Rutas pasadas

Cuando llegaron a la costa Terr corrió al bote donde se encontraban Simón y Thomas y les dijo.

―Escuchen bien, tengan a mano sus espadas y sus pistolas, no recuerdo los peligros que se encuentran en esta isla y tampoco sé que nuevas criaturas han entrado al corazón de la misma, prepárense.

Luego de lo dicho, Terr sacó su espada y empezó a caminar y todos empezaron a seguirlo. A pocos pasos se toparon con una entrada a una selva la cual estaba formada por pilas de piedra y que en lo alto se veían tallados unos símbolos.

―Saquen sus armas porque aquí comienza la parte fea ―indicó Terr.

Empezaron a ingresar en fila, la isla era extraña ya que los árboles eran muy bajos y tenía mucha maleza, el camino también era diferente, estaba cubierto por una especie de fango muy espeso y pegajoso.

Todos escuchaban extraños ruidos y se preguntaban en su mente que eran, después de escuchar un crujido muy fuerte se asustaron, pero todo quedó en un   profundo   silencio.  De  la  nada uno de los hombres desapareció y solo se escuchaban sus gritos. Todos intentaron detectar dónde se encontraba, pero se volvió a dar ese silencio penetrante y la tierra comenzó a temblar, por todos lados empezaron a brotar plantas carnívoras, gigantescas, tan grandes como un caballo. Empezaron a atacar a todos, los hombres se defendieron fervientemente sin embargo varios fueron arrastrados por las plantas.

―¡Es inútil tratar de combatirlas! Están por todos lados, corran lo más rápido que puedan y síganme ―gritó el capitán Terr, mientras cortaba algunas plantas abriéndose paso por la maleza.

Una planta tomó el pie de Simón, Thomas muy valiente se decidió a ayudarlo y con un disparo acabó con la planta, pero otra alcanzó a herirlo de gravedad en el brazo y Thomas se desplomó, al ver esto, Simón tomó su cuerpo y escapó rápidamente.

Terr llegó a la entrada de una cueva donde las plantas no llegaban. Apresuró a todos a entrar para salvar sus vidas. Los últimos en entrar fueron Simón y Thomas.

―¿Que le pasó? ―preguntó Terr.

―Una planta logró herirlo ―respondió Simón.

Terr se mostró realmente preocupado. 

Una vez adentro la oscuridad era muy profunda, solo se observaba la tenue luz de la entrada

Encendieron algunas antorchas que llevaban con ellos, pero se apagaron al poco tiempo, pues el viento soplaba fuerte, siguieron caminando en la oscuridad hasta que encontraron el centro de la cueva. Una pequeña luz brilló y en el centro la luz iluminaba una roca que mostraba una extraña caja con forma de estrella de ocho puntos. Dentro de esta estaba muy bien doblado un mapa y unos dados. Terr la tomó rápidamente y dijo.

―Listo,    lo    tenemos,    ya    podemos    irnos.

―Pero las plantas nos esperan afuera.

―Saldremos por la parte de atrás de esta cueva.

Todos lo siguieron, por una gruta muy estrecha y húmeda y finalmente llegaron a una pequeña saliente la cual se encontraba frente a un gran abismo.

―Tengan cuidado de no caer en el abismo, si caen dense por muertos ―dijo Terr.

Todos se deslizaban lentamente por los bordes de las rocas hasta que encontraron otra cueva, pero esta tenía más iluminación y se podía ver una salida más fácil, era un acantilado, así que tuvieron que saltar.

―Por aquí es imposible escalar, por eso la única entrada es la selva.

Saltaron y el agua los llevó a la costa llena de rocas . Empezaron a caminar apresuradamente para rodear la isla y llegar al barco, pero un tenas viento los golpeaba de frente, no se conocía el origen de aquel viento ya que el día seguía soleado. Batallando con el viento lograron avanzar unos pocos pasos, pero el mar también se volvió contra ellos, era como si algo no quisiera que salieran de ahí con vida.

Las condiciones eran tan malas en esos lados que varios hombres fueron alcanzados y arrastrados por la corriente marina, y el resto de la tripulación solo se aferraba a algunas rocas para que no se los llevara el viento

―No tenemos mucho tiempo, estas fuerzas de la naturaleza son los guardianes del mapa y no permitirán que nadie se lo lleve, hundirán la isla entera y nos llevaran con ella a todos. Pero hay una forma de burlarlas y salir con vida, tenemos que movernos cuidadosamente por las rocas salientes y podremos entrar al río ―explicó Tere.

