Robado y convertido en Príncipe
Robado y convertido en Príncipe
Por: Jannina Morales
C1

Chicago, año 1989

En el territorio del clan de los Gotdianst

Liam era un príncipe vampiro de 16 años que desapareció en medio de un aparatoso accidente automovilístico, esa oscura y turbia madrigada él estaba participando en una carrera de autos clandestina a escondidas de sus padre y su abuelo. Por él ser un príncipe heredero de la dinastía Eiznich, la búsqueda fue exhaustiva, pasaron tres días en hallar el cuerpo de otro corredor adolescente en un acantilado, nadie pudo entender lo que había sucedido, el joven que encontraron se llamaba Bruno, por testigos se supo que él era un corredor contrincante del príncipe,  su auto fue encontrado al día siguiente de la desaparición a 20 kilómetros atrás y dentro del tramo de la carrera.

 El muchacho había sido molido por las rocas contra las que su cuerpo rodó por casi 500 metros de altura hasta que reposó en el fondo a varios metros de distancia del río, prácticamente se veían sus huesos.

Los investigadores intentaban entender cómo fue que Bruno fue a parar en el acantilado cuando su auto accidentado fue hallado 20 kilómetros de su cuerpo. La única respuesta era que posiblemente del había bajado de su auto y subido al del príncipe; pero aun así era difícil comprender por qué ambos autos se habían salido del tramo de la carrera y se habían desviado tantos kilómetros; además que Bruno Y Liam no eran amigos.

Pero había indicios en el acantilado de la marca del arrastre de un auto que posiblemente era el del príncipe, se presumía que éste había caído y había sido arrastrado por el río, pero nada era seguro.

Tardaron casi un año en hallar el auto de Liam, fue encontrado a cientos de kilómetros del lugar del accidente, pero no hallaron su cuerpo ni el de su copiloto, un joven llamado Alexander, quien por una docena de testigos se sabía que lo acompañaba en día de la carrera.

Pero esta historia no inicia aquí, retrocederemos 14 años para entender la vida de un niño robado y convertido en príncipe.

Schleswig-Holstein Alemania Mayo 1974.

Hellen una joven rubia de apenas unos 24 años de edad estaba desesperada porque su pequeño hijo de casi un año de edad no recibía casi alimentos.

—Ya no sé qué hacer Dr. Mi bebé no recibe casi nada de lo que le doy para comer, cada día está más delgado.

—Debes tener paciencia Hellen.

—Me siento culpable.

—Te estas esforzando, hay muchos niños que sufren el mismo problema, pero a medida que él vaya creciendo lo ira superando, mientras tanto debemos vigilarlo y suministrarle multivitamínicos.

Oxford Inglaterra 14 de marzo 1975.

Rosmery estaba fuera de sí y paró el auto a la orilla de la carretera y se fue hacia donde estaba el acantilado en donde tenía pensado ponerle fin a su vida. Arturo su esposo venía detrás de ella en otro auto acompañado por Patrick, el Chambelán de su padre.

Rosmery llegó justo donde inicia el abismo y miró hacia abajo y de sus ojos le brotaron lágrimas y se veía el desespero en su rostro. Entonces rezó a los dioses del clan, sobre todo imploró al dios del caos que acabara con su dolor:

—Te imploro que no me dejes vivir más, quiero dormir junto a mi bebé.

Rosmery se acercó más a la orilla y el viento comenzó a levantarle el cabello con fuerza y casi la tumbaba hacia el acantilado, de pronto ella oyó el grito de Arturo:

—¿Rosmery qué piensas hacer?

Ella volteó a verlo comenzó a llorar y volvió a mirar hacia abajo en donde pensaba que su cuerpo acabaría.

—Rosmery no lo hagas. —Le dijo Arturo—, Juntos podemos superar este dolor, tu muerte solo añadiría más tristeza a nuestra familia.

Rosmery quería ignorar sus palabras, pero Arturo insistió mientras se acercaba a ella con cautela y logró agarrarla; Rosmery se desvaneció en los brazos de su esposo.

