CAPITULO 4

―Tu silencio ya me asusta ¿sabes?

Pero aun seguí sin obtener respuesta.

―Vamos, Livie, hace veinte minutos que no me diriges la palabra― seguí insistiendo.

Livie había llegado unos cuarenta minutos atrás, de los cuales ya llevaba la mitad en silencio después de que le contara lo sucedido.

Ella solo se había quedado acostada en su cama y desde entonces solo se había dedicado a mirarme, acción que me tenía los pelos de puntas por lo que me había movido lejos de ella hasta terminar con la espalda apoyada contra la pared frente a la cama, esperando que dictaran una orden de ejecución en mi contra.

―Bueno―proseguí diciendo al no obtener respuesta― iré a preparar algo para cenar―Me encaminé a la puerta.

―Si te llegas a mover―pronunció Livie por fin―te juro que te lanzo el zapato, Richard Marcus Sanders.

―Vamos, Livie, sabes que no es mi culpa, no tengo escapatoria ¿crees que prefiero trabajar ese día a pasarlo contigo? ―inquirí sentándome a los pies de la cama.

― ¡Es que no es justo, Marky! ―exclamó ella sentándose a mi lado― ¡Estúpido Samuel! ¿No se podía enfermar hasta el viernes? Lo odio...

―Livie―traté de hablar sin que se notara la diversión―Ni yo conozco a ese muchacho para insultarlo.

― ¡No me importa! ―respondió en medio de su berrinche― ¡es estúpido y lo odio! ¿Acaso no te podía cubrir alguno de tus compañeros?

― ¿Crees que no les pregunté? ― Solté el aire de golpe―Nick tiene que visitar a su abuela y Samantha tiene una presentación de Ballet, hice lo que pude, cariño―dije pasando un brazo por sus hombros― además, todo es tu culpa ¿sabes?

― ¿Mi culpa? ―pronunció confundida― ¿cómo puede ser mi culpa que trabajes ese día?

―Porque gracias a la maravillosa idea de mi entrenadora personal―la miré acusatoriamente― llegué quince minutos tardes, los cuales el Sr. Fitcher utilizó en mi contra.

Pero en vez de discutir conmigo, Livie solo se me quedó mirando con reprobación.

― ¿Tardaste treinta minutos en llegar al trabajo cuando ese recorrido no llega ni a quince?

―Ese no es el punto en todo esto―dije rápidamente― el punto es, que gracias a tu brillante idea no podré estar contigo ese día, pero, ― volví a hablar antes de abriera la boca― el Sr. Fitcher dijo que me daría dos días libres así que...

―Así que...―me incitó ella expectante.

―Bueno, la familia de Nick tiene una casa en Santa Mónica y pues, me dijo que si quería me la podía prestar para la semana entrante y...

― ¿QUÉ? ―gritó Livie antes de que siguiera hablando― ¿EN SERIO?

― ¡Por supuesto que es en serio mujer! ¿Por cuál mentiroso me tomas? ― le dije haciéndome el ofendido.

― ¡Marky! ― exclamó Livie lanzándose a sus brazos― ¡eso es genial! Oh, Dios, oh, Dios―estaba eufórica hasta que pareció recordar algo― oh, Dios―dijo ya algo menos emocionada.

― ¿Que pasa Livie? ―pregunté preocupado.

― Es que... Mark, mi papá no me dejará ir a solas contigo por más confianza que te tenga―manifestó.

―De eso no te preocupes― comenté con una sonrisa de autosuficiencia.

― ¿A qué te refieres?

―Me refiero―comencé diciendo― a que apenas Nick me hizo el ofrecimiento, hablé con tu padre y aunque al principio no estuvo de acuerdo, al final gracias a mis poderes de auto convencimiento logré persuadirlo y nos dejó ir―Livie lanzó otro gritito de entusiasmo haciéndome reír―pero hay una condición, cariño.

― ¿Y esa condición es...? – me incitó a que siguiera hablando al ver que me quedaba callado.

Sacudí la cabeza saliendo de mi estupor, me había perdido en su mirada, juraba que siempre que la veía con tanta alegría, me se perdía en sus ojos.

―Pues... dijo que, si tú ibas, nos llevábamos toda la carga con nosotros―al ver que ella no entendía proseguí―a tus hermanos Livie, nos debemos llevar a tus hermanos.

―Y me imagino que aceptaste―dijo ella aguantando la emoción, la verdad es que me llevaba muy bien con los hermanos de Livie, aunque Jacob, el mayor, había empezado la universidad el año pasado y ya no lo veía tanto como antes.

―Imaginas muy bien, cariño, es por...

No pude continuar porque Livie había lanzado un nuevo grito dándome a su vez un abrazo el cual, de la impresión por el mismo, hizo que me cayera de espaldas a la cama llevándola conmigo.

― Pero ¿qué está pasando aquí? ―preguntó mi madre entrando a la habitación― ¿Están discutiendo de nuevo?

―Solo le estaba explicando a Livie su regalo, Mamá― expuso sentándome de nuevo.

―Debe ser del tamaño del edificio por la magnitud de grito―dijo ella divertida.

Mierda, aun no le había dicho nada a mamá, así que me dispuse a cambiar de tema, pero antes de que cualquier palabra saliera de mi boca, Livie se adelantó yendo hacia mi progenitora dando pequeños saltos en el camino.

―Ya Mark me contó del viaje, Gloria no es para menos, ¿no crees?

