Capítulo 3

— ¿No te arrepentirás después? — le preguntó Jean, con una pequeña sonrisa asomándose en sus labios — No confío en ninguno de ustedes...

— Tampoco tengo porque confiar en alguien como tú, humano insolente — golpeó su frente con dos de sus dedos — Ustedes no son de fiar... mírate en donde estas por confiar en los de tu especie.

— Ellos tendrán sus rozones para entregarme...

— El que los dejemos de perseguir por unos largos meses — se rascó la mejilla — Vístete, y largo.

— Hijo de puta — masculló, colocándose la prenda que le había dado el alfa.

El golpe que recibió en la boca lo mandó directamente al suelo otra vez. Le dio una mirada llena de odio al híbrido por tener tanta osadía en callarlo de esa manera. Dejó salir un gruñido colándose de pie.

— Si crees que dándome golpes vas a lograr que sea tu puto sumiso estás equivocado — se limpió la sangre que comenzaba a salir de su boca — Me iré...

— A cumplir con tus funciones de esclavos sin paga — le abrió la puerta — Llévenlo a la habitación, y le dicen a los encargados de la cocina que tengan un ojo en él para que no pase lo de la vez anterior.

— Entendido, señor.

— Descuida, le pondré tres pasitos a tu comida, así será más rápido el efecto — salió de la habitación.

Los guardias lo siguieron y no lo ayudaron a moverse por el lugar, todo lo contrario, se burlaban de él por como tenía que sostenerse de las paredes. Se cambió de ropa, y salió hacia la cocina en donde estaban los demás.

Los ojos de todos estaban sobre el collar y la marca que tenía las iníciales en su cadera.

— Querido amigo — Lucas llegó en donde se encontraba — Te sigo diciendo que eres el centro de atención.

— Eso es algo que deseo siempre ser — fue al lavavajilla y puso la carne a descongelarse — ¿Por qué hay tanta comida?

— Hay una enorme fiesta... es el cumpleaños de Kros — las cejas de Jean se levantaron — Así que vendrán muchos políticos.

— No estaré con esos estúpidos híbridos tocándome el trasero — gruñó — Ya bastante tengo con tener que usar sólo pantalones como para que ahora esos desgraciados anden tocándome.

— No son tan malos...

— Apenas y tenemos tres días y ya andas diciendo que no son... — Jean se giró hacia él y lo tomó del brazo — ¿Has tenido sexo con algún hibrido?

— No... — el mayor lo miró con incredulidad — Bueno sí, pero sólo fueron dos veces...

— Y la tercera es hoy — lo soltó — Eres un cochino.

— Yo no... Sólo fueron esas veces — se encogió de hombros — Dejamos las cosas en claro y ninguno de los dos quería tener una relación seria.

— Me alegro que seas un hombre mayor — pellizcó sus mejillas — Gracias por ser tan buena persona.

— No seas estúpido — Lucas rodó los ojos — Debes de disfrutar del sexo ahora que eres el esclavo del jefe.

— Todo es por una razón — le guiñó un ojo, y luego miró la carne — A esta comida creo que debo de ponerle mucha sal...

— Si quieres otra marca, pero esta vez en tu trasero... puedes hacerlo — dijo, por lo bajo — Yo te ayudo.

— ¡Dejen de estar hablando! — Todos se asustaron — Tienen menos de seis horas para que todo esté listo.

— Sí.

— Bien, ya dejen sus momentos de recreo para cuando les toque hacer los deberes del lugar.

Jean, con ayuda de otro chico, hicieron las carnes con mucha cautela esa vez, todo debía de estar hermoso... como si eso fuese posible. Después de hacer la cena fueron llevados a sus habitaciones en donde tenían la ropa que usarían ese día encima de sus camas.

Todos al ver que tenían camisas agradecieron el poder estar tapados, porque esos híbridos parecían tener algo en contra de ellos con el frío que estaba haciendo. Jean se quedó en la habitación después de que todos salieran. No quería estar con tantas personas en un mismo lugar y menos si eran híbridos.

