Travesía

En el momento en el que estaban frente a la tormenta, el barco empezó a moverse descontroladamente de forma tal que parecía que se destruiría, pero de manera inesperada el viento dejó de soplar en contra del barco y lograron pasar a otra isla que era un tanto sombría ya que solo tenía unas rocas muy oscuras en punta y una arena muy pálida y gris.

Bajaron en los botes y arribaron a la isla, en ella Terr movió un par de rocas con la ayuda de otros  hombres, y señaló un extraño pasadizo el cual se  veía muy profundo, tenía una escalera de cuerda muy desgastada y era la única forma de entrar,  empezaron a bajar por la soga uno por uno, cuando llegaron todos al fondo, solo se observaban las luces de las antorchas, Terr dio la orden de apagar las antorchas; cuando la antorchas se encontraban apagadas y toda la inmensa oscuridad los rodeaba, un pequeña pero muy fuerte haz de luz brilló, Thomas preguntó.

―¿Cómo sabía que esa pequeña luz brillaría si apagábamos la antorchas?

A lo que Terr respondió.

―Porque en la oscuridad más grande la más pequeña y tenue luz puede llegar a brillar tanto como el mismo sol.

La luz apuntaba a unos extraños símbolos y un lugar que tenía la misma forma que la caja del mapa, Terr colocó la caja en ese espacio y parte del suelo se abrió, volvieron a encender las antorchas.  Terr se agacho en la pequeña abertura y encontraron la caja donde estaba la tan misteriosa espada esqueleto.

Terr la tomo con cuidado, y con la caja en mano describió como era la espada, decía que no era una espada liza y de prefecta hoja, al contrario, era irregular y de color muy negro Todos se asombraron enormemente, en especial Thomas. Terr colocó la caja entre sus hombros y dio la orden de salir, volvieron a subir por tan acabada escalera, pero Simón quien era el último que estaba subiendo, cayó ya que la cuerda de la escalera no soporto más y se rompió.

Simón se golpeó fuertemente, pero se encontraba de cierta manera bien, lanzaron una soga para intentar sacarlo.

Mientras Simón volvía subir por esa soga, notó algo inusual en la pared, no se observaba todo lo que era, así que Simón lo limpió con una mano, y vio que era una caja, que había sido empotrada en la pared.

Simón pidió ayuda para sacarla, Rif bajo con ayuda de otra cuerda, y entre los dos lograron sacarla, cuando la caja se encontraba en la playa Terr la abrió. Dentro de la caja se encontraba un medallón que tenía una división en medio la cual resaltaba con relieve, el medallón era parte dorado y parte negro, parecían paisajes de tierras lejanas los que había sido grabados en este, |l creía que lo negro se había hecho por el tiempo ya que se veía oxidado, como si hubiera estado mucho tiempo en la caja y se hubiera estropeado el baño de oro.

Terr lo tomó, lo puso de nuevo en la caja y se lo llevó al barco.

Salieron de la isla y entraron a mar abierto donde el clima se volvió soleado nuevamente, Terr se acercó a Rif y lo encadenó para meterlo a una celda, el capitán no confiaba en Rif, ya sabía que tarde o temprano se amotinaría. Rif entró en una celda justo al lado de la de Lander.

Rif, como era un traidor pensaba que si convencía a Lander podría usarlo para realizar un motín y tomar el barco de Terr, luego con el barco en su poder lo traicionaría y usaría el Santa Fe para atacar Guayaquil y llenarse de riqueza, pero su plan debía ser astuto ya que Lander era un hombre que conocía cómo era la traición y manipulación. Pero antes deberían salir de la prisión.

Mientras, Terr estaba revisando el medallón y la caja que habían encontrado, los cuáles después de limpiarles el polvo, tenían unos símbolos que eran muy parecidos a los que se encontraban en la  entrada de roca que estaba en la isla donde habían buscado el mapa.

Guardó la caja en un cofre bastante viejo y lo colocó debajo de un madero que estaba salido en el piso de su camarote.

En la cubierta del barco Thomas contemplaba el horizonte cuando Cribas se le acercó y le dijo

―Debes tener un poco más de paciencia con el capitán, parece algo loco y testarudo, pero él sabe porqué hace las cosas, además es una muy buena persona,  tiene los valores de un noble.

