CAPÍTULO 2. ENCUENTRO LABORAL

Jade sentía que un nudo se había formado en su garganta y aunque intentó hablar, solo salió de su boca un gemido de dolor, el médico se quedó viéndola con curiosidad le parecía una chica muy hermosa, su rostro perfilado y unas pequeñas pecas en sus mejillas, daban la impresión de tener menos edad de la que le había dicho, aunque su piel no era muy blanca, con un hermoso cabello marrón que le llegaba casi a la cintura, el hombre no pudo evitar sentirse excitado ante ella, aunque también el instinto de protegerla se activó en él.

 

—Puedo pagar todo el dinero que necesites para la operación de tu padre…—empezó a decir el médico tuteándola, hizo una pausa como sopesando las fuerzas de su palabra y continuó—…Pero a cambio tienes que hacerme compañía —expresó con malicia.

 

La muchacha frunció el ceño confundida ante sus palabras, no entendía para donde quería que lo acompañara y porqué con solo eso le daría a cambio esa suma de dinero para cubrir los gastos médicos de su padre, sabía que algo no estaba bien, pero el trasnocho le estaba pasando factura porque no podía coordinar bien las ideas.

 

—Discúlpeme, pero no se a que se refiere con que me ayudará con los gastos médicos si lo acompaño ¿Dónde quiere que lo acompañe? —preguntó, aunque en ese momento la claridad llegó a ella, aunque no quería hacer conjeturas precipitadas.

 

— Jade, eres una chica muy hermosa y estoy interesado en ti de una manera más íntima —dijo en un tono de condescendencia mientras la recorría de pies a cabeza. Lo que causó incomodidad en la chica, sin embargo, el hombre no se dio por aludido y continúo hablando—. Necesito que me acompañes a mi departamento para…

 

La chica no lo dejó seguir hablando, se levantó indignada.

—Es usted un ser completamente miserable ¡¿Cómo se atreve a realizarme semejante proposición?! Aprovecharse de mi situación de necesidad y de angustia para hacerme su cochina  propuesta. ¡Se ha equivocado conmigo! No soy ninguna zorra que se vende al mejor postor ¿Le parece ético lo que está haciendo?

 

—Deberías estar agradecida que te estoy dando una alternativa para salvar a tu padre —pronunció el médico soberbio, sin ningún atisbo de remordimiento por su propuesta —. Sin embargo, mis buenas intenciones las estás malinterpretando ¡Es una lástima! Y en cuanto a que sea ético o no, no habrá nadie que me juzgue más que tú y si te atreves a decirle a alguien sobre esta conversación, lo negaré —afirmó alzando sus cejas en un gesto de superioridad —. Será tu palabra contra la mía. Y yo soy un médico muy prestigioso. Además sería tan lamentable que te atrevieras a levantar falsas acusaciones en contra del médico que atiende a tu padre ¿No te parece? —indicó con una pedante sonrisa.

 

Jade entendió su indirecta y supo que lamentablemente por ahora no podría hacer nada en su contra y con un semblante de derrota expresó:

—Yo me retiro, y no se preocupe que encontraré el dinero necesario para operar a mi padre. Le juro que prefiero robar para conseguirlo, antes que permitir que un miserable como usted toque mi cuerpo —manifestó muy molesta y sin esperar más respuesta del médico salió enfadada del consultorio tirando la puerta.

 

***

Kerry se bajó de su auto deportivo, con un gesto frío, mirando a los demás por encima de sus hombros, le lanzó las llaves de su vehículo a unos de los parqueros del estacionamiento de la empresa sin siquiera emitir una palabra. Tomó el ascensor privado y se dirigió a su oficina directamente, en completo silencio, no le gustaba entablar conversación con sus empleados si no era estrictamente necesario.

 

Cuando llegó, observó a su secretaria organizando un cúmulo de carpetas, bajó su vista y allí estaba su prominente vientre, el cual le causó que su piel se enchinara del desagrado que sentía en ver a una mujer embarazada y lo pero sería ver ese engendro. Giró su vista a los lados, esperando encontrarse con la nueva empleada, mas no encontró a nadie, eso lo hizo enfurecerse y enseguida manifestó ese carácter insoportable que ostentaba y que era motivo de causar temor en las personas que lo rodeaban, aunque para alivio de la secretaria había aprendido a lidiar con él y podía manejarlo medianamente.

 

—¡Samantha! —exclamó con un grito—¡A mi oficina ya! —. Entró a su despacho abriendo la puerta con violencia y dejándola cerrar con fuerza.

 

La mujer suspiró y tomó aliento, como una forma de insuflar paciencia y tolerancia a su cuerpo, para poder aguantarse a ese hombre tan insoportable. No entendía como un ser humano podía ser tan asocial, déspota, inclemente, nada lo conmovía, era un completo tirano.

 

Samantha lo siguió un par de minutos después y el hombre la riñó.

—¿Es qué te pesa mucho el cuerpo que no puedes cumplir mis órdenes apenas te las doy? —interrogó molesto.

 

—Si me pesa mucho, debería probar usted a ponerse una barriga de más de siete kilos a ver si tiene la misma destreza —. Fue la respuesta de la mujer en una voz tranquila.

 

— Si eso se pudiera ni loco lo haría, ¡Es horrible! Y los engendros del demonio que se obtienen, peor. No soporto a esas criaturas, tan desagradables, babosas y pegostosas.  No quiero jamás estar cerca de esos seres tan infernales —. pronunció con una mueca y ante sus palabras la mujer se encogió de hombros.

 

—Realmente creo que nosotros dos nunca nos terminaremos de ponernos de acuerdo jefe, para mí sentir a este bebé en mi vientre ha sido la experiencia más gloriosa que he tenido en mi vida —. En ese momento Kerry alzó las manos en señal de que sus sentimientos le tenían sin cuidado y así se lo hizo saber.

