Capítulo 5

 Celos, rabia, pelea, pasión y amor

León

— Te amo León, te amo– dice aun en mi boca, sus palabras retumban en mis oídos, me ama, ella me ama

— Yo  te amo a ti – digo sinceramente, al diablo mi lucidez, ella me mira atónita

— ¿De verdad? – pregunta esperanzada

— Si Mariana, no sé cómo, no sé cuándo, yo solo te amo –digo y ella sonríe,  haciendo que todo valga la pena, se pega a mí nuevamente y ahora ella me besa, le correspondo inmediatamente, sonríe en mis labios, pego mi frente a la suya y puedo ver un destellante brillo en sus hermosos ojos

— ¿Qué pasa? – pregunta mirándome fijamente

— Mariana eres una niña – digo con agobio, ella frunce el ceño y se separa de mí

— No soy una niña – dice molesta, me acerco a ella, creo que ya no puedo estar separado de su hermoso cuerpo

— Si lo eres, yo no debería – digo pero ella pone su dedo en mi boca haciéndome callar

— No soy una niña, además tú no eres un viejo – dice divertida, la miro fijamente

— ¿Andarías con un viejo? – pregunto con interés, tal vez, solo tal vez, ella y mi abuelo no son amantes después de todo

— No lo sé, tal vez si lo amara, pero mi corazón ya es de un hombre, y no es para nada un viejo – dice divertida, sé que se refiere a mí, pero ella no niega la posibilidad de andar con un hombre mayor, claro, dice que solo lo haría por amor, ya no sé qué pensar.

— Te amo mucho – dice y me estrecha más a su hermoso cuerpo

— Mariana no podemos, mi abuelo no lo permitiría – digo y es la verdad, mi abuelo piensa que soy un mujeriego, lo cual es verdad, o lo era antes de conocer a Mariana, además si ellos están juntos…

— No tenemos que decirle – dice Mariana de pronto, y la miro confuso

— Yo solo quiero estar contigo, podemos decirle después – dice ella y me mira con ternura

— No sé – digo, es muy peligroso, pero la verdad es que haría lo que fuera por esta con ella

— Es eso, ¿o es que amas a tu novia? – dice Mariana, ni siquiera había pensado en Cecilia, nunca la he querido, solo estoy con ella por costumbre, la he engañado mil veces y ella siempre me ha perdonado, pero nunca la he amado

— No, no es eso – digo y acaricio su mejilla, ella me mira con desilusión y después baja la mirada

— No es por ella, yo te amo a ti – digo y tomo su rostro para que me mire

— Yo también quiero estar contigo, pero no podemos decirle a nadie, mi abuelo no lo permitiría  - digo y ella asiente

— Está bien, no se lo diré a nadie – dice y me besa dulcemente.

Mariana

Estoy en mi cama, no puedo dormir de alegría, León me ama, me lo dijo, y me besó, fue como me lo imagine, dulce y suave, fue mi primer beso, soy tan aburrida que a mis 17 años nunca nadie me había besado, pero como me iban a besar si ni siquiera he tenido novio, aunque no sé si León y yo somos novios ahora, él no quiere que mi abuelo se entere y creo que tiene razón, me da miedo que en realidad sea  por su presumida novia, él me dijo que no es por ella, que me ama a mí, y no me importa nada, sé que seguramente voy a sufrir, pero ya estaba  sufriendo sin él, solo quiero disfrutar  cada minuto que pueda estar a su lado.

Han pasado varias semanas desde que León me dijo que me amaba, cuando estamos cerca de mi abuelo, él no me mira, ni me habla, pero cuando estamos solos, me besa hasta que pierdo el poco juicio hay en mí, cada día lo amo más, nunca pensé sentir algo así por un hombre, pero él provoca tantas cosas en mí, aunque me molesta un poco que piense que soy una niña, él tiene 22, solo es 5 años mayor que yo, pero creo que tiene complejo de viejo, aun así, yo siempre le dejo claro que no soy una niñita como él piensa, en realidad soy una mujer, un poco despistada y alocada, yo solo sé que  lo que más deseo es ser su suya.

No puedo dormir, casi no lo vi en todo el día, cuando llegue de la escuela, él no había regresado de la constructora y después se pasó toda la tarde en el despacho, debe tener mucho trabajo, solo cruzamos un par de miradas en la cena, lo extraño mucho, si, parezco una loca acosadora, pero qué más puedo hacer.

