el jinete bajo presuroso de su caballo, y rápidamente se dirigió hacia la guardia de honor del rey.

-“El Rey de Columbus quiere acabar con el pacto de no agresión”.- Volvió a leer el jinete al primer guardia de honor, al decir estas palabras el guardia corrió rápidamente a hablar con el aprendiz de mago de guardia, debido a que la última parte del castillo donde estaba el Rey estaba elevada por la magia del gran circulo de magos ancestrales. El joven aprendiz coloco una cara seria al escuchar las palabras del guardia, y se dirigió hacia donde estaba el mensajero, dio algunos pasos largos y firmes y en menos de dos segundos estaba en frente del jinete. 

-Querido amigo, entrégueme ese mensaje, yo mismo se lo haré llegar al Rey.- Le dijo el aprendiz de mago al jinete, en ese momento el jinete le detallo de pies a cabeza, era un joven que no pasa de sus veintitantos años, su rostro no se veía ya que los magos ancestrales y sus aprendices no dejaban mostrar su rostro, sus ojos eran azules y penetrantes, además de tener unas runas mágicas en su rostro, su cabello era tan negro como las alas de un cuervo, su manto azul que combinaba con el azul de sus ojos le llegaba hasta el piso, y en su mano izquierda poseía el cetro de la verdad, el jinete le reconoció bien ese cetro, no era la primera vez que venía al castillo con un mensaje de emergencia, pero desde que los magos ancestrales habían decidido colocar al Rey en las alturas era realmente difícil verle.

-Lo siento pero el General Norton me pidió explícitamente que le entregará este mensaje a su majestad y solo a él.- Respondió con firmeza el jinete, un mensajero de unos 39 años de edad, fiel servidor del Rey, había luchado en innumerables batallas por el honor de Consoal y del Rey, tenía su cabello algo canoso y casi gris por la edad y su desgaste, tenía unos ojos marrones oscuros que emanaban cierta sabiduría y experiencia, además de ser muy alto y atlético, su armadura hecha de hierro resplandeciente brillaba por el sol, su casco con forma elegante destapado por no estar en combate.

-Lo siento pero ya sabe las nuevas reglas, solo la guardia de honor del Rey, sus familiares y los magos ancestrales así como sus aprendices somos los únicos que podemos acceder al castillo flotante, deme el mensaje amigo, ya usted trajo su misión hasta acá.- Le dijo el aprendiz de mago al jinete.

-Lo siento yo, pero vuelvo y le repito, la orden que me dieron fue que se lo entregará personalmente al Rey.- Replicó el jinete.

-Si no quiere tener problemas con los grandes magos ancestrales, haga lo que le digo y entrégueme este dichoso mensaje.-

-No me iré de acá sin ver al Rey para entregarle el mensaje personalmente.-

-¿Qué rayos sucede aquí?- De repente preguntó un hombre de mediana estatura, con voz firme de comando, dio una mirada fría a su alrededor, miró con mucha calma al aprendiz de mago, y luego volvió su mirada al jinete, quien pareció haberlo reconocido y quien reaccionó un poco nervioso, en la mirada del aprendiz de mago se notaba una sonrisa en sus ojos, al parecer ya había ganado la batalla, el hombre era Fergus el comandante de la guardia de honor del Rey, es decir su rango era muy superior al del jinete, a pesar de que Fergus no se veía nada atlético, estaba regordete, con un mostacho en su cara que le quedaba pésimo y con ropa de noble, el jinete se agitó más, y el comandante Fergus le quitó de un jalón el mensaje al jinete sin mediar palabras.

-¿Cuál es el drama por esto?- Preguntó Fergus.

-Nada Señor, solo que este mensaje lo envía el General Norton para el Rey, me dio la orden que lo entregará yo mismo personalmente, ya que es una emergencia que podría desatar la guerra entre ambos países, señor.- Le respondió el jinete en posición firme sin parpadear.

-El amigo acá presente no me ha entregado este mensaje súper importante para el Rey, y ha hecho perder mi valioso tiempo, lo cual me molesta bastante.- intervino el aprendiz de mago con aires de grandeza que se notaban a flor de piel.

