3. BAJO EL SIGNO DE LA NOCHE

La respiración de Lara pareció detenerse. Había esperado a lo largo de un año, quizás inconscientemente, que alguna fuerza especial negara el hecho de que ella era importante para las Razas; pero allí estaba otra prueba de su responsabilidad para atarla al mundo de la noche.

_ Señora… _ la apuró el Comandante sacándola de su letargo.

_ Es este. _ murmuró ella pasando el volumen de nuevo a Evan, que lo guardó con celo en la minúscula mochila que llevaba a la espalda _ Estoy segura.

Lía sonrió con feliz agitación aunque a juicio de Dominic aún no había mucho que celebrar. La primera parte de la misión había concluido con éxito, el libro estaba en su poder; ahora quedaba por vencer una fase no menos peligrosa: salir con vida de la mansión.

Boogs hizo una pequeña señal para avisar que el corredor seguía despejado. La movilización de craig que se había provocado debía comprarles tiempo suficiente para atravesar de nuevo la casa y escabullirse por la misma ventana por la que habían entrado. Garth debía encargarse de que la zona este de la propiedad estuviera libre para que ellos pasaran; y la tarea no debía ser complicada una vez que Siena hubiera abandonado la mansión con Craig, en su afán de mantenerlo a salvo y lo más lejos posible de cualquier enfrentamiento armado. En ese momento preciso, el auto del regente debía llevarlo ya varios kilómetros rumbo al corazón de la ciudad.

Con la precaución más absoluta los cazadores salieron del cuarto azul y comenzaron a cruzar el extenso corredor del tercer piso, mientras debajo de ellos el disturbio llenaba el aire de pisadas apresuradas y furiosas órdenes. Varios oficiales craig serían castigados por aquella debilidad, y si no daban con el paradero de los posibles intrusos más de uno sería atormentado por Siena con toda la severidad de la que la mujer era capaz.

Dominic aguzó el oído, intentando prevenir cualquier situación que pudiera poner en riesgo su huida, pero la confusión de voces era tan aguda que apenas logró distinguir una palabra de otra.

_ No hagan ni un sonido. _ avisó en un susurro _ La revuelta allá abajo es demasiado grande como para que yo pueda escuchar algo concreto, pero no sería raro que algún guardia hubiera quedado en este piso.

Sus compañeros asintieron y siguieron caminando con estudiada delicadeza, mientras Lara aligeraba tanto su paso que comenzó a quedarse atrás, ensimismada en algún pensamiento que, dada la tensión de las circunstancias, nadie pareció notar. Dos pisos más abajo un acento peculiar, que no debía escucharse en aquel momento, le llamó poderosamente la atención.

_ Señor, estamos listos para irnos.

_ Todavía no. ¿Encontraron algo?

La respuesta debió ser apenas un movimiento de cabeza, porque la interpelada no pronunció palabra.

_ ¡Es incomprensible! Quien haya activado todos esos sensores tuvo que ser visto por alguien, sobre todo por la agilidad con que respondimos… ¡Claro que hubiera sido mucho más rápido si ese estúpido sorian no se hubiera ocupado de informarme en persona de la violación de seguridad!

Lara contuvo el aliento.

Ius era viejo, muy viejo, y a pesar de que solía ser impulsivo no tenía un solo pelo de tonto, a veces de cobarde, pero de tonto no. Aquel ataque parecía demasiado bien estructurado: los sensores disparados, el jefe de la seguridad informándolo, las fuerzas movilizadas, el regente sacado de la casa… y luego, un enemigo invisible al que más de cien soldados craig, en quince minutos de búsqueda, no conseguían localizar.

Si se pensaba con detenimiento, hasta para Lara que era una neófita en cuestiones de estrategia, aquella coreografía se estaba desarrollando demasiado bien. Ius conocía las habilidades de Dominic, debía saber que sólo él tenía la capacidad de poner cada elemento en su justo lugar en la organización de un asalto, y aquel apuntaba al Comandante desde todos los ángulos.

