CAPÍTULO VI

Las clases de religión se habían convertido en un insaciable juego de miradas entre Jace y yo, aunque la mitad de las veces era yo tratando de no sentirme intimidada con su mirada.

«Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré

Alabaré a mi Señor

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré

Alabaré a mi Señor

Juan vio el número de los redimidos

Y todos alababan al Señor

Unos cantaban, otros oraban

Y todos alababan al Señor

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré

Alabaré a mi Señor

Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré

Alabaré a mi Señor

Todos unidos, alegres cantamos

Glorias y alabanzas al Señor

Gloria al Padre, gloria al Hijo

Y gloria al Espíritu de amor

Alabaré, alabaré, alabaré,

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