Capítulo 6: Sueños en mi cabeza

Tomé mi celular para ver qué hora era.

04:25 a.m.

Gruñí y me removí enojada para mirar a Mikkel. Ronca como una bestia y yo no puedo dormir si hay un sonido aunque sea muy mínimo.

Puse la almohada que yo estaba usando sobre su cara por unos segundos hasta que comenzó a removerse buscando oxígeno.

—¡¿Qué haces?!

—¿Puedo ir a otra habitación? No he podido dormir por tus ronquidos de mierda.

—Si te quedaste dormida, te escuché hablar.

—No seas mentiroso, yo no hablo dormida —golpeé su hombro—. A ver, ¿qué dije?

Oh, Mikkel, no pares —, intentó imitar mi voz. Abrí los ojos molesta y me puse sobre él para golpearlo.

—¡Ni en tus sueños más calientes yo diría eso! —golpeé su pecho mientras con mi otra mano tiraba su cabello, pero paré cuando escuché un jadeo de su parte.

—Si sigues moviéndote así tendrás que atenerte a las consecuencias —puso sus manos en mi cadera mientras yo lo miraba anonadada.

No sabía por qué, pero sus palabras me habían dejado sin palabras y control sobre mi cuerpo; necesitaba salirme de la posición en la que estaba, pero no podía moverme.

Se sentó en la cama dejándome a horcajadas sobre él. Dirigió su vista a mis labios y suspiró mientras metía su mano dentro de mi suéter, acariciando mi espalda de arriba a bajo con movimientos suaves.

—Realmente eres hermosa —susurró a centímetros de mi boca—. Muy hermosa.

—Lo sé —saqué sus manos de mi cuerpo y volví al lado vacío de la cama sin mirarlo. Carraspeó.

—Iré a otra habitación para que puedas dormir tranquila —sentí como se ponía de pie y se dirigía hacia la puerta.

Esto fue demasiado para mí, ahora necesito dormir

(...)

Al parecer no había servido de nada que Hummel se cambiara de habitación, puesto que ni así pude dormir. No podía dejar de pensar en cómo miraba mis labios mientras acariciaba mi espalda. Estuve toda la noche imaginando qué hubiese pasado si tal vez me hubiera dejado llevar un poco.

Que bueno que no lo hice

Salí de la habitación después de asearme  y bajé las escaleras encontrándome a Mikkel hablando por celular en el comedor. Al parecer tenía problemas en la empresa.

Me quedé ahí parada jugando con mis manos hasta que terminó la llamada. Me miró sin ninguna expresión y apuntó la silla que estaba frente a él.

—Siéntate, le diré a Kasia que te traiga el desayuno —su voz sonaba extraña. Al parecer estaba un poco incómodo, igual que yo.

—No te preocupes, acabo de recordar que tengo una sesión de fotos, así que tengo que ir a mi casa rápido para llegar decente al estudio fotográfico.

—Está bien, adiós.

Asentí lentamente y me di vuelta para salir de allí lo antes posible.

Definitivamente será primera y última vez que duermo en su mansión de mierda

(...)

—¿Está lista la modelo? —el fotógrafo gritó y Sheila, la maquilladora, bufó.

—Quiere que te maquille en 5 segundos, ¿por qué no lo hace él entonces?

—Porque tú eres una maldita pro en el maquillaje —le guiñé el ojo.

Sheila ya se estaba convirtiendo casi como en mi maquilladora personal, cada vez que tenía una sesión de fotos con alguna marca ella llegaba con su maletín de maquillaje y buenas vibras sin saber que sería yo la modelo.

—¿Cuándo saldremos a bailar otra vez? Pongámonos de acuerdo un día y llevas a tu amiga —murmuró mientras me ponía iluminador.

—Cuando quieras, ahí me hablas por WhatsApp.

—¡Sheila, no tengo todo el tiempo! —puso los ojos en blanco al escuchar al fotógrafo y reí. Me puse de pie y me puse frente a la cámara—. Bueno, yo sé que eres muy buena, así que solo haz tu magia.

La canción Lento de Lauren Jauregui comenzó a sonar. Todas las personas con las que trabajaba sabían que necesitaba música al momento de hacer una sesión de fotos, puesto que me pongo a bailar sutilmente y así van saliendo unas poses muy interesantes que a la mayoría de fotógrafos les termina gustando.