Miro el reloj que está en el buró de mi cama, son más de las 2 de la mañana, y yo sigo pensando en él, me decido y salgo de mi recamara, todas las luces de la casa están apagadas, su cuarto está a unos metros del mío, camino temblorosamente y me paro frente a su puerta, debería regresar a mi habitación, no quiero que piense que lo acoso, además debe estar cansado, pero necesito verlo, solo necesito mirar su sonrisa y después lo dejo tranquilo

Toco a su puerta suavemente, tratando de no llamar la atención, puede que alguien más tenga el sueño liviano y me escuche, no tendría una buena explicación para decir porque estoy a mitad de la noche tocando al cuarto de León, de pronto abre la puerta sacándome de mis pensamientos, tiene puesta una camiseta blanca y un pantalón gris de dormir, sus hermosos ojos azules me miran fijamente

— ¿Qué pasa? –pregunta preocupado, y yo estoy empezando a transpirar

— Solo quería ver como estabas, hoy casi no hablamos y yo – digo y me quedo callada, no sé si sea buena idea decirle que me estaba volviendo loca solo de pensar en él

Te extrañaba – digo mirándolo con mi sonrojo, si, ya sé que no llegue temprano a la repartición de dignidad, él me mira y sonríe, oh gracias, esa sonrisa era todo lo que necesitaba

— Pasa – dice, no dudo ni un segundo y lo hago, nunca había entrado a su habitación, es mucho más grande que la mía, tiene un estante lleno de libros, también hay un mueble color negro donde tiene documentos y una laptop, supongo que ahí trabaja, las paredes están pintadas de blanco,  frente a mi esta una enorme y lujosa cama, que con solo verla me dan ganas tirarme en ella, León me mira fijamente, creo que se ha dado cuenta de mi fascinación

— Tu cuarto es muy bonito – digo y él vuelve a sonreír

— Gracias – dice aun con la sonrisa de lado,  camino hasta la cama y me siento, es suave y cómoda, como me la imagine, él se queda parado frente a mí

— ¿Tuviste mucho trabajo? – pregunto para romper el silencio

— Sí, he estado ocupado todo el día – dice y se cruza de brazos, hago cirulos con mis pies, me mira divertido, creo que son las pantuflas de conejo las que le causan tanta gracia, si, estaba tan ansiosa por verlo que me olvide de quitármelas

— Parezco tonta, lo sé, pero son cómodas – digo defendiendo mis pantuflas preferidas, vuelve  a sonreír y se sienta  a mi lado, me mira y me acaricia la mejilla

Me acerco a él y lo tomo de la nuca, acerco mis labios a los suyos y lo beso, había extrañado todo el día sus besos, me aferro a su cuerpo, me sigue besando, bajo mis manos por sus fuertes brazos, y él me toma fuerte de la cintura, estoy perdida en su exquisito aliento, no me importa nada, solo él, me recuesta en la cama y se coloca encima de mi sin dejar de besarme, acaricia mis piernas, y yo dejo que me toque, bajo mis besos a su cuello, su perfume envuelve mis sentidos, siento que el tiempo se ha detenido, solos él y yo llenándonos de caricias, de pronto se aparta de mi bruscamente, jadeo cuando separa sus labios de los míos, se levanta de la cama y me mira fijamente, esta agitado, igual que yo

— ¿Qué, que pasa? – pregunto desconcertada, levantándome de la cama

— Nada – dice secamente, me acerco a su cuerpo pero él se retira de mí

— ¿No quieres estar conmigo? – digo con la voz quebrada, tal vez él no me desea, soy tan tonta

— Eres una niña Mariana – dice y mi corazón se parte en mil pedazos, él no me desea, ¿cómo pude pensar que quería estar conmigo como yo quiero estar con él?, y claro, mis traicioneras lagrimas hacen su aparición

— No llores – dice con angustia acercándose a mí, pero ahora soy yo la que me alejo de él

— Mariana no puedo – dice con tono seco, camino hacia la puerta sin mirarlo, él se queda parado en medio de su cuarto, me detengo a centímetros de la puerta, giro y lo miro, él me mira con agobio

— No soy una niña – digo firmemente, y salgo de su cuarto, entro corriendo a mi recamara, necesito llorar a solas, él es tan culto, apuesto y perfecto, como pude pensar que yo despertaba algo en él, solo hace falta ver a Cecilia, es guapa, su rubia y brillosa melena cae en su espalda, sus amplias caderas y pronunciados pechos la hacen muy atractiva, además del montón de joyas y vestidos caros que usa, y yo solo soy una muchacha huérfana, sin una gota de glamour.