Mientras tanto Terr se debatía entre buscar o no a los esqueletos, Simón también pensaba si sería mejor enfrentarlos solos o con todos los hombres en el barco, después de varias horas de debatir finalmente llegaron cerca de las costas de Bahía grial, no se acercaban mucho porque aún no sabían con certeza si la fuerza real seguía en ese lugar.

Un grupo de hombres, entre ellos Thomas, se dirigieron lentamente hacia la costa, para cerciorarse si se encontraban o no los hombres del rey. Una vez en la costa no veían a nadie, y encontraron todo destruido. Casas y negocios, la fuerza real lo había destruido todo, y tal vez se habían llevado a todos como prisioneros y a los que se oponían los habían asesinado.

De repente un grupo de personas salieron de la nada todos armados y atacaron a la tripulación, los hombres se defendieron con sus espadas y lograron dominar a los atacantes, pero como su propósito era hallar respuestas y no dañar a quien pudiera dárselas los liberaron y empezaron a interrogarlos.

―¿Por qué todo se ve tan destruido? ―preguntó Thomas.

Por el paso de la fuerza real ―respondió alguien.

―¿Y dónde está toda la gente? 

―Fueron capturados por los hombres del rey, nosotros sobrevivimos porque logramos encontrar un escondite de Rif.

―¿Tú conoces a Rif? ―preguntó Thomas.

―Sí, es muy conocido por ser la rata más hábil de todo el vasto océano, ha estafado a todos los piratas ladrones y comodoros que yo he conocido, y aun así sigue vivo.

Thomas lo observó por un momento fijamente mientras pensaba, después decidió dejarlos y moverse rápido ya que bajaron en la búsqueda de algo importante, un par de llaves.

Fueron a una edificación en donde todo seguía casi en su lugar, ahí el grupo empezó a planear cómo iban a encontrar la pequeña caja donde se encontraban unas llaves para abrir la bóveda de alguna cosa imprescindible para el capitán. Él no les dijo que guardaba lo que se abría con esas llaves solo les dio la orden de traerlas al barco.

Las llaves se encontraban dentro del banco del pueblo, ya que Bahía grial era un agujero de ratas, este estaba muy bien reforzado y sellado.

Thomas imagino que con un poco de pólvora podría hacer volar la puerta principal para empezar a buscar entre los pequeños compartimentos que tenía aquel banco, pero lo que no sabía era en cuál de los compartimientos se encontraban las llaves, lo que podía ocasionar que se tardara toda una semana solo para buscarla y tenía hasta la medianoche, porque a esa hora la Real maría áspera volvería para terminar lo que empezó, o al menos eso le habían dicho el grupo de capturados.

Thomas como siempre muy vivo y sagas se le ocurrió volar todo el banco ya que las cajas eran de hierro no se destruirían y así sería más fácil encontrarlas entre los escombros.

Junto a los hombres que lo acompañaban en la expedición y el grupo de refugiados buscaron todos los barriles de pólvora que pudieron y los colocaron en el interior del banco. Thomas colocó un camino con la pólvora y lo encendió, cuando la chispa alcanzó la pólvora el banco entero desapareció y todos rápidamente se pusieron a buscar entre los escombros.

Uno de los muchachos que fueron capturados encontró una de las cajas de hierro que contenía las llaves y al intentar guardarlas en su ropa andrajosa fue sujetado por Thomas que se la quitó y lo arrojó al suelo. Con la misión cumplida decidieron llevar a los refugiados al barco como tripulación.

Thomas regresó con una gran sonrisa al barco pensando que Terr le diría que son o para que  servían esas llaves, pero Terr con gran indiferencia solo tomó las llaves y se dirigió a su camarote, lo  cerró con seguro y no habló con nadie.

Thomas borró su sonrisa y su cara cambió a enojo, al punto de que se subió al más grande mástil y solo se dedicó a vigilar mientras el barco zarpaba.