-Bueno basta de tanta insensatez, yo le entregaré el mensaje al Rey, entendió ya puede irse, dígale al general Norton que esté atento a nuevas órdenes, pero que no realice ningún movimiento sin una orden del Rey.- Al terminar de decir estas palabras el Comandante Fergus le dio al jinete una mirada fría junto con su orden, el jinete iba a protestar, pero se percató que ya era una batalla perdida, decidió regresar, camino unos pasos y estuvo junto a su caballo, y en ese momento el Comandante le gritó.

-Además Teniente Maestrus, tómese un descanso, saldrá mañana por la tarde hacia la frontera, y deje su caballo acá. ¿Entendió?-

-Si señor.- Respondió el Teniente sin poder agregar más palabras y con aires de tristeza y de derrota en su cuerpo. 

-Ahora llévame al castillo flotante, tengo que entregarle algunos mensajes al Rey.- Ordenó mientras miraba al aprendiz de mago con una sonrisa, poco tiempo después de terminar estas palabras desapareció junto con el aprendiz de mago. El teniente Maestrus volteó su mirada hacia el lugar donde estaban, había descubierto lo que le habían enviado a averiguar.

Mientras tanto en el Castillo, el comandante Fergus le dio una mirada de satisfacción al aprendiz de mago de la verdad.

-Los nobles estarán contentos con esta noticia, pronto podremos hacer que el Rey deje su posición.- Dijo Fergus mientras se frotaba las manos y entregaba el mensaje al aprendiz de mago.- No dejes que ningún familiar del Rey vea el mensaje, además tampoco ninguno de la corte, todos quieren al Rey fuera, pero ninguno está dispuesto a pagar el precio, envíalo a los magos ancestrales o quémalo, pero que nadie se entere de esto, es una carta muy buena a nuestro favor, dentro de dos días le enviaré un mensaje al Rey de Columbus, para saber el estatus de sus tropas, le podremos dar la mitad del reino si quiere.-

-Está bien señor, lo quemaré acá mismo.- Le respondió el aprendiz de mago, mientras el pergamino que contenía el mensaje empezaba a arder en sus manos.

Al terminar la conversación, ambos siguieron su camino hacia el Salón real donde se encontraba el Rey, y luego de que desaparecieran en la esquina del pasillo, apareció ella, la princesa, estaba escondida entre las paredes del castillo, miro hacia todos lados, y volvió a esconderse en los muros del castillo, nadie lo conocía mejor que ella, y ella solo conocía una pequeña parte de todo el castillo y los misterios que este escondía.

La princesa Angie era súper hermosa, con una tremenda sonrisa, que contagiaba a cualquiera, con una mirada firme pero inocente, con unos ojos un poco rasgados y marrones claros, que cuando miraban directo daban la sensación de sabiduría eterna, tu figura no era para nada frágil, y en cambio sí era atractiva, poseía veintidós años, su cabello, era de un color marrón oscuro, pero no era tan fuerte, y era totalmente liso, le llegaba a sus caderas, sus labios pequeños y muy lindos, sus pómulos algo pronunciados, y su figura que nunca dejaba de ser sexy y elegante, llevaba en ese instante un vestido blanco con transparencia que mostraba su segundos vestido, más elegante aún y pegado a todo su cuerpo, lo que le permitía mostrar su hermosa figura.

La princesa Angie era la única hija del Rey, era la consentida del palacio, pero a pesar de eso le crío con un fuerte sentido del deber, ella sabía que cuando su padre lo decidiera, ella sería la Reina, y por tales motivos se tenía comportar con ese compromiso encima de una vez, ella sabía que desde hace un tiempo las cosas andaban mal en el castillo, pero ya le habían enseñado a no confiar en nadie, su posición como Reina, dependía de un hilo, nunca en el reino de Consoal o reinos aledaños se había conocido a una mujer como la suprema monarca, por eso su paso por el castillo y su confianza con los demás estaba en tela de juicio, pocos eran lo que confiaban en ella.

Mientras tanto el Comandante Fergus y el aprendiz de mago de la verdad, se dirigían hacia el Salón Real, el Rey estaba esperando a Fergus desde temprano, al entrar al Salón miró al Rey con desdén, desde hace un tiempo tenía esta mala mirada al entrar al Salón Real, como de desprecio, el Rey, un hombre mayor ya, con una edad de sesenta y dos años, con una mirada de sabiduría eterna, tenía el mismo color de ojos que su hija, su cabello entre blanco y marrón por algunos cabellos que aún conservaban su color y otros que ya estaban blancos, sus cuerpo aún era atlético para su edad, y el peso de su corona se notaban en la espalda y en su mirada.

