Capítulo 2

—Papá, no me hagas esto, te juro que me portaré bien...  Llegaré temprano a la casa, trabajaré, haré lo que sea, pero  eso no —suplicó arrodillada frente a él y con las lágrimas  saliendo de sus ojos. 

—Ya no me interesa nada de ti. —No le importaba el dinero  que su hija podría darle—. A ese hombre le debo mucho  dinero, así que te intercambié para salvar mi pellejo y el de  tus hermanas. —Sus ojos no mostraban arrepentimiento, al  igual que sus palabras—. Párate del piso en este instante y  camina —ordenó, levantándola del piso con brusquedad. 

Ella gimió de dolor por como su padre la arrastraba por  todo el pasillo del segundo piso hasta llegar a las escaleras  que estaban casi derrumbándose. Llegaron a la sala y éste  tiró a la omega hacia los pies del alfa, quien observaba la  situación con enojo. 

—Ya es suficiente, ya no es tuya, es mía. Así que ya no la  maltrates y mucho menos le pongas un dedo encima — advirtió  antes de ayudar a Booke a pararse del suelo. 

—Ya se pueden ir de aquí. Espero tener el dinero depositado  en el banco y que nunca nos volvamos a ver —comentó Mark,  y Nathan asintió. 

—No te preocupes, ya está depositado y también están los  boletos de avión hacia Wellington-Nueva Zelanda, así que si  no hay nada más que decir, nos vamos —explicó, agarrando a  la omega del brazo con un poco de fuerza, ya que no se quería  mover de donde estaban. 

Salieron de la casa y el alfa prácticamente metió a Booke de  manera brusca al carro.

—¡Nina! —gritó saliendo del carro por la otra puerta y fue  corriendo hacia donde estaba su mejor amiga; dejó a Nathan  con la mirada puesta en ella. 

Nina también era una omega y pasaba por una situación  similar en su casa, con la única diferencia de que su primo  era quien la acosaba: Luca Peter, un omega dominante, que  igualmente tenía mucho dinero como Nathan Anderson. Nina  siempre le había tenido miedo a los alfas al igual que Booke,  porque a ellas, al ser unas de las pocas omegas vírgenes,  los alfas solo las buscaban para marcarlas como suyas por  siempre, y así tener descendencia para su manada. 

—¡Booke! —gritó Nina abrazándola. 

—Oh, Nina, te voy a extrañar mucho —se lamentó, soltando  algunas lágrimas. 

—¿Y para dónde te vas? —preguntó con el ceño fruncido y  con voz curiosa. 

—Mi padre me vendió a ese hombre que está allí —señaló  con la cabeza sobre su hombro. 

—Tu padre es un hijo de perra —murmuró entre dientes. —Y no sabes lo que me espera. ¿Te acuerdas del hombre  que te dije que me veía de forma extraña? Es él —susurró. —Qué mal, amiga. Te voy a extrañar mucho. Nunca me  olvides —se entristeció y le dio un gran abrazo. Iba a seguir hablando, pero la omega fue arrastrada lejos de  donde estaba Nina, quien la miraba con lástima. Nathan entró al carro con el semblante serio y miró a Booke mal. 

—Espero que no se te ocurra escapar a donde te voy a  llevar, porque te irá muy mal, ni siquiera llegarás a pisar  la calle cuando ya te tendré en mis manos en menos de un  segundo —dictaminó serio y Booke asintió con temor—. Ya vamos, Liam. 

Liam encendió el carro y salieron de allí. Booke vio a su  amiga Nina parada frente a su casa con la mirada triste e hizo  lo mismo. Bajó la mirada y se puso a pensar en qué fue lo que hizo mal ese día para que todo el mundo la tratara de esa  manera. 

Booke sintió como el auto se detenía y levantó la vista, ya  que en todo el camino la mantuvo agachada. Vio el lugar en  donde estaban y sus ojos se abrieron más de lo normal. 

—¿Te gusta el lugar? Es donde vivirás conmigo —susurró muy cerca de su oído, logrando que ella diera un salto del  susto en el asiento. 

—Me da igual —expresó con indiferencia. Se había dicho a  sí misma que sería fuerte mientras estuviera en esa casa. Nathan gruñó y la volteo con agresividad. 

—A mí me respetas a las buenas o a las malas, tú decides...  Ya llevas una, a la segunda no respondo —le ordenó serio y  Booke rodó los ojos. 