Después de un largo navegar todos los tripulantes llegaron a la isla Trina donde tuvieron un abrupto desembarque, Thomas aún molesto, decidió quedarse en el barco, en la punta del mástil para ser preciso.

Simón y Terr llevaban dos palas muy grandes y las llaves una en cada mano, empezaron a cavar en la orilla de la isla casi cerca del mar, cavaron por varias horas, pero no encontraron lo que buscaban.

―¿Por qué razón no encontramos la caja? Se suponía que se encontraban en la orilla enfrente de la piedra roseta. -dijo Simón

-Creo que el mar ha subido un poco desde la última vez ―contestó Terr.

―Si es que la caja se encuentra bajo el mar será imposible que las saquemos.

Pero a Terr se le ocurrió una gran idea, ya que la marea era poca usarían un bote para poder sacar el agua de mar y así poder cavar.

Simón preguntó cómo iba a funcionar, a lo que Terr le contestó que era simple, solo le quitarían la base al bote y la encajarían en el suelo, después con baldes sacarían el agua y una vez la arena este solo húmeda se podrían cavar.

Cuando sacaron el bote se toparon con otro problema, la base era de roble muy dura para cortarla con espadas, pero Simón sugirió usar un cañón y dispararle a la base, así se destruiría y podrían cumplir con su cometido. Usaron el cañón más pequeño, para no destruir todo el bote, lo cargaron y dispararon, la base voló en pedazos, pero el bote mantuvo su forma, lo encajaron en la arena y sacaron el agua poco a poco.

Thomas sabía que el contenido de la caja debía ser muy valioso como para que Terr hiciera tantos esfuerzos por sacarlos de su lugar de entierro. Llegado el atardecer la arena ya era apta para que excavaran, pero Thomas, quien curiosamente había bajado del mástil, pregunto.

―¿Cómo saben que la caja se encuentra en ese lugar?

A lo que Terr sutilmente respondió.

―Estas piedras de color verdoso en esa posición nos indican que las cajas se encuentran en el centro de su figura.

Después de cavar y ya llegada la medianoche la caja al fin apareció, y se notaba su importancia ya que la caja estaba hecha de plata la cual brillaba con la pequeña fogata que habían hecho para aplacar la oscuridad.

Terr dio la orden de pasar la noche en aquella isla, ya que era tarde y no quería toparse con ningún contratiempo.

A la mañana siguiente ya en el mar, Thomas intentó probar suerte y preguntarle a Terr que había en la caja, Terr sabiendo lo indiferente que se había portado con Thomas decidió mostrarle el contenido de la caja, dentro de ellas se encontraban unas llaves doradas. Thomas se sorprendió y se dijo  a si mismo que era tonto guardar llaves en una caja ya que las llaves se las lleva con uno mismo, Terr le explico que las llaves eran demasiado importantes como para tenerlas en el barco y que todo se iría aclarando en su siguiente destino.

Se dirigieron a otra ciudad costera, pero era muy poco conocida, solo unas casas estaban habitadas, atracaron. Terr bajo solo con Simón, pero Thomas los siguió de cerca. Luego de una larga caminata los dos llegaron a unas gigantescas puertas de madera, Thomas creyó que para esas puertas tan majestuosas eran las llaves, pero se sorprendió cuando vio que solo empujaron las puertas y entraron, Thomas entró sigilosamente y los vio en otra entrada, sacaron las llaves doradas y las colocaron en la cuarta y quinta cerradura a la izquierda del muro, una bóveda se abrió y sacaron otro par de llaves, cuatro para ser exacto, Thomas se confundió todavía más.

Volvieron a sacar las llaves doradas y se marcharon de vuelta en el barco. Terr dio la orden de que todos se reunieran, y extendió el papel tan viejo, que resultaba ser un mapa de las constelaciones, Terr lo observó por un momento y lo volvió a enrollar,  salió a cubierta y todos lo siguieron. Observó el cielo y regresó su mirada a todo el grupo.

―Ya sé que hemos estado moviéndonos de un lado a otro y ustedes han sido una tripulación muy leal, en cuanto lleguemos al lugar indicado en el mapa nos reuniremos junto a una fogata para que les diga el porqué de mis decisiones tan repentinas.

Continuará...

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