Capitulo cero

Recuérdenme la vida de un niño o niña cualesquiera de los dos, tienen algo en común, son muy felices, gracias a un equilibrio entre lo que ven y lo que creen, a veces influenciado por sus padres o personas que los crían y quieren. Yo tuve la dicha de que en mi infancia mi familia era una familia unida y feliz, a pesar de todo lo que le acontecía.

Nací, un 13 de diciembre de 1999, un buen día para nacer, era invierno, pero me encanta la primavera, sus colores, sus canciones, su clima, es mi época favorita del año, poco después nació mi hermano, sin embargo, nuestros padres siempre nos prestaron igual atención. Como yo era la mayor tuve que volar más pronto de casa, con eso me refiero a ir al lugar que muchos odian, la escuela. Y es de ahí que voy a empezar a narrar mi travesía. Porque así lo llamo yo, o díganme si acaso no es una travesía ver a un niño de siete años crecer junto a ti, obviamente no, a menos que seas la única que lo puede ver. El misterio de Lucas, fue algo que marcó mi vida, pero del porqué ya se enteraran.

Mi primer día de escuela fue un poco extraño pero divertido. Recuerdo haber conseguido amigos rápidamente, Lilith, Richard y Mike quienes se volvieron mis fieles mosqueteros.

Mamá me dejó en la puerta de mi nueva escuela y me dijo—Pequeña, cuídate, haz lo que la maestra te indique, volveré por ti a la hora de salida, te quiero (¿Está bien?).

Era pequeña, pero entendía mucho el chino, mi madre se había encargado de enseñarme. Entonces sin dificultad le respondí —(Está bien).

Luego de eso se subió a su auto y se fue, la maestra que se encargó de recibirme me llevó adentro junto con los demás niños. Todo era nuevo, la mezcla de colores en las flores en la pared, los juegos, los cuadernos de dibujo, los crayones, sobre todo los niños. Una especie de criaturas asquerosas que se comían los mocos.

La maestra me mostró el salón —Estos serán tus nuevos amigos, ¿estás emocionada?

Era una niña, no sabía que decir, pero si me sentía asustada al estar frente a nuevas criaturas que no eran mis primas o mi hermano. Solo pude mirar a los niños que correteaban por el salón, el piso tenía una alfombra verde, y el tobogán forma de árbol. Era una casa del árbol con tobogán. 

La maestra se agachó para quedar a mi altura y tocando mi hombro me preguntó —¿Quieres ir a jugar Emilia?

Negué rápidamente solo con un movimiento de cabeza. Ella me sonrió y me volvió a hacer otra pregunta—¿Quieres buscar un puesto donde sentarte y poner tu mochila?

Me hablaba como si yo no supiera caminar por mí misma.

Entonces respondí—¿Puedo sentarme con esa niña? —señalé a una pequeña morena con cabello alborotado forzadamente peinado en dos coletas.

La maestra me sonrió más y asintió —Claro, ve.

Entonces lentamente camine hasta la niña que jugaba con su muñeca Barbie, no me atreví a hablarle, sentía que me desaprobaría, al menos no quería molestarla. Pasé de largo hasta una de las pequeñas mesas y me senté a esperar que alguien viniera a socializar, mientras veía el salón. Es esa sensación de desencajar en el primer día de clases. 

Entonces un niño cabello con peinado exageradamente formal para un jardín de niños se me acercó para ofrecerme de sus mocos. Un mechón se le había salido del peinado y pude notar que su cabello rubio originalmente era ondulado. 

El niño se acercó a mí y mostrándome un moco en su dedo índice me dijo—¿Lo quieres?

Miré aquello con desagrado, —No gracias.

El insistió—Vamos, es que estas tan sola, entonces...oye tómalo estoy quedando en vergüenza. 

¿Era en serio?, ¿él estaba quedando en vergüenza?, yo era a la que le estaban dando un moco en lugar de un saludo o una invitación a jugar. No podía estar más desconcertada con aquello.

Lo miré enfadada para que dejara de insistir, —No quiero tus mocos.

Él retiró su mano—Solo quería darte una muestra de amistad, ya sabes para que supieras que vengo en son de paz. 

Ay no, pensé, un niño aficionado de los extraterrestres. Hice un gesto raro, amigos quería y peor era nada—Esta bien.