Ella despertó en su habitación y a su lado había un niño como de dos años, entonces se preguntó de quién sería ese pequeño, él era casi del mismo tamaño de su hijo que había muerto días antes; pero este era muy delgado, parecía desnutrido. A ella le llamó la atención el color azul de sus ojos, eran como los de Arturo pero su mirada era diferente. Rosmery sintió una gran empatía con él, solo el hecho que tuviera casi la misma edad de su hijo, hacía que ella quisiera tomarlo en sus brazos, aunque no se parecía en nada a su pequeño que tenía el cabello rubio, mientras que este lo tenía oscuro y su delgadez lo ponía muy lejos de parecerse al pequeño Liam que yacía en su tumba.

UNA SEMANA MÁS TARDE

Schleswig-Holstein Alemania

Hellen tenía días que no veía a su pequeño hijo y con expectativa esperó que llegara su hermano que venía con noticias del pequeño:

—¿Dónde está David?

Su hermano tenía el cabello largo y usaba lentes, en general tenía una apariencia descuidada. Él no quería darle respuesta a ella de lo que había sucedido con el niño, su silencio le hizo pensar lo peor y ella se alteró.

—¿Dime que sucede con mi hijo, porque no me lo has devuelto?

El con su cabeza agachada que no dejaba ver su cara le dijo:

—Hubo un terrible accidente… hicimos lo que pudimos por él.

—¿Qué le pasó a mi niño? —Ella se puso a llorar con desespero—. Me dijiste que lo ibas a proteger.

—Lo intenté, pero fue un accidente.

—¿Qué accidente?

—Lo llevé a pasear a caballo, sabes que a él le encantaba los caballos, y nos caímos… no sobrevivió.

La joven comenzó a darle golpes a su hermano en el pecho.

—Tú lo mataste, seguro estabas drogado como siempre y no cuidaste de él, yo no quería que te lo llevaras, me juraste que ibas a protegerlo y lo que hiciste fue conducirlo a la muerte. Te odio.

Hellen lloraba con desespero y su hermano estaba cabizbajo sin saber cómo podía consolarla, para fortuna suya en ese momento llegó su prima y se hizo cargo de la desesperada madre.

Ese mismo día en Oxford

Rosmery subió acompañada por Patrick al avión privado del Patriarca y cargaba en sus brazos al pequeño niño de dos años que había visto días antes en su habitación. Allí la estaban esperando su esposo y su suegro. Ellos se dirigían con destino a la ciudad de Chicago, sede principal de las empresas de la familia Eiznich y en donde el Patriarca dirigía y gobernaba el clan de los Gotdianst, ellos eran una raza de seres mitad vampiro y mitad humano.

Cuando llegaron a la mansión Hans el atento mayordomo de la familia se dirigió hacia el Patriarca:

—Bienvenido señor Eiznich, espero y su estancia en Inglaterra haya sido placentera.

—Gracias Hans, ¿cómo están todos por aquí?

Le dijo el Patriarca.

—Estupendamente bien señor.

Cuando entraron a la hermosa mansión, el pequeño Liam lloraba llamando a su madre y asustado miraba a todos lados de la inmensa residencia, Rosmery intentaba inútilmente tranquilizar al pequeño con una sonaja. Roy, la mayor de sus hijas del Patriarca bajó emocionada por las escaleras y saludó a los viajeros con un caluroso abrazo y mirando al niño le dijo a Arturo:

—Es muy lindo tu hijo, ¡Pero mira esos preciosos ojos azules! los tiene igual a los de su padre

—No, —Dijo el señor Liam—. Tiene los ojos de todos en la familia.

—Sí papá, tienes razón.

Arturo dijo algo irritado.

—Ya, No discutan por tonterías, Rosmery lleva al niño a descansar, que vaya adaptándose a su nueva habitación, yo voy a salir. —Roy le preguntó:

—Pero si acabas de llegar, teníamos tres años sin verte ¿y te vas?

—Voy a salir Roy, no me hagas preguntas que yo a ti tampoco te las hago.

—Huy pero te noto algo tenso.

—Tenso me pondré si continúas con tus tontas preguntas, mejor me voy de una vez, no me esperen para la cena, yo me las arreglaré solo.

Arturo había llegado irritado de su viaje, y a su hermana Roy le extrañó su comportamiento, porque él nunca había actuado de esa manera, Arturo siempre había sido un hombre cariñoso y educado, sobre todo con ella y las demás mujeres de la familia.

"Debe ser que está agitado por su largo viaje o por el repentino cambio de residencia"

Pensó ella dentro de sí, intentando entender la pedante actitud de su hermano.

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