_ ¿Qué pasa señor? ¿Qué está pensando? _ se inquietó Siena.

_ Hay un pequeño detalle que no encaja, no existen enemigos invisibles, Siena, si no los han visto allá afuera es porque no los hay. Mucho menos si un destacamento de cazadores no ha logrado localizarlos.

_ Lo siento señor, pero no comprendo. ¿Está insinuando…?

_ Que solo pueden existir dos motivos para orquestar un ataque como este: para sacarme de la mansión y matarme afuera, lejos de la protección de mi ejército, o para sacarme de la mansión y que los stark pudieran entrar.

_ Pero… ¿cómo? ¿Por qué querrían entrar los stark? Además, no hay nadie en dos kilómetros a la redonda.

Se hizo un silencio sepulcral, un minuto durante el cual Ius pareció reflexionar y Lara congelarse a la espera de la confirmación de sus sospechas. Al regente no le interesaba el por qué estaban ahí, sino el dónde estaban.

_ ¿Y adentro, Siena? ¿Quién revisó el interior de la casa?

La falta de respuesta de la craig pareció ser el polvorín que detonó el espíritu de Ius.

_ ¿Quién revisó la casa, Siena? _ preguntó a gritos.

La mujer se paralizó por un segundo, interiorizando la posibilidad de que su señor estuviera en lo cierto, pero ya el regente daba las órdenes justas.

_ ¡Arriba todos! ¡Suban, de prisa! ¡Registren cada rincón! _ y cerca de cuarenta craig se movieron al unísono tras aquel mandato.

Dominic sintió apenas el murmullo de Lara cuando pareció despertar de su letargo. Estaba a más de quince metros de él.

_ Señora… ¿qué sucede?

Y los ojos de la muchacha, llenos de ansiedad y de certeza fue todo lo que necesitó para comprender que habían sido descubiertos.

_ ¡Corre! _ susurró Lara y Dominic se volvió para repetir la orden con determinación.

_ ¡Corran!

La ventana desde la que podían salir se hallaba ahora a más de cincuenta metros de distancia que restaban del corredor central, más otros veinte metros de una galería lateral que llevaba a la habitación del ala este. Sin hacer caso ya del ruido ni de la atención que pudieran llamar sobre ellos, el pequeño destacamento se abrió camino a la carrera hasta el final del pasillo, con Boogs a la cabeza cargando a Evan para que no se quedara atrás.

Los primeros enemigos los alcanzaron en la parte alta de las escaleras hacia el tercer piso. Lía casi se dio de bruces con los disparos de cuatro craig, pero Rianna ya venía preparada para luchar. Los látigos restallaron con fuerza mientras las cuatro pistolas saltaban por el aire hechas pedazos, sin embargo la sorian no dejó de correr, empujado a su pupila delante de ella.

Lionel y Dominic, que venían detrás, se hicieron cargo de los soldados letal y rápidamente, al tiempo que giraban para dirigirse al cuarto desde el que escaparían. Lara nunca había visto cortar la carne y el hueso con tanta limpieza, y si hubiera tenido tiempo para pensar se habría dicho que le faltaba mucho por conocer sobre los cazadores.

_ ¡Vamos!

El grito del Comandante era innecesario, Lara estaba solo dos pasos detrás de él; pero aquellos dos pasos fueron suficientes. Apenas tuvo tiempo de echarse atrás cuando una bala blanca se hizo pedazos en el marco de la puerta, separándola de Dominic, que ya había logrado entrar en la habitación.

Se amparó detrás de un armario al otro lado del corredor, dirigió la pistola con una precisión de la que no se habría creído capaz bajo semejante amenaza e hizo tres disparos, arrancando la misma cantidad de gritos de dolor de los soldados craig. Pero el número de enemigos que se acercaba era mayor a la cantidad de balas que contenía su arma; aún si las hubiera acertado todas no habría estado ni un paso más alejada del peligro. Los disparos seguían haciendo eco contra las paredes a su alrededor y no se atrevía a salir de su improvisado refugio.