—Haga lo que quiera, me da lo mismo; usted nunca me  tendrá en su cama, si es lo que quiere de mí, si no me tuvo  hace dos años, menos me tendrá ahora —contestó del mismo  modo con el que Nathan le habló. 

—Eso lo veremos... A las buenas o a las malas, tú serás  mía —dictaminó soltándola de manera brusca Liam abrió la puerta, Booke salió del carro y esperó a que  el morocho saliera. Lo vio hacerlo con elegancia en su paso y  eso provocó que rodara los ojos. 

—Si vuelves a rodarme los ojos, recibirás un castigo —sentenció  agarrando la mano de Booke—. Y no te apartes de mí, aquí  son muy folleros mis trabajadores —mandó sujetando bien  la mano de la omega. 

— ¿Más que tú? Lo dudo —inquirió en un pequeño susurro. Comenzaron a caminar hacia la gran casa, que estaba  custodiada por muchos hombres de diferentes edades. Booke se sintió chiquita porque esos hombres le estaban  viendo el trasero, así que se acercó más a Nathan y lo abrazó por uno de sus brazos para que nadie se le acercara. El alfa se rió al ver cómo la omega lo agarraba del brazo con  un poco de fuerza.

—Te dije que no te apartaras de mí —bromeó. 

—Solo lo hago porque ellos me miran extraño —susurró, y  Nathan rió con ganas. 

—Te dije que son muy calientes y más si tú eres una omega  virgen, que no son muy vistas por estos alrededores —le hizo  una seña a los trabajadores que estaban en la puerta. 

—Ya me di cuenta de eso, ellos me miran como si me  quisieran tragar. —Hizo una mueca. 

—Pero ellos no te harán nada, tú eres mía —le explicó con  una sonrisa de satisfacción y Booke rodó los ojos—. No me  ruedes los ojos o te irá muy mal. —Terminaron de entrar a la  casa. 

—Y yo te dije que no soy tuya —le respondió de mala forma. —A mí no me importa lo que tú pienses, eres mía desde  que te vi cuando tenías dieciocho años, desde el momento  que te abracé, desde el momento que puse mis manos sobre  tu cuerpo, así que acostúmbrate, amor mío, porque en unos  días serás mi esposa. —Se pasó la lengua por los labios—. En  un rato vienen por ti para llevarte a comprar ropa, ya que no  tienes —bramó con los ojos oscuros por el coraje que sentía  porque la omega no le decía que sí en nada. 

—No me voy a casar con usted, apenas tengo veinte años y  ni siquiera me ha llegado el celo. De la única forma que dejaré  anudarme por ti, será cuando en la tierra se hayan extinguido  todos los alfas, y si eso sucede, primero me mato —espetó  seria y Nathan se acercó a ella. 

—Eso está por verse —contestó antes de darse la vuelta y  salir de allí, dejando a Booke con los brazos cruzados. 

... 

Booke caminaba por los largos pasillos del centro comercial,  viendo con bastante interés la ropa, los zapatos y las joyas  que había en la vitrina. Se detuvo al ver una cadena de oro  con un con dije en forma de ángel 

—Cómprala —la voz de Liam casi le da un paro cardíaco.

— Ya sería abusar, ya bastante tengo con toda esa ropa  que llevaste a la camioneta —respondió negando, pero aún  viendo la cadena— y con la que faltan por comprar . 

—Y eso que te tuve que obligar a comprar esa ropa —bromeó  y la omega le siguió. 

—No eres igual a los betas que conozco, todos se le tiran  a las omegas de sus alfas —comentó mirándolo fijamente, y  Liam subió una ceja. 

—Al fin admites que eres la omega de Nathan —rió y ella se  sonrojó. 

—No quise decir eso, olvídalo. —Booke miró al piso y otra  vez hacia la cadena, y suspiró. 

—Ven, vamos a comprar la famosa cadena —insistió  entrando con Booke o, mejor dicho, arrastrándola. Después de comprar la ropa que faltaba, la omega deseaba  darse un baño, ya que no se había duchado desde que salió  del instituto en la mañana y ya era un poco tarde. —Liam, ya me quiero ir. —Tomó uno de sus brazos. —¿Ya te cansaste? —preguntó y ella asintió—. Ven, ya  vámonos. Aquí hay muchos alfas muy poco agradables y a ti  no te han marcado. 