Todos se movían lentamente para no ser arrastrados por el viento, llegaron al río. Todos saltaron a este y a través de el se condujeron por unas cavernas subterráneas que los llevaron a la parte de la isla donde estaban los botes. Subieron rápidamente y remaron hacia el barco, mientras veían como la isla se hundía en las profundidades del océano.

De vuelta en el barco colocaron a Thomas en una cama donde vendaron su herida.

―Rápido diríjanse al puerto más cercano, necesitamos llegar a un lugar donde atiendan la herida de Thomas ―indicó Terr preocupado porque este muriese 

El joven Thomas ya había tenido que soportar toda la travesía y su vida peligraba.

El puerto más cercano es Guayaquil.  Terr sabía que solo se podían acercar un poco si no querían que los detuviesen por meter a un comodoro a la prisión.

Cuando se encontraba cerca, Terr y Simón cargaron a Thomas quien estaba inconsciente, lo subieron al bote y remaron rápidamente a la costa donde lo llevaron a un médico brujo que vivía marginado del resto del pueblo, este conocía a Terr.

Terr entró y le pidió al médico que curara la herida del brazo de Thomas que ya se estaba infectado, el médico lo colocó en la cama y lo vendo muy fuertemente. Después el médico dio un extraño jugo que lo mejoraría.

Mientras el médico atendía a Thomas, Terr y Simón conversaban sobre  lo sucedido.

―Lo ves Simón, es por este tipo de cosas que no quería involucrar a mi tripulación en este  asunto. Thomas está herido y perdí a varios hombres de mi barco en la isla. ―Terr estaba muy molesto.

―Sí, pero sin el mapa sería imposible hallar la espada y el resto de las esencias del tiempo, y tú bien sabes que sin ellos no podríamos vencer a la tripulación de la muerte. No solo se perderían algunas vidas si no que se perdería la vida de todos nosotros y de todo hombre que esté en esta tierra  ―respondió Simón.

―Bueno eso no importa en este momento, una vez que Thomas se recupere partiremos a Bahía grial donde descansaremos y nos prepararemos para buscar la espada. Tenemos que reunir nuevos hombres para el viaje, así estaremos listos para lo que se venga, además tenemos que cargar la nave de licor, eso calmara los ánimos de la tripulación. El mejor licor  se lo encuentra en el foso de Rif, hace ya tiempo que no veo a esa sabandija, será bueno que le cobre algunos favores que me debe ―dijo Terr un poco más calmado.

Más tarde esa noche, cuando Thomas se encontraba en mejor estado lo sacaron de Guayaquil, lo subieron al barco y partieron en silencio rumbo a Bahía grial.

Mientras remaban, Simón preguntó

―¿Por qué no liberaste a Lander ya que nos encontrábamos cerca del puerto?

―Porque necesito cierta información de Lander así que lo tendremos con nosotros un tiempo más. De todos modos nos avisará de piratería  ―respondió Terr.

A la mañana siguiente ya se encontraban en su destino, en una taberna de mala muerte empezaron a buscar y preguntar por Rif, pero todos decían que enloqueció más de lo normal y desapareció. Terr no creía esa historia y se decidió a encontrarlo y sacarle todo el licor que llevara con él.

Terr y Simón, quienes eran los únicos que bajaron del barco se dirigieron a una fosa, donde era habitual ver a Rif preparar su famoso licor, en el lugar encontraron todo vacío, pero vieron algo singular, en el suelo se encontraba un viejo papel el cual mostraba un mapa hacia unas cuevas muy extrañas, los dos hombres decidieron buscar las cuevas.

Después de un largo caminar las encontraron, y para sorpresa de ellos encontraron a Rif dentro de una de ellas.

―Rata inmunda, ¿qué haces aquí? ―pregunto Terr.

―Terr hace mucho que no te veía, solo estoy aquí para admirar la cuevas ―respondió Rif.

―Si estás aquí es para alguna de tus trampas o trucos ―dijo Simón.

―Está bien me atraparon, encontré estas cuevas hace mucho, pensé en convertirlas en una nueva taberna para hacerme rico; pero luego descubrí que ya lo era, porque en estas cuevas hay mucho oro, y los españoles aún no lo encuentran ―dijo Rif.

―Si eso es cierto, ¿no deberías estar gastandolo en bebida y mujeres? '',expresó Terr muy sarcástico.

―El problema es que no he podido sacarlo ―dijo Rif algo molesto.