Entonces me volvió a tender su suciedad nasal y la tomé, claro que luego la boté. Él entonces se quejó:

—Oye. Bueno, ya que. Me llamo Mike, puedes decirme Mickey y el de allá es mi hermanito, Richard, pero puedes decirle Richy. —Señaló a un niño que tenía el trasero levantado y la cabeza entre las piernas que nos miraba en esa posición, tenía casi las mismas características de Mike solo que estaba más regordete.

Le Sonreí forzada mente—Que gusto. Soy Emilia.

Me tendió la mano esta vez sin mocos:

—Me alegra conocerte. —luego susurró — Toma mi mano y apriétala. Papá dice que así saludan los adultos y yo pronto seré uno.

Dudé un momento porque quien sabe cuántas veces aquellos dedos habían estado en su fosa nasal, pero me decidí y le di mi mano—También me alegra.

Entonces gracias a Mike no pasé mi primera hora en el jardín de niños como antisocial. Hablaba de ser adulto todo el tiempo, me mostró sus juguetes, unos patitos de bañera y un peluche de panda del que al parecer no podía separarse. Mientras que su hermano Richy hacia posiciones de yoga que había visto en su madre, bueno, intentaba hacerlas. Lo vimos caerse de cabeza varias veces, luego de eso Mike procedió a presentarme a sus amigos, a casi todos en el salón para ser exactos. La única que hacía falta era Lilith.

Lo vi encogerse y ponerse tímido—Lilith será mi futura esposa, ya se lo he dicho, pero dice que eso nadie lo puede predecir, me odia, pero yo no. 

Era el niño más raro que jamás conocería, había planeado su futuro en el jardín de niños, así que le pregunté —¿Por qué te odia?

Él se encogió de hombros—dice que hasta que deje mi "manía" por sacarme los mocos va a hablarme. 

Lo miré confundida—¿Y por qué no lo haces? 

Se encogió de hombros—Ahora no puedo evitarlo, pero, cuando crezca ya no lo haré.

Entonces lo tomé de la mano y lo llevé con ella, podía ser decidida cuando me lo proponía, pero fue poniéndolo frente a ella salió corriendo y gritando como niña. Entonces me quedé sola con ella, quien me miraba expectante—¿Sabes que hay personas que tienen rasgos como los tuyos en sus ojos, pero, aunque parezcan chinos no lo son?

Negué—Pero mi madre nació allá.

Ella abrió los ojos en sorpresa—¿En serio? 

Asentí—Se mudó aquí hace algunos años para casarse con mi padre.

Me agarró del brazo para llevarme a sentar con ella—Seremos grandes amigas.

La seguí, bueno ella me arrastró hasta un lado del salón—Eso sería genial Lilith.

Ella rodó sus ojos—Fue el niño raro quien te dijo mi nombre ¿cierto?

Asentí—Quiere ser tu amigo. Dijo que le gustas.

Puso cara de enfado—Sí, lo sé, pero no se atreve a invitarme a jugar, tartamudea mucho al hablar, y tiene una manía asquerosa por sacarse los mocos, eso no es nada lindo.

Me reí—¿Y si cuando crezcan son amigos?

Hizo una expresión de asco—Guacala. Mejor juguemos.

Había conseguido una nueva amiga, éramos una combinación rara pero bonita, dos estadounidenses una niña con ojos medio rasgados y una afroamericana con cabello alborotado, nos llevamos de maravilla casi desde el primer momento, los cuatro nos habíamos sentado en un rincón del salón a hablar de cosas de niños, después de que Richard y yo lleváramos a Mike a la fuerza frente a Lilith quien terminó por aceptar socializar con él. Fue una misión difícil para un par de niños de cinco años. 

Al principio él no quería ceder a acercarse a ella—Jamás. Ella es mi amor platónico, si le hablo dejará de serlo, además, no tengo valor de hablarle. 

Al verlo tan atemorizado, y sabiendo que yo no podría sola y con Lilith viéndome del otro lado del salón llamé a Richard que estaba...con un par de crayones en sus fosas nasales y otro en las orejas. 

Me acerqué a él—Necesito que me ayudes con tu hermano.

Él se sacó los crayones de la nariz—Hola, niña linda. 

Me incomodé, pero quería unir a los cuatro así que volví a insistir—¿Vas a ayudarme?

