Capítulo 4

El agua llevaba más de cuarenta minutos recorriendo su cuerpo bajo la ducha. Se sentía sucio y tras media botella de gel de baño seguía igual. Ser un maniático no lo consideraba un problema; él era así y poco le importaba cambiar su forma de ser, aunque muchas veces lo deseara, sin embargo sabía que de aceptar la propuesta del FBI debería comportarse como otra persona totalmente distinta. No podía haber nada de Lucas en aquella persona a la que debía emular, y sabía que sería algo casi imposible.

El agente Jake, le había dejado bien claro que sí aceptaba la misión, podría morir. Pero si lo hacía bien, disfrutaría de una vida libre, al menos que intentara de nuevo cometer algún delito.

La lluvia que caía sobre la ciudad traía una sensación de desasosiego y nerviosismo que no era capaz de digerir, tenía tres días para decidir su futuro y era incapaz de encontrar una calma en su mente.

Sobre la mesa del salón, había una carpeta marrón, y dentro toda la información que conocían sobre Félix Ivanov, el supuesto hijo de Baltazar. Realmente el joven de aquella fotografía se parecía mucho a Lucas, salvo la diferencia de que aquel joven tenía un cuerpo más desarrollado, y una mirada que irradiaba respeto y temor a partes iguales. Según aquella ficha, Félix había nacido en México al igual que él. Había sido adoptado de un orfanato de Monterrey cuando tenía cuatro años por Baltazar y se lo llevó a Rusia donde creció como el hijo del hombre más peligroso del mundo.

Aquél joven cada año cambiaba de lugar de residencia junto a su padre; Rusia, Colombia, España, Francia y el oeste de Europa eran sus destinos más habituales, pues tenía negocios de toda índole «clandestinos e ilegales», donde debía comprobar de vez en cuando si todo iba bien.

A la edad de quince años, tenía sus manos manchadas con la sangre de incontables personas, era un orgullo para aquél hombre que le adoptó, pero el chico no quería esa vida. Deseaba vivir libre, cumpliendo sus sueños.

Baltazar Ivanov, no es un hombre compresivo, ni perdona un error, pero al ser su hijo, le permitió la libertad siempre que se cambiara de apellido y jamás mencionara de dónde venía. Éste aceptó, amaba a su padre aunque detestaba que se dedicara a acabar con vidas inocentes solo para tener más dinero.

Cinco años después, unas semanas antes de su muerte, contactó con un agente del FBI para hablar sobre los crímenes que su padre estaba cometiendo, y se ofreció a conseguir pruebas para su arresto. Aunque se desconocía el motivo, vieron una oportunidad de oro que, por desgracia, acabó truncada por el cruel capricho del destino.

Unos meses después, llegó Lucas y, esa oportunidad volvió a nacer al ver su parecido casi idéntico. Sabía que Félix odiaba matar, sin embargo tenía la suficiente sangre fría para hacerlo, eso le preocupó. Se preguntaba si podría adoptar esa actitud para no verse involucrado, pero si quería llegar más lejos y acabar rápidamente con la misión, no tenía más opción que mostrar algo de interés.

Los gustos de aquel joven se alejaban totalmente de los que Lucas tenía, y ojeando y memorizando cada dato, no podía evitar poner muecas de desconformidad.

Félix Ivanov ( Wells).

Nacido: 6 de septiembre 1999

Lugar: desconocido.

Altura y peso: 1,76cm – 82 kg

Tipo sangre: 0+

Intereses importantes:

- Boxeo

- comida exótica

- amante del deporte

- sexualmente muy activo

- gran poder intimidatorio y liderazgo

- odia las naranjas

- Alérgico a la lactosa.

- amante de la comida japonesa y gran especialista en prepararla.

Era lo poco que sabían de él, pero no podía ser más diferente a Lucas. Iba a ser un gran problema fingir ser alérgico a la lactosa, y aún más difícil sería comer una comida de otro país, sin saber cómo está preparada. Podría contener cientos de bacterias que su estómago no podría asimilar.

Lucas odiaba el deporte, ya sea practicarlo o seguirlo. Aún menos, iría a un gimnasio. El sexo es algo que detestaba a menos que llegase una persona especial a su vida, cosa que sabía no acabaría pasando. No tendría más opción que declinar esa oferta y prepararse mentalmente para los años que pasaría en prisión, al menos allí seguiría con vida… O eso quería creer.