―Bueno Rif, no vinimos por eso, vinimos a buscarte para que me des diez barriles de tu famoso licor ―dijo Terr apresurado.

―Ya no hago eso

―¿Y si te ayudamos a sacar tu oro nos darías licor?

―Está bien saquemos el oro y les daré los diez barriles; me gusta tu nueva actitud Terr, así ya no das tanto miedo.

Terr simplemente suspiró

Entraron a lo profundo de la cueva, con las antorches veían unas piedras que brillaban, pero cuando intentaron sacar una de las piedras de oro Terr notó que no era oro de verdad, era el oro falso que no valía nada, Rif se molestó mucho por lo acontecido y antes de que se empezara a lamentar, un fuerte ruido se escuchó, era como si se disparara un cañón; cuando los tres hombres salieron vieron que era la La Real maría áspera que atacaba la costa de Bahía grial.

La Real maría áspera, era la fuerza del orden que controlaba el mar, además llevaba el oro y tesoros que eran extraídos del nuevo mundo, y eran los encargados de deshacerse de los piratas.

Los tres hombres corrieron a la costa y mientras se escondían, notaron que los hombres del rey lo destrozaban todo a su paso, algo estaban buscando. Terr pensó que buscaban al comodoro Lander quien había desaparecido, así que corrió por detrás de unos barriles junto con Simón.

Rif por su parte se dirigía a esconderse en una zanja, que era uno de sus tantos escondites en la isla para huir de las personas que querían matarlo por las estafas que él hacía.

Antes de poder entrar a la zanja, Terr lo tomó por el cuello y le dijo.

―Aun me debes los diez barriles, y no te voy a soltar hasta que me los des.

―Claro, no queremos que te alteres ¿o sí? 

Terr arrastró a Rif y mientras el caos se desataba en los bares de Bahía grial, los tres hombres se deslizaron por detrás de algunos botes y barcos hasta llegar al de ellos.

En el barco encontraron a varios hombres del rey batallando con la tripulación. Terr dio la orden de partir, y en medio de la batalla soltaron las amarras del barco y partieron.

En cubierta la tripulación se iba deshaciendo de los hombres del rey hasta que quedaron libres y tomaron un rumbo desconocido.

Era más que claro que ya no podían seguir con su vida de pescadores, ahora eran piratas y enemigos del reino de España.

Mientras caía la tarde, Thomas ya había recuperado la conciencia, y preguntó a Terr qué había pasado en aquella isla.

Terr le contó lo que había ocurrido en ese lugar, y también le contó lo que le había pasado en el brazo. Otra de las cosas que cumplió fue la promesa que le había hecho a Thomas.

―Te dije que te explicaría todo, bueno es hora de decirte por que la tripulación de la muerte nos atacó. Ellos buscaban la espada y el mapa que rescatamos nos llevará a encontrarla, ya que, al lanzar un dado en la superficie del mapa, cuando se detenga, este se colocara sobre la exacta posición de la espada.

―Pero por qué no me dijo que sí conocía a Simón ―preguntó Thomas desconcertado.

―Todo será revelado a su debido tiempo, y el momento en el que preguntaste no era el indicado ―contestó Terr

Después de esta charla Thomas se dirigió a recibir un poco de aire, cuando observó a lo lejos una tormenta, se dirigió rápidamente al timón donde se encontraba Terr y le avisó que el rumbo al que se dirigían los llevaría a un desastre inminente.

Terr no mostró preocupación alguna, y no se tomó la molestia de girar el timón para desviarse de la tormenta. Thomas insistió en que la tormenta era peligrosa, que lo sentía en los huesos.

―No te preocupes por eso Thomas, nos dirigimos a la tormenta porque atravesandola encontraremos la espada esqueleto.

Terr le mostró el mapa a Thomas, el cual vio que el dado apuntaba directo al centro de una extraña formación, pero la posición de la espada no era lo más raro, lo más asombroso y extraño era el mapa, parecía vivo parecía que todo lo que sucedía en la realidad sucedía en el mapa, había que entrar a la tormenta.

Thomas insistió en cambiar el curso, pero Terr sabía que la tormenta no les afectaría y le dijo muy relajado.

―Para aquel que tiene el mapa el camino a los objetos se abrirá y lo dejará pasar.

Thomas no entendió completamente lo que eso quería decir, pero si el capitán decía que no    había problema era porque no lo había, decidió comenzar a confiar en lo que decía su extraño capitán.

Continuará...

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