Se levantó con una fuerte mirada en sus ojos, la cual clavo en el comandante Fergus, este inmediatamente después de verle a los ojos, quitó su mirada de lastima, e intentó poner una mirada de orgullo, pero la mirada del Rey se volvía cada vez más aterradora, más siniestra y con mayor fuerza.

-¿Dónde está el mensaje?- Preguntó el Rey con una voz que retumbo en cada espacio del castillo, todo el mundo sintió miedo, a pesar de la edad del Rey, y que muchos desde dentro del reino y del mismo castillo trataban de desprestigiar su valor y fuerza comparables con la de un león, este seguía siendo la segunda persona más poderosa del Reino, por debajo solo de una sola persona el Gran Mago Místico, todos decían que ese mago era solo una leyenda

-¿Cuál mensaje su majestad?- Preguntó Fergus con nervios, si se enfrentará solo al Rey, moriría en menos de dos segundos. 

-Hace dos días le envié un mensaje a General Norton, para que este me enviará un mensaje urgente, el día de hoy, según mis cálculos, este mensaje ya debería de estar acá, y aún no ha llegado, además las fronteras no están en guerra, ninguna la paz está más viva que nunca en mi reino. ¿Quiénes se creen ustedes para mentirme a mí, y salirse con la suya? Verán las consecuencias de sus actos, ¡Guardias!-Gritó el Rey enfurecido, de repente la luz del cetro de la verdad brillo de forma intensa, al instante siguiente aparecieron los magos del gran circulo ancestral habían aparecido frente a él, el mago de la justicia lanzó su lazo sobre el Rey, y así hicieron los siguientes diez magos; la verdad, la justicia, la fuerza, la humildad, la prosperidad, el deseo, la venganza, la soberbia, la vanidad y el placer, a cada mago del reino, excepto al mago místico se le entregaba una cualidad correspondida con los valores o antivalores de los hombres de la tierra, podían haber más de un mago con un valor o antivalor, y su deber era que se cumpliera ese valor, o que no se cumpliera el antivalor, en eso se basaban los poderes de los magos normales, los magos ancestrales, dependían de un vínculo más allá, pero nadie sabía cuál era ese vínculo y desde que se realizó el último cambio al círculo de magos ancestrales, las cosas no habían estado muy bien en el reino.

-¿Creen que pueden contra mí, con esos poderes insignificantes?- Habló el Rey estando atrapado entre las redes de los magos ancestrales. Un león rugió y apareció en medio de la sala, el león estaba compuesto por rayos amarillos y se veía fiero y poderoso, los magos se asustaron y Fergus también, quien solo miraba el espectáculo, el león tomó las cuerdas con su boca y las deshizo de un mordisco, entonces los magos se asustaron, el de verdad y su aprendiz, el único en la sala, invocaron un águila azul compuesto de rayos también, la del mago maestro era más grande que la del aprendiz, el león no espero ni un instante más y se abalanzó sobre el águila pequeña haciéndola añicos en un instante, mientras esta escena corría, el rey tomó su hacha de oro que se encontraba al lado del Trono, el hacha brillo intensamente con el color amarillo característico del Rey, y este la lanzó contra el suelo, al momento de que el hacha tocó el suelo, miles de rayos salieron de ella en dirección donde se encontraban los magos, todo esto ocurría en fracciones de segundos los magos se asustaron, pero no podían retroceder, el Rey había descubierto todo, no podían dejar que él se saliera con la suya, los rayos los golpearon y ellos salieron disparados hacia las paredes, cada uno con terror en su mirada, luego adoloridos se pusieron de pie mientras se miraban unos a otros, estaba claro que no podrían vencerle, sus cetros brillaron nuevamente, y en un instante aparecieron más de veinte magos más, el Rey vio la acción y se rio para sí mismo.