Se levantó y fuimos por su hermano, este se tiró al suelo armando berrinche, entonces lo agarramos uno por cada pie y lo arrastramos hasta Lilith. Ella esperaba cruzada de brazos, pero con vergüenza ya que él resto de niños nos miraban.

Mike solo pedía que lo soltaran como cualquier buen niño lo haría—¡Déjenme! ¡Quiero vivir! ¡Por favor!

Lo levantamos para ponerlo a la altura de Lilith—Vamos Mike háblale—le dije.

Él forcejeó—Déjenme ir, por favor, papá dice que si digo por favor las personas hacen las cosas con más gusto. 

—Tal vez en el mundo adulto, nosotros somos niños—le aclaré.

Richard se acercó para susurrarle—Mike, creo que me acabo de tragar un pedazo de crayón.

Todos nos espantamos y exclamamos al unísono—¿Qué?

Les advertí que fuéramos por ayuda—Hay que decirle a la maestra.

Entonces él aclaró—Estoy bien, no es nada.

Luego tosió, Lilith lo tomó de la mano y lo acercó a ella para tocarle la frente—No tienes fiebre, pero te revisaré. 

Fue hasta su mochila para sacar una pequeña batita de doctora rosa, terminamos jugando al hospital. Ella era la doctora, yo la enfermera, El traga crayones el paciente enfermo y su hermano el familiar preocupado.

Richard estaba en el piso, que nosotros imaginábamos era la camilla—Me duele la pancita doctora. 

Su hermano estaba preocupado —¿Estará bien?

La doctora tomó el control de la situación —Claro, solo hay que darle golpecitos en la pancita para que el crayón salga. Enfermera, tráigame el martillo especial.

Yo fui al botiquín de juguete, saqué un martillo de plástico y se lo entregué—Aquí tiene doctora.

Lo mejor de todo es que logré mi misión e hice que Mike le hablara sin temblar a Lilith. Aunque eso no funcionara prácticamente para nada, dos años después los padres de los gemelos se divorciaron.

Luego vino el primer grado.

Mamá me contaba como cada noche un cuento, yo esa vez la interrumpí, sería pequeña, pero tenía mis preguntas—¿Qué hubiera pasado si no se hubieran encontrado ahí, que tal si el príncipe ni siquiera la ve?

Ella se río—No lo sé Emilia, la historia no habría marchado bien por ahí, y no hubiera dejado una gran enseñanza. 

Papá entró —Como están las dos mujeres más hermosas de mi vida. 

Mamá y yo le sonreímos—Bien.

Entonces siendo yo muy pequeña me atreví a preguntar—Papá, ¿mamá y tú estarán juntos para siempre como en los cuentos?

Papá se lo pensó un segundo, pero respondió alegremente abrazando a mamá—Claro que sí. Pero ahora, basta de cuentos, es hora de dormir pequeña. Tu hermano ya te ganó el puesto en el cometa azul.

Les debía mi elevada imaginación a mis padres, papá también me contaba historias, el cometa azul de los sueños era una hermosa historia, que narraba como las personas viajan en ese cometa hasta los sueños que se tienen cada noche, esa era la forma en la que de pequeña me explicaban de donde salían los sueños, yo imaginaba con traje especial subida en aquel cometa con fuego azul. Me escabullí hasta debajo de las sabanas, papá y mamá salieron después de darme las buenas noches. Ellos definitivamente eran el ejemplo de amor verdadero. Los adoraba, cada noche era única al lado de ellos. Por la forma en que se miraban yo juraba que se quedarían juntos toda la vida. Pero me temo que el mundo de un niño es feliz por la poca percepción de los problemas que rodean a los adultos.

Cumplí siete años y me inscribieron en una escuela pública del norte del estado de Virginia, en Harrisonburg. Donde iríamos los cuatro a primero de primaria. Era de lo más emocionante, Los gemelos habían convencido a sus padres de querer ir allí, pues su familia era adinerada y los querían mandar a una privada. Pero también eran consentidos y armaban los mejores berrinches que había visto.

Era algo como, estilo Mike—¡Quiero helado de fresa papá, fresa, o dejo de venir al jardín de niños! ¡Me dedicaré a pedir limosnas para helado!

Por largas horas, eran fastidiantes solo de escucharlos. Pero ahí estábamos, frente a nuestro nuevo salón, no había juguetes ni el piso verde y suave del jardín de niños. Era diferente, pero nos adaptamos rápido, éramos cuatro contra el mundo, bueno, contra el resto de compañeros. 

