Capítulo 3 - Época de cambios, cuestionamientos y dudas

Los cambios se hicieron con el paso del tiempo más evidentes, veía el mundo con otros ojos, con mayor claridad, con más objetividad, había caído el velo de la inocencia infantil, entendía y conocía cuan cruel puede llegar a ser la raza humana, bastaba con ver los noticieros para darme cuenta de esa realidad, observaba y analizaba con claridad cuan básicos pueden llegar a ser los seres humanos y debo confesar que esas reflexiones  generaban un fuerte conflicto en mi interior, debatía mis pensamientos entre lo justo y lo injusto, entre más analítico me volvía, más cuestionamientos surgían en mí a cerca de la razón real de la vida.

     ─ ¿No somos una raza completamente paradójica y tonta?

     ─ ¿Por qué somos tan básicos y tan salvajes?, nos autoproclamamos la especie dominante en la tierra pero somos la única especie que está acabando el planeta, somos los únicos que cazamos por gusto, que consumimos los recursos naturales indiscriminadamente, que llevamos al punto de la extinción de especies preciosas por simple descontrol y por una mal sana ambición.

     ─ ¿Por qué contaminamos el aire y el agua que sabemos de sobra los necesitamos para vivir?

     ─ ¿Por qué tanta crueldad con los animales, con los niños y con las mujeres?, con qué facilidad los humanos pueden ensañarse contra seres indefensos y con qué frecuencia estas conductas simplemente son por algún tipo de placer insano.

Llegaba constantemente a un punto delgado entre aprecio y rechazo por el ser humano, pero supongo que es algo normal en todos cuando cobramos  consciencia  de muchas verdades de la “humanidad”,  me preocupaba mucho por la falta de consciencia a nivel global, cuestionaba constantemente mi fe y muchas de las cosas que me fueron enseñadas, aunque nunca perdí mi fe en Dios, debo confesar que si tuve muchas inquietudes y dudas sobre su plan divino, sobre la razón de permitir ejercer tanto desmán a la raza humana hacia su creación, sobre su negativa a  intervenir,  sobre la falta de equilibrio en muchos aspectos de la vida, aunque seguía leyendo temas teológicos y estudiaba más a fondo las diversas religiones que existen, también despertó un gran interés hacia los grandes filósofos a través de la historia, sus pensamientos y las corrientes que pudieron iniciar con sus ideologías, descubrí que el pensamiento humano es muy diverso, que una sola idea bien difundida puede generar cambios en la historia y en la consciencia colectiva, en cuanto a historia despertó en mi interés y curiosidad sobre los grandes estrategas y líderes, Alejandro Magno, Napoleón, Atila, entre otros, que lograron que en mi mente se grabara la idea que una buena estrategia puede lograr en muchos casos, lo que la ventaja numérica y la fuerza no pueden.

Aprendí que se debe buscar un perfecto equilibrio entre un cuerpo fuerte y una mente poderosa, me obsesioné por el ajedrez , por todo tipo de juegos que ejercitaran y exigieran mi mente,  jamás abandoné mi gusto por el deporte, de hecho, incluí el entrenamiento con pesas en mi rutina y comencé a estudiar diversas técnicas de combate, Taekwondo, Boxeo, aikido, jiu-jitsu y artes marciales mixtas, esta última disciplina me pareció muy completa, tiempo después la adopté como sistema de entrenamiento marcial combinando con algo de Krav Maga, pero esto fue unos años más adelante.