Metió su mano por debajo de la ropa tocando la marca de la cesárea que le hicieron cuando tuvo a su bebé... Muchas personas creían que sólo los híbridos podían tener bebés... pero él es uno de esos hombres en el mundo que tuvieron la fortuna de poder tener bebés.

Hasta que un híbrido le quitó la única cosa buena que podía tener en toda su vida. Ni porque le había suplicado se detuvo. Un largo suspiro salió de sus labios, colocándose de pie caminando hacia la ventana, en donde se podía ver como los autos llegaban a montones por el cumpleaños del vicepresidente de toda es mierda.

De la única manera que saldría de ese lugar si lo obligaban, pero ya eso estaría en manos de ese tan Kros.

— Ya se me hacía extraño el que todos estuvieran trabajando y tú estás buscando la manera de escapar de aquí — Kros se colocó detrás del menor — Es una vista muy hermosa, ¿No crees?

— No. No creo en nada de lo que veo aquí — murmuró — Espero que en verdad cumplas con tú parte del trato.

— Lo haré, esclavo — puso sus manos sobre los hombros del menor — Pero para que cumpla con mi parte del trato, debes de cumplir tu parte.

— Lo estoy haciendo — quiso quitar las manos del alfa de sus hombros — Pero contigo tocándome...

— Te tocaré en más de una forma, humano — besó su cuello — Así que deja de moverte...

— No había ningún trato sexual entre ambos — gruñó — No vayas a poner esas palabras...

— De la misma forma en la que nuestro trato está en el aire — Jean frunció el ceño — No hay un papel que certifiqué lo que acordamos...

— No puedes hacerme algo como eso... en verdad no...

— Salgamos... esta noche eres mi mejor regalo de cumpleaños — lamió su mejilla — Sé un buen esclavo y no me des problemas.

— No prometo nada.

Kros sabía que el menor se metería en muchos problemas por esa boca que tenía. Puede que apenas y tenga casi cuatro días en esa casa, pero ya sabía de antemano lo que el menor diría antes de que saliera de su boca.

Quitó algunos botones de la camisa del menor y sacó de su bolsillo una correa, la cual amarró del collar que éste tenía adornando su cuello. Con sólo ponerle eso, el menor sabía que debía de comportarse como todo un esclavo bueno.

Jean murmuró un par de maldiciones cuando todos enfocaron sus miradas en los recién llegados. El híbrido alfa estaba mirando a todos con aires de superioridad, tenía a un esclavo humano que era digno de admirar siempre.

— Es bueno verte nuevamente hermano — Un león abrazó a Kros y Jean supuso que también era algún político importante — Veo que te gustó mi regalo de cumpleaños.

— Es un regalo exquisito — se pasó la lengua por los labios — Éste es el que más trabajo nos ha dado.

— ¿Nos?

— Mis personal te puede decir de que hablo — ambos rieron — Esclavo, te presento al presidente, Abdel.

— No puedo decir que es un gusto conocerlo por qué me tienen como esclavo...

— Ponle una mordaza si quieres que te tengan respeto — dijo Abdel, mirando al menor con severidad — O castígalo delante de todos.

— Los castigos serán en privado, sabes que no me gustan las demostraciones en público.

— En eso te pareces a tu hermano...

— Karim es el tipo de persona que detesta estar en el ojo público — se aclaró la garganta — Pero para tu mala suerte, acaba de llegar al país y se quedará una temporada conmigo.

— Antes te molestabas cuando te decía que éramos hermanos de sangre — Kros se tensó — Pero ahora pareces como si en verdad disfrutaras el que digan que lo somos.

— Una cosa es que considere a Karim como mi hermano y otra es que te considere como uno — Jean se mordió la lengua, para no meterse en la conversación — Espero que la fiesta sea de tu agrado y que mis esclavos no salgan perjudicados con tus manos inquietas.

