El amor baja hasta el estomago

Aturda apenas recuerdo, tardo unos segundos en contestar, hasta que por fin dejo de ver tan nuebloso y recuerdo mi nombre.

—Si—respondo.

—¿Cómo te llamas? —Insiste en la pregunta.

—Lucia —respondo ahogada con la garganta seca.

El me da un poco de agua para poder beber, mientras veo  esos ojos que me derriten.

Se supone que yo preguntaría como se llama el, pero no me dio energía para hablar mas ya me estaba mareando.

Agarro mi cabeza, tumbada en el piso del pasillo de la Universidad, porque su presencia hace que pierda los estribos, mareándome, solo de verle, y yo me prometí, no enamorarme de él. Pero eso es inevitable.

—Tranquila linda, no te me vayas a desmayar —me agarra de mi cintura.

Por un momento no se que paso conmigo, supongo que me desmaye, de la emoción, cuando sus manos se pusieron en mi cintura, me saca suspiros.

Abro mis ojos y aun estoy en sus brazos que nervios.

—Respira conmigo, respira una y otra vez, suave y lento, respiraras 5 veces, solo sígueme, en la respiración, no quiero que te desmayes otra vez —me dice con voz de preocupado.

—Respirar como quieres que respire, si me quedo sin aire —le digo con voz apagada.

—¿Sientes que no puedes respirar? —Me Pregunta.

—Me cuesta respirar, o se me olvido como se respira —le respondo mirando el iris de su pupila dilatada, ese brillo de sus ojos, con eso puedo sacar un poema.

—Hermanita es fácil respirar, no me digas que te quedaste sin memoria ¿Si sabes quien soy yo verdad? —Me pregunta mi hermana.

—Si, se quien eres hermanita, te llamas Paula —le respondo.

Alguien se acerca, y agarran la cintura de mi hermana Paula, yo quedo sorprendida.

—Encontré el hielo, para ese chichón —le responde el desconocido a mi hermana que se queda embobada por él, desconocido.

El intenta incorporarme en la pared a manera que mi espalda quede bien, me sopla, para darme aire, todo un divino, quiere saber cómo estoy, y si me siento bien, que lindo, se ve haciendo todo eso, y me da un poco de agua, y saca de su mochilas una bolsa de cerezas, a mi no me gustan, pero no se que quiere hacer el con esas cerezas, ¿Me las dará o quizá se las comerá el?.

—Respira, ¿Te sientes mareada? —me pregunta con preocupación en su rostro.

—Un poco mareada si —le digo mientras mis mejillas se calentaban, estaban rojas como un tomate, eso ya los sabia.

El saca la bolsa de cerezas, y a mí que no me gustan, pero si el me ofrecía es obvio que yo le ayudaría.

—Abre un poco tu boca, no te muevas mucho, te meteré una cereza en tu boca para que te al comas, por si tienes bajón de azúcar, no quiero otro desmayo seguido de otro desmayo, o tendré que darte oxigeno —me dice con voz sexy y suave.

Yo solo veía sus labios, que me vuelven loca.

—ok —le dije mientras abría un poco mi boca, y el metía la cereza en mi boca, la mejor experiencia que estoy sintiendo, el toque de su mano.

Algo en mi cambio en mi cuando el mete la cereza en mi boca, con que delicadeza.

Tengo mi cereza introducida en mi boca y me hizo bien, nunca imagine que el fuera tan atento.

El no paraba de verme, pude observar, que él hace ejercicio, tiene un cuerpo muy lindo, es fuerte, guapo, pude observar su reloj de muñeca, se nota que es rico, empecé a observar sus zapatos, la ropa, su bolsón y todo, pero el tiene un carisma, que me gusta mucho, incluye sus ojos, su mirada, y la forma en la que acaricio mi cabello anteriormente.

—Me llamo Pablo, mucho gusto Lucia —Me mira, sus ojos se posicionan en mi boca, y yo quede más fechada que nunca.

—Bonito nombre —le digo mirándole y perdiendo mis ojos en él.

—Gracias —le digo nerviosa.

El me lanza una mirada un poco seductiva como de atracción.

Una mujer y los paramédicos salen corriendo para verme, la catedrática se puso nerviosa, ella literalmente se agacha y yo no entiendo nada, el catedrático tambien se agacha y me están viendo y yo estoy muy confundida por esa actitud.