Liam entró las bolsas en la parte de atrás de la camioneta,  luego se subió y vio que la omega se había quedado dormida.  Negó con la cabeza al recordar la reacción de Nathan y de  Booke después de dos años sin verse. 

...

—Booke, ya llegamos —dijo Liam, moviéndola un poco y  Booke abrió los ojos de golpe. 

Se bajaron de la camioneta y a ellos se acercaron unos  sirvientes a tomar las bolsas y llevarlas a la habitación de la  omega. 

Booke caminó con Liam hacia la casa y luego de entrar a  esta, vieron a Nathan sentado con una copa de whisky en la  roca en la mano.

—Veo que se divirtieron —comentó sin mirarlos. —Quiero darme un baño —anunció Booke, evitando lo que  Nathan había dicho. 

—Liam, llévala a la habitación en la que va a dormir. Booke frunció el ceño. ¿Desde cuándo se comportaba de  esa manera? 

Liam subió las escaleras junto con la omega hasta que  llegaron a una habitación bastante grande. Booke le preguntó  al beta de quién era la habitación, pero se quedó callada al  darse cuenta de que ya no estaba junto a ella. 

Suspiró cansada y se acercó al gigantesco clóset; abrió las  dos puertas y se encontró con demasiados trajes y su ropa  no la veía por ningún lado, así que decidió adentrarse más  y se sorprendió mucho al ver que era bastante amplio y con  suficiente espacio. Su ropa todavía estaba en las bolsas, y  decidió en ese momento organizarla y ponerla donde iba  cada prenda... 

Media hora después terminó de guardar todas sus cosas. Tomó un pijama que compró junto con unas bragas y entró  al baño, que también era grande. 

Salió del baño con una toalla enrollada en su cuerpo, se la  iba a quitar, pero dio un grito del susto cuando vio al alfa  en bóxer sobre la cama, mirándola fijamente con el ceño  fruncido y el labio inferior entre sus dientes. La miraba de  una forma sensual que ella sintió que iba a morir. 

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó con enojo en su  voz. 

—Yo duermo en esta habitación —respondió. 

—Ya veo. Con razón se me hacía bastante extraño que me  diera esta habitación para mí sola —expresó con los ojos  entrecerrados. 

—¿Ya ves? Vamos a dormir juntos —explicó levantándose  de la cama y caminando hacia la omega—. Te ves muy caliente  mojada

—suspiró bajo y Booke retrocedió chocando con la  puerta del baño.

—Yo, hm… me voy a cambiar —balbuceó nerviosa y  buscando la perilla del baño con su mano. 

—¿Por qué lo harás? Si así te ves follable —preguntó antes  de atacar sus labios en un beso salvaje que hasta el aliento le  quitó a la omega. 

Booke intentó alejar a Nathan de su boca, pero no lo logró.  Le daba golpes en sus brazos y el pecho, pero no conseguía  quitárselo. 

El alfa se mantuvo firme, en ningún momento se separó de  ella, ni cuando sintió los débiles golpes que ella le daba. Sujeto  sus manos sobre su cabeza para que esta dejara de golpearlo. 

Booke no pudo más y se dejó llevar por las sensaciones que  experimentaba. Él pasó su lengua por el labio inferior de la  omega y ella lo dejó entrar sin ningún tipo de problemas. Las  manos de Nathan fueron dejando libre las de ella. 

El alfa comenzó a acariciar el abdomen de la omega, hasta  que llegó al nudo que tenía la toalla. La mente de Booke hizo  un clic y se separó de él abruptamente. 

—Yo no soy tuya —le gruñó antes de entrar al baño, él se rió. —Eso lo veremos. En unos días te haré mía y será el día más  esperado para los dos. 

—¡Eso está por verse! —gritó totalmente furiosa, desde el  interior del baño. 

—Eso mismo, ya lo veremos, mejor ven a dormir conmigo,  porque de esta habitación no saldrás —le ordenó apartándose  de la puerta. 

La omega salió ya vestida con el pijama y se dirigió hacia la  cama donde estaba el alfa acostado. 

—Si te acerques, no respondo —advirtió sería. 

—No te voy a tocar... No hoy —confesó dándose la vuelta y  dándole la espalda a la omega. 

Booke comenzó a llorar en silencio, se preguntaba qué fue  lo que hizo mal para que su padre la haya vendido como una  simple cosa. Pero lo que más le dolía era que no vería más a  sus hermanas ni a su madre.

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