Capítulo 26

Si le preguntaban, Isabella no sabía cómo había sido capaz de soportar todo un mes de terrible, absoluto e intenso dolor consumiéndola por dentro. Tener que mirar a Mitsue cada día, en todas sus clases, era como caminar descalza a través del infierno. No poder hablarle ni mucho menos tocarlo. Una terrible agonía que comenzaba a marchitarla. Incluso adelgazó un par de kilos, lo que le daba un aspecto deplorable, haciéndola parecer una drogadicta anoréxica con trastorno depresivo. Patético. Pero honestamente, ¿a quién le importaba su apariencia cuando le habían arrancado el corazón? Más que nunca, se sentía humillada y utilizada. Vulnerable. Sola.

Ya no lo soportaba.

Le costó decidirse, pero la hora de regresar a Londres había llegado. De todos modos, ¿quién querría continuar cerca de la persona que había jugado

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