Divisiones

En España Carrick estaba sentado tomando el té con su madre, la mujer estaba mostrándole la decoración que había elegido para el salón de su casa, sin embargo, su hijo estaba sonriendo y escuchándole, la terapia había hecho maravillas. Antonia le vio llamar nuevamente al colegio de sus hijos y sintió un poco de pena por su hijo, todo el tema de ser padre soltero había sido difícil para Carrick, sobre todo porque pasó meses y años intentando hacer  funcionar su matrimonio con Analissa y cuando le dejó la última vez lo hizo con un tercer niño en brazos. 

Baron llegó con un arreglo precioso de rosas  para su madre. La mujer sonrió y les recordó que no era su cumpleaños y que tampoco era una competencia. Baron le abrazó y le llenó de besos.

—Eres mi mamá y ya Carrick me ganó el puesto de primogénito—dijo mientras le abrazaba, la mujer sonrió y le invitó a unirse al té, no sin dejar de molestarle.

—Dije que no es una competencia, Baron.

—Mamá, mamá de mi vida —Gritó Carlo mientras empujaba a Leoniza, su hermana le goleó con el bolso y Edmund  le empujó, tirándole al suelo.

—Ehh, ¿mamá, se te cayó un arete?—preguntó Lorenzo y sus tíos rieron.

—No, Lorenzo, me gusta el suelo —respondió sarcástica su hermana a su hijo, todos rieron y Carrick fue a cargarle y llenarle de besos.

—Te amo tanto.

—¿Sí? —preguntó sorprendida

—Te amo muchísimo.

Antonia adoraba ver a sus hijos, pero Carrick estaba siempre en todos lados trabajando, Carlo en Inglaterra haciéndose cargo de lo que Carrick estaba muy ocupado para hacer, luego,  Baron volando de un país a otro y era terrible para sus nervios saber que podía estrellarse en cualquier momento y Leoniza que hacía siempre enfadar a su padre con el modelaje y luego con la maternidad de Lorenzo aquello había disminuido. Edmund el menor que no dejaba de cambiar de carrera, una locura, amaba a sus hijos, pero era raro tenerles juntos.

Vio a su esposo acercarse con el rostro serio.

—Carrick, ¿me permites unas palabras?

—Edmund, dijiste que no ibas a pelear con Carrick—intervino Antonia. Carrick dejó a su hermana en una silla y se giró hacia su padre.

—No voy a pelear, solo voy a gritarle y él va a escuchar. Regañar; se llama, Antonia. 

—Siempre los regañas, luego no quieren venir a verme por tu culpa, no regañes a los niños.

—Antonia infórmame las razones por las cuales no debería regañarles nuestros hijos se han dado permiso de ser desastroso, Carrick estuvo en la cárcel sabías.

—Lorenzo, me regalas cinco minutos—preguntó.

—Voy a preparar nuestros caballos —Dijo mientras pasaba al lado de su abuelo, el hombre asintió y Antonia le invitó a sentarse, le dio una taza con su nuevo té favorito que en realidad era una mezcla de hierbas que tenía de hace muchos años con unas gotas de C B D, quizá un gotero o dos, no recordaba cuánto se había servido, pero obligó a su esposo a tomarlo de un solo. Se alisó la falda y dijo:

—No puedes regañarlos.

—Sí puedo y quiero, si no, no me siento bien —reconoció su esposo y sus hijos asintieron. —La niña está ansiosa desde que Lorenzo comparte con su papá, es un hombre con compromisos.

—Mamá, esto iba de Carrick.

—Bien, Carlo no quiere estar separado de su esposa, Baron estaría mejor con una mujer en lugar de cinco y Edmund él de verdad quiere elegir una carrera, pero no le sale, y finalmente Carrick, Carrick lleva nuestro. Patrimonio en los hombros cuando en realidad debería saber dónde están sus bebés.

—¿Perdiste a los niños?

—No me contestan en su colegio. ¿Tú querías hablar?

—Carrick, ¿dónde están tus hijos?

—Aquí abuelo —respondió Isabela mientras tiraba su maleta—y su tía alzó una ceja. —Aquí, porque él no tiene una dirección entonces volé a Estados Unidos y no estaba ahí,  regresé a Mainvillage y tampoco estaba ahí, volé con mis hermanos a Inglaterra de nuevo y mi papá no estaba ahí.  Decidí que mis últimos cinco mil dólares los iba a gastar en venir a España con mis abuelos, pero todo estaba cerrado y tuve que dormir en el aeropuerto, todo porque insistes en comportarte como un cabrón y evades criarnos.

