Capítulo 7

Victoria despertó y se desperezó antes de ponerse en pie, era muy temprano, estaba acostumbrada a las actividades en el internado con horarios estrictos, pero ahora que estaba en su pueblo natal, se sentía extraña al no tener nada que hacer, se duchó y se vistió con unos jeans ajustados, una blusa de jean blanca de gruesos tirantes con botones al frente y unas botas para montar que había adquirido en la ciudad, ella recordaba que cuando era niña, en la hacienda había caballos, así que estaba dispuesta a salir a cabalgar, la clase de equitación en el internado, era la que más disfrutaba, así que era algo que podía seguir haciendo.

El delicioso olor a chocolate que provenía de la cocina, la llevó directo hasta allí.

—¡Nana buenos días! — Abrazó a la mujer por la espalda y le dio un beso en la cien

—¿Qué haces levantada tan temprano?

—Es la costumbre, ya no pude dormir más, parece que no me costó trabajo adecuarme al horario ¿Me regalas una tacita de chocolate?

—¡Claro que sí! Qué bueno que te guste, regularmente lo preparo solo para Mario y para mí, ya que a la señora Dinora no le gusta. ¡Qué porque dizque engorda!

—Bueno, si contiene muchas calorías, pero es delicioso y a mí no me importa ganar unos kilitos.

—Pero si tú eres una varita de nardo mija, creo que en ese internado ni te daban de comer.

—Si me daban nana, pero nada tan rico como lo que tú cocinas.

—Por eso estas tan flaquita.

—¿Sabes a quien le puedo decir que me ensillen un caballo? Quiero salir a cabalgar.

—Allí en las caballerizas debe estar Juancho, hace mucho que nadie saca esos caballos a pasear, soló él y un ratito para que estiren las patas, pobrecitos desde que don Santiago se enfermó, sólo él los montaba y como a la señora Dinora le dan miedo.

—¿Le dan miedo? ¿Porqué?

—Dizque porque una vez uno la mordió, llegó a la casa con tremendo moretón en el brazo y dijo que, al pasar por las caballerizas, se acercó mucho a un caballo y la mordió.

—Eso es algo muy raro, las mordeduras de caballo a humanos no son muy comunes y si solo pasaba por allí, es raro que la haya atacado.

—Pues ella dice— alzó los hombros en señal de incredulidad.

—Bueno me voy, voy a cabalgar un rato y regreso antes de la hora de almorzar. ¿Me haces chilaquiles? Recuerdo que me gustaban y los he soñado desde que llegué.

—Claro que sí, te vas a chupar los dedos ya verás.

—Sólo que no queden muy picantes, porque no estoy acostumbrada.

—No te preocupes, ya sé.

Victoria salió rumbo a las caballerizas pensando en lo que le dijo su nana, sobre la mordedura del caballo a Dinora, y en el hombre que ella había visto salir de la habitación, ¿Sería que su amante la golpeó y ella culpó al caballo?

Esa era una buena teoría ¿Quién podría ser el amante de Dinora? Ella era una mujer guapa, máximo de cuarenta y cinco años, se veía que se cuidaba mucho, tenía un cuerpo sorprendente para su edad y se vestía con ropa muy provocativa.

Llegó a la caballeriza y encontró un muchacho de unos veinte años, dando de comer a los caballos.

—¿Tu eres Juancho?

—Si señorita. ¿En qué puedo ayudarla?

—Por favor ensíllame un caballo, alguno que no sea tan brioso.

—Claro que si señorita, le voy a ensillar al Tordo, es muy manso, no le dará problemas.

—Gracias Juancho, toma un caballo y acompáñame, muéstrame hasta donde llegan los límites de la hacienda.

—¡Claro que sí señorita!

Cabalgó junto al peón durante una hora recorriendo los límites de las tierras, entre los cacaotales, los platanares, el café y las palmeras.

—¡Ya puedes regresar Juancho! Voy a pasear un rato y ya regreso.

—¡Como usted ordene señorita!

Victoria nunca imaginó que la extensión de tierra de la hacienda fuera tan grande, Juancho le explico que las tierras estaban seccionadas de acuerdo a las edades de los cacaotales y que además de cacao, la hacienda exportaba, mango, plátano, cítricos y aguacate.

Los linderos de las tierras, la llevaron hasta la cuenca de un río, el agua se veía cristalina, bajó del caballo y lo ató a una palmera cerca del borde para que pudiera pastar y beber, miro a su alrededor, y no parecía haber nadie, no pudo contener las ganas de nadar, se quitó la ropa y se metió al rio en ropa interior, el agua estaba fría, pero en pocos segundos se aclimató y comenzó a nadar.

El lugar era maravilloso, solitario, los lirios acuáticos en diversos colores le daban al río un toque romántico y misterioso, nadó solo por unos minutos, salió del agua, se vistió y regreso a la casa, parecía que había encontrado un lugar para estar sola, para relajarse y para pensar, lejos de su madrastra.