El peinado de Lilith había cambiado de un par de coletas a una coleta alta que por la densidad de su cabello se parecía más a un moño. Los gemelos seguían peinándose formales, pero con un pequeño cambio que sus padres decidieron aplicar, ahora el peinado iba de lado y no todo hacia atrás. 

La maestra llegó tres minutos después de que la campana sonara—Buenos días niños, bienvenidos a primer grado, soy la señorita Margaret.

Me incliné sobre mi asiento—Mike, ¿me prestas tu lápiz? 

Él me miró por sobre su hombro —Tú ya tienes uno. 

—Sí, pero el tuyo es rosa. 

Entonces se ruborizó—¿Te lo puedo cambiar por el morado? Si quieres.

Miré mi lápiz morado—No, solo quiero escribir algo con tu lápiz y ya te lo doy. 

Entonces me dio su lápiz—Esta bien toma. 

Bueno no era como que escribiera tanto, hice un par de corazones y escribí el nombre de los cuatro, había aprendido a hacerlo bien. Mi letra aún lucía un poco forzada, con el tiempo sabía que la mejoraría. 

La maestra ese día nos hizo repasar el abecedario, y algunas palabras, pronto aprendería más. Luego vino la clase de arte que después se convertiría en mi favorita, la maestra era una señora muy amable. Ella le llamaba expresarse de manera divertida, nos dio a escoger lo que queríamos hacer en su clase. 

Se dirigió a nosotros después de sentarnos en el piso —Todos tenemos algo que nos llama más la atención que lo demás, tengo tres opciones para ustedes hoy, pinturas, música y baile. —hacia graciosos gestos al enumerar las opciones. 

Los gemelos eligieron música, la maestra les dio unas panderetas, Lilith eligió baile, había una pequeña grabadora en un costado del salón, y los que eligieron bailar estaban ahí mostrando su talento. Yo me quedé con la pintura. 

—Bien niños, estas son acuarelas, y en este papel pueden plasmar lo que quieran, cuando crezcan podrán utilizar un lienzo si les llama la atención —dijo la maestra entregándonos los pinceles y pinturas. 

Todos en una mesa larga, éramos cinco niños dispuestos a hacer nuestro arte. En el grupo conocí a Melanie, con quien compartíamos algunos colores, a mi izquierda se hallaba Austin, el niño más lindo que jamás había conocido, al menos hasta entonces, él había metido su mano toda en las acuarelas que estaban derramadas en una página y luego la plasmó en otra página limpia. 

Notó que lo miraba, se giró para hablarme—¿Quieres intentarlo? 

Mis ojos se abrieron en sorpresa—Yo...no sé... 

Agarró mi mano y la levantó sobre la mesa—Vamos no es tan difícil, ¿Qué color quieres pintarla? 

Llámenme exagerada, pero así es como lo recuerdo, entonces le respondí—Rosa.

Rodó los ojos—Típico las niñas y el rosa.

Derramó color rosa en una página en blanco y puso mi mano sobre esta—Bien, ahora puedes ponerla aquí.

Me indicó la página con el dibujo de su mano—¿Donde?

—Aquí, en la página.

Supe que no me diría donde exactamente, así que yo elegí un lugar en blanco de la página junto al dibujo de su mano. 

Luego le pregunte —¿Ahí está bien?

Asintió—Sí. Es más, me has dado una idea—se dirigió al resto—¡Todos pinten su mano con un color para que sean parte de mi dibujo!

En ese entonces me pareció el niño más creativo, tenía siempre las mejillas sonrojadas, y su cabello era castaño, vestía con camisas de rayas horizontales negras y shorts con tenis.

La maestra se puso en medio del salón para dirigirse a nosotros—Muy bien niños, antes de terminar la clase voy a pedirles que nos compartan como se han sentido en esta primera clase y los del grupo de dibujo van a enseñarnos sus creaciones.

Yo miré mi página en blanco, no había dibujado nada, así que tomé una acuarela e hice una flor utilizando mis dedos. Cuando llegó nuestro momento de mostrar lo que habíamos hecho todos quedaron encantados con mi flor, pero fue el dibujo de Austin el que dejó maravillada a la maestra, le pidió incluso que le pusiera un nombre, entonces él llamó su dibujo: " Amigos del primer año" todos aplaudieron y la clase dio por concluida. 

