Capítulo 4 – No todo lo que brilla es oro

Qué equivocado estaba al pensar que esa ella podría ser un ángel, la mujer no paraba de hablar y ya le estaba dando una jaqueca de los mil demonios, ¿es que no se daba cuenta de que él no estaba en condiciones de protestar siquiera?, apenas si podía mantenerse consciente, le estaba sermoneando sobre las razones por las que debería mantenerse en la cama, como si fuese un niño al que tenía que regañar por la desobediencia, él podría no recordar su nombre pero estaba seguro de que ya no era un niño, y algo en su interior le decía que no estaba acostumbrado a recibir sermones de nadie.

- Basta! —se quejó —ya me zumban los oídos

- Lo siento —dijo al darse cuenta de su expresión de dolor — pero el doctor Sullivan fue muy específico sobre los cuidados que deberías tener, debo certificarme de que cumplas con las indicacion

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