Capítulo VII La tercera cara de la moneda

- ¡Abogado!, aún no podemos soltar al señor Blein, seguirá bajo custodia, él ha demostrado no saber nada aparentemente, pero si Astrid da un nuevo indicio el tendrá que responder más cosas – Luis.

- Si eso pasara, puede irlo a buscar a su casa de nuevo, en tal caso él es libre – Abogado.

- No se preocupen, no permaneceré en custodia, pero tampoco me iré, debo esperar a Astrid, desde que su hermano ingresó al hospital, todo es desgracia y necesito hablar con ella – dijo Mario.

- Hablarás con ella solo sí no son culpables – Luis.

Estas palabras de Luis para el momento no tenían nada de valor y no se sentía como si fuese temerario, solo eran palabras vacías, Mario entendía bien en que posición estaba, si todo seguía el camino, podría tener protección legal ante él y de paso impunidad con su camino libre.

El abogado salió del cuarto de interrogación rápidamente y fue para el de alado, puesto que el detective no podía entrar hasta que ellos estuvieran listos, él pensaba en cómo puede sacar algo de provecho en este caso.

- Buenas tardes, señorita Astrid, Mario me pidió de favor que también la defendiera, me estoy arriesgando con usted, así que necesito que me cuente, ¿Qué pinta tiene en él caso? – dijo el abogado directamente.

- Mmm… no me lo esperaba, pero le agradezco – contestó Astrid.

- Bueno, hay una parte que no conté, yo si estuve por el cuarto del crimen, pero no es lo que ellos piensan, no sé cómo decir que yo ya había visto a Mario antes, y solo fui a la fiesta por conocerlo y llevarme con él, es algo trivial y de adolescente, pero hay algo en él que me atrae, así que pasé por cada cuarto para buscarlo – dijo Astrid un poco asustada.

- Tiene que contar en este interrogatorio esto, tal como me lo dijo ahorita, por otro lado, también cuente como es que sabía de él e implique un testigo confiable, nada más – dijo el abogado.

- Está bien, pero ¿Esto no saldrá de aquí verdad?, no quiero que Mario se entere – dijo Astrid.

- No pasa nada señorita – dijo el abogado e hizo señas para que puedan entrar a interrogarla.

- Por cierto, cuando la saque de aquí, Mario dijo que necesitaba hablar con usted – Abogado.

- Buenas tardes, señorita, usted me dejo inquieto y tranquilo la última vez que nos encontramos, necesito que responda unas preguntas – dijo Luis.

Astrid miró hacia arriba y suspirando bajó su cara otra vez para ver al detective.

- Empiece que no tengo tiempo – Astrid.

El interrogatorio empezó por si había estado en el cuarto del crimen y contó la historia trillada de romance, en conocer a un chico, pero Astrid necesitaba pruebas al corroborar su pequeña historia.

- ¿Cómo supo de Mario? – dijo el detective.

- Mi hermano tiene amigos que son amigos de él, una vez estuvieron en una fiesta y grabó un video, ahí lo vi por primera vez, disimuladamente le pregunté sobre las otras personas que también estaban en el video, para que no se diera cuenta que alguien me gustaba, siempre me ha gustado ser curiosa – dijo Astrid muy segura de lo que contaba.

- Entonces su hermano ¿Sabía o no de Mario? – replicó el detective.

- Lo conocía, pero no le dije nada, porque él iba a estropearlo, me cuida mucho – Astrid.

- ¿Entonces no hay nadie quién sepa de Mario? ¿No tiene amigas? – Luis incrédulo.

- Tengo a mi mejor amiga, yo le conté de un chico, ella no me acompaña a las fiestas siempre, pero ella a pesar de que no lo conocía lo sabía – dijo Astrid.

- Ella podrá comprobar tu historia, hasta eso ¿por qué te atrae Mario? Apenas lo conoces, además de su físico, sé que sabe algo, si me lo dices no tendrá más problemas – Luis tratando de persuadir a Astrid.

- ¡Se acabaron las preguntas! No viene al caso, detective se ha quedado sin ideas y trata de perseguir a mi otro cliente, si lo vuelve hacer, lo demandaré – dijo el Abogado enojado.