― ¿Qué viaje? ―preguntó curiosa.

De un momento a otro la Livie feliz se había convertido en la doble de Emily Rose, girando su cuello casi ciento ochenta grados, si ya yo no hubiese estado tan nervioso por la reacción de mi madre, hubiese encontrado ese acto muy chistoso.

― ¿No lo sabe? ―preguntó Livie de manera acusadora.

―No―respondí tragando grueso.

― ¿Cual viaje, Richard Marcus Sanders? ―preguntó de nuevo mamá.

Doble mierda, me habían llamado por mu nombre dos veces en un espacio de cuarenta minutos, este era un nuevo récord.

―Pues, verás querida madre―comencé diciendo con persuasión― como bien sabes, Olivia cumplirá años el sábado y por tener que trabajar no podré asistir, por lo tanto, le propuse ir la semana entrante a Santa Mónica y pasar el fin de semana por allá, y antes de que lo preguntes―seguí diciendo rápidamente cuando vi sus intenciones de interrumpir―hablé con su padre y dijo que estaba bien, pero que iríamos acompañados de sus hermanos.

― ¿En serio? ―preguntó sorprendida.

―Si, Gloria―respondió Livie emocionada.

―Está bien, pero... ¿y qué pasa con la escuela? ― preguntó alzando una ceja― no pueden estar perdiendo clases si están terminando...

―Solo faltaríamos el viernes má, aparte aun no empiezan los exámenes finales y lo único pendiente que tendría serían las tutorías de matemática y le puedo decir a mi alumno para cambiarlas a cualquier otro día.

―Y yo solo dejaría pendiente un taller de lengua―explicó Livie―pero le puedo preguntar a mi profe si me lo puede adelantar.

―Bueno―dijo no muy convencida aun― ¿y cuando se irían?

Ciertamente mamá era fanática de las preguntas...

―Nos iríamos el jueves después de salir del trabajo―expliqué― Livie y sus hermanos me estarían esperando para arrancar y.…―dije adelantándome a otra pregunta―nos estaríamos regresando el domingo al medio día para evitar atascos.

Sorprendentemente mi madre no hizo más preguntas, solo nos dirigió una sonrisa extraña la cual Livie le había devuelto y yo sólo las miré extrañado… en realidad me dio miedo.

―Pues espero que la pasen de maravilla y me traigan algo bonito― mamá era la mejor aun siendo tan preguntona como era.

―Así será Gloria―dijo Livie pegando saltos de nuevo―Bueno, será mejor que me vaya―dijo dejando de saltar y dirigiéndose a la cama para proceder a ponerse los zapatos.

―Nos vemos mañana, cariño―se despidió mi madre saliendo de la habitación y dejándolos solos de nuevo.

Cuando Livie terminó de colocarse los zapatos se acercó a mi para abrazarme fuertemente.

―Ha sido la mejor sorpresa de cumpleaños que me hayan podido dar, Marky―me susurró en el oído.

―Pues será aún mejor cuando la sorpresa se haga realidad, Livie―le susurré yo a su vez, ella se separó luego de darme un beso en la mejilla y se dirigió al pasillo conmigo a sus espaldas.

―Dudo que pegué un ojo esta noche―dijo llegando a la puerta principal, yo solo la miré sonriente― Bueno... Adiós Marky y de nuevo gracias―y con eso cerró la puerta dejándome con la mirada fija en el infinito.

― ¿Cuándo serás capaz de decirle lo que sientes por ella, cariño? ― preguntó mamá apoyada contra el mesón de la cocina.

 Ella era la única que sabía lo que Livie significaba para mí.

―Posiblemente nunca, mamá―respondí volviéndome para mirarla a la cara.

―Yo no crie a un cobarde, Marcus―me reprendió mirándome fijamente.

―No es cobardía―respondí sabiendo que sonaba defensivo.

―Miedo pues―expresó en cambio.

―Es lo mismo, pero con diferente nombre, mamá―la miré divertido, pero al ver que no se amilanaba, no me quedó de otra que de sincerarme― bueno, está bien. Si, es miedo, tengo miedo de que las cosas cambien, miedo a que pierda lo único que me ofrece: su amistad, y tengo miedo a que se burle de mis sentimientos.

―Te sorprenderías de lo que esa muchacha te pueda responder al dar ese paso hijo―respondió ella misteriosa.

¿Acaso sabía algo que yo obviaba?

―Que va, mamá, lo que yo soy no es lo que Livie quiere.

―Si no le preguntas lo que ella quiere, obviamente siempre estarás haciendo suposiciones, Marcus.

―Bueno, de lo que puedes estar segura es que mis sentimientos se quedarán así, conmigo―con eso me dirigí de nuevo a mi habitación.

―Marcus―me llamó, haciendo que me detuviera, pero no me volví― tener miedo a lo desconocido es totalmente normal, lo que no es normal es que te dejes doblegar por él. Si no lo enfrentas, vivirás siempre con la duda del qué habría pasado si.

―Gracias por el consejo mamá, buenas noches.

Y sin más me encerré en mi habitación con la cabeza hecha un lío. Por lo visto, Livie no sería la única que no dormiría esa noche, aunque ella estaría exultante de felicidad y yo, lleno de conflictos.

Ella que estaría soñando despierta con el viaje, yo estaría teniendo pesadillas sobre ella diciéndome que me quería, pero solamente como amigo.

La vida es una mierda definitivamente.

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