_ ¡Señora!

La voz de Dominic le llegó nerviosa y abrumadora; Lara estaba a dos pasos de la puerta resguardada por aquel mueble que no sobreviviría en una pieza a la próxima ráfaga de proyectiles. Mientras, Rianna, Lía, Boogs y Evan ya se habían lanzado a tierra. A un kilómetro, Sam divisó las solitarias figuras de Garth y Driak que los esperaban para sacarlos.

_ ¡Comandante! _ llamó.

_ ¡Váyanse! ¡Ahora, váyanse! ¡Voy detrás de ustedes! _ les ordenó.

Lionel y Sam saltaron desde la ventana, esperando con impaciencia la llegada del Comandante y de Lara. Pero más de treinta craig avanzaban con peligrosa agilidad, acercándose a la entrada de la habitación si dejar de disparar. Durante un par de segundos la muchacha sintió que le resultaría imposible moverse sin que alguna de aquellas municiones terminara por alcanzarla.

Entonces la formación compacta de craig se disolvió. Tres figuras cayeron sobre ellos como sombras nefastas y en breves instantes más de diez enemigos quedaron esparcidos en el suelo, inutilizados o muertos. Lara no pudo ver los rostros pero los uniformes eran inconfundibles.

_ ¡Salta! _ le gritó a Dominic, entrando por fin en el cuarto _ ¡Salta! ¡Hazlo!

El Comandante se dejó caer desde el alfeizar mientras la veía atravesar la estancia de diez metros con la velocidad del viento de tormenta impulsando sus talones, y se preparó para recibirla abajo. Solo bastaba un salto, un salto limpio y ágil para sacarla de aquel desastre; pero un grito agudo detuvo a Lara cuando tenía ya las manos sobre la ventana.

Se volvió instintivamente y la imagen la paralizó. En la entrada de la alcoba, dos criaturas yacían inconscientes y rodeadas por medio batallón craig. La tercera ya no era más que una sangrienta máscara a la que Siena retenía del cuello con una daga de cártaro, amenazando matarla de un momento a otro.

Lara conocía a la figura maltrecha que acababa de protegerla de sus enemigos y que se había condenado por eso. Miró abajo, al rostro expectante de Dominic, y sus palabras fueron precisas y definitivas.

_ Lo tienen.

El Comandante sabía muy bien lo que aquellas ocho letras significaban y el corazón se le estrujó como si alguien se lo hubiera golpeado contra una roca. Sin embargo y por más que le doliera, debía elegir. Quienes se habían enrolado en aquella misión sabían que la empresa podía demandar no sólo su esfuerzo, sino también su vida.

Ahora la prioridad era Lara. Cuando ella estuviera a salvo él sería libre de poner su propia vida en riesgo y regresar si esa era su voluntad, pero mientras Lara corriera peligro no había nada que pudiera hacer.

_ ¡Salta! _ le ordenó y cualquier protocolo con que la había tratado hasta el momento se perdió en la desesperación de su actitud _ ¡Lara, salta! ¡Ahora!

La indecisión que veía en sus ojos se acercaba cada vez más a una resolución que no podía aceptar y que además temía. Era su responsabilidad, la criatura de la noche al borde de la muerte en aquella estancia era más que un aliado, era un amigo fiel que había aceptado morir por ella, pero sobre todo era un hijo de la noche, un hijo de la Madre, su hijo.

Lara jamás lo dejaría atrás y Dominic lo sabía.

_ ¡Lara, maldita sea! ¡Baja! _ gritó con la furia de la impotencia mientras veía acercarse por su derecha dos patrullas de craig. Si no se iban de prisa ya no serían capaces de escapar, ni siquiera con toda la ayuda que Garth les proporcionaba.

_ Abre los ojos, sorian.

Fue la única respuesta, determinada y serena, con que Lara lo obsequió antes de cerrar deliberadamente la ventana.

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