Aquella noche no podía conciliar el sueño aún estando totalmente agotado. Tras horas dando vueltas en la cama, decidió levantarse y llamar al agente Arrow, no estaba dispuesto a morir en una misión suicida.

Tras varios tonos, una voz adormilada contestó torpemente.

—¿Quién es?

—Soy Lucas, necesito hablar. —dijo seriamente.

El ruido que oía tras el otro lado de la línea indicaba que el agente se había levantado de la cama de un salto.

—¿Va todo bien?. En dos minutos estoy allí, chico.

—No pasa nada Señor Arrow, solo quería decirle que prefiero ir a la cárcel a perder la vida en una misión así. Yo no tengo ningún tipo de adiestramiento militar, ni sé comportarme como otra persona. No tardarían mucho en darse cuenta y la misión no solo acabaría mal, sino que estarían más preparados para el siguiente que intente infiltrarse. Mi consejo es que busquen a otro entre sus filas, y lo haga él.

Jake no decía nada, estaba pensativo eligiendo las palabras.

—Lucas, mañana iré a buscarte y daremos un pequeño paseo. Antes de negarte, escucha. —añadió al momento en que Lucas iba a protestar—. Si una vez terminemos, sigues con esa idea yo mismo llamaré a mis superiores para que te detengan.

—Está bien, Pero a cambio debemos ir a otro sitio también. —pidió el joven Lucas.

Tras acordar que a las nueve de la mañana el agente Jake Arrow llegaría a su casa, se dispuso a intentar dormir. Pero se sentía más nervioso que antes de la llamada. Jake intentaría convencerlo de alguna manera, y aunque estaba tranquilo pues no le parecía una persona mala, no podía evitar pensar en el poder de convicción que sintió en él la primera vez que le vió.

A la mañana siguiente, a tres minutos para que dieran las nueve, el agente Jake llamaba a la puerta. Lucas estaba aún sin tener clara su elección pero prefería estar en la cárcel a muerto. Ya buscaría un buen abogado para que la condena fuera lo más justa posible.

El agente entró y aceptó el café que Lucas le ofreció, y se sentaron alrededor de la mesa del comedor.

—Gracias por el café, hoy tuve una mañana dura, al parecer encontraron muerta a una mujer dentro de un contenedor de basura muy cerca de aquí. Lo único que llevaba encima era un pendrive…

Esas palabras casi las susurraba para el mismo, pero Lucas llegó a oírlas con claridad, y por unos instantes sintió un vacío en su alma que no era capaz de explicar.

—¿El nombre de esa chica era Karen?

—Así es… ¿ Cómo lo sabes?. —preguntó el agente Arrow mientras observaba a Lucas.

El joven se quedó inmóvil, no sabía que debía sentir o pensar en ese momento. No le gustaba la compañía de nadie, pero ella siempre había sido amable con él; Era esa amiga que aunque no quisieras tenerla, siempre estaría ayudándole en todo lo que podía. No sentía nada por ella, y no la veía como una amiga en sí, pero sin poder explicar una razón, sin saber qué cosas le pasaban por la cabeza en ese momento, comenzó a derramar alguna lágrima incomprendida.

El agente Arrow se incorporó rápidamente y se acercó al chico.

—Oye, ¿Estás bien?. —Se quedó pensativo un segundo—. Ayer me preguntaste por una chica de sus características. Acaso… ¿La conocías?

Solo asintió, nunca antes en su vida había sentido ese asco hacia sí mismo. Deseaba ser capaz por una vez de poder amar, de poder acercarse a las personas… Sin embargo sólo era un maniático cuya única preocupación era limpiar y que su trabajo le consumiera la mayor cantidad de otras posibles.

—Ese pendrive era mío, me lo robó hace días. ¿ Podré recuperarlo?. En él están años de trabajo.

—Por el momento es una pista. Debemos examinarlo y estudiarlo. —respondió comprensible.

Con ese pendrive tendrían la prueba física de que él había perpetrado el ataque. Cada vez estaba más atrapado, sin escapatoria de ningún tipo. Pero ya no le importaba mucho, Karen probablemente estaba allí por que iba en dirección a su casa al no saber nada de Lucas en días, y su destino fue morir.

—Si era tu amiga, tal vez recuerdes alguna cosa que nos pueda ayudar a encontrar a los culpables. —Le decía mientras ponía su mano en el hombre de un confuso Lucas.

—Fueron dos de los hombres de Baltazar. Ella presenció un asesinato accidentalmente, y fueron tras Karen para que no hablara.

