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4 AÑOS DESPUÉS

Desde que Rosmery y Arturo habían llegado de Inglaterra su matrimonio iba de mal en peor cada día, el pequeño Liam estaba creciendo en medio de un campo de batalla liberado por sus padres que no reparaban en tratarse a los gritos e insultos sin cuidar que el niño los estuviera escuchando. En algunas ocasiones en que la niñera estaba con el Liam, ella se lo llevaba al jardín a jugar y así le evitaba al niño el mal rato.

Arturo y Rosmery fueron comprometidos desde niños por designio del oráculo y porque era lo que se acostumbraba para los herederos del Patriarcado, ellos se conocieron en la adolescencia, y con el tiempo se enamoraron y se casaron felices de poder estar juntos; pero después de la muerte de su pequeño hijo, se abrió una brecha entre ellos y los últimos años sólo peleaban cuando Arturo llegaba de sus largos viajes que hacía constantemente por negocios, dejándola a ella sola con el niño.

—Tu nunca estas con nosotros, tengo ya tres meses sola con mi hijo, dime si tienes otra mujer y me largo.

—Ya te dije que no tengo otra mujer, déjeme en paz, ya no se puede estar cerca de ti Rosmery, sólo sabes gritar, te comportas como una loca.

—También tienes el deber de estar con el niño, no le dedicas tiempo.

—Estoy trabajando no lo entiendes.

Rosmery histérica y llorando le dijo:

—Nosotros no te importamos en lo absoluto.

—Claro que sí me importan.

—Si sigues así voy a solicitar el divorcio, les diré a todos que eres el peor de los esposos.

—Sabes que, haz lo que se te dé la gana.

***

Transcurrió otro año, Arturo y Rosmery ya no discutían como antes pero se había separado. Ellos aún seguían casados por el deber que tenían como futuros líderes del clan y eso hacía más difícil que ellos pudieran divorciarse. Pero separación aumentó aún más la ausencia de Arturo en la vida de Liam, y eso produjo un sentimiento de abandono y rechazo en el niño, que en ocasiones veía a sus tíos jugando con sus hijos o ayudándolos con las tareas, pero él casi siempre estaba sólo con su madre, excepto cuando su abuelo se hacía cargo de él.

Un día Rosmery estaba ayudando Liam a vestirse y de pronto el niño le dijo:

—Mamá.

—Dime pequeño.

—¿Por qué papá no nos quiere?

Rosmery paso un trago de saliva con la cruda pregunta que le hizo el niño, y contuvo sus lágrimas.

—El si te quiere, todos los padres aman a sus hijos, sólo que él trabaja mucho, debemos entenderlo. Pero yo estoy aquí contigo y te quiero mucho.

Rosmery lo abrazó y no podía contener las lágrimas que comenzaron a recorrer por sus mejillas, comprendiendo que su hijo experimentaba el mismo sentimiento de abandono que ella.

Rosmery desde que se trasladó de Inglaterra a vivir en Estados Unidos, sentía que había llegado al infierno de la soledad, los últimos años ella no había experimentado el amor y la compañía de Arturo, y tampoco de ningún hombre, el hecho de ser la esposa del futuro líder del clan, le impedía separarse de él, ella quería el divorcio, pero en su cultura, el hombre era quién decidía cuando divorciarse, y él no estaba dispuesto a hacerlo, pero un día ella se lo exigió.

—¿Para qué me quieres tener aquí contigo si no me amas?

—Ya te dije que no nos divorciaremos, eres la futura Matriarca, o ya lo olvidaste ¿crees que mi padre te permitirá irte con Liam?

—Si tú me apoyas sí, esa es decisión nuestra.

—No Rosmery, él es quien decide sobre el niño, nosotros no.

—Deberías enfrentarte a él.

—¿Olvidas que es el Patriarca?

—No haces nada, el niño no te importa.

—No es mío, mi hijo está muerto, ¿ya te olvidaste de él? A veces siento que estoy sólo sufriendo su muerte, tú te aferraste a otro niño que no es el nuestro.

—Liam es nuestro hijo, los dioses lo pusieron en nuestras manos.

—Llegará el día en que él sabrá toda la verdad.

