Capitulo 5 Un Roce

Y esperaba que aceptara irse con el porqué no le agradaba la idea de quedarse en su coche mientras continuaba la tormenta. Sam vio que se acercaba un automóvil a lo lejos era completamente negro, no se podía ver quien lo conducía. El conductor misterioso siguió derecho sin hacer parada donde estaban ellos, mejor así no quería que se armara un campo de batalla allí mismo.

—Oye, pero tu coche es grande puede arrastrar el mío.

Si, su Jeep Wrangel Big Foot era todo un campeón aguantaba todo tipo de tormentas y ese día no era la excepción.  Pero arrastrar otro coche implicaba quedarse sin combustible.

—Es claro que mi coche puede llevar el suyo, pero no arriesgare nuestras vidas por llevar su coche.

—¡De acuerdo! iré con usted. Hizo un mohín agarrando sus cosas—No me lo creo, tengo que dejar mi coche aquí tirado. Murmuraba tomando su enorme bolso.

Cuando salió del automóvil se empapo rápidamente, ambos corrieron hasta el Jeep de Sam tiraron las maletas en la parte de atrás, este le paso una toalla limpia. Ella comenzó a secarse la cara y los brazos el hacía lo mismo. El detective giro y al verla se impactó, sus mejillas estaban sonrojadas y las pecas de su cara eran muy notorias en su nariz, mejillas hasta tenía en la barbilla, ¡oh cielos! Era increíblemente hermosa. Ella lo pilló al sentir su mirada y sus ojos se volvieron aún más grandes, Elena volvió la mirada al frente y siguió secándose.

—Bien señorita le puedo preguntar ¿porque ha rentado la última cabaña?

—Bueno, la verdad es que eso fue lo que me dijo la encargada de alquiler, que no había más disponibles.

Eso sí que era muy raro, ya que la mayoría de esas cabañas estaban solas. Si no se equivocaba y si su intuición estaba en lo correcto eso parecía una emboscada. La chica estaba en peligro y ni cuenta se había dado de ello.

—De acuerdo entonces daremos la vuelta y regresemos, te llevare directo a tu casa.

—¡Nooo! Respondió alterada—Mi casa es la cabaña que rente.

—Hmm… ¿Cómo te llamas? La miró de perfil mientas posaba su mano en el volante.

¿Hablaba en serio? ¿No sabía quién era ella? debía estar tomándole el pelo, una broma de muy mal gusto pensó Elena.

—Me llamo Elena. Omitiendo su apellido. — ¿Y tú cómo te llamas?

—Soy Sam ¡Un gusto conocerte!

—¿Sam? ¿Solo Sam? Sonríe con timidez.

—Sí, solo Sam...

—Un placer, Sam.

Arranco el coche permaneciendo ambos en silencio, ¿qué estaba haciendo? Se preguntó. Se suponía que no debía interactuar con ella y era lo primero que estaba haciendo, lo iban a despedir por gilipollas.

¡Por todos los cielos! Qué chico tan guapo pensó Elena, desde su coche no podía verlo con claridad pero ahora si lo había detallado a la perfección. Fue impactante ver la profundidad de su mirada, y sus ojos castaños eran sorprendentes. Era un hombre muy atractivo, extremadamente guapo. Su contextura era grande y se notaba que trabajaba su cuerpo en el gym. ¡Cielos! ni siquiera lo conocía y ya estaba teniendo pensamientos impuros con un extraño.

[…]

—Dijiste que la cuidarían ¿qué fue lo que paso Frank? Solo encontré una nota de ella diciéndome que se iría para hacer su vida, hasta su móvil dejo.

—Tranquilo Steller, estoy seguro que mi hombre está detrás de ella. Le dije que no se le despegara por nada del mundo.

—Yo quiero que la traiga de vuelta, está afuera sola, sin mi protección es muy peligroso. Exclamo levantando la voz.

—Confía en mí, elegí a un excelente hombre para este trabajo la traerá sana y salva.

—Muy bien te daré un par de días, sino la trae para entonces, mandare a buscarla por mi cuenta.

—Si haces eso pondrás en sobre aviso a las personas que están detrás de ella. Lo mejor es que esperes mis noticias.

—Está bien, pero no creas que esperare mucho por tu muchacho.

Y él tampoco, tenía más de dos horas tratando de contactarlo pero le fue imposible ¿Dónde  se había metido ese loco?

[…]

—Ya casi llegamos a la cabaña. Le dice Sam a la chica callada a su lado.

—Estaba muy lejos de igual forma, y esta tormenta que no cesa.

—Descuida, la cabaña tiene instalado un sistema de calefacción estaremos bien hasta que amaine la tormenta, así podremos volver.

—Volverás tú... porque lo que soy yo definitivamente no. Responde sin mirarlo.

—Escúchame, esa cabaña que alquilaste está mucho más lejos. Además, es demasiado peligrosa para una chica sola.

—¡Se cuidarme!

—Claro, seguro. Respondió con ironía.

Era muy testaruda la pelirroja, tenía que ingeniárselas para convencerla de regresar a su casa…

Cuando al fin había llegado a la cabaña de su amigo Patrick esperaba desesperadamente que estuviera cargada con comida. Ambos se bajaron lo más rápido posible del coche, Sam tomo las maletas de la chica y corrió hasta la entrada donde ya lo esperaba la pelirroja casi empapada de pies a cabeza a punto de ponerse a temblar.  Verla en ese estado solo le provoca la necesidad de abrazarla para que entrara en calor rápidamente, fundir su cuerpo con el de ella sería una completa delicia. Con lo mucho que lo enloquecía una pelirroja pecosa.

Las llaves de la casa siempre la dejaban en una maseta llena de tierra, su amigo sabía que de vez en cuando se escapa de todo pasando los días allí. Pero había tenido tanto trabajo que no había tenido tiempo para él. Hasta ese momento que le toco cuidar de una linda chica que amenazaba con destruir la poca razón que le quedaba.

—Es una cabaña muy cómoda, si todas son así entonces me gustara vivir en las montañas.

—¡No creas que es tan fácil!

—No seas pesimista. Responde ella intentado escurrirse el agua de lluvia.

—¡Como digas! Bueno, esta cabaña tiene dos habitaciones así que podrás tener tu privacidad.

Ella camino por el corto pasillo que unía las habitaciones, abrió la del fondo esa pertenecía al dueño de la casa, ya que estaba amoblada completamente.

—No creo que me sienta cómoda durmiendo en la habitación de tu amigo, por la enorme cama y los lujos asumo que es la de él.

—A mí no me importa, y seguramente a él tampoco.

—De todas formas tomare la otra, si no te importa.

Abrió la contigua puerta, la cama era mucho más pequeña pero acogedora. Metió sus bolsos y se quedó parada en el marco de la puerta. Él se acercó a ella colocándose a su lado, Elena sintió su presencia girando repentinamente pero en ese momento ambos quedaron frente a frente casi podían sentir el aliento del otro. Los ojos de Sam mantenían un brillo muy especial que la impactaron. Se sentía un poco desconcertada y algo excitada por quedarse atrapada con un hombre tan guapo como ese.

—Voy a revisar toda la cabaña, ponte cómoda. Respondió nervioso alejándose de ella.

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