Entre las sombras de tú Amor. (LIBRO II)
Entre las sombras de tú Amor. (LIBRO II)
Por: Jhoi Páez
Prólogo.

"Te pensé y encontré un destino"

Malo no es estar atascado, malo es estarlo y no saber ni buscar la manera de cómo salir de allí.

Dylan.

Mi rostro está más pálido de lo usual, tengo unas ojeras enormes que abarcan gran parte de mi cara. El sonido de los pájaros jugar hace que mi vista los busqué e inmediatamente mis pensamientos vuelan tan lejos como ellos, el sonido de su voz es fresco y sutil , su sonrisa amplia llena de alegría y su cuerpo es perfecto; como esculpido por los mismísimos ángeles del cielo.

— ¿Estas volviendo a vagar en tus pensamientos? — la voz cantarina de Tessa la enfermera que me ha estado cuidando desde hace no mucho, algo que no logro recordar con exactitud llega a mis oídos.

Es una chica de tez blanca, corta estatura, tienes ojos de color almendra y un cuerpo delgado sumamente delicado.

—No hice nada esta vez, ¿por qué has venido? —danza con sus pies alrededor de la silla donde me encuentro sentado observando por la venta y deposita un beso en mi mejilla.

—Dylan, tu madre me envió a buscarte para que disfrutes un poco junto a tus amigos en el jardín. —Contornea sus caderas mientras camina tras de mí y posa sus manos sobre la silla de ruedas.

—Hace mucho que no juegan, desde que empezaste con tus delirios sobre esa chica... —murmura un poco bajo, creo que trata de no hacerme sentir peor de lo que ya me siento.

Hace unas noches atrás desperté a todos gritando un nombre sin sentido, según mi médico encargado eso fue causado por un ataque de ansiedad tras no ver a mi padre por semanas.

—Es porque no he querido ir, sabes que no me encuentro en condición para tan siquiera hablar con ellos.

El chirrido de las ruedas bajando por el corredor me aturde un poco pero al llegar al jardín, es el resplandor del sol lo que me devuelve la incomodidad. Galatea está sentada en la grama comiendo flores y Poe, quien está amarrado en su silla solo la observa fijo he ido, si no me equivoco debe de estar fantaseando otra de sus historias de acción donde dice casi siempre al final que ambos son novios.

— ¿Adivinen quien llego? —canta Tessa, mientras hace morisqueta con sus manos y rostro. — ¡Dylan!, su amiguito favorito.

Nos deja solos, mientras miramos nuestros rostros como los desconocidos que nos hemos vuelto. No recuerdo en mi vida haber entablado una conversación con esas dos personas, tampoco el día en que nos volvimos amigos, solo tengo un vago recuerdo de cuando jugábamos a la guerra en las recamaras pero eso paso hace mucho tiempo.

Nuestra tarde consistió en ver nuestros rostros y llamar a las enfermeras por medio de gritos sin sentidos cada cierto tiempo cuando los ataques de ansiedad de Poe se hacían presentes, logrando que tuviera convulsiones y actuara como sí tuviera el mal de rabia que comúnmente les da a los animales.

— ¿Te divertiste un poco? —Tessa se vuelve insistente con sus preguntas, desde que vamos por el pasillo a los baños públicos no ha dejado ni un momento de preguntar lo mismo.

Asiento leve para que deje de una vez por todas su vano intento de aliarme a esos dos chicos y me concentro en aquel sonido tan familiar que me eriza la piel.

—Miguel, ya es la tercera descarga. Si continuas con esas extrañas pesadillas tendremos que darte drogas más fuertes y sabes muy bien que eso te causara más daño del que ya tienes.

La voz de mi progenitora sale de la habitación del frente, la cual es abierta por un enfermero que sale luchando con la mesa que transporta las soluciones anestésicas.

Miguel Knight, el chico de cabello negro que está sentado con una mirada vacía viendo al techo en la silla eléctrica, es el actual acompañante de mi madre.

—Trisha McFire, no existe. Angy O'Connor tampoco, debes olvidar eso y seguir adelante o no podremos autorizar a tu abuela para que pueda venir a verte.

Su figura es imponente, sus brazos están en forma de jarras sobre la cadera y algunas pequeñas arrugas son visibles, el cabello negro en ondas le cae por la espalda en cascadas y sus labios están de un rojo carmesí.

—Sáquenlo de aquí y llévenlo a su habitación, parece que no resistirá más por el día de hoy. —Ordena y los dos hombres corpulentos sacan al chico con suma facilidad debido a que no opone ninguna clase de resistencia. Mira por sobre su hombro y me ve, da una extraña seña con la mirada y Tessa quien da media vuelta a mi silla.

—Debe de estar muy estresada, por eso no te saludó.

Sé que miente, que mi madre no tiene ningún afecto hasta mí y que desde pequeño he tenido que luchar para ganarme su aceptación.

Deja la silla a un lado y como puede me ayuda a subir a mi cama, su mirada está dirigida al suelo y sus labios en una perfecta línea.

— ¿Sucede algo, Tessa?— me mira llena de cautela, se acerca a la puerta de entrada y observa a los lados.

—Escucha bien lo que te voy a decir —sisea con los dientes apretados y muy cerca de mí. —Nos están observando, hay cámaras en todos lados pero me han pagado para infiltrarme aquí. —Me quedo en un breve shock cuando me habla y ella simula que arregla el florero.

—Angy, Trisha y tu hermano Mika están buscando una forma de sacarte de este lugar, pero si tu madre se entera es muy capaz de asesinarte hoy mismo mientras duermes.

—Tessa, ¿me traerías tarta de fresa? —frunce el ceño y cuando cae en la cuenta de que Roth el enfermero que mama contrato hace unas semanas para vigilar que todos los que estén en periodo de prueba hagan su trabajo como debe ser, me regala una sonrisa.

—Sabes que no puedo traer nada fuera de la hora de almuerzo y eso fue hace... —Levanta su mano y noto como mira el reflejo del hombre tras de ella con el mismo.

—Dos horas y treinta y siete minutos, niño. Hoy no será, quizás mañana ¿te parece? —Asiento como un niño pequeño y ella sale dándome una especie de señal con la mano en modo de "silencio"

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