—¿Estás seguro?. Aunque no suelen trabajar de ese modo, la verdad hay indicios de ello. Solo era una persona que pasó por allí en el momento de dicho asesinato, no debería tener ninguna importancia para ellos. Aún así, no apareció ningún cuerpo por la zona en estos días, quizás no vio nada a fin de cuentas.

—Tal vez… Pero puede ser que haya alguien que no quiera que se sepa por algún motivo, y quieran hacer cómo que aquello que ella vio, nunca existió.

—¿Qué quieres decir?. —indagó Jake en el pensamiento de Lucas.

—Karen creo que no era solo una simple oficinista, el día de aquel asesinato vino aquí y me contó que no podía llamar a la policía, que no sabes en quién confiar, cómo si formara parte de algún cuerpo policial o de espionaje, y supiera cómo funciona por dentro.

—Hoy en día, con la influencia de Baltazar no me sorprende que pueden haber personas trabajando para él dentro le la policía, pero sí, tienes razón en que ese comentario no es muy normal de una persona cualquiera, a menos que supiera algo más.

—Además —prosiguió Lucas—, se llevó mi pendrive. ¿Y si lo necesitaba para algo? agente Arrow, investigue esto por favor. Creo que Karen quería mi pendrive para una causa importante.

Tras unos segundos de pensar y descartar ideas a gran velocidad, el agente sonrió a Lucas.

—En ese caso, acepta la misión. Sí sus asesinos están dentro, ¿Quien mejor que tú para que paguen por todos sus crímenes?

—No vas a convencerme así. —protestó el joven.

—Yo solo digo que soy un simple federal, sin ninguna influencia ni poder, pero tú podrás ser el hijo del mismísimo Baltazar Ivanov. Todo el poder de ese hombre también será tuyo, y podrás usarlo a tu beneficio para acelerar el progreso de la misión, y la detención de los asesinos de tu amiga.

—¿Es que no lo entiende?. —hablaba acercándose más al llanto que a la calma característica—. Yo soy un maldito maniático, no tengo vida social, me disgusta estar rodeado de gente y tener conversaciones largas. Me aburre todo lo que se sale de la informática y mi pequeño círculo de rutinas que día a día hago casi sin darme cuenta. No soy deportista, no soy amigable, no soy persona, soy solo una sombra que pasa por este mundo sin ningún interés hasta el día de mi muerte.

—Bonito discurso, muy deprimente si, pero bonito. —Aplaudía exageradamente, con un tono irónico en su voz, que luego cambió a uno más serio y paternal—. Mira Lucas, sé que la vida no es fácil para nadie, y tal vez no lo entiendas por que vives encerrado en ti mismo. Pero en tus palabras noto que es algo que repugnas. Deseas ser diferente, y si es eso lo que deseas solo debes hacerlo. Debes decidirte como quieres llegar a ser. Todos antes o después vamos madurando, es el ciclo natural de la vida… Aunque haya hombres que no maduren hasta los cuarenta.

Rió tras su comentario, y contagió a Lucas que no esperaba ese chiste gratuito.

—¿Podré ser Félix Ivanov? —preguntó Lucas

—Podrás ser un nuevo Lucas Gabriel Mendoza. Y desde ahí, llegarás a ser quien quieras. —sonrió Jake mientras animaba al joven con unas palmadas en el hombro.

—Debe ser una misión importante para que me insistas tanto.

—Esto no tiene nada que ver con la misión, me agradas. No eres mal tipo, solo que jugaron contigo y decidiste cometer un acto estúpido. No me apetece que vivas toda tu vida con una mentalidad extraña, dudando cada día de cómo sería si hicieras esto o aquello… La vida es muy corta y las cosas si las quieres hacer, pues se hacen.

Lucas escuchaba las palabras de aquel hombre, y se recordaba su niñez, junto a su padre, dándole sus consejos, y enseñándole a ser siempre respetuoso y educado. Jake Arrow de alguna forma estaba convirtiéndose en un padre cuyo consejos intentaban sacar lo mejor de él.

—Gracias por todo agente, al final me convencí… Haré esto, para sentirme una persona distinta, pero sobre todo para asegurarme que la muerte de Karen sea pagada por los culpables, si es que forman parte de la organización de Baltazar.

—¡Gran noticia!. —celebraba Jake eufórico—. Pues tenemos un mes para prepararte.