Regresando a mi relato, hacía mis quince años, fueron muchos más los cambios que experimenté, además de los que ya he mencionado mi gusto por las mujeres despertó a su máximo punto, encontré la magia que puede brindarte una mirada curiosa, unos ojos llenos de vida, de brillos excepcionales y expresivos, aprendí a extasiarme con el dulce que solo se puede encontrar en los labios carnosos y rojizos de una mujer amorosa, ávida de caricias y protección, no hay dulce más delicioso en toda la tierra, pero no hay adicción más peligrosa, una mujer con un beso te puede atrapar, puede hacerte perder el rumbo y puede someterte, ¡ah! pero qué delicioso encantamiento el proporcionado por los labios femeninos, en aquel entonces moriría mil vidas, pelearía mil batallas, bajaría al infierno mismo por el dulce beso de una hermosa mujer  y que decir de la variedad de textura y matices que proporciona la piel femenina, que sublime encanto y maravilloso ensueño puedes encontrar  con el sutil contacto de la piel, tu tacto se transforma en un ente dependiente y deseoso de recorrer, de conocer y de explorar, se esclaviza y se apega, creo que todo hombre por lo menos una vez, ha quedado hipnotizado ante los rasgos angelicales de un rostro femenino, ante una expresión hermosa y fina, y es que si alguien duda que la creación tiene mucha belleza por explorar, deberá sentarse a analizar los muchos aspectos que encierra la mujer, en ella se condensa cualquier tipo de belleza, cualquier encanto, cualquier magia y cualquier cosa digna de tipificarse como sublime, supongo que quien lea este relato estará pensando que me convertí en un joven  adicto a las mujeres y la verdad, debo ser sincero; en aquella época así fue, mis años adolescentes y gran parte de mis años juveniles se vieron endulzados e iluminados por tan maravilloso ser, en verdad cuando pienso en tan bello genero confirmo que Dios es maestro en dejar tentaciones en el camino y ponernos a prueba, como él nadie, no cabe duda, complicando más aun la situación descubrí que mi físico no colaboraría en nada si decidiera seguir la ruta de la abstinencia, así que llegue a la sabia decisión de no seguir ese camino, el celibato lo dejé para los monjes y curas, para mí la consigna era, “Dios se esmeró en su máxima creación, sería una ofensa despreciarla” y  con el riesgo de parecer poco modesto y pretencioso, mi físico como ya lo mencioné facilitaba mi caída constante en la debilidad, me daba la libertad de no esforzarme tanto si de buscar el amor de una dama se trataba.

Creo que ya salió a relucir lo que me temo están pensando… de aquel chico tímido, algo introvertido, a veces inseguro no quedó mucho, es cierto,  si deseo mediante este relato darme a conocer bien debo ser justo con la verdad y dentro de los cambios que ahora estoy describiendo, no sería correcto omitir aquellos que a mi personalidad hacen referencia, la timidez pasó a ocupar un espacio en el baúl del olvido, esto propiciado por lo que con anterioridad les narré, los eventos previos, el verme rodeado, buscado y respetado, todos en conjunto contribuyeron a desarrollar en mí una seguridad a toda prueba, quizás algo excesiva  y teniendo en cuenta los efectos que descubrí podían causar en el público femenino, es apenas lógico que desaparecieran complejos o rezagos de timidez e inseguridad generando en su lugar, una carencia de modestia, lo reconozco abiertamente y debo decir que caigo fácilmente en la pretensión, no soy perfecto, algún defecto he de tener ¿no creen?

Durante esa misma época comencé a tener de manera recurrente extraños sueños, algunos se presentaban de forma casi tangible parecían tan reales, tan vividos pero en ellos había un común denominador: Me veía a mí mismo en otras épocas históricas, inicialmente lo atribuí a las lecturas que por esos días me apasionaban,  en una ocasión soñé siglos atrás en Macedonia, un hombre realmente hermoso y joven se dirigía a mí como si yo fuese uno de sus hombres de confianza, me pedía que dirigiera mis tropas por el oriente de una población que señalaba en un antiguo mapa mientras él incursionaría con su caballería por el norte, los arqueros atacarían por el occidente simultáneamente, en una entrada perfectamente coordinada, era un sueño de apariencia tan real que casi podía sentir los aromas de los caballos, del pasto, de las flores y posteriormente de la sangre, pero además de los aromas también podía sentir reales los sentimientos y el respeto y admiración que sentía hacia el hombre que me hablaba era innegable, sus instrucciones eran claras y convincentes, hablaba con tal elocuencia que sentía que todo lo que decía era una verdad absoluta, sentía que las cosas debían hacerse al pie de la letra según lo que él indicara, sentía además que era un ser tan sabio que el fracaso no tenía lugar en cualquier campaña que iniciara, de esa manera seguí sus instrucciones en el campo de batalla, el enfrentamiento fue algo de magnitudes épicas. Combatíamos con furia y mucho valor una vez logramos adentrarnos en aquella población él y yo hombro a hombro, luchamos firmemente con nuestras espadas, aquel hombre lucia tan majestuoso en su caballo negro de crin larga y brillante, lucían como si fueran un solo ser, la mirada del caballo era tal como de un animal poseído, dejaba ver una fuerza, lealtad y entrega a su jinete que pocos animales pueden tener y él… determinado, seguro de sí mismo y de sus planes, lograba  percibirse una enorme admiración y una lealtad mutua.