Los paramédicos me empiezan a revisar, y me siento tan extraña, la mujer catedrática, acaricia mi cabello, y el catedrático me dice que todo estará bien.

—Se siente mareada —responde uno de los paramédicos.

—No, ya me siento mejor —respondo mirando la cara de aflicción de los catedráticos, que no se iban.

—Di la verdad, porque si te sientes mal, podemos llevarte donde el doctor —me dice la catedrática afligida, me da un abrazo, y acaricia mi cabello, solo veía que sus ojos son casi igual que los míos, peor sigo aturdida.

—Este es tu oportunidad, para decir la verdad, tu salud es importante, las clases no valen, si tu salud esta mal —responde el catedrático.

—Solo me duele un poco la espalda —respondo un poco nerviosa.

—Te pondremos algo para el dolor —me responde un paramédico, mientras me inyecta un calmante, para el dolor de mi espalda.

—Y lo de la convulsión que tuvo lucia ¿Es peligrosa? —Pregunta Pablo.

—Puede ser alguna reacción del cuerpo, pero tienen que vigilarla, cualquier síntoma extraño, tienen que consultar con un doctor de cabecera —responde el paramédico.

—Ok, yo estaré pendiente en estas horas para ver como esta Lucia —responde la Catedrática.

—Espero tengas el numero de contacto de tus padres para llamarle y que tambien estén pendiente de ti —responde el catedrático.

—Yo tambien estaré pendiente de mi hermana —responde mi hermana secándose las lágrimas.

—Ok, que tengan un buen dia, y cuidado que la tormenta esta fuerte —responde el paramédico retirándose.

—¿A que hora terminan tus clases? —Me pregunta la catedrática.

—Terminan a las 9:30 A.M. de la mañana.

—¿Estas segura que te sientes bien? —Me pregunta el catedrático con preocupación.

—Si estoy bien —le respondo mirándole a los ojos.

—Deje de hacerle preguntas a mi hermana, ya nos queremos ir al salón — responde mi hermana Molesta.

—Está bien, quiero ir al salón, para recibir mis clases — me paro, Pablo me agarra de la cintura, ese toque es irresistible, lo miro a los ojos.

—Estoy bien Pablo —respondo con una sonrisa.

Miro que una chica se acerca con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa contigo? —Pregunta la chica molesta y con ceño fruncido.

—La ayudaba a pararse.

—Nadie se ha muerto, la chica esta bien, no entiendo que haces aquí, llevo casi 1 hora esperándote en el salón, que piensas que voy a quedarme sola en mi primer dia de clases de la Universidad te recuerdo, que entramos juntos, y no es justo que me ignores, yo soy tu novia, necesito atención, suelta su cintura por favor —responde la chica furiosa.

—Me tengo que ir, que te mejores Lucia —me dice mientras espera que le diga algo.

—Gracias pablo —respondo nerviosa.

Pablo se retira con su novia y a mi se me van las esperanzas y me pregunto debí suponer que los chicos guapos ya tienen novias, siempre es así, el guapo es el primero que se queda con la chica guapa.

Mi cara de disolución, y mi corazón se sentía por un momento triste.

Los catedráticos se me acercan y mi hermana me mira.

—le vamos a acompañar a sus salones, conocemos esta universidad, como la palma de nuestras manos —responde la catedrática.

—Estamos para ayudarles —responde el catedrático.

Tanta atención me estaba volviendo loca, Paula estaba nerviosa igual que yo, ni ella ni yo entendíamos que pasaba, porque los catedráticos estaban ayudándonos, somos desconocidas para ellos.

Tenemos un aura supongo que les caímos bien.

—Gracias —contestamos al mismo tiempo mi hermana y yo.

Un joven se acerca dónde está mi hermana.

—Paula, ¿Me permites acompañarte al salón? —Pregunta el joven misterioso.

—¡Santiago gracias, por todo y por salvarme los catedráticos, nos llevara al salón —responde mi hermana viéndole a los ojos quedando literalmente perdida.

—Esta bien lida —responde el joven Santiago retirándose del pasillo,

Nos fuimos al salón, los catedráticos me señalan el nuevo salón donde me toca mi clase, nos despedimos.

Paula esta viendo a un chico, sus ojos se pierden en la boca del chico, y yo por mi parte, me di cuenta cuando entré por la puerta vi a Pablo con la chica, mi corazón aun late fuerte, ese sentimiento que todos sienten cuando se enamoran, esas mariposas en el estómago.

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