La mañana llega y me levanto a duras penas de la cama, me miro al espejo, mis traicioneras lágrimas han hecho efecto  y se puede notar en la hinchazón de mis ojos, me meto al baño y dejo que el agua caliente alivie un poco el dolor de mi cuerpo, aunque  en realidad es un dolor más profundo, es desde lo profundo de mi corazón

Salgo de la ducha y me coloco mi uniforme, llego al comedor y me siento, mi abuelo me recibe con una amplia sonrisa, él no está, tal vez ya se fue, o sigue dormido, no sé, y la verdad no quiero verlo, pero como el destino y yo no somos amigos y se aferra en hacerme la vida imposible, él llega y se queda parado frente a mí, lo miro por una fracción de segundos y después aparto mis ojos de los suyos, se sienta frente a mí, pero yo no lo miro

— Buenos días hijo, se te hizo tarde – dice mi abuelo, León bebe del jugo que Paz  le pone en la mesa, lo sé porque lo miro de reojo, soy patética

— Si, anoche no pude dormir – dice y siento que la toda la sangre de mi cuerpo está en mis mejillas, sigo sin mirarlo, esto es tan incomodo

— Me pasas el pan – dice de pronto, alzo la mirada y me encuentro con sus profundos y bellos ojos celestes mirándome

Tomo la canasta de pan con mis temblorosas manos y se la entrego, León la toma pero al mismo tiempo rosa sus dedos con los míos, lo miro y quito rápido mi mano de su agarre, está jugando conmigo, ¿si no despierto nada en él, porque me provoca?

— León me llamó Teresita invitándonos a una reunión a beneficencia de su fundación – dice mi abuelo, León toma un pan y lo mordisquea, bajo la mirada y me concentro en el plato de frutas que tengo frente a mí

— Me gustaría que me acompañes, puedes llevar a Cecilia – dice mi abuelo y miro a León por inercia, él me mira incomodo, bajo nuevamente la mirada, este desayuno es el peor que he tenido en mi vida

— Cecilia y yo ya no estamos juntos – dice León, vuelvo a mirarlo, tengo la boca abierta, él no me había dicho que terminó con ella, si, lo sé, he estado viéndome con él a escondidas por varias semas y ni siquiera le había pedido que terminara con ella, la verdad tenía miedo de hacerlo, miedo de que no quisiera y se alejara de mí, ¿ya había dicho que llegue tarde a la repartición de dignidad?, creo que más bien nunca me aparecí cuando las entregaron.

— Bueno, tarde o temprano volverán, siempre es así, han terminado mil veces pero siempre regresan – dice mi abuelo con seguridad y mi corazón se hace pequeñito al escucharlo, si siempre vuelve con ella, significa que es importante para él, además no ha querido tocarme, seguramente la ama, debería haber alguna operación para curar el mal de lágrimas traicioneras,  a las mías les gusta aparecer en los peores momentos.

— Me tengo que ir a la escuela – digo levantándome rápidamente antes de que mis amigas las lágrimas me delaten, camino y le doy un beso en la mejilla a mi abuelo, León me sigue con la mirada, pero no dice nada, salgo de la casa, Jorge abre la puerta del coche y entro, él también lo hace y arranca el motor, he estado callada todo el camino, Jorge me mira por el espejo, pero yo solo pienso en lo que mi abuelo dijo, ellos siempre vuelven

— ¿Está todo bien, Srta., Mariana? – pregunta Jorge y me saca de mis pensamientos

— Si – digo secamente, no tengo ánimos de nada, Jorge me mira sin creerme

— ¿Esta segura?, puede contarme lo que sea, sabe que yo soy una tumba, si tiene algún problema, tal vez puedo ayudarla – dice con cariño, si supiera que mi único problema es su sexy patrón

— Estoy bien Jorge, solo un poco cansada – digo desanimada, asiente dudoso pero no me pregunta más, llegamos a la escuela, me bajo y me dirijo al salón, Chío me espera con una amplia sonrisa, pero yo creo que la mía ha desaparecido.