El ambiente estaba colmado de sangre, espadas, cuerpos caídos, fuego por todo al rededor y al final la victoria fue nuestra, posesionados en aquella población se dispuso la celebración, vino y  mujeres para satisfacer los apetitos de aquellos guerreros, música y comida por doquier, aquel hombre solicitó repentinamente con un gesto elegante que guardáramos silencio y absolutamente todos sin excepción callamos, se siente el respeto de todos hacia aquel  joven hermoso,  bebe un sorbo de vino y procede a iniciar su discurso de victoria:

     ─ ¡Hoy es un día glorioso!; Hemos tenido una rotunda victoria, en este sitio estratégico, aún queda para nuestros fines mucho camino por recorrer, pero lo que hace más glorioso este día es que nuestras tropas no tuvieron bajas, eso para mí es la más grande muestra que los dioses están de nuestra parte… Zeus nos favorece y Ares estuvo entre los nuestros guiando nuestras tropas, no se derramó preciada sangre Macedonia y entre nuestros niños no habrá huérfanos hoy, ¡celebren mis valientes!, ¡coman!, ¡beban y satisfagan sus apetitos!, porque hoy lo han ganado.

Me mira fijamente a los ojos demostrando su especial agradecimiento y confianza.

      ─Gracias a mis generales, gracias a todas mis tropas, ¡Larga vida a Macedonia!

Yo, entre tanto situado en el frete de las tropas les ínsito a responder al discurso y al elogio.

     ─ ¡Larga vida al rey Alejandro!

Se escuchó la respuesta de todos con el grito de batalla.

     ─ ¡Hu!, ¡Hu!, ¡Hu! ─sentí un escalofrío de emoción al escuchar ese coro animado y respetuoso, era sublime sentir tanta devoción en tan simple pero emotivo acto.

Desperté, sudoroso, agitado y con el dolor en los omoplatos que hace años experimente, el ardor de la piel, el dolor en la carne como si algo quisiera salir de allí, como este fueron varios los sueños de batallas, en muchos escenarios históricos, espadas, armaduras, yo siempre ocupando un papel importante en ellas, otros sueños eran menos claros, sitios oscuros, escenarios rojizos, calurosos con seres amorfos y demoniacos, en ocasiones dragones y castillos, sueños que podrían catalogarse como dementes, extraños o como la manifestación abstracta de deseos o impulsos reprimidos, hay uno en especial que recuerdo con frecuencia.

Me encontraba con una especie de túnica en un campo florido, con aromas dulces y cítricos, la temperatura era agradable y el firmamento azul, lleno de hermosas y blancas nubes, el canto de las aves ambientaban de manera maravillosa el escenario junto al sonidos de agua y otros sonidos de naturaleza, me sentía en perfecta paz, armonía y equilibrio, caminaba de manera silenciosa disfrutando. Repentinamente se escucha un fuerte estruendo, el firmamento se oscurece y todo comienza a vibrar, el suelo se abre y el ambiente se siente gradualmente más caluroso, todo se torna rojizo, simultáneamente al incremento de temperatura, siento olores fuertes, intensos y molestos, aparece un dragón enorme, arrojando fuego incendiando todo a su paso y dejando todo estéril, sin vegetación sin flores, sin vida alguna, me mira fijamente, me encara y se lanza en picada a atacarme, debajo de mi túnica porto una espada de un metro de larga, mango firme, incrustaciones de rubíes, y con forma similar al dragón que tengo en frente, la bestia desciende y yo procuro mantenerme alejado del foco de su hocico, le ataco repetidamente con la espada proporcionándole cortes en el pecho, las patas y evadiendo sus garras que me destrozarían si lograran alcanzarme, sin embargo los cortes que mi espada le proporcionan no hacen daño en él, baja su cabeza intentando ponerme en la mira de su fuego y allí veo una oportunidad, me abalanzo contra su ojo el cual logro dañar, emite un sonido estridente, muy fuerte mezcla de rugido y lamento, su tamaño comienza a disminuir y su forma cambia, ahora parece un hombre muy grande y corpulento, bastante peludo y con un desagradable rostro, lanzo un golpe con mi espada que corta la piel de su pecho, en ese momento observo que conserva las alas de dragón en menor escala, las emplea para  alzar vuelo, mirándome desafiante escucho una voz fuerte y grave que logra retumbar y sentenciar que nos volveremos a encontrar. Nuevamente al despertar estoy agitado y con la misma sensación en mi espalda, corrí al espejo más cercano y noté unas líneas que se están cerrando en mis omoplatos, como cortadas que cierran de manera extraordinaria y rápida, el dolor al igual que las veces anteriores desapareció.