-Justo esperaba esto cobardes.- Mientras el Rey pronunciaba esas palabras, la guardia de honor llegó, miró al Rey y sacaron sus espadas, por un instante hubo vacilación de la guardia de honor, pero Fergus intervino.

-El Rey se ha vuelto loco, deténgalo.-Gritó Fergus.

-Nunca se saldrán con la suya, mis tropas más leales estarán acá pronto y por orden de mi hija llegaran a la puerta grande, y derrumbarán este castillo flotante, ya lo verán.-Gritó con más fuerza y firmeza el Rey, mientras unos treinta soldados de la guardia de honor, y unos veinte magos iban a arremeter contra él.

La princesa Angie no podía seguir más allí, había recibido órdenes de su padre de abandonar el palacio al momento en que él empezará la revuelta, ya se había quedado mucho tiempo, entre las paredes del castillo flotante, subió por unas escaleras de caracol, que escondían un secreto mágico, parecían infinitas, como si no tuvieran fin alguno, al llegar a un punto donde un bloque poseía un pequeña inscripción casi invisible, la princesa toco el punto de bloque con la inscripción, y salió a un hermoso jardín, el cual parecía estar en otro lugar del mundo, la princesa corrió a través del jardín y al llegar a un punto que parecía el inicio de un pequeño cerro se detuvo, se agachó y prosiguió su camino hacía el cerro, traspasando las verde grama que crecía en el inicio del cerro, luego estaba nuevamente en alguna parte del castillo, se levantó y corrió nuevamente hacia otras escaleras que la llevaron finalmente a una torre, donde estaba descansando un hipogrifo que la princesa monto, pocos minutos después se alejaba de la torre volando, por la parte trasera, acompañada de un hipogrifo, un dragón blanco y su mascota, una pequeña perrita blanca, Lucy.

La princesa iba con lágrimas en los ojos, todo por lo que su padre había luchado estaba a punto de desaparecer, aún se sentía la poderosa aura del Rey luchando contra los magos, ella por ser su hija sentiría su aura hasta que el muriera, la princesa tenía la orden de verse con el General Norton al norte del Reino, allí podría reagruparse con los demás y partir nuevamente a la capital.

Mientras tanto en el castillo, el Rey ya tenía más de una hora luchando sin cesar, dando tiempo suficiente para que su hija escapara y nadie fuera tras ella, por tratar de detenerlo, sin embargo al Rey aún le quedaban fuerzas para seguir luchando, los magos y la guardia de honor estaban muy cansados ya, el Rey se rio con mucho agrado, al parecer estaba a punto de ganar, cuando en ese momento, las miradas de los magos ancestrales estaba llena de terror tenían que recurrir a cualquier recurso para poder vencer al Rey, invocaron juntos a Friki, el Dios de la destrucción de las creencias de los Elfos, era una ventaja para los Magos ancestrales poder invocar a cualquier deidad de cualquier mitología, Friki era extremadamente poderoso, juntos los magos hicieron brillar nuevamente sus cetros, y de repente toda la tierra tembló, una fuerte atmosfera roja rodeo el castillo, y de repente del suelo del Salón Real, emergió una figura pintoresca de un hombre, con un traje de arlequín, su cuerpo era totalmente rojo, no era tan alto y se podía apreciar que su figura era muy atlética, miró a los magos con desprecio.

-Ustedes han sido quienes me han invocado, pero su poder es tan débil que apenas pude traer la mitad de mis poderes.- Les dijo Friki a los magos ancestrales, mientras miró al Rey con una sonrisa en la boca. –A pesar de que solo posea la mitad de mis poderes soy un gran rival para ti, Rey de la tierra humana, nuestra batalla será legendaria.- 

-¡Wow! Espero poder dar la talla en esta batalla, luchar contra un Dios es algo valeroso, si muero lo haré muy feliz.- Respondió el Rey, mientras que su hacha brillaba nuevamente.