— Sé cómo mantener mis manos quietas — gruñó — Sólo diles a tus esclavos que sean buenos dando sus servicios.

Kros lo dejó irse después de tomar una copa de la mesa más cercana, jaló la correa del menor y llevó hacia el centro del lugar.

Durante una hora, Jean quiso decirles una par de cosas a esos híbridos que ahora parecían querer comerlo con la mirada. Lucas y Walid estaban por alguna parte... éste último seguro que sé estaba ocultando de las personas que pudiese hacerle daño.

El contacto no era el mejor de Walid, lo descubrió la vez pasada, viendo curó sus heridas. Tocó su nariz justamente en donde aún tenía un leve color morado por el golpe que el híbrido le había dado cuando se negó a que le colocara esa dichosa marca.

— Hola — Walid llegó a su lado y abrazó su brazo — ¿Cómo estás?

— ¿Cómo crees que estoy? — preguntó por lo bajo — Éste pedazo de simio me tiene sujetado del cuello — señaló — Dime tú como crees que esté.

— Mi pregunta fue estúpida, lo siento — apretó su brazo — No me gustan las fiestas.

—Se nota, porque me vas a romper el brazo — Walid aflojó el agarre — Mucho mejor.

— ¿Por qué eres tan tosco?

— ¿Por qué eres tan estúpido? — Preguntó, de vuelta — Son preguntas que no pueden ser respondidas.

— Deseo que te mueras.

— Y yo deseo que ese deseo se te cumpla — ambos rieron.

— Tus dos mascotas se llevan muy bien — dijo, uno de los invitados, interrumpiendo la corta conversación de los humanos — ¿Haces un trío con ellos?

—No.

— ¿Por qué no? — Jean se mordió la lengua — Ellos se ven bien dotados...

— Ninguno de los dos está a disposición de nadie, son míos — se aclaró la garganta — Si mis esclavos quieren tener sexo con ustedes, acepto. Pero, si no quieren, deben de respetarlos.

— Las reglas que has puesto — dijo otro — Son para romperse. Mis esclavos deben de atender quieran o no a mis invitados...

— Por esa razón es que cada semana tienes que ir a subastas a buscar alguien nuevo — le sonrió, sin mostrarle los dientes — Si me permiten, debo de buscar a mi hermano.

Kros caminó entre los invitados, los humanos servían la comida y bebidas. La mano de Jean apretaba su brazo cada vez que alguno de los híbridos le hacía preguntas o lo tocaban, sin duda se estaba controlando para no saltar encima de alguien.

— Pensé que al fin harías algo más reservado — Karim se puso en frente de él — Por eso no te invito a mi casa.

— Ni que me interesara ir — Kros dejó libre a los humanos y abrazó a su hermano — Hace meses que no nos vemos...

— Nos vemos todas las semanas para que te diga cómo va la economía del mundo — le dio un puñetazo en el hombro — Tienes una nueva mascota.

— No soy una mascota, pedazo de...

— Hace unos días llegó con mis nuevos esclavos — lo interrumpió Kros — Aun seguimos tratando su comportamiento.

— Es mejor que Walid se lo enseñe — el mencionado se tensó — Siempre te ha sido fiel.

— No vayas por ahí... ya bastante tengo con Abdel como para que vengas a unirte — bufó — Sé bien como tengo que educar a mis esclavos.

— Sí tú lo dices... — se encogió de hombros — Iré a dormir, espero que nadie haya usado a mi habitación.

— Nadie más que tú entra a ese lugar sagrado.

Hizo un ademan con su cabeza y luego se retiró. Jean por su parte, sólo se quedaba mirando al humano a su lado, dándose cuenta de que el color carmesí de sus mejillas nunca se fue mientras el hermano de Kros estaba presente.

Vaya, vaya. El humano tenía un enamoramiento con ese estúpido híbrido.

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