Capítulo 2 ¿Quién es él?

—Pablo, que bueno que estés aquí, ya saldrán tus pupusas, o lo que quieras ordenar —interviene mi madre mirándonos.

—Si, quiere 3 pupusas de frijol con queso, con un baso de cebada —le respondo sonriendo.

—¿Por qué no tienes la libreta para anotar la orden de Pablo? —Pregunta mi madre intrigada.

—Si, tienes razón, la deje adentro de la casa en la mesa, pero se me quedo lo que me dijo Pablo, las anotare y las pasare, yo hare más licuados con Paula, querida madre —me retiro, y le indico con mi dedo a Pablo que se siente en la silla.

Entro a la casa que estamos alquilando, me meto a la cocina, y parece escuchar voces familiares así que me dije a mi misma ¡Martina y Enzo!.

La voz viene de arriba, subo las gradas, y veo que una de las puertas está cerrada, y pues me acerco y pongo mi oreja en la puerta para saber que están diciendo.

—La verdad no puede salir a luz, imagine sale, que va a pensar de nosotros, y no puedo creer que Simón quiera algo contigo, se que fue amor de juventud, pero eso fue hace siglos, fue antes de que me eligieras a mí.

Él no tiene por qué enamorarte y hacerte esas cosas, el no tiene nada que ver, y esta bien que le hayas dicho que tu ya estabas casada conmigo, y ahora no se que haremos con Paula y Lucia, son tan pequeñas, aun que su mente no lograría entender muchas cosas, mi madre consiguió lo que quería cuando tú y yo éramos jóvenes te acuerdas, siento que ellos intervinieron en nuestras decisiones, me siento realmente mal —le responde Enzo.

—Lo, se nuestros padres son difíciles, y hasta la fecha no me perdonan, y encima, no creo que ellos estén felices ahora, que ya se enteraron de la verdad—responde Martina.

—No, se uno de joven es arrevesado, la verdad que no se, es bien complicado, todo esto, espero resolverlo 3 años después, hay que dar 3 años, para que todo llegue a la normalidad, se despejen dudas, y bueno vamos a ayudar con las pupusas, recuerda que hay que pagar la Universidad de las niñas, reunir el dinero, para que sigan con la educación —responde Enzo.

Esto es extraño, que secreto, es el que no pueden contar, mejor me despego de la puerta y me bajo las gradas rápidos, antes que ellos abran la puerta, y se enteren que estoy espiándoles.

Bajo las gradas rápido. Para preparar la cebada, 4 minutos después salgo y veo a Pablo esta aun allí, sentado en mesa, cabe destacar que ya hay más clientela, mi corazón late fuerte, me acerco más a él, llego a al mesa y le doy su cebada, el me ve con ojos tiernos, en mi rostro se dibuja una sonrisa para él, alzo la mira y veo que alguien está viéndome como si fuera a tragar literalmente, con una mirada muy peligrosa en sus ojos.

El se acerca a mí.

—Buenas ¿Cuántas pupusas va a querer? —Pregunto seria.

—No, tienes que ser seria conmigo, si tenias otro chico, me lo hubieras dicho en la cara, no que me rompes el corazón, con el que no me llega ni a los talones, se te olvido que sin tu panty me bailabas bajo la luna, pensé que era el chico por el que suspirabas todos los días, no sabia que estabas tan quebrada de dinero, como para estar trabajando de mesera en una pupusería, no sé porque no me hablas claro, mira Milena, sé que cometí errores, pero me los perdonaste, y dijiste que yo era el amor de tu vida, y no vengo aquí, solo para darme cuenta que ya estas suspirando por otro chico, de la noche a la mañana, yo pensé que el beso, y el baile bajo las estrellas, te haría entender que soy el único, por el que sonríes, vives, y se supone que soy tu oxígeno, ayer no parabas de besarme, y no entiendo que paso, quiero tu respuesta sincera —me dice con tristeza.

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