Sin previo aviso lanzó el hacha contra el cuerpo de Friki, este se movió rápidamente hacia el techo, dejando el hacha llegar hasta el suelo, el Rey empezó a correr para poder llegar hasta el hacha, mientras que invocaba nuevamente a su león, este apareció de la nada en el techo, y atacó a Friki, el Dios intentaba defenderse pero el león le había mordido ya una mano, fui muy sorpresivo el ataque del Rey, a pesar de ser un Dios, no era muy rápido, y tampoco tenía un defensa sólida, quitó el león con un golpe de un pequeño cetro que apareció en su mano izquierda, había empezado la batalla y ya el Dios estaba en algunos apuros, además sus poderes no estaban completo, se le notó rápidamente en el rostro la preocupación, al momento de caer nuevamente al suelo, trató de ubicar al Rey, pero este ya se había precipitado hacia el por la parte de atrás y le dio un hachazo en la espalda que le abrió la carne, el Dios Friki, se enfureció, y la tierra nuevamente tembló, dio un pequeño golpe al suelo con su cetro, y el castillo flotante empezó a caer, en ese momento se volteó miró al Rey a los ojos y le propino un golpe, que a simple vista parecía un pequeño toque, pero que mando al Rey hacia la pared, y lo introdujo dentro de los grandes bloques de piedra del castillo, luego de eso apareció en frete del Rey, lo tomó por la mano, y desapareció frente a los magos con el Rey, aparecieron bajo el castillo que caía y volvió a golpearlo con el cetro, esto hizo que el Rey se golpeará nuevamente contra las rocas externas del castillo, pero justo en la parte baja, en ese instante, el Rey invocó al León del Orgullo, el cielo oscureció rápidamente, y en el cielo brilló la constelación del León, un león gigante apareció bajo el castillo, y los sostuvo mientras lo colocaba suavemente en el suelo, mientras que con su cola le propinó un gran golpe al Dios Friki.

Las personas de los pueblos cercanos al castillo y del mercado estaban asustadas mirando la escena, Un León gigante y un Dios elfo, eran cosas que solo se veían en grandes campos de batalla, todos empezaron a correr despavoridos y a clocarse en resguardo para que pudieran estar a salvo, la batalla se estaba saliendo de control, el Dios de la destrucción tenía una misión mientras luchaba, destruir cosas a su paso. Este recobró la conciencia segundos después del ataque del león, y nuevamente fue hasta el animal gigante y le lanzó con su pequeño cetro un rayo rojo, mientras reía a carcajadas con una risa siniestra, el León trato de moverse nuevamente, pero no pudo, estaba paralizado, el cielo ya había recobrado su claridad normal, los magos ancestrales, la guardia real y los aprendices de mago habían salido para ver que sucedía, vieron al rey invocar su hacha, que apareció inmediatamente en su mano, lanzó nuevamente rayos hacia el Dios, pero este ni se inmuto con sus rayos, el Dios Friki estaba muy molesto, pero también muy emocionado, esta batalla era realmente muy épica, en ese momento un caballo blanco compuesto por rayos golpeo al león gigante y este se pudo mover con un rugido magnifico que lleno de terror el lugar golpeo al Dios, quien dio vueltas en el aire antes de detenerse, al momento de detenerse otro caballo blanco lo golpeo a él, y le dio una sensación de que una corriente eléctrica le recorría todo el cuerpo.

El Rey miró a su alrededor y observó al Teniente Maestrus ayudándolo desde la distancia y esperándolo con un caballo en la mano, mientras estaba el montado en otro, el Rey corrió hacia Maestrus, los magos intentaron detenerlo con sus lazos, pero el león gigante interfirió colocando una pata entre ellos y el Rey, el Dios Friki, se apresuró y se apareció frente al Rey y Maestrus, el Rey conservando las pocas energías que le quedaban le lanzó un pequeño cuchillo, que el Dios Friki, tomó con su mano, no le era imposible esquivarlo, en eso rio el Dios, y cuando estaba a punto de decir una palabras el cuchillo irradió una luz enorme, dorada como todos los poderes del Rey, que consumió al Dios, el cuchillo regresó a las manos del Rey, este y Maestrus corrieron como un rayo en sus caballos mientras se adentraban en el bosque, el Rey tenía que evitar su muerte, para ello decidió escaparse, a una cierta distancia el león desapareció.

Los magos enfurecidos decidieron reunirse para saber que podían hacer a partir de ese momento, solo ellos sabían que decisión podían tomar, y que fuera la más lógica para sus beneficios individuales, intentaron levantar nuevamente el castillo flotante, pero ya estaban muy débiles, decidieron dejarlo donde estaba.

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