Nos quedamos a comer los cuatro ese día, en el piso a uno de los costados del salón, mamá me había puesto un sándwich de pavo en mi lonchera. Todos andábamos una, era como una tradición desde el jardín de niños.

Mike inició la conversación ese día —Te veías bonita bailando Lilith.

Ella lo ignoró, pero seguramente si no fuera por el tono de su piel, se habría notado sonrojo.

Hubo un momento de silencio que puso incómodo al pequeño rubio, así que yo interrumpí—Tocan bien las panderetas, chicos.

Richard respondió —Lo sé, seré un gran músico cuando sea grande.

Se oía emocionante, así que le respondí entusiasmada—¿Y me invitaras a tus conciertos?

Él asintió—Claro que sí.

Lilith habló entonces sorprendiéndonos—Gracias Mike.

Como por arte de magia el antes mencionado levantó la mirada, sus ojos eran de total alegría

—¿Eso quiere decir que vas a casarte conmigo?

Ella rodó sus ojos—No. 

Él se puso de pie—Descuida cariño, un día te conquistaré.

Y con porte seguro, nos dejó con el pan a medio comer, literalmente. Richard se quedó paralizado con el sándwich en la boca viendo a su hermano alejarse dando saltitos de seguridad. Lilith solo se dio una palmada en la cara. Era gracioso la forma en la que él se disponía a conseguir lo que quería, de pequeño como un berrinche, de grande, sería una cualidad que atraería a muchas chicas.

Empezamos a oír la palabra crecer, todos la han oído alguna vez, y como todo buen niño nos encantó la idea de ser grandes, tener mayor estatura, ponernos ropa de adultos, comer cosas que comían los adultos, hacer cosas de adultos, sin mirar las responsabilidades, o los problemas de adultos, solo nos importaba ser más altos. Pasamos a segundo año sin problemas, éramos inteligentes, yo había aprendido a leer y trataba de mejorar mis dibujos. 

Los gemelos habían quedado encantados con la música así que sus padres los inscribieron a clases particulares, uno aprendería guitarra, y el otro quería el piano. Así que no era nuevo encontrarse al rockero sobre la mesa fingiendo un concierto.

Richy estaba ensimismado, mientras la maestra lo veía enfadada—Por favor, bájese de la mesa joven Ashton. 

Él la miró, hizo caso, no sin antes terminar su show—¡Gracias público, ha sido un honor! —y aventó la regla metro (su guitarra) de la maestra al suelo, todos le aplaudieron.

Una vez en su asiento, la maestra inició la clase. Yo estaba tranquila escribiendo algo en mi cuaderno cuando de pronto Richy me lanzó un lápiz, lo miré mal.

Él sonrió para decirme—Hey, ¿qué te pareció mi concierto?

Le respondí rápido—Genial. 

Él se enorgulleció—Lo sé, soy genial.

Al final de las clases nos subimos al autobús escolar como siempre, yo me sentaba con Lilith, jugábamos por todo el camino hasta la parada donde nuestras madres nos esperaban. 

Ese día el autobús no llegó a la parada. A esa hora nadie se imaginaba lo que pasaría después de clases, los accidentes no eran tan comunes en el lugar. Había tráfico regular, pero siempre no falta el loco borracho que se decide a manejar, se le atravesó al autobús en un cruce, la conductora trató de no impactar y al frenar se subió al asfalto, el conductor del auto chocó contra uno de los costados. Dejándonos varados, no recuerdo demasiado, caí inconsciente en el piso, solo alcancé a ver a Lily llorando. 

Para cuando desperté, me hallaba en el hospital, solo fueron unos minutos, pude ver a mamá con su rostro preocupado correr hacia mí para abrazarme, luego me volví a dormir. El doctor dijo que debía descansar, pero antes escuche a mamá preguntar por los demás niños, él respondió que todos estaban bien y no corrían ningún peligro. 

Me alegró saber que mi amiga estaba bien, los gemelos no iban con nosotros, sus padres siempre iban a recogerlos a la escuela. Yo no supe mi diagnóstico exactamente, pero por la cara de mamá no eran buenas noticias. Sin embargo, no recuerdo haberme golpeado tanto, cuando desperté en casa sólo sentí en cuerpo adolorido, tenía un rasguño en el brazo y unas cuantas heridas en mi frente, luego sanaron y no podían ser ningún problema.