Los sueños fueron recurrente en mi adolescencia y por bastantes años, cada vez eran más frecuentes y extraños, jamás lo comenté con nadie creo que fue el único secreto que tuve con mi madre, no quería preocuparla sobre mi estado mental aunque realmente me preocupaba sobremanera, no lo consideraba normal y procuraba leer sobre paranoia, sueños y revelaciones pero realmente no pude llegar a una clara conclusión, por lo que decidí restarle atención, ya la vida me daría una respuesta.

En cuanto a mi vida con mi madre, debo decir que  mi relación con ella siguió siendo muy buena, para esa época se sentía muy orgullosa de mí, me apoyaba incondicionalmente y confiaba en mi buen criterio sobre lo bueno y lo malo, así que me brindaba autonomía en las decisiones sobre mi vida; su salud comenzaba a deteriorarse a causa de su avanzada edad, para entonces ya pasaba los sesenta años, por esa razón yo procuraba proporcionarle tranquilidad y no traer problemas a la casa, los fines de semana trabajaba como mesero en bares o discotecas para ganar algo de dinero y procurar que ella no tuviera que preocuparse tanto por ese aspecto, la amaba por todo lo que había hecho, por haber estado para mi desde que me dejaron en la puerta del orfanato, por cada consejo, por cada sacrificio, esa “pequeña enorme mujer” era lo más importante en mi vida y quería cuidarla al máximo, porque deseaba que fuera eterna, sentía que era el momento de retribuir y de que fuera yo quien cuidara de ella.

Mis amistades fueron diversas, pero mi mejor amigo sin lugar a dudas seguía siendo Uriel, para entonces ya habíamos compartido muchos juegos, travesuras y comenzábamos a compartir las vivencias propias de los adolescentes , teníamos en común muchos intereses, el al igual que yo se interesó por las artes marciales, y era muy bueno, ya había quedado lejos ese niño temeroso, introvertido e inseguro que defendí alguna vez, se convirtió en un muchacho con un carácter más firme pero jovial, un bromista consumado, era difícil que no lograra robar una sonrisa con sus charlas y sus chistes finos, para entonces comenzábamos a vivir nuestras primeras fiestas y él era el invitado número uno en cada una, era el alma de las fiestas, excelente bailarín, y muy bueno en la selección musical cuando hacía falta un Dj, además era excelente con la guitarra y el piano. Aún conservaba esa expresión angelical, solo que ahora parecía un ángel con mucha picardía no el ángel triste que observé el día que le conocí, seguía teniendo esa belleza natural que sumada a su carácter alegre eran una combinación excepcional, por esta razón era muy popular también con las chicas  aunque debo decir que él no era tan débil ante ellas como yo, pero su encanto también era garantía de atraer buena compañía cuando queríamos hacer planes divertidos y de hecho siempre supimos cómo aprovechar esa ventaja, nuestras fiestas y paseos eran envidiados por muchos chicos contemporáneos, nosotros por nuestra parte no despreciábamos jamás la oportunidad de pasarlo bien y divertirnos, queríamos disfrutar el mundo, sabíamos muy bien como atesorar los buenos momentos quizás porque ambos en una época ya muy lejana pudimos carecer de ellos, sabíamos valorar bien las buenas cosas de la vida y teníamos claro que la existencia de cada cual solo se compone de momentos, que de cada quien depende que tipo de vida llevamos, alegre o aburrida, feliz o amargada y lúgubre, estábamos determinados a tener una vida agradable y hermosa.

En síntesis los cambios de mi vida ocurrieron entre lo normal y lo extraño, entre lo físico y lo mental, entre lo incierto de mi origen y una vida maravillosa y normal, llena de bellos momentos que atesorar y buenas razones por las cuales ha valido la pena mi paso por este mundo.

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