CAPITULO 5

Era jueves por la tarde y yo estaba terriblemente aburrido.

Hacía más de dos horas que estaba en el trabajo y solo había vendido un disco, un solo e inútil disco de ocho dólares a una fanática loca de Britney Spears el cual había sido pagado con monedas de un centavo. Si la chica no hubiese dicho que había reunido por más de dos meses para poder comprarlo, jamás, ni en un millón de años, habría aceptado aquella absurdez, pero la pobre chica de seguro y hasta había llorado al romper el cochinito.

En esos momentos me encontraba en el mostrador viendo al Sr. Fitcher con cierta mueca de asco. El tipo se estaba peinando una vez más, el único mechón de cabello que le quedaba en el reflejo que daba el vidrio de la tienda, de seguro por eso es que no entraba nadie al lugar.

De repente, mi celular, que había costado casi tres meses de sueldo y del cual tan orgulloso estaba, comenzó a sonar.

― ¡Mark! ― el grito de Livie sonó alto y fuerte al otro lado de la línea.

―Livie―respondí en un susurro para que mi jefe no lo escuchara― ¿estás llorando?

― ¡Siiiii! ― contestó entre lágrimas―acaba de ocurrir una tragedia, Marky, ¡la peoooorrr!

― ¿Le ocurrió algo a tu papá? ―pregunté con el corazón en la garganta― ¿Y Jonny y Jacob? Mierda, Livie, respóndeme no te quedes callada ―exclamé imaginándome lo peor.

―Mi familia está bien―respondió ella finalmente, apenas si se le entendía.

― Y, ¿entonces? ―Dios, qué desesperante era la mujer a veces.

― ¿Pasa algo? ―preguntó el Sr. Fitcher acercándose al ver mi cara de preocupación.

―Eh... No lo sé Sr. Fitcher, no logro entender lo que dicen―Dije sin saber muy bien qué responder―creo que no hay buena señal―escuchaba como Livie balbuceaba cosas, pero no pude entender nada coherente.

―Si es una emergencia puedes ir a ver qué pasa, hijo―me ofreció dejándome sorprendido.

― ¿En serio? ―pregunté aun boquiabierto.

―Si, digo, no hay mucho movimiento por aquí, así que creo que los muchachos se podrán defender solos por lo que queda de tarde― explicó.

―Muchas gracias Sr. Fitcher―dije finalmente con total agradecimiento y sin perder más tiempo, me dirigí a la salida.

―Ya mañana me dirás que sucedió―escuché que decía mi jefe a mis espaldas a lo que solo atiné a levantar la mano en respuesta.

Treinta minutos y medio pulmón menos después, observaba a mi mejor amiga enfurecido.

― ¿Por esa mierda me has hecho que deje el trabajo, Olivia Martin? ―Exclamé a poco de perder lo que me quedaba de paciencia.

Apenas había llegado unos cinco minutos atrás y juraba que lo único que podía entrar en mis vías respiratorias, era puro aire caliente, ¿Mi corazón? Podría vomitarlo en cualquier segundo, por nada.

Lo supe que todo había sido en vano, cuando Jacob, el hermano mayor de Livie, había abierto la puerta con una mueca divertida en la boca.

―Debo admitir―comenzó diciendo Jacob― que nos asustamos cuando escuchamos el primer grito, ya después le cerramos la puerta al ver de qué se trataba―terminó dirigiéndose a su habitación y pidiéndome que cerrara la puerta de Livie para no seguir escuchando su escándalo.

―No lo entiendes ¿verdad? ―exclamó Livie en ese momento con la mirada abnegada de dolor― ¡esto marcará una pauta para toda la vida, Marky!

― ¡Pero por Dios, Olivia! ―Rebatí exasperado― dejé mi jornada laboral porque creí que te había pasado algo terrible, una catástrofe, una tragedia, ¡algo! ¿Pero con qué me encuentro? ―cuestioné más para mí mismo que para ella― me encuentro a mi ridícula amiga ahogada entre discos de una banda musical que se separa seguramente porque la disquera no le puede costear el gel fijador al líder del grupo.

―Primero que nada― saltó ella―no es cualquier grupo, ¡ES N’SYNC! ―gritó― segundo, ¡tú me regalaste todos sus discos imbéciles! tercero, no se te ocurra meterte con el cabello de Justin Timberlake ¡que bastante te dejaste peinar como él por mí! y cuarto y último―hizo una pausa para caminar hasta quedar delante de mí― ¡Ridículas serán los calcetines de Star Wars que usas para dormir!

Juro que me había quedado pasmado, esta era primera vez que la veía en este estado, pero ya después pasado el shock, no pude aguantar más y solté la carcajada que tenía atrapada en la garganta.

todo esto era absurdo, había gente en el mundo muriendo de hambre y a Livie solo se le ocurría llorar porque su banda favorita se separaba.

―Está bien, está bien―traté de sonar serio para poder tranquilizarla― estás muy alterada, cariño y así no me sirves―me mordí el labio para intentar no reír de nuevo y solo la observé caminar de un lado al otro por el poco espacio que el desorden en aquella habitación le permitía.

― ¿Qué voy a hacer ahora, Marky? ―preguntó toda sufrida, si no fuese porque la conociera, diría que solo estaba actuando― solo fui a uno de su concierto, no le dije a Justin que lo amaba y que me quería casar con él.