Regresó y pasó cerca de la fábrica, pensó en entrar a conocer y presentarse con los trabajadores, pero lo haría en otra ocasión, era tarde y tenía hambre.

Después de almorzar, llamó a Gertrudis para preguntar si podía ir a visitarla, pero le dijeron que había ido a Villahermosa y regresaría hasta muy tarde.

Estaba aburrida y no sabía qué hacer, así que subió a la camioneta y fue a dar una vuelta por el pueblo, cuando pasó por la desviación hacia la cabaña de Santiago, sintió curiosidad por saber cómo se encontraba, por un momento pensó en ir a visitarlo y saber cómo seguía de sus heridas, tal vez necesitaba ayuda, pero prefirió no hacerlo, tuvo miedo, seguramente los hombres que lo golpearon tenían algún motivo, quizá se trataba de un delincuente y era mejor mantenerse alejada de él.

En el centro del pueblo, encontró una tienda de electrónicos y se compró una computadora portátil, como no tenía intención de quedarse, había dejado sus pertenencias en el Internado, debía solicitar que le enviaran todo, no sabía si en algún momento iba a poder volver.

Regresó a la hacienda y descubrió que no había servicio de internet, su padre tenía un despacho en la casa, pero al parecer no era muy afecto a la tecnología.

Llamó a Pedro y le pidió que contratara el servicio, pero él dijo que tardarían tres días en instalarlo, así que por lo pronto su única distracción, iba ser cabalgar y nadar en río.

Por la tarde asistió a la misa del novenario, Dinora no se dignó a aparecer y ella no la había visto en todo el día, así que probablemente no estaba en casa.

Los días del novenario pasaron rápido, el día de la bendición de la cruz, asistieron todas las personas del pueblo, era la última misa, después de ese día, no se volvería a hablar de Santiago San Román.

—Lupita, ya que Dinora se fue a la casa de la playa, que, porque necesitaba descansar, yo voy a viajar a Villahermosa, voy a quedarme unos días allá, tengo algunos pendientes que resolver, te dejo anotado mi número de teléfono móvil y si se ofrece algo me llamas por favor.

—Si niña vete sin pendiente y cuídate mucho por favor.

—Gracias nana, Voy a quedarme en un departamento que Alfredo el Notario tiene allá y me lo prestó para que estuviera más cómoda que en un hotel.

—Qué bueno que me lo dices, así me quedo más tranquila.

Había quedado de verse con Alfredo en la salida del pueblo, cada quien viajaría en su propio auto, ya que él se regresaría el mismo día y ella se quedaría para hacer las entrevistas a los posibles prospectos, esperaba que su plan tuviera éxito, nada deseaba más que ver la cara de su madrastra cuando le informara la fecha de la boda.

Cuando llegó a la salida del pueblo, el auto de Alfredo, ya se encontraba estacionado esperándola, condujo detrás de él hasta que llegaron a la ciudad, el departamento se encontraba en una exclusiva torre de departamentos de lujo, no pensó que Alfredo tuviera tanto dinero, su auto, era Premium, pero de un año muy atrasado

Cuando entraron al estacionamiento, él pidió al guardia que le entregara a Victoria un control de acceso, para que pudiera entrar y salir cuando ella quisiera.

El departamento se encontraba en el octavo piso, tenía una maravillosa vista de la ciudad y estaba finamente decorado con un estilo minimalista.

—Muchas gracias por ayudarme Alfredo, no sabría que hacer sin tu ayuda. Está muy bonito tu departamento.

—No tienes nada que agradecer, al ayudarte a ti, siento que estoy ayudando un poco a Sonia.

—¡Trajiste el contrato?

—Si claro, vamos a revisarlo.

—Mira, como puedes ver en el contrato prematrimonial se estipulan las siguientes clausulas:

Uno. Serán cuatro años forzosos de matrimonio.

Dos. Durante el matrimonio, no habrá intimidad sexual, por lo consiguiente no habrá hijos.

Tres. El matrimonio se constituirá en el estricto régimen de separación de bienes.

Cuatro. El domicilio conyugal será el de la hacienda San Lorenzo.

Cinco. Durante el tiempo que dure el matrimonio, ambas partes se abstendrán de tener intimidad sexual con otras parejas, es decir, deberán guardar fidelidad al matrimonio.

Seis. El cónyuge queda exento de proveer los gastos de alimentación, vestido y recreación de la esposa.

Siete. El cónyuge recibirá una cantidad mensual para sus gastos personales.

Compensación. Al finalizar el tiempo estipulado el cónyuge recibirá una sesión de derechos del quince por ciento de las acciones de la fábrica de chocolates San Román.

En caso de que el cónyuge no cumpla con lo estipulado en las cláusulas uno, dos y cinco, lo estipulado como compensación, no tendrá efecto alguno.

