Capítulo 104: Confesión final

El cejo de Minato se encerró en la dama y, tras solo pocos instantes, se acercó hacia la mesa, para tomar la silla libre y volver a sentarse. Llegados a este punto, era importante disminuir tanto como pudiera el factor de intimidación, en especial para una señora de la edad que Matsushita tenía.

—¿Qué quiere decir con eso? —cuestionó el rubio aún bajo.

Se enfocaba en mantener un tono normal, cordial. No quería que la dama sintiera que era sometida a un interrogatorio feroz.

—Yo… le dije antes a los policías que lo había hecho todo sola, y ellos seguían diciendo que no era posible, por mi espalda —recordó la mayor.

—¿Era eso mentira?

Matsushita asintió.

—No estaba sola, otras personas se encontraban conmigo entonces —murmuró—. Me dolía mucho la espalda, por lo que

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