El día pasa lentamente, le he contado a Chío lo que pasó anoche y lo que dijo mi abuelo en el desayuno, ella es la única que sabe lo que pasa entre León y yo, ya sé que él no quiere que nadie lo sepa, pero Chío es mi mejor amiga y con alguien tengo que desahogarme.

Ella dice que él me quiere y no me ha querido tocar porque no me quiere lastimar, pero es obvio que no lo ha hecho porque la quiere a ella, a su novia,  aunque ahora no estén juntos, volverán, siempre lo hacen.

Estoy afuera de la escuela con Chío a mi lado, de pronto Javier se acerca a  nosotras con una amplia sonrisa

— Hola chicas – dice Javier con alegría

— Hola Javier – dice Chío mirando como él se acerca peligrosamente a mí

— Mariana te ves muy bonita hoy, bueno, la verdad es que siempre has sido muy bella – dice Javier, frunzo el ceño, Chío nos mira divertida y yo la fulmino con la mirada

— Gracias – digo débilmente, Javier toma mi mano y la acaricia, estoy aturdida, parece que la llegada de la primavera le afectó

— Vamos por ese helado – dice cerca de mi rostro, me alejo un poco, pero él me oprime fuerte la mano, de pronto veo como Javier se aleja violentamente de mí, espera, es León él que lo aparta de mí, estoy atónita mirando como León mira a Javier con aborrecimiento, y Chío, ella tiene la boca abierta igual que yo

— ¡No te vuelvas acerca a ella! – grita León furioso, Javier se acerca a él violentamente, León no se quita, están frente a frente mirándose con odio, oh Dios, esto no va a acabar bien

— Ella es la única que puede decirme eso, pero no lo hará, porque le gusta tenerme cerca – dice Javier con prepotencia, ¿qué rayos le pasa?, creo que se drogó o tal vez esta borracho, León lo mira con más furia, si es eso posible, tiene los puños apretados, nunca lo había visto tan enojado

— Cállate imbécil – dice León, Javier enfurece y lo empuja, trata de dale un puñetazo pero León lo esquiva y estampa a Javier contra el piso, en un momento la acera de la escuela se convierte en un ring de boxeo, miro como León está golpeando a Javier, este le planta un puñetazo a León en el rostro, pero rápidamente se lo quita y estrella a Javier nuevamente contra el concreto, León está encima de él golpeándolo con furia, todos los muchachos de la escuela están alrededor de nosotros, gritando eufóricamente por la pelea, yo estoy como flotando, Chío me zarandea para que reaccione, pero esto es demasiado, nadie nunca se habían peleado por mí, y ahora León, el hombre que amo, está moliendo a  golpes a Javier solo por tomar mi mano, de pronto Jorge aparece y toma a León por atrás para alejarlo de Javier, el cual esta tirado en el piso cubierto de sangre, León forcejea con Jorge, y se suelta de su agarre, Javier se levanta tambaleándose, y mira a León con odio

— No vuelvas acércate a ella, ¿entendiste? – grita León con rabia mirando a Javier, después me toma a mí del brazo y me sube al coche, Jorge también lo hace y arranca el motor, no sé como pero León no tiene ni un solo golpe, debió ser boxeador profesional, no me ha dicho ni una palabra, y por la mandíbula apretada que tiene, creo que sigue furioso

— ¿Que hacías con ese idiota? – dice de pronto y hace que me asuste

— Nada, solo estábamos platicando – digo rápidamente, puedo ver sus fríos ojos sobre los míos.

— No es necesario que este casi encima de ti para platicar. – dice con rabia, quito mis ojos de él, no puedo soportar su furiosa mirada sobre mí.

Jorge nos mira por el espejo retrovisor, creo que él está igual de sorprendido que yo, su patrón definitivamente se volvió loco.

— No quiero que vuelvas a hablar con él – dice con firmeza, no digo nada, solo bajo la mirada, esto es tan confuso, si León no siente nada por mí, ¿porque se pone como loco cuando Javier está conmigo?, ni que hubiéramos estado haciendo algo malo, solo estábamos platicando, aunque Javier se pasó de la raya cuando le dijo que a mí me gustaba que estuviera cerca, mañana tendré que dejarle claro que entre nosotros no puede haber nada, espero que los golpes que el Sr boxeador le dio, no le hayan dejado traumas de por vida.