 

—No me interesa lo que pienses del tema, aquí la opinión que cuenta, es la mía, tú solo callas y asientes. ¿Qué pasó con la secretaria que te sustituirá? —interrogó a la expectativa de la respuesta de la mujer —. Si no me equivoco, tenía que estar hoy a las siete y media de la mañana y ya solo faltan cinco minutos para las ocho. ¿Recursos Humanos no la seleccionó o ella se manda sola?

 

—Ya recursos humanos la seleccionó, lo hizo de entre todas las secretarias de la empresa. Tengo entendido que es la mejor preparada, con mayor capacidad y estudiante de ingeniería de sistema y…—La mujer no pudo continuar hablando porque fue interrumpida por su jefe.

 

—Me vale mierda que sea una erudita y que Einstein se quede pendejo ante su capacidad. Hasta ahora lo único que ha quedado demostrado es que ella es una maldita irresponsable. Comunícame con Recursos Humanos, no la quiero en mi despacho —profirió apretando los dientes.

 

—Señor, tal vez a la chica se le presentó algún inconveniente. Por lo que sé dé ella, es una de las personas más responsables de la empresa —abogó la secretaria por la chica que había tenido oportunidad de conocer unos días atrás y le había dado una buena impresión.

 

—¿Te estás negando a cumplir mi orden? Porque si es así, allí está la puerta ¡Vete! Antes que te eche yo mismo con mis propias manos y te ponga de paticas en la calle —expresó golpeando con violencia el escritorio, la mujer saltó nerviosa ante su arrebato.

 

—¡Por supuesto que no! Ya lo comunico —manifestó la mujer en tono de derrota. 

Cuando estableció la comunicación con el departamento de Recursos Humanos, le entregó el teléfono.

 

—Watson, encuéntrame una nueva secretaria —. Fue su saludo, sin preguntar por cómo se encontraba el otro hombre.

 

—Señor Mackenzie, discúlpeme, ya le seleccioné la mejor. Es una chica con una extraordinaria preparación y …

 

— ¡No la quiero! Es una maldita irresponsable y si no cumples ahora mismo mi orden estarás despedido —ordenó con firmeza y al hombre al otro lado de la línea no le quedó más alternativa que responderle de acuerdo a lo solicitado.

 

—Entendido señor, cumpliré su orden con celeridad.

El hombre estaba bastante nervioso deseando apaciguar el enojo de su jefe y preocupado por no poder informarle de la causa del retraso de la joven.

 

—Se me olvidaba. ¡Despídela! —. Fue su orden antes de cortar la llamada mientras que el otro hombre quedaba preocupado porque conocía la razón de Jade para retrasarse.

 

***

La chica debió tomar un taxi para dirigirse a su oficina y no retrasarse más, ya tenía casi media hora de retardo, pedía al cielo que su jefe no hubiera llegado. Por las referencias que tenía de él, era un hombre intransigente, nada cordial y cruel.

 

Ingresó al edificio por el acceso principal, pasando a través de una gran plaza, donde se podían observar grandes pantallas táctiles, sistemas audiovisuales, puntos de información relacionados con los productos que en el campo de la domótica brindaba el consorcio Howard Mackenzie, el imponente edificio de cristales de color azul, reflejó la luz del sol, lo cual pegó en sus ojos humedeciéndolos.

 

—Buen día tengan todos—. Saludó la chica con alegría, a pesar de estar viviendo uno de los momentos más difíciles en su vida. Su energía y positivismos la hacían ser una persona apreciada para sus compañeros, quienes le respondieron amablemente y con una sonrisa.

 

La joven estaba esperando el ascensor, cuando uno de los hombres de seguridad se dirig3uó a ella.

—¿Va a vicepresidencia?

 

—Sí, es mi primer día, pero estoy retrasada, se me complicaron las cosas, con mi padre, aunque espero pueda pronto resolver la situación. Lo bueno es que ya estoy aquí —manifestó la chica con una mirada triste y un gesto de inocencia que conmovió al hombre.

 

—Señorita Jade, venga, no espere más, suba por el ascensor privado de vicepresidencia—. Propuso el hombre.

 

—Señor Smith eso puede traerle problemas —manifestó con preocupación.

—No se preocupe, procure al llegar que su jefe no se dé cuenta —. Y dicho eso el hombre le abrió el ascensor y dejó subir a la joven.

 

Al llegar, la secretaria no estaba sentada en su puesto, mas la puerta del despacho estaba abierta y pudo escuchar los gritos de quien sería su jefe.

“—¡No la quiero! Es una maldita irresponsable y si no cumples ahora mismo mi orden estarás despedido. —Se escuchaba el hombre furioso —Se me olvidaba. ¡Despídela!”

 

Sus palabras la hicieron temblar, no estaba en condiciones de perder su empleo, necesitaba asumir los gastos médicos de su padre, debía por todos los medios morderse la lengua, bajar la cabeza y suplicarle misericordia a ese hombre que por referencias sabía de la crueldad que lo caracterizaba. Pero eso no le importó, con los ojos húmedos, a punto de que sus lágrimas brotaran entró al despacho del hombre sin esperar que la anunciaran.

 

—¡Por favor señor Mackenzie por lo que usted más quiera, no me despida! —suplicó la chica apenas entró, atrayendo hacia ella dos miradas, la secretaria de color café, que la observaba con compasión, de manera empática, sin embargo, la otra, la del hombre, de un azul intenso, como el color del mar embravecido en una noche de tormenta,  la miraba como si quisiera destruirla de un solo vistazo.

 

"Así como se ven los peces en el fondo del agua limpia, así se ven tus intenciones en el fondo de tus ojos."Conyflores.

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