Poco después del accidente, las cosas empezaron a andar mal en casa, mamá lucía triste todo el tiempo, papá casi no pasaba tiempo con nosotros, me decían que era por trabajo para que no me afectara, pero no resultó ser así. 

Casi para finalizar el año escolar, mis padres se divorciaron, nunca supe en que momento empezó el proceso, solo sé que un día mamá tenía nuestras maletas preparadas, nos mudaríamos a un apartamento, había ganado mi custodia legal. Un día al llegar de la escuela ya no entré a casa, simplemente me subí a un taxi con mamá. 

Antes de irnos salí para abrazar a papá, él con tristeza me dijo—Te quiero enana, cuídate, obedece a tu mamá ¿OK?

Asentí, estaba llorando a mares como cualquier niño lo haría—¿No te volveremos a ver?

Miró por sobre mi hombro, respondió con amabilidad—Claro que sí. 

Esa fue la última conversación personal con mi padre en mucho tiempo.

Vi a Roachter mi hermano que por el contrario de mí era más parecido a papá, sus ojos eran cafés claros, su cabello igual al de papá, rizado, de un tono casi naranja. Era pequeño, dos años menor que yo. Lo abracé.

—Te quiero Roach—Le besé la frente y me di la vuelta para irme.

Él me persiguió y se pegó a mí—No te vayas hermanita.

—Roachter ven. —lo llamó papá, quien se acercó para tomarlo en brazos—¿Quieres espagueti?

—Quiero que se quede papá —hizo un puchero.

—Solo irán de compras, ¿regresaran de acuerdo? —le sonrió.

—¡Sí! —exclamó el engañado.

Yo me subí al taxi, sabiendo que no regresaríamos. Ahí acabó mi vida feliz, y la barrera con la realidad empezó a abrirse azotadamente. Todo lo que creía se vio amenazado por la verdad, y los cuentos de hada se acabaron para mí.

(...)

El apartamento tenía todas las comodidades necesarias, una sala amueblada, un pequeño comedor y dos recámaras Casi todo era blanco, excepto por los muebles de madrea y la mesa de centro negra, mi habitación estaba neutral, era amplia, era un apartamento caro. Mire a mamá en busca de respuestas. 

Ella me respondió sonriendo—Mi padre, tu abuelo, me ayudó a conseguirlo.

Mi abuelo, Chang, era el abuelo más alocado que cualquiera podría tener, le gustaba contar historias de guerreros y cuentos de princesas de su país e interpretarlas también. La primera vez que lo vi, me llevó a comer, él probó la pizza, quedó encantado, terminó comprándose casi una docena en una semana. 

Seguí asistiendo a la misma escuela, iniciamos tercer grado, todo iba genial, los gemelos siempre siendo tan ellos, molestando a los maestros, y nosotras les ayudábamos a hacer sus travesuras, éramos inseparables, hasta que un día al llegar al salón, Lilith y yo nos encontramos con que los gemelos estaban llorando, no sabíamos por qué, el día anterior habían estado felices como siempre, pero la razón era comprensible.

Yo fui la primera en preguntarles—¿Por qué lloran?

Mike fue quien nos contestó, parecía ser el más afectado—Nuestros padres van a divorciarse Emy. 

Entendía por qué lloraban, es un dolor horrible que tus padres se divorcien, pero eso no era lo peor, Richard tomó la palabra —Mamá se irá, y va a llevarse a Mickey. 

Las dos nos quedamos en shock—Oh no. 

Los abrazamos, como si con eso pudiéramos detener lo que iba a pasar. Mikey se nos iba, y después de su hermano yo era la que más sentía su partida. O eso creí, mi amiga a mi lado había roto en llanto. Yo sabía que en el fondo lo quería, pero no era momento para hacérselo saber, solo seguimos llorando los cuatro. El dúo Richy y Mickey jamás se separaba, pero eso cambiaria, como muchas otras cosas en mi vida, al principio pensé que era por la falta que me hacía mi amigo del Kínder, pero no podía tratarse de eso, simplemente un día apareció sin previo aviso, para hacer de mi vida para nada común. Al menos la monotonía no era de algo de lo que debía preocuparme. 

Un día llegando a la habitación de mi cuarto me lo encontré, era el destino, pero no lo sabía.

—¿Quién eres?

—Yo...no sé.


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