***

El señor Liam estaba en un reunión con los demás socios de su empresa. Cuando terminó dicha reunión él se fue a su oficina y su secretario lo puso al tanto de todas las llamadas y cartas que habían llegado durante la mañana, y se sorprendió cuando vio un recado de Lorenna Braun.

-Espero y estés bien, ayer regresé de Francia, me gustaría verte. Llámame a mi mansión.

Lorenna era una hermosa dama de la alta sociedad que había tenido una relación amorosa con el Patriarca pocos años antes, después que él se convirtió en viudo a los 46 años.

Ellos se conocieron durante la adolescencia a través del hermano de Lorenna que era compañero de estudios de Liam Avram, ella se enamoró de él, pero ese amor no pudo ser porque ya estaba comprometido desde niño con Elisa, la princesa del clan.

El Patriarca suspiró en silencio y sintió agradable la noticia de su regreso y esa misma noche fue a visitarla a su mansión.

Lorenna estaba deslúmbrate y sus ojos brillaron al ver al hombre que había amado toda su vida.

Ella corrió y lo abrazó:

—Tanto tiempo sin verte.

—Me sorprendí mucho cuando supe de tu regreso, también me dio mucha alegría.

—Y ¿cómo va tu vida?

—Básicamente sigo igual que hace 3 años.

Lorenna agachó la mirada, pues la relación terminó porque sospechaba que tenía otra mujer, él continuó:

—Perdón, no quise dañar este lindo momento con reproches, más bien debo darte las gracias por llamarme.

Ella lo miró con una sonrisa.

—¿Y cómo están tus hijos?

—Mis hijos están viviendo su vida de adultos, cada uno con su propia maraña de enredos; Jostin se divorció, ella se fue a Europa y dejó a los niños aquí, Arturo y Rosmery apenas hablan lo necesario, Roy en casa, espero y pueda rehacer su vida. Ella y yo somos los viudos de la familia; Claret tiene dos años de casada y viven en la mansión con su marido, Juliem y William están en Londres y mis primos los están entrenando para dirigir los negocios en el futuro cuando ya comencemos a morir los más viejos.

—Lo dices como si en verdad estuvieras viejo.

—Los años pasan volando, ya tengo 59.

—Si te sientes viejo imagínate yo que soy mujer y ya tengo 54.

El señor Liam había invitado a Lorenna al tradicional almuerzo familiar, ya que era una costumbre desde que cada uno de los miembros de la familia tenía uso de razón comer juntos ese día. Rosmery asistía a regañadientes al almuerzo, odiaba estar allí cuando ella y Arturo ya no convivían. Pero eran las formalidades que todos los que portaban el apellido Eiznich debían cumplir.

Ese domingo Rosmery se tardó en arreglase para la ocasión y salió apurada y le dijo a su chofer:

—Antonio voy muy atrasada. —Ella se estaba maquillando en el auto—. Llévame lo más rápido que puedas.

—Si señora, no se preocupe. —Antonio se reía viéndola por el retrovisor como ella se maquillaba y se ponía los pendientes.

—Liam péinate.

—Ya me peiné mamá.

—No lo hiciste bien. —Ella comenzó a peinarlo de medio lado:

—Listo, ahora si quedaste muy apuesto. —El niño se reía con inocencia.

En la mansión todos recibieron a Lorenna con mucha cordialidad, especialmente Roy y Claret que deseaban que su padre pudiera enamorarse y casarse de nuevo con una mujer que lo hiciera feliz y que mejor que Lorenna que era rica, educada y una gran empresaria que daba buen ejemplo a otras mujeres.

Los últimos días Liam, Archie y Arnold estaban teniendo un muy mal comportamiento, Roy y a Claret estaban hasta la coronilla y en ese almuerzo que todo debía estar perfecto para Lorenna a Liam le dio por derramar la copa de agua y de paso se rió como si eso hubiera sido muy gracioso, de inmediato y sin que nadie lo predijera Arnold volteo la de él. Roy y Claret se sintieron muy avergonzadas, Jostin pidió disculpas y se levantó de la mesa, tomó a Arnold de la mano y se lo llevó arriba para cambiarle la ropa que se le había mojado y le dio un sermón. Rosmery por el contrario no le dijo nada al niño, pero Claret estaba que se lo comía vivo y muy avergonzada le dijo a la invitada:

—Disculpa Lorenna.

—No te disculpes, esas cosas siempre suceden donde hay niños.