Llegamos a la casa, no ha dicho ni una palabra y yo menos, me bajo del coche y Jorge arranca el motor, hoy ha sido un día de locos.

Estoy en mi cama, no puedo dormir, solo me imagino su fría mirada sobre mí, debo dejar de pensar en él, hoy no llegó a la casa, lo espere para que me explicara porque se puso así, pero eran las 12 y  no aparecía, así que decidí venirme a la cama, a seguir pensando en él

Tocan a mi puerta, debe ser Paz, abro y lo miro a él parado frente a mí, me mira fijamente, creo que acaba de llegar

— ¿Vienes a seguir gritándome? – digo con enojo, se pasa la mano por sus cabellos, no sé si sigue molesto o irritado, aunque la molesta debería ser yo, me ha gritado como se le ha pegado la gana, y ya estoy harta, si quiere pelear, pelearemos

— No – dice suavemente, su mirada se ha apaciguado, se acerca a mí, toma mi cintura con fuerza y me besa apasionadamente, estar con él es como  una montaña rusa, en la mañana golpeó a Javier hasta el cansancio y a mí me gritoneo hasta por los codos y ahora está besándome ardientemente.

Camina conmigo y cierra la puerta de mi recamara tras él, estoy desorientada, estaba preparada para gritarle hasta quedarme afónica, pero la verdad esta opción es mejor, sus manos siguen en mi cintura, camina conmigo hacia la cama y me recuesta, se coloca sobre mí, mientras sigue besándome, sus manos recorren mis piernas con fuerza, estoy empezando a delirar, sus besos y sus caricias son éxtasis para mis sentidos, yo solo sé que es en sus brazos donde quiero estar.

León

Estoy besando a Mariana desesperadamente, después de lo que pasó en la mañana, cuando vi a ese idiota tan cerca de ella, me di cuenta de cuanto la necesito, no soporto que otro este con ella , ni que la mire, ella es mía, la amo y la necesito.

Acaricio sus piernas, pasando por su suave vientre y me detengo en sus pechos, deslizo mi mano dentro de su pijama rosa y los acaricio fuertemente, ella no me detiene, estoy excitado, desde anoche que entró a mi cuarto tenía unas inmensas ganas de hacerla mía, pero me detuve, no porque no la deseara, solo que ella es una niña, y no quiero lastimarla, además de que aún está latente la posibilidad de que sea la amante de mi abuelo, pero eso es lo que menos me importa, solo quiero tenerla, su cuerpo es tan fino y delicado, el olor a flores que desprende su cabello me vuelve loco, bajos mis labios por su cuello, mis manos siguen masajeando sus pechos, estoy en el cielo, perdido en su hermoso cuerpo, me separo lentamente, ella me mira fijamente, me recuesto a su lado y miro el techo, esta agitada por la excitación, no dice nada, y yo tampoco

— Creo que ya no estás enojado – dice sarcásticamente, sonrío y me giro para mirarla

— Lo siento, por gritarte, me volví loco cuando vi a ese idiota tan cerca de ti – digo y el solo acordarme de como ese imbécil la miraba, hace que vuelve la rabia

— Solo estábamos hablando, y tú lo dejaste como Jesucristo – dice y yo sonrío

— Me asustaste y creo que a Jorge también, seguramente piensa que su patrón se volvió loco. –dice, y la beso, se sorprende pero me corresponde

— No soporto ver a ningún hombre cerca de ti – digo y ella agranda los ojos

— ¿Estabas c e l o s o? – dice deletreando la palabra, la miro fijamente y la acerco más a mi cuerpo

— Sí, estaba celoso – digo y ella me mira atónita

— No tienes porque, yo solo te amo a ti – dice mirándome fijamente, acaricio sus labios con la yema de mis dedos y después la beso con cariño.

Pase la noche con Mariana, mirarla dormir es fascinante para mí, no quiero tocarla, ella es una niña, solo tiene 17 años y no quiero hacerla sufrir, no sé qué demonios me pasa, tengo unas enormes ganas de hacerle el amor, pero no quiero lastimarla, no sé qué es lo que vaya a pasar, solo sé que sin ella ya no puedo vivir.

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