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La noche de celebración fue una de esas noches para recordar por siempre, Alex y yo desgastamos a más no poder nuestras energías, cantamos, bailamos ¿y por qué no? Obtuvimos una que otra aventura de una sola noche, esta eran de las grandes celebraciones que acostumbramos a tener el mastodonte y yo, inolvidables, la resaca al día siguiente nos cobró cuenta y muy caro, tanto que evito que pudiéramos ir a la escuela ese día, mi madre, como siempre, poco o nada le importo, pero en cambio la madre de Alex se enojó como nunca, "una dama como tú no debe hacer ese tipo de cosas", que gran estupidez, según ella yo como dama debo darme a respetar, no debo propasarme con la bebida, debo mantenerme bajo control, es la estupidez más grande que siempre me dice la señora Sofía, madre de Alex, nunca fui de seguir dichos principios, si los chicos pueden ¿Por qué nosotras las "damas" no?.

Pasaron bastantes días y hasta ya un mes desde aquella celebración y las clases eran condenadamente largas y aburridas, pero, gracias a las fuerzas del destino el tiempo fuera de este paso en un suspiro, los días avanzaban de manera rápida, sin mayor detalle en realidad, mi madre acepto gustosamente firmar los papeles de mi transferencia.

Para ella era un gran alivio, después de todo dejaré de ser una carga, era la primera vez en años que la veía sonreír de verdad, y con un deje realmente pequeño de orgullo en su mirada o es lo que quería creer, pero borre al poco tiempo esa idea, ella estaba más que ansiosa de que el pequeño estorbo de su vida por fin se fuera y nunca regresará, eran palabras salidas de la misma boca de la mujer, la había escuchado hablar por teléfono, murmurando con sus "amigas", cada día me preguntaba cuándo partía, si me llevaba todas mis pertenencias, si iba a volver algún día, incluso cuando empecé a empacar mis cosas ella me ayudo gustosa, no podía disimular ni un poco que deseaba que me fuera ese mismo día.

En los documentos había un espacio en blanco en donde faltaba la firma del padre, no le recuerdo muy bien y tampoco deseo que ese espacio quede en blanco, así que me armo de valor y voy voluntariamente a la oficina del viejo, su sorpresa al verme en su puerta es tanta que me causa gracia y me rio sin poder evitarlo, después de que calmo mi ataque de risa cierro la puerta y me siento frente a él.

- ¿Qué haces aquí Alice?, ¿tu madre no te quiso ayudar? - pregunta con cuidado y voz tranquila.

-No, no es eso, acepto muy feliz que me fuera -saco los documentos y le muestro el espacio en blanco - pero no quiero que esto se quede vacío - murmuro y le tiendo los documentos - fírmelo