Claret miraba a Rosmery que ni se inmutó y Liam seguía sonriente mientras el mozo que los atendía limpiaba su lugar.

Después del almuerzo Roy y Claret comentaron del incidente:

—Ese mocoso ya me tiene hasta los cojones. —Dijo Claret.

—Él no tiene la culpa, es un niño, pero Rosmery ni siquiera pidió disculpas a la visita, que vergüenza sentí con Lorenna. 

                                         ***

Era costumbre que los niños del clan que habían cumplido siente años fueran presentados ante el sacerdote y los profetas del oráculo para el rito del fitkyn, allí se pasaban por el altar de los fuegos, donde los profetas revelaban si tenían dones de servicio al oráculo. Liam y sus primos por ser de la casa del Patriarca, viajaron a Escocia para ser presentados en el oráculo principal.

Allí todos los niños presentados eran de las familias de los ciervos del oráculo. Los profetas discernir las áreas en que estos pequeños se podrían desenvolver al servicio de los dioses; habían niños varones que poseían los dones del Chambelán, el cual era idóneo para ser consejero, protector y guardián de los líderes políticos y espiritual del clan, sus virtudes consistían en la fidelidad, sensibilidad para escuchar y aconsejar y habilidades para la preparación de los instrumentos sagrados del oráculo y de los líderes.

Algunas niñas poseían virtudes para ser las doncellas del oráculo, estas al crecer si eran puestas al servicio se conservaban vírgenes y no se casaban al menos que tuvieran un propósito muy noble, otras podían ser escogidas para ser concubinas del Patriarca en caso que este no tuviera herederos con la matriarca.

Había niños y niñas con habilidades de casamenteros, ellos de grandes ayudaban a sus familiares a conseguir la pareja idónea. Otros niños tenían dones de guardianes, estos podían resguardar la fuente de poder y eran como los ejecutores de las leyes del oráculo.

Liam recibió por parte de los maestros y profetas admiración por ser el futuro líder del clan, y felicitaron al Patriarca por su fuerte línea sucesoria, y le anunciaron la niña elegida para ser esposa del futuro líder, la cual había sido ofrecida al oráculo por el mismo Patriarca y se trataba de una pequeña llamada Mariem, hija de un Conde inglés que había muerto ella y sus hermanos pararon a ser protegidos del Patriarca por ser huérfanos de padre y madre, los tres niños fueron adoptados por los Eiznich, los más grandes eran Marianna y Mario, que eran gemelos, ese día estaban junto a Liam en el ritual, ellos fueron acogidos por Juliem que los adoptó; Mariem era dos años más pequeña y esta fue adoptada por William que no tenía hijas hembras y ella le cayó a él y a su esposa como anillo al dedo. Liam a sus siete años ya tenía una prometida.

El profeta Omi se fue a una habitación a solas con el Patriarca y llevaron a Liam y puso a prueba al niño con algunas habilidades que ni el pequeño sabía que tenía, entre las cuales podía elevar un cayado de Chambelán tan sólo con levantar la palma de su mano, el varón del oráculo estaba maravillado, pues no habían registros de que un niño pudiera hacer esas cosas aunque fuera el ungido del Patriarcado.

Pero él sabía que Liam desde que tenía menos de un año ya hacía de ese tipo de cosas, como una vez que ellos ni se habían percatado de su presencia en el oráculo, y habían dejado la indumentaria en el salón de la fuente con la puerta abierta, algo que no se podía hacer, ya que la indumentaria podía matar a cualquiera que los tocara, especialmente las mujeres y los niños eran muy vulnerables a los poderes de la fuente que estaban sobre el cayado, las investiduras sagradas del Patriarca, los dijes y las indumentarias del Máximo y los maestros del oráculo, todo instrumento que poseía poderes de la fuente eran como una especie de arma letal para las personas que no poseían los dones de manipularlos.

Aquel día el niño de menos de un año de nacido, apareció de la nada en el oráculo principal del clan en Escocia, y entró a la habitación y se acercó a aquellos instrumentos que estaban posicionados en el centro esperando para ser usados en un rito del Patriarca. Baksasar, uno de los maestros se dirigía a la habitación cuando vio al niño que estaba a escasos centímetros del letal grupo de instrumentos.