—Isabela...—pidió Carrick.

—No, tú me escuchas a mí. Tú lo arruinaste con mi mamá y ella se fue, pero eso no quiere decir que puede separarme de mis hermanos o botarme en un internado. Yo me merezco más, me merezco una familia y tú me quitaste a mi mamá y a mis hermanos. Exijo emanciparme y la custodia de mis hermanos.

—Isabela, eso no va a pasar—respondió Carrick.

—Isa, no le has dado de comer a Santi—Intervino Bash antes de que su hermano se desmayara.

—Ahora sí puede regañar papá a Carrick—preguntó Baron.

—Qué tenía el té Antonia —La mujer estalló en carcajadas y sus hijos supieron de inmediato qué tenía el té, pero no cuanto le había echado. Carrick corrió a la cocina por un poco de agua con azúcar  y volvió con su hijo. Sus hermanos le acomodaron en el sofá y Sebastian no dejaba de pelearse con Isabela por no haber querido comprarle una bolsa de papas.

—Perdón, ehh, perdón por preferir comprarle un billete de avión—dijo.

—Gracias, perra tóxica —Isabela le abofeteó y Leoniza le hizo una seña a Carrick para que les separara mientras ella intentaba reanimar al más pequeño. Santiago abrió los ojos y su tía le dio un par de golpecitos en la mejilla luego le llenó de besos y le dijo que si se tomaba un poco de esa agua dulce le daba un gran emparedado.

—Es alérgico a la harina de trigo—gritaron Sebastian e Isa.

Después de estabilizar de nuevo a Santiago y que los niños tomaran una ducha y fueran a descansar Carrick se reunió con sus hermanos en la sala de juegos. Todos estaban en la habitación, estaban bebiendo y fumando un porro, Leoniza negó con la cabeza cuando le acercaron el cigarro, miró a sus hermanos y se preguntó: ¿qué planeaban de la vida? Aparte de estar drogados. La joven vio a Carrick y Carlo, los dos la estaban pasando mal porque la vida les estaba dando golpes, en cambio Edmund y Baron lo pasaban mal por elección propia.

¿Ella?

Se ubicaba en el mismo grupo que los últimos.

Si hubiese elegido bien no estarían dándole golpes la vida por sus malas elecciones. 

—Carrick, ven—irrumpió su padre en la sala y Edmundo fracasó en esconder el porro. 

—Papá, no puedo estoy ocupado.

—Necesito que ustedes. —Dijo les vio, de Baro no tenía dudas ni del mismo Carrick, pero Carlo, su hijo casi perfecto fumando un puro—¿Quién no se droga en esta casa?

—Bueno, oficialmente todos papá —Dijo Leoniza y sus hermanos se rieron.

—Mañana antes de irte pasas a mi oficina. —Espetó antes de salir.

Sus hijos rieron y siguieron lamentándose.

A la mañana siguiente Carrick fue a desayunar con sus hijos. Le había enviado dos correos sobre el cierre y como Isabela es la mayor y tiene permiso de entrada y salida le dieron permiso de llevarse a sus hermanos con ella.

Carrick vio a los dos pequeños comer y conversar sobre una película que querían ver y vio a su hija inmersa en sus propios sentimientos. Le tomó de la mano y le pidió que le viera a los ojos.

—Todo va a cambiar, princesa.

—Papá, te portaste mal—dijo Santiago.

—Sí, me he portado fatal, chicos. Papá ha estado estresado, casado y no disfruta de muchas de sus decisiones, por ejemplo, me hacen falta tus abrazos gigantes, y cómo me perdí la caída de ese diente tan sexy, Santi —Dijo Carrick y sus hermanos sonrieron porque Santiago se veía muy divertido sin dientes. —Sebas, debí haber ido al recital, pero los correos no me llegaban y cuado hablamos por teléfono no me dijiste.

—Te envié un correo.

