Capítulo 3: Encuentro

Cuando no sabes lo que buscas, todo lo que hagas será difícil. Si no tienes un perfil claro de lo que deseas, las generalidades no sirven.

Akari salió tan rápido como pudo de su trabajo aquel lunes, porque iba muy retrasado. Había tenido una junta de emergencia para la nueva planificación de un proyecto que él y su equipo llevaban y, al ser el jefe, no podía escabullirse.

Iba tarde, tanto que, al ver la hora en el reloj, se dio cuenta de que la única forma de no llegar tan retrasado sería si tomaba un taxi. Era un gasto necesario, un gasto grande al fin, pero no dudó, y se subió al primero que se detuvo a su señal.

Tal vez no conocía al individuo con quien se encontraría, pero era alguien con principios férreos, y un gran respeto por la puntualidad y buenas formas hacia los desconocidos.

Unas decenas de minutos después, llegó, sorprendido por haberlo hecho a tiempo, en medio de la hora pico de Tokio capital.

Yebisu Garden Place era un área comercial muy popular; no era raro ver sus derredores en cualquier serie o película. Era un lugar que le gustaba bastante: su arquitectura europea y las espaciosas plazas y empedrados le daban un escape a lo normal en la ciudad, aunque se la pasaba repleta de gente, lo cual no le encantaba en demasía.

Las familias paseaban, aunque fuera entresemana, y también muchas parejas, en diferentes rangos de edad. Cuando se percató de sí mismo, miraba hacia todas partes, buscando, porque… ¿qué importaba llegar a tiempo, si no tenía ni idea de cómo se veía la persona con la que estaba citado?

Respiró hondo y se quedó quieto, las personas pasaban por su lado, metidas en sus propias vidas. Ni siquiera le había dado tiempo de comer, por lo que no fue raro sentir el gruñido de su estómago advirtiendo su necesidad de alimento. Se rascó la cabeza, y se calificó a sí mismo como un idiota por estas circunstancias.

Akari-san, es realmente raro encontrarlo por aquí.

Akari escuchó que decía y, como un clic, su cerebro asoció la voz a una persona, y el cúmulo de sensaciones que solo ese tono causó en el entonces; él veía en una dirección, y la voz llegó desde atrás. Volteó con rapidez, dando un salto por la sorpresa y… ¿el ansia? Tragó saliva, y sus ojos se abrieron de más al darse cuenta de que los susurros de su mente tenían la razón.

Minato-san, qué coincidencia —soltó, más por reflejo que por pensamiento coherente—. Estoy esperando a alguien.

El varón frente a él desprendía una comodidad temible; vestía jeans, camisa y suéter, y llevaba un bolso a cuestas, y una bolsa de conbini entre manos.

Encontrarse con alguien desconocido por tercera vez en tan corto tiempo, ¿podía ser llamado una coincidencia?

La brisa de la noche sopló con fuerza, y los cabellos del rubio, ondulados en las puntas, que cubrían sus orejas y parte de la frente, en un corte que ya se había perdido hacía tiempo, comenzaron a ondear.

El mundo era caprichoso; la expresión de Minato cambió a una emoción genuina; Akari vio esos zafiros brillar con una intensidad insana para alguien de su edad, un semblante fuerte y vibrante, animado, como complacido, que lo hizo tragar e intimidarse. Lo que veía era… ¿curiosidad?

—¡Oh!, ¿tiene una cita? —Minato preguntó con emoción, como un niño en medio de un descubrimiento.

Akari no ocultó su desconcierto, ¿ese debería ser el primer pensamiento que al otro se le viniera a la mente? Bueno… considerándose a sí mismo, el lugar, la hora, y su postura, tenía sentido.

—No —contestó con rapidez, por alguna razón—. Espero a alguien, pero no es una cita.

—Ya veo, ya veo. —Minato asintió—. Yo también espero a alguien; tengo que verlo justo aquí, a las siete. —Sopló, y miró alrededor con disimulo—. Ya son las siete, un poco pasadas.

Akari achicó la vista en Minato, extrañado por sus palabras.

—Tú… —murmuró.

Pero Minato interrumpió:

—Akari-san, por casualidad… ¿es usted Azarov Akari-san?

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