 ¿Se podía estar celoso de un artista que se hacía la permanente? Definitivamente sí.

―Lo primero que debes hacer, es dejar de dar vueltas por el poco espacio que aun te queda en esta chatarrera―dije divertido―mi papá se sorprendería y no de buena manera, si le llegaras a caer encima.

Al momento Livie se detuvo y me lanzó una mirada fulminante, pero al siguiente momento empezó a reír cayendo en cuenta de lo estúpido de la situación.

―Sí que estoy siendo ridícula, ¿cierto? ―dijo finalmente.

―La palabra ridícula te queda corta―le respondí con honestidad―pero lo cierto es que ambos estamos siendo ridículos.

―Sé lo que has pensado al enterarte―dijo tratando de mantenerse seria.

―Y según tú, ¿que pensé? ―la miré achicando los ojos.

―De seguro pensaste que estaba siendo totalmente infantil cuando hay gente en otros países en guerra.

―Huy, estuvo cerca―dije divertido―en realidad estaba pensando en los niños de África.

―El hambre―repuso sarcástica― claro, como no lo pensé de primero.

―El sarcasmo te pega cuando estas enojada―contesté sarcástico a la vez.

―Pues tu opinión me tiene muy sin cuidado en estos momentos, Sanders―dijo altanera.

―Perfecto―respondí dirigiéndome a la puerta.

― ¿A dónde crees que vas? ―preguntó yendo tras de mí.

―Me regreso al trabajo―expliqué sin volverme.

― ¡No te puedes ir! ―Chilló a mis espaldas― Necesito consuelo…

―Dijiste que no te importaba mi opinión―dije volteándome de repente haciendo que Livie chocara con mi pecho.

―Tú sabes que yo digo muchas estupideces Mark―dijo ella frunciendo los labios.

 Era tan bella...

―Eso no te lo discuto―estuve de acuerdo aclarándome la garganta― Livie, no lo vuelvas a hacer a menos que de verdad sea una emergencia―dije serio agarrándola de los hombros para mirarla a los ojos―pensé que iba a morir de un infarto cuando te escuché tan mal.

―Perdóname, Marky―pidió acentuando aún más su mohín― ¿te asusté mucho? ―preguntó curiosa.

―Tanto creo que fue mi cara de susto que le di lastima al Sr. Fitcher para venir acá―ella abrió los ojos exagerada―me dejó venir sin darle una explicación o firmar mi permiso.

― ¡Wao! ―exclamó Livie―pobrecito el Sr. Fitcher.

Creo que de verdad estaba apenada.

―Bueno―dije cambiando de tema―no pasa nada, ¿Qué te parece si te ayudo a recoger un poco tu desorden? ― me ofrecí al ver la hora y sabiendo que era estúpido regresar ya a la tienda.

Mi oferta fue recibida con una gran sonrisa, de esas que le iluminaban el rostro y le hacían brillar los ojos aún más de ser posible.

―Marky―Murmuró cuando me senté en su cama para apilar los discos de diferentes bandas― ¿Qué se te pasó por la mente cuando te llamé? ―preguntó curiosa.

―Pues... primero pensé que le había pasado algo a tu papá, luego a tus hermanos, o que tal vez ocurría un incendio, o que te habías caído, te habían robado o posiblemente un accidente de tránsito―me encogí de hombros como si nada―por lo que ves, creé una novela con epilogo incluido en solo treinta minutos.

Livie soltó una risita que me hizo sonreír.

―Una novela trágica querrás decir―le corrigió― Romeo y Julieta quedaron cortos ante tanto drama.

―En lo referente a ti Livie, si te pasa algo, siempre―dije mirándola con ojos honestos.

―No volverá a pasar, te lo prometo―dijo ella levantando una mano en forma de juramento.

―Bien―asentí de acuerdo―ahora tengo que pensar qué excusa le invento a mi jefe, porque dudo que sea muy benevolente si le cuento la verdad.

―Oye, te ves distinto ¿sabes? ―dijo ella cambiando de tema radicalmente, pudo sentir que mi cara se calentaba― ¿has estado haciendo los ejercicios y la dieta?

―Si―respondí con soltando el aire, la verdad era que si me había estado levantando todas las mañanas como se acordó desde un principio y mamá me estaba haciendo las comidas como Livie había sugerido, pero como extrañaba las papas fritas de Mac Donald's.

―Pues se nota mucho, Marky―Dijo sentándose a mi lado en la cama y antes de abrazarme con fuerza―estoy muy orgullosa de ti―y dándome un beso en la mejilla, se levantó para seguir recogiendo parte del desorden.

Lo que evitó que viera la felicidad que sus palabras produjeron en mí.

Me dispuse a ayudarla un poco más con el desorden que había armado en su habitación, pero al ver que se hacían las nueve de la noche y todo seguía prácticamente igual, nos dimos por vencido y me despedí de ella ya que al día siguiente teníamos clases.

Ahora en la comodidad de mi cama, me encontraba sonriendo con un bobo, la verdad es que Livie bien podría ser la causante de su muerte prematura o la causante de alguna enfermedad del corazón, ella realmente podía llegar a poner a prueba hasta la paciencia de un santo.

Pero por ella haría cualquier cosa, pensé sin perder la sonrisa.

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