Capítulo I

"Desperté."

Para mí aún era 11 de abril de un año que ya no recuerdo, al igual que muchas otras cosas.

Me levanté y observé todo a mí alrededor, estaba oscuro, olía a carne podrida y el piso estaba cubierto de una especie de líquido negro, que se pegaba a mis pies solamente con el mínimo contacto. Sentí un dolor indescriptible en mi cabeza, la sujete tan fuerte que comencé a pensar que en cualquier momento estallaría, solté gruñidos, grité y lloré en aquel lugar gobernado por las penumbras.

No tenía ni la más mínima idea de dónde estaba, o qué hacía en aquel lugar; solamente podía estar muy consciente de que cada vez que me levantaba y veía por aquella pequeña ranura, lo podía escuchar, sentir y claramente mirar. Era un chico de poca musculatura, vivía solo, cada vez que lo notaba llevaba puesto unos audífonos y todo el volumen de la música que escuchaba.

Cada día le miraba ir y venir, bañarse, comer, afeitarse la escasa barba de la pubertad. Al menos, debe tener unos veintidós años, su cabello negro y largo cae de una manera perfecta sobre su frente; liso, sedoso y lleno de brillo, contrastan de una manera perfecta con sus ojos de color azul como el mar.

De vez en cuando le veía pegado a su ordenador o leyendo uno que otro libro; a veces, hasta traía mujeres para pasar el rato, entonces yo volvía a mi cama llena de larvas.

Un día sin más decidí salir de aquel lugar, caí en la habitación de al lado; me encontré con un hombre lleno de tatuajes, vigilaba de manera descarada al chico a quien yo siempre observaba. 

Caminé por toda la habitación en busca de algo que llamara mi atención y entonces lo vi, tenía escrito en varias hojas las veinte maneras de torturar al chico antes de matarlo; en una hoja tenía cinco formas escritas de cómo abrirlo a la mitad y aún mantenerlo vivo; en otra se trataba de cómo cortar cada miembro de su cuerpo, las últimas dos trataban de sacarle cosas como su lengua, ojos, uñas y hasta su miembro sexual.

Algo en mi estómago se retorció cuando terminé de leer todas esas cosas que él tenía planeado, por más que quisiera no podía negar que me agradaba un poco el chico de piel blanca y ojos azules. Ha sido más de un año desde que le veo hacer su rutina diaria.

—Debo ayudarlo —murmuré.

Traspasé la pared que dividía ambas habitaciones, al llegar a la mía propia, me dirigí hasta donde se encontraba la pared divisoria de las habitaciones, busqué con la mirada al chico, pero por más que lo hacía no le hallaba, hasta que di con un pequeño bulto en la cama que subía y bajaba de una manera muy agitada.

Entrecerré mis ojos para ver bien, cuando me di cuenta él salió a medio vestir, como alma que lleva el diablo corriendo por el pasillo, por un momento pensé que ya había notado al hombre tatuado pero entonces escuché un fuerte grito.

Entró forcejeando con el hombre tatuado y mis nervios se activaron, comencé a rasgar con mis uñas las paredes tratando de salir, pateé y golpeé, pero al parecer tengo alguna que otra limitación que aún no había notado. Nada paraba a ambos, quienes ya se encontraban en el suelo, el chico de ojos azules sostenía el cuchillo a centímetros de su propia cara, mientras el otro reía de una manera bizarra.

Me aleje de la pared, conté hasta diez y corrí para impactar de un fuerte golpe contra ese montón de bloques, las cosas en la habitación del chico se movieron y emití un grito de dolor y desespero.

El hombre tatuado giro en dirección a donde me encontraba, estaba confundido y no emitió comentario alguno, en cambio el dueño de la habitación aprovechó el momento para tomar el arma, la introdujo dentro de su atacante 1... 2... 6... Veces y mientras tanto yo intenté por segunda vez chocar con la pared, pero esta vez sí logré caer en la misma habitación que él.

Estaba pálido, su labio inferior le temblaba y unas cuantas lágrimas se escaparon de sus hermosos ojos, me acerqué al hombre inerte en el suelo y aclaré mis pensamientos, ya no respiraba le mire varias veces para pensar que estaba equivocada, pero no.

Sí estaba muerto, y yo lo estaba viendo, el chico de ojos azules estaba pegado a la pared mientras observaba la sangre en sus manos; en un momento de confusión, cuando comencé a debatir en donde había visto a esa persona antes, le volví a escuchar gritar lleno de pánico, giré a los lados buscando a alguien más que le quisiera hacer daño, pero no había nadie aparte de nosotros. Volví la mirada al chico, éste miraba en una dirección fija y sus ojos estaban fuera de órbita.

— ¿Qué ves? — Murmuré.

Y entonces él levantó su dedo índice, le seguí con la mirada hasta que di cuenta que no veía a nadie más ¿a mí?

— ¿Me puedes ver?

Había algo de esperanza en mí, y más me alegró cuando asintió en mi dirección, le sonreí pero se cubrió tras sus brazos.

—No voy a hacerte daño, tengo mucho tiempo observándote de lejos. Traté de alertarte de que él —señalé el cadáver —Venía por ti. Tiene fotos y muchas cosas tuyas, también tenía hojas escritas donde decía las maneras en que te torturaría.

El chico trato de susurrar algo pero no le escuché, así que lo primero que dije fue algo que pude recordar.

—Angy, mi nombre es Angy. —Me apunté con el dedo índice y él asintió con el ceño fruncido —vivo allí —señalé sobre su cabeza, él la alzó para ver el lugar donde yo siempre le veía.

—Eres... — tragó saliva y su voz era apenas audible. — eres... ¿un demonio? —fruncí el ceño y el trató de pegarse más a la pared.

—No, bueno. No creo —negué con la cabeza y caminé por toda la habitación con su consentimiento.

—Dylan... —lo miré y él repitió— me llamo Dylan, y lo dije porque...

Me miró de arriba hasta abajo y lo recordé, antes cuando le miré ir al baño traté de verme al espejo, pero no pude ver mi reflejo, pasé mucho tiempo intentándolo pero jamás tuve algún resultado.

—Hay que deshacerse del cadáver —comenté sin más, no quería tener que dar explicaciones sobre algo que ni yo misma sé Asintió levemente, se levantó del suelo para entrar al baño y comenzar a limpiar.

— ¿Dónde planeas esconderlo?— salió pálido y fuera de sí.

—No lo sé... jamás he ocultado un cadáver acompañado de un fantasma endemoniado

No entendí mucho su comentario pero lo ignoré, coloqué mi dedo índice en la barbilla para tratar de recordar algo de mi pasado, entonces el nombre de un lugar apareció.

—Ya sé en dónde, espero sepas la dirección porque yo solo sé el nombre. 

Welsey Moley.

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