—¿Prepararme?. —preguntó, sabiendo que se iba a arrepentir de haber aceptado.

—Por supuesto que sí, aprenderás varios modos de defensa personal, irás al gimnasio y boxearas. Recuerda que serás Félix, él sabía dar buenos golpes.

Ya comenzaba a arrepentirse de su decisión, pero si quería dejar sus rutinas, sus manías de limpieza, y su poco apego a la gente atrás, debía probar todo lo que se le pusiera en su camino.

Dos semanas más tarde, su vida había cambiado mucho. Ya no se duchaba a la misma hora exacta, ni dormía las horas contadas. Iba quitándose sus manías e implementaba otras, pero sin llegar a ser maniáticas.

El boxeo y las artes marciales no eran su fuerte. No le gustaba recibir golpes, sin embargo la gran cantidad de horas invertidas le mostró que había ganado velocidad y cierta agilidad. El gimnasio no le desagradó para su sorpresa, descargaba toda su inquietud a base de ejercicios. En dos semanas más comenzaría su misión, pero los entrenamientos seguirían para prepararle en caso de que se viera envuelto en una pelea.

—Estás avanzando muy rápido. —premió Jake al terminar los entrenamientos de aquel día, mientras comenzaban a caminar hacia la casa de Lucas.

—Odio pelear. —protestó agotado.

—Lo sé, pero te salvará la vida. Oh cierto, a partir de mañana hay que implementar las prácticas de tiro y teoría sobre armas, pues Félix las conocía muy bien gracias a su padre.

—No pienso matar a nadie. —Dejó muy claro Lucas, dándole a Jake una mirada de desacuerdo.

—Lucas, cuando uno está infiltrado, tal ves deba hacer cosas de las que se arrepentiría toda su vida, pero la misión y detener a los culpables es más importante… Por una vida estamos salvando cientos, o miles.

—¿Acaso tú mataste a alguien por una misión? —interrogó el joven, sin quitarle la vista de encima.

Paseaban por un pequeño parque que llevaba a la calle principal donde vivía Lucas. Árboles a cada lado, en hilera, lo hacían ver como un camino mágico, iluminado por farolas y bañado por la luz de la luna. Luciérnagas bailaban una danza hipnótica mientras varias personas las admiraban caminando tras el agente y Lucas.

—Si, tuve que hacerlo. —hablaba en la lejanía de sus recuerdos. Era claro que aquello le atormentaba, y lo seguiría haciendo durante mucho tiempo—. Tuve que disparar a mi esposa.

Durante los días siguientes no mencionaron nada más; la desesperación de tener que matar a un ser querido tuvo que ser enorme para Jake y sin embargo puso la misión por delante de su propia familia. No sabía si sentir lástima por el, u odio.

Solo hablaban en lo referente al entrenamiento. Las armas se le daba mejor de lo que pensaba, aunque deseaba no tener que usarlas nunca.

—¿se sabe algo de Karen? —preguntó mientras cambiaba la munición de la pistola que había estado usando durante varias horas.

Aunque no quisiera hablar, saber el progreso de esa investigación era más fuerte que sus sentimientos confusos hacia Jake.

—Nada aún. —respondió rápidamente, con la esperanza de que el chico volviera a hablarle normalmente, pero este sólo hizo un chasquido de resignación y siguió disparando a las dianas, en aquel cuarto de entrenamiento del FBI.

Pronto debería empezar su misión, pero sabía perfectamente que no pensaba disparar a nadie, siendo el hijo de Baltazar nadie podría obligarle a ello.

Caída la noche, mientras se disponía a dormir, pensó en el pendrive por un segundo. No le habían comentado nada sobre él, «¿estaría todo completamente destruido?». Sintió interés en saber quién habían contratado en su lugar, por lo que decidió averiguarlo cuando tuviera tiempo… Y hubiera perdonado a Jake.

Lucas sabía que lo más fácil sería hablar con él, y dejar que se desahogara, pero sentía qué lo que había hecho no tenía justificación alguna. Nuevamente se sorprendió de sentir lástima por aquella mujer que no conocía, cuando meses atrás siquiera prestaba atención cuando en las noticias anunciaban la muerte de decenas de personas debido a un ataque terrorista. Tal vez estar ampliando su mundo a la gente de su alrededor le provocaba tener sentimientos por ellos. No sabía si alegrarse o no, y decidió dejar sus dudas existenciales aparte hasta el día siguiente, pues ahora solo quería dormir y descansar.

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