El hombre sorprendido extendió el brazo hacia él y le habló en tono sutil para atraerlo hacia sí, y evitar que el niño tocara alguno de aquellos instrumentos y muriera.

—Hey pequeñín ven, no toques eso, ven vamos a jugar.

El niño volteó y lo miraba con sus grandes ojos azules y su boquita sonriente. Pero no obedecía a lo que el hombre le decía y más bien jugaba con la tentativa de tocar aquellos objetos, el hombre desesperado pidió ayuda, los demás oyeron el llamado de Baksasar y se apresuraron a ver qué sucedía y vieron a aquel pequeñito que estaba muy cerca de lo que sería su fatal destino. El Sumo Sacerdote también llegó a la escena y preguntó a 

—¿Qué hace ese niño ahí? —Uno de ellos le dijo:

—No lo sé Máximo, estamos igual que usted, apenas lo descubrimos.

El Máximo se quedó observando con sospecha a aquel niñito preguntándose de dónde habría salido, pues en la casa del oráculo no está permitido llevar niños excepto a algún rito especial, y ese día no administraban labores al público.

Los maestros y profetas intentaron distraer al niño y alejarlo, y por un momento, él comenzó alejarse de los instrumentos y dio algunos pasos hacia donde estaban ellos, pero de pronto se regresó y se subió sobre la butaca que tenía los dijes y el cayado y los tocó, Baksasar que era el más sensible cerró sus ojos, pero no sucedió lo que ellos esperaban, el niño no cayó muerto, tampoco inconsciente y manipulaba los dijes como si de su biberón se tratara, entonces el Máximo entró y lo cargó en sus brazos y salieron al salón de meditación, el Máximo envió a su Chambelán a que averiguara quién había sido el irresponsable de llevar al niño y lo había expuesto de aquella manera.

El Chambelán se dirigió a todos los servidores de la casa del oráculo, desde los guardianes y las doncellas, hasta los que atendían las labores del mantenimiento. También llamó a los escribas y profetas que habían estado en la casa horas antes, pero nadie sabía nada del niño.

—¿Entonces de dónde ha salido la criatura?

Dijo Baksasar. Omi el otro profeta dijo:

 —Bueno, lo encontraste cerca de la fuente, en los registros dice que si un Patriarca rechaza a la Matriarca embarazada del primogénito y la bota de su casa, el niño será atraído por la fuente hacia otro Patriarca que lo adopte.

El Máximo le respondió:

—Es cierto, pero la fuente lo atraerá a la época donde el Patriarca aún no tenga línea sucesoria establecida, aquí ya tenemos de heredero a Arturo, además él ya tiene a su primogénito, tenemos la línea asegurada por unos 60 años.

— ¿Qué otra explicación podrían dar? —Dijo Baksasar—. Además me parece increíble que haya estado con los dijes y el cayado y no le haya pasado nada, yo la primera vez que toqué un cayado duré en cama como un mes vomitando sangre.

El profeta Omi sugirió: 

—¿Será un enviado de los dioses?

Él se quedó mirando con intriga al Sumo Sacerdote y agregó: 

—Puede ser un Leolen.

—Eso sería alarmante, —Dijo el Máximo—, sólo sucedería en épocas catastróficas para el clan de los Gotdianst, solo una situación muy grave podría causar que los dioses envíen a un Leolen.

—Sólo nos queda algo por hacer.

—Ya que el chico puede portar el dije oscuro, usaremos el espejo del eforhim, podremos ver su procedencia.

Ellos tomaron al pequeño lo pusieron sobre un mesón cerca de los demás instrumentos, y el Máximo le puso el dije oscuro pero el niño no se quedaba quieto en su lugar. Entonces le dieron un brebaje para calmarlo y el niño se durmió. El Máximo quitó el manto del eforhim y ordenó al espejo la revelación de la procedencia del niño y esperaron varios segundos, y el espejo comenzó a mostrar la imagen de lo que parecía una nubosidad entre tonos blancos morados y grises. Ellos expectantes esperaban descubrir en unos momentos la procedencia del pequeño, y comenzó a aparecer el paisaje de un lugar con praderas verdes, de pronto, la imagen desapareció como si una ráfaga de viento se la hubiera llevado.

 Máximo suspiró y dijo:

—Tiene un manto de invisibilidad, mejor dicho, su madre lo tiene, ella se esconde del oráculo.

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