—Sí, hijo, pero yo no reviso mi correo, alguien más lo hace. Me hubiese encantado verte tocar la batería. —Reconoció con tristeza. —Isa, la idea de todo esto  es que no seas mamá de tus hermanos y sobre todo que estés bien, feliz, segura. Si odias el internado lo quemo. —Isabela le vio divertida. —Ustedes tres son lo mejor que me ha pasado en la vida, son todo lo que tengo, que sí, que yo quería fiesta y carros, pero la vida me dio a las tres personas más cool del planeta, los amo tanto, tanto, que donaría mi pierna por ustedes —Isabela sonrió divertida.

—No quiero volver al internado—Reconoció Isabela.

—Yo siempre quiero abrazarles—Dijo Santi y abrazó a sus hermanos, luego a su papá.

—¿Qué les parece si papá toma unas vacaciones del negocio familiar y solo se dedica a ser su papá y a los casinos?

—¿Por qué a los casinos?

—Tengo que heredarles algo que los haga sentir como una mierda—Sebas fue el primero en reír.

—Papá, puedo pedir otras salchichas y huevos—Preguntó Bash —Y unas tostadas para comerme la yema. 

—Otro desayuno —aclaró Isabela y su hermano asintió.

—Claro, otro desayuno para todos—dijo Carrick y los niños rieron.

La conversación con sus hijos había sido muy buena, Carrick estaba feliz de haber podido sincerarse y escuchar a sus hijos. Con Isabela le quedaba muchísimo que trabajar, pero al menos tenía los abrazos de Santiago.

Entró a la oficina de su papá, en la cual estaban todos sus hermanos y sus padres estaban esperándole.

—Renuncio—Les anunció Carrick con una sonrisa.

—Carrick...

—Renuncio, Baron siempre ha querido ser el mayor. Pueden decir que me morí.

—Yo puedo llevar el negocio —se ofreció su madre con una sonrisa —Estudié empresariales. ¿Puedo, Eddy?—Preguntó a su esposo.

—Cariño… no—Dijo el hombre. —Es un trabajo estresante y muy de hombres.

—Mamá, cualquier hombre que te diga que por no tener un pene no puedes llevar su negocio merece que le quebremos los dedos y le des el divorcio—Advirtió Carrick y sus hermanos se acercaron a pegarle a su papá por su grosería.

—Solo pienso que si me jubilé es para pasar tiempo contigo.

—Sí, va a ser un cambio Ed,  tú puedes drogarte y andar de mi brazo.

—¿Mamá? —preguntó Baron.

—No me drogo sin receta médica. 

Todos rieron ante la cara de su padre.

—Antonia, creo que Baron es el adecuado—Dijo Edmund.

—Para enseñarme—replicó la mujer.

—¿Quieres hacer esto? —preguntó su esposo preocupado y horrorizado. 

—Tengo cuarenta.

—Mamá, no puedes seguir diciendo eso porque Carrick tiene cuarenta y tres—murmuró Leoniza. 

—¡Cash! Estás viejísimo, mi amor—Dijo y le acarició las mejillas y le obligó a inclinarse —Vota por mí.

—Papá. Lo mío es temporal, pero Baron y mamá, lo harán fabuloso.

—Yo tengo un trabajo, así que córtenme de la herencia—pidió Baron. 

—Baron, no sabes ser pobre y tu salario no da para tantas orgías —Leoniza rio y se puso en pie.

—Tengo una vida—Dijo la joven y le dio un beso a su papá. —Bye, los amo. —Mamá, jugamos tenis mañana.

—Uff, muy ocupada.

Carrick les pidió a sus hermanos que les dejaran a solas. Carrick le propuso a su padre que Edmund recibiera un puesto de m****a en la empresa a ver si se decidía por estudiar o crear su propio patrimonio. Carlo podía dirigir la empresa junto a su madre, cuando la mujer estuviese en el nivel de su hijo podían decidir quién de los dos se dejaba la compañía. Baron simplemente tenía que ocultar un poco su liberación sexual.

—Ahora vamos a resolver tu vida. —Declaró Edmund a su hijo. —Tú tienes que casarte en los próximos seis meses. No quiero a mi nieta volando de un país a otro, sin una mamá y con un papá falta de cojones. Quiero que te cases con una mujer que valga la pena.

—Papá, soy un adulto y puedo hacerme cargo de mis hijos.

—Te casas o te quito la custodia de los tres niños sin permiso de visita.  Y por el amor de Dios, que no sea con Analissa.

 Recuerden que comentar es importante, entre más comentarios vea, más capítulos quiero subir. Saludos y muchas gracias por seguirme aquí. 

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