Siempre me he preguntado qué sería de mí si mi padre no fuera uno de los empresarios más millonarios de Nueva York.

¿Sería modelo? La verdad lo dudo.

No quiero sonar egocéntrica, pero sé que físicamente soy bastante atractiva, sin embargo, no tengo la belleza exótica que suelen tener todas las modelos.

Horas después...

—¿Qué pasa? —llegué a mi casa

preocupada. Marisa me había llamado pidiéndome que fuera urgente, al parecer había intentado comunicarse con mis padres, pero los dos estaban ocupados.

—No sé en qué momento llegó Camilla, pero al parecer algo le ocurre, está encerrada en su habitación hace más de una hora —fruncí el ceño. Camilla no solía encerrarse en la habitación.

—No te preocupes, iré a ver qué le sucede.

Subí las escaleras y me acerqué silenciosamente a su puerta. Puse mi oreja en la madera intentando escuchar qué estaba pasando ahí dentro.

—¡Oh! Más rápido, Gatúbela—abrí los ojos como platos al escuchar a un chico gemir.

Tapé mi boca con mi mano intentando no reír por el estúpido apodo que le había puesto a mi hermana.

¿Gatúbela? ¿Supuestamente eso era sexy?

Vamos Alyssa, tú hermana está teniendo sexo con un chico ahí dentro ¿y tú estás pensando en eso?

Bueno, sería muy hipócrita de mi parte hacerle una escena por lo que está haciendo, ya que yo hacía lo mismo a su edad.

—Camilla, lamento arruinar tu momento caliente pero sabes que Marisa es un poco chismosa, si se entera de que subiste a un  chico a tu habitación irá directamente a contarle a mi padre, y tú sabes lo que es capaz de hacer él si sabe que alguien tocó a su princesita —golpeé la puerta sin hacer tanto escándalo para que Marisa no viniera a ver qué estaba pasando. La habitación quedó en total silencio, volví a golpear la puerta un poco más brusca—. No intentes verme la cara de estúpida, sé que estás con alguien. Sal y vemos cómo podemos sacarlo de acá sin que nadie se entere.

Segundos después de hablar, mi hermana salió de su habitación evitando que pudiera mirar dentro para saber con quién estaba exactamente. Cerró la puerta y se quedó delante de ella con una sonrisa nerviosa.

—Definitivamente tendrás que ocultarte eso —puse los ojos en blanco mientras apuntaba el chupetón que tenía en el cuello—. Y bueno, ¿yo distraigo a Marisa mientras tú sacas al chico por la parte trasera?

—Sí —asintió con vehemencia. Se acercó a mí y dejó un beso en mi mejilla—. Eres mi hermana favorita —la miré con los ojos entrecerrados antes de bajar al primer piso encontrándome a Marisa en la cocina. Me miró con las cejas alzadas esperando que le contara qué le había pasado a Camilla.

—¿Y bien?

—No te preocupes, tuvo un problema con su mejor amiga y está un poco triste por eso —me encogí de hombros mientras tomaba una manzana y le daba un mordisco—. Supe que tu hijo iba a llegar a Nueva York en unos días, debes estar muy contenta por eso.

—Claro, lo he visto por un año solo por esa cosa de tu computador, ¿cómo se llama?

—Skype.

—¡Eso! Es una tortura haberlo tenido tanto tiempo lejos de mí, pero ya terminó su carrera de licenciatura en Historia y al fin consiguió  trabajo en un colegio que justamente está a pocos kilómetros de acá —sonreí feliz al ver como sus ojos se iluminaban al hablar de él—. Sé que tal vez su llegada invada tu espacio, entiendo si te resulta un poco extraña su forma de ser, pero te prometo que es un buen muchacho. Siendo tú solo dos años menor que él realmente espero que puedan llevarse bien, él solo se quedará acá hasta que ya tenga el dinero suficiente para pagar un hotel.

Alcé las cejas al escuchar lo último. No tenía ni edad que se quedaría acá un tiempo. Al parecer a mi madre se le había olvidado contarme lo más importante.

De todas formas no podría molestarme por eso, Marisa está muy emocionada y yo no arruinaré su felicidad con un berrinche de niña pequeña.

—No te preocupes por eso, sé que nos llevaremos muy bien.

O bueno, al menos eso espero

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