Capítulo 4

Booke estaba nerviosa, no creyó en realidad que ese alfa  vería sus marcas en el brazo o que se preocupara por ella por  algo tan pequeño como eso. No culpaba al pobre guardia por  su falta de tacto, solo hacía su trabajo. 

—Respóndeme. —Hizo que la omega se sentará en el sofá—.  Estas marcas no se hicieron por la obra y gracia de Dios. 

—Ya te dije que no fue nada. —Pasó saliva en seco—. Me  estás lastimando —gimió adolorida, colocando su mano  encima de la de Nathan—. ¡Suéltame! 

—No hasta que me digas quién te puso la mano encima  sin mi permiso, muñeca. —Estaba realmente furioso—. Ya  que no me quieres decir, vete a la habitación y solo saldrás  cuando yo te diga que lo hagas. 

—No tienes por qué co

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