Capítulo 9

Esto no puede estar pasando ¿Cómo es que Victoria es una Dankworth? ¿Cómo? La mirada interrogante de todos estaba encima de mí. No es de extrañarse que eso pase, me levante como un loco enfurecido y termine saliendo de la cocina.

No pude ver a Victoria. Se supone que eso no me tiene que afectar, pero ese Clan siempre ha buscado la forma de asesinarnos a nosotros tanto como en el caso a los vampiros, o en este momento la familia de  Victoria.

Es decir, tengo que lidiar con un montón de vampiros imbéciles y además con un montón de lobos que son el doble de imbéciles que los vampiros del Clan.

 Nunca en mi vida pude imaginar que la mujer que está aquí, en mi casa, sea parte de esa familia, ella es complemente diferente a cualquiera de todos los que hemos vistos a lo largo de los años. Es por eso que su padre la quiere cuidar, ella no sirve para estar en el Clan, pero aunque ella renuncie no lo vale.

La única forma de renunciar a ser la líder es muriendo y por lo visto, es lo que están tratando de realizar. Soy un maldito imbécil, Imbécil. Tal como ella siempre me dice, se supone que la debo proteger.

-Proteger- mi lobo habla pero quiero ignorarlo.

-Es un trato ¡Maldición!- grito y goleó la pared de la oficina en donde estoy encerrado. - ¡Maldita sea mi padre! Y el día en que me  metió en esto-

Mis bramidos son fuertes pero sé que nadie tiene el derecho de interrumpir en mi oficina y menos cuando estoy queriendo quitar y lanzar los marcos de las ventanas a la lejanía de los árboles.

-Ella puede- gruñe mi lobo.

-¡No! Ella no- digo molesto.

-Ella si puede entrar y no haremos nada contra ella- mi mandíbula se aprieta y sé que esta desajustada, no he podido dejar de apretarla desde que me entere de todo este desastre. Desde el inicio hasta ahora.

Mis ojos se cierran y puedo olerla –Ella viene- murmuro y mi lobo gruñe de satisfacción, ella me está buscando y yo quiero ser encontrado por ella -¡Joder! ¿Qué me pasa?-

-Andrew- su voz es suave y siento como mi propio interior está derritiéndose. Es como si el sol golpeara fuerte al hielo y este solo quiere caer en gotas alrededor.

-Victoria- mi voz se suaviza, no quiero asustarla. Mi actitud junto a ella cambia siempre, soy un maldito arrogante que la hace sacar de quicio, pero también quiero ser el maldito imbécil que ella siempre busque para cuidarla.

¿Qué estoy diciendo? Tengo que hablar con Christine y Christopher, tengo que saber exactamente qué es esto que ando sintiendo cada vez que Victoria está a unos kilómetros de mí.

Sus pasos son suaves, su mirada esta agacha pero aun así está delante de mí –Lo siento- suelto aquello, ella alza su mirada y niega –No debo actuar como el imbécil, hago honor a tus palabras- la veo hacer una sonrisa. Mis labios la imitan y camino hacia su espacio. Necesito saber si ella me acepta tan cerca como quiero tenerla siempre.

-No es tu culpa- ella murmura y su mirada cae con la mía –No sabía eso hasta hace varias noches antes cuando mi cumpleaños 200 llego- mis manos se alzan y estoy debatiéndome entre posarlas en sus brazos, hombros o dejarlas a mis costados. Siento que están sudadas y tengo vergüenza de tocarla así pero es como si mi instinto estuviera actuando.

Las alzo esperando que ella me golpee el pecho y me lo rasgue, pero la atraigo hacia mí y la abrazo por los hombros.

-Lo siento, Victoria- murmuro con mi barbilla apoyada en su cabello –Por lo que estás pasando- mi barbilla se frota en su cabello como queriendo tener su olor encima de mí.

-No es tu culpa, ya te lo dije- ella enrolla sus brazos en mi cintura y mi lobo aúlla en mi interior. Pero como todo con ella no dura demasiado. Ella se aleja rápidamente y puedo ver de nuevo su barrera subirse.

-Victoria- quiero alcanzarla pero ella va hacia el otro lado, un bufido  sale y ella me mira directamente.

-Tengo que irme de aquí- sus  brazos se alzan y puedo ver de nuevo la furia en sus ojos amarillos.

-No puedes, tu padre me encargo cuidarte ¿Tengo que encerrarte de nuevo?- el rojo cubre sus ojos cuando digo eso de nuevo. Su pose desafiante dice mucho y yo estoy en ataque. Ella puede estar dominando una parte de mi vida que realmente desconozco, pero si me toca batallar para tenerla a mi lado sana y salva, lo hare.

-No harías eso de nuevo- ella no aparta su mirada de la mía.

-Pruébame- digo querido dejar claro mi punto, no quiero herirla pero no está ayudando demasiado.

-Necesito estar con mi padre-

-¿Y morir?- bramo esa confesión que la está dejando helada -¿Es lo que quieres? ¿Morir? Victoria, no eres una niña para no entender lo que está ocurriendo a tu alrededor- mi molesta está a tope.

-No eres nadie, eres solo el imbécil con el que mi padre hizo un trato- este trato me está hartando.

-Imbécil o no, estas aquí- alzo mis brazos –Y aquí es donde estarás- salgo a zancadas largas de la oficina hasta llegar a lo que es la cocina.

Todo es silencio mientras me miran entrar seguida de una mujer furiosa detrás de mí.

-¿Cómo es que siempre la hace enojar?- murmura la pregunta Christine y la fulmino con la mirada.

-¡Eres un cabrón!- me giro con la mirada de todos junto a nosotros. Ella está lista para rasgar mi carne y yo estoy listo para hacerla rogar por eso.

-No me importa- me acerco y dejo mi nariz casi tocando la suya. Mis ojos negros no se apartan de sus rojos.

Mis manos la agitan desde sus brazos y ella quiere soltarse pero en medio de este desastre el timbre es tocado. Mi cabeza es alza dejando cerca de ella mi cuello, inhalo y miro a mis mejores amigos.

-Susan y Katherine, llévensela- ordeno, ellas se levanta rápidamente de sus puesto y se acercan a Victoria –Ustedes dos van conmigo, es Nathaniel-

-¿Nathaniel?- ella se gira antes de ser guiada por el pasillo hacia su habitación por las mujeres de sus amigos. Asiento.

-Sí, Nathaniel Miracle- suelto aquello sin saber porque lo hago pero cuando veo como sus cejas se fruncen hacia el lugar a donde voy, sé que las cartas no están todas sobre la mesa –Es un imbécil que siempre busca la forma de joderme- confieso, el timbre vuelve a sonar y estamos entre esta batalla de palabras sin decir.

-Nathaniel Miracle, es el novio o lo que sea de Antonella Dankworth- mis ojos se abren grandemente y todo esta encajando  mi alrededor.

-No puede ser- camino rápidamente hacia la salida seguido de mis amigos. Algunas cosas van a tener que ser dejadas claras de ahora en adelante.

Pero antes de abrir la puerta mis pasos son detenidos, me giro y observo a mis amigos -¿Cómo descubrieron ustedes que ellas serían sus mates?- lanzo la pregunta y antes de ellos abrirla boca, la puerta es abierta.

¡Joder!

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