—¡Perfecto! Entonces manos a la obra, publicaré en todas las plataformas de parejas, puse un radio de veinticinco kilómetros a la redonda del pueblo y hombres entre veinticinco y treinta años de edad, las plataformas permiten revisar el perfil de los usuarios así que podré descartar a quien no considere apto para el puesto.

—Entonces te dejo, yo aprovecharé que vine a la ciudad para ver a mi novia.

—¿No es del pueblo?

—No, ella vive aquí en Villahermosa, yo viajo cada tercer día para verla.

—Me gustaría conocerla.

—Un día de estos te la presentaré.

—Por favor cuídate, voy a hablar con el personal de seguridad del edificio, para que estén pendientes de las posibles visitas, y te brinden apoyo en caso de que lo necesites, uno nunca sabe sí en internet se pueda cruzar con un loco.

—No te preocupes, voy a tener cuidado.

—Instálate en la habitación de visitas y en cuanto tengas un prospecto definido, me llamas y lo citas al siguiente día, para que venga a realizar la firma.

—Así lo haré.

Alfredo se fue y Victoria comenzó a revisar las redes, no tenía ni diez minutos de haber publicado y ya tenía varios me gustas.

Comenzó a revisar a los prospectos, y a descartarlos, suspiró profundamente, no iba a ser nada fácil elegir un marido.

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“Santiago de Alvarado, es como la hierba mala, nunca muere” —Pensó mientras se afeitaba frente al espejo, había pasado días difíciles, apenas podía salir a comprar algo de comer y regresaba a seguir reposando, su rostro, ya no reflejaba evidencia de los golpes —“Lady Londres hiciste un buen trabajo”— todavía le dolían un poco las costillas, pero ya era soportable, y disminuía cada vez más.

Estaba por terminarse el alquiler que había pagado por adelantado, así que debía llamar al administrador para decirle que se quedaría unos días más.

El día que lo golpearon, había perdido su teléfono móvil, seguramente durante la golpiza, así que tenía que salir a comprar uno pronto, para recuperar sus cuentas y sus contactos.

Salió de la cabaña y pidió un taxi para ir al pueblo, también le habían robado el jeep, seguramente ya estaría desmantelado por allí en algún terreno baldío.

Cuando llegó al pueblo, lo primero que hizo fue comprar un teléfono móvil, entró en una cafetería y comenzó a recuperar sus cuentas.

Cuando recupero su cuenta de WhatsApp, comenzaron a llegarle los menajes; “Llámame me urge hablar contigo, ¡Dónde carajos te metiste?

Marcó el número y enseguida la voz detrás de la línea, comenzó a darle indicaciones.

—¿Todavía estás en Comalcalco? Es urgente que encuentres un lugar estable, compra una casa o un departamento, está allí, estoy seguro.

—Va a ser más complicado de lo que pensé, necesito pasar desapercibido, confundirme con la gente del pueblo, pero es muy difícil, todos me ven como un extraño, inmediatamente se dan cuenta de que soy un forastero.

—Tienes que ganarte la confianza de las personas, para ello es importante que socialices, quizá si te consiguieras una novia local.

—¿Una novia? ¿Cómo se te ocurre?

—Vas a pasar mucho tiempo en ese pueblo de cuatro a cinco años mínimo, no puedes vivir en un hotel y comer todos los días en un restaurante, en esos lugares la gente se conoce y se da cuenta de todo, si tuvieras una novia y una casa, comenzarían verte como un vecino más, es más te sugiero que busques un trabajo.

—Eso si es buena idea, me aburro como ostra metido en esa cabaña que renté, con un trabajo sería mucho más llevadera la situación.

—Pues date prisa en hacerlo, además en un trabajo conocerás personas del pueblo, y será más fácil para ti conseguir la información.

—Tienes razón eso haré, voy a buscar la manera de ligarme a alguien.

—Nada más no cometas la estupidez de enamorarte.

—No te preocupes sabes que soy inmune al amor.

Cortó la llamada y continuó recuperando sus redes sociales, tenía una sesión abierta en una red social de parejas, algunas veces cuando se aburría, solía conocer chicas con fines sexuales, pero esta vez un anuncio muy particular le llamó la atención.

“Se compra marido”

Buena presentación.

Precio a negociar.

Firma de contrato prematrimonial.

Sin opción a divorcio antes de cuatro años.

Atractivas prestaciones.

Santiago sonrió al ver el anuncio, ¿Quién podría estar tan desesperada para poner un anuncio así? Debía ser una mujer solterona que sentía que se le estaba pasando el tren.

Cambió su fotografía del perfil, puso la de un artista y le dio me gusta al anuncio, no podía creer su suerte, era exactamente lo que necesitaba en ese momento y el anuncio estaba situado a veinticinco kilómetros a la redonda de Comalcalco, al parecer su suerte, estaba cambiando...

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