- Señorita salga, no tienen porqué tenerla más tiempo aquí – continuó diciendo el abogado.

Salieron los dos apurados del cuarto del interrogatorio y con un alivio tremendo por parte de Astrid, aunque el detective había tocado un punto importante.

En realidad ¿Quién era ella? ¿el origen de su atracción?, ¿Ella qué sabía? ¿Será qué sabía algo más?

Tantas preguntas por hacer nacieron, pero al mismo tiempo se iban a sepultar por un buen tiempo, hasta que otra tragedia o algún buen indicio guiara a estos dos chicos otra vez.

Luis estaba agotado y muy frustrado, supuestamente a sus jefes había prometido un caso muy bueno y terminó en un fiasco, todos los recursos y tiempo gastados, fueron en vano.

Todo el tiempo jugó en las manos de Mario, a pesar de las huellas, no logró nada, es más no había ni podido deducir ¿Cómo consiguió la morfina? En verdad un misterio, el detective estaba destruido esta vez, pero necesitaba reedificarse, de tal manera que por ahora estaba fuera.

Astrid caminó de manera tímida con el abogado a su lado hasta el pasillo donde se encontraba Mario.

- Están libres por ahora, los honorarios se los mandaré a Carlos – dijo el abogado mientras de su bolsillo sacaba una tarjeta de presentación y se la daba a Mario.

- Muchas gracias, la verdad que no pudimos haber salido mejor si no hubiera sido por usted – dijo Mario.

- Gracias por todo Abogado – dijo Astrid.

- Bueno primero salgamos de aquí – Abogado.

Mario se paró de su silla y fueron los tres hasta la entrada de la oficina de policía. El abogado se despidió y tomó su rumbo.

- ¿Por qué me ayudaste? Es más ¿Quién te pidió ayuda? – dijo Astrid enojada.

- Solo pensé que era lo mejor, quería ayudar – dijo Mario intentando disculparse.

- En primer lugar ¡estoy aquí por tu culpa! Desde que me crucé contigo solo son problemas – Astrid con una voz seria y casi gritando.

- Espera por favor, no debemos discutir sobre esto aquí, vayamos a mi casa – Mario.

- ¿Cómo que a tu casa? – Astrid respondió irritada.

- Lo siento, al hospital, fui muy desconsiderado – dijo Mario sonrojado.

- Para un taxi ¡ya! – dijo Astrid muy enojada.

En todo el camino al hospital, Astrid no quiso cruzar una sola palabra con Mario y otra vez el entorno estaba incomodo, no era la primera vez, y era peor.

Mientras iban al hospital, Astrid siempre tuvo la carta de Mario en sus manos sin abrir, al parecer tenía curiosidad y quería abrirla, pero ella estaba “enojada” con él, la otra manera de saber todo era que Mario se lo dijera, pero tampoco quería hablarle.

Mario podía ser un genio al mentir a todos y manipular a muchas personas, pero Astrid estaba demostrando que su habilidad no era absolutamente nada en comparación a lo que ella hacía.

No es de obviar que Mario no tenía nada sobre ella, no sabía cómo tener los zapatos de la situación y por otro lado ella si sabía de él y solo ella sabía hasta qué punto.

- Se bajaron del taxi – ella paga - dijo Mario.

Ella no dijo nada solo lo regresó a ver y frunció el ceño, ella sabía que lo hizo para que ella hablara con él.

Mario se adelantó al cuarto del hermano de Astrid y ella lo siguió corriendo.

- ¿Qué estaba pasando con ellos?

En cierta forma parecían una pareja en una pelea, no se conocían de nada, no tenía sentido.

- Lo único que te voy a pedir, es que no entres, espera en el pasillo, yo primero debo hablar con Daniel y saldré hablar contigo y no porque yo quiera, solo porque es necesario – dijo Astrid mientras jaló de su hombro.

- Bueno, te esperaré un momento – dijo Mario.

Ella cerró la puerta y fue a abrazar a su hermano como nunca, se los veía muy felices y desesperados por aclarar todo lo que había pasado, de tal forma que iba a ser una larga espera para Mario.

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