Su boca carnosa

 Pablo se acerca más a mí, mi ritmo cardiaco incrementa, mi sangre recorría mis venas sintiéndose en mis oídos.

Se acerca mucho a mí, yo me quede sin entender nada, y el se acerca mas a mi boca, es evidente que él quería darme un beso, pero yo me espante, meto las manos suavemente, sintiendo sus pectorales, que por cierto eso detono una electricidad en mi cuerpo.

Sabia que si mis padres entraban por esa puerta me matarían, si se enteran de que me gusta un chico.

—Linda, tranquila, si yo fui quien te acogió entre mis brazos y te vine a dejar a la enfermería, mi novia no estaba, se fue enojada sin mí, y yo te busqué y decidí llevarte entre mis brazos —me dice con una voz muy dulce, sintiendo su suspiro en mi oído.

Pablo se despega de mi cuerpo, y solo me observa.

—Gracias, salvaste mi vida nuevamente —le digo mirando su iris de sus ojos, esos ojos azules que parecen el mimo océano perdiéndome en su mirada.

—Lo haría mas de mil veces linda, me gustan tus camanances —me dice Pablo sonriendo, viéndome con una mirada seductiva.

Pablo se retira y se queda en la puerta, saluda a mis padres, y yo me quede atónica, quería decir que ya conocía a mis padres.

Mis padres aparecen acercándose más a la camilla donde estoy, me dan un fuerte abrazo, pero no sabía realmente que quería decirme Marta y Enzo.

Poder abrazarlos a mis padres y saber que lo que tuve solo fue un pesadilla, me hacia sentir bien.

—Mi hija querida, me alegro de que estés despierta —escucho la duce voz de mi madre.

—Me tenías preocupada hija, se puede saber ¿Por qué no desayunaste? —Pregunta mi padre con voz suave.

—Eso quiero saber yo tambien —responde mi madre con una voz peculiar, pero a la vez algo insistente en su voz.

—Tuve otro accidente, casi me mata un carro y salió volando mis cosas, y allí pues se me olvido comer, del susto igual, no me dio apetito y bueno lo olvide por completo —le respondo mordiéndome un dedo.

—Deja de morderte el dedo hija —me responde mi madre.

—Lo siento —le respondo dejando de mover mis dedos.

—Gracias por todo, pero vámonos a casa, si ya no hay nada más que hacer en la enfermería, supongo que ya la revisaron completa —responde mi padre mientras sus ojos se dirige a la enfermera.

—Ya se la puede llevar a la casa —responde la enfermera, retirando la aguja donde iba introducido el suero, esa aguja grande que estaba en mi vena.

No hay cosa peor que tener una aguja en la vena, duele hasta el alma, hasta los poros de mi piel.

Mi hermana paula se acerca a al puerta, me saluda con su mano mientras toma un licuado, en su otra mano tambien está el otro licuado, supongo que era para mí, supongo que tambien es licuado.

Paula me mira, me estoy acercando a mi hermana, y ella me da el licuado, yo de ilusa pensé que era licuado, cuando lo pobre era café, ese sabor rico a café, yo amo el café, soy adicta al café, pero mis papas no quieren que tome café, eso seria arruinarme los huesos, se llegan a enterar me matan.

Mi madre agarro mi café, pensando que era licuado, y cuando se entera de que es café se me queda viendo.

—Niña porque esta tomando café, esto es malo para salud, y usted Paula que o la ayuda, tambien eso es malo para usted, me imagino que ese tambien ese es café —respira mi madre profundamente.

—Madre tiene azúcar es bueno para los bajones de azúcar —respondo suavizando su molestia.

—Solo porque tiene azúcar les dejare terminar el café —me responde mi madre mientras me da a un beso en la mejilla igual que a mi hermana.

Mientras caminamos, paro un momento y volteo a ver para ver si Pablo esta en la esquina viéndome.

Volteo para ver, mis ojos buscando a Pablo.

Y allí esta el guapo de pectorales fuertes, viéndome, mis ojos se pierden al instante, su mirada y esos ojos azules que matan hasta mis entrañas, yo suplicaba dentro de mi que me hiciera la última mirada seductiva.

Miro su iris azul, Pablo hizo un movimiento que jamás olvidare en mi vida, primero me guiño y luego sus parpados bajaron, y subieron lentamente, me dejo en la luna, viendo estrellas.

Desconecte mi mirada con la de él, y seguir mi camino, mi hermana Paula, creo que se dio cuenta de lo que paso, pero mis padres no, espero que me ayude a guardar ese secreto de que el chico me gusta.

Estábamos sentados en la banca esperando el bus, bueno en mi mente pensé que sí, lo cual me dio ansiedad, si tomamos el bus puede pasar lo que paso en mi pesadilla, y no quería eso.

Mi ansiedad incrementa, moviendo mis dedos sin control, Paula intenta calmarme, mis padres notan mi ansiedad y deciden intervenir.

—Hija calma —responde mi madre con voz suave.

El autobús aparece y agarro el vestido de mi madre suplicando entre lágrimas.

Mi voz estaba entre cortada del trauma.

—Madre no podemos subir al autobús, moriremos allí, dime que no nos iremos, no me quiero subir, padre no me quiero subir, vamos a morir, por favor, usemos un taxi mejor —respondo con ansiedad, entre lágrimas, no había nada que podía calmarme.

Mi hermana agarra mi cintura y intenta arrullarme entre sus brazos, la gente me miraba como loca, mis padres preocupados por mí, yo hiperventilaba, literalmente no estaba escuchando nada de lo que me decían, es como que me encerraba en mi propia ansiedad, que no me dejaba respirar.

La gente me veía como loca, y yo no sabía cómo controlarme.

—nos iremos con tu tía en carro —me susurra mi padre mientras me abraza fuerte.

Yo estaba muy nerviosa, cuando veo una moto color roja, parqueándose en la acera, no podía ver la cara del tipo, con casco, lentes, guantes.

Se acerca mas donde esta mis padres, se quita el casco.

Y descubrir que era Pablo, soy yo o me estaba siguiendo, yo aun estaba entre lágrimas, intentando controlarme, pero no había nadie que pudiera controlar mi ansiedad.

—¿Qué paso? —Pregunta Pablo con esa dulce voz que tranquiliza.

—Vio el autobús y se puso a decir cosas extrañas y ya le dijimos que en autobús no nos iremos, si no que, con mi hermana, que en este caso es su tía, pero no se que pasa, ella no se controla y esta temblando —responde mi madre nerviosa.

—¿Puedes ayudarle? —Pregunta mi padre desesperado.

—Ayuda a mi hermana —responde mi hermana afligida.

—Si, se trata de que tiene un ataque de ansiedad, se cómo tratar esto, ya he tenido experiencias así, deje que le ayudare y le daré algunos consejos de como calmarla responde Pablo.

Yo si podía escuchar la conversación de ellos, pero estoy tan bloqueada del cerebro.

Pablo se sentó atrás mío, toco mi cintura me sujeto suavemente de mis manos, el contacto de sus manos hizo que mi cerebro se relajara, y el en mi oído me susurra.

—Cierra tus ojos, pon tu cabeza en mi pecho suavemente y visualiza que estas en un jardín con flores y que tus manos tocan esas flores, y que cerca de ti hay una mar de cristal, el aire pega en tu rostro, y que hay paz, y piensa el algo lindo, trata de visualizar que quieres que aparezca en ese jardín donde estas, siente el aroma a perfume, relájate, no pienses en nada mas solo en el silencio, y el sonido de los pájaros —le escuchó atentamente, su voz suave, lento y seductivo, música para mis oídos.

Hice lo que Pablo me indico y me siento bien, se fue mi ansiedad, abrí mis ojos y nuevamente era yo, y si siente rico ese toque especial que Pablo me hizo en mi espalda, sin que mis padres se dieran cuenta.

—¿Cómo te sientes? —Me responde el guapo con esa voz suave que desnuda mi alma, con el puedo ser vulnerable.

—Bien, sin ansiedad —respondo suspirando, casi me derrito en su boca.

—Come de esto en el camino te ayudara, son cerezas, en esta bolsa hay suficiente para que comas, azúcar es bueno para los bajones de azúcar —me responde moviendo sus ojos, entregándome la bolsa de cerezas en mis manos.

—Gracias —respondo sintiéndome atraída por Pablo.

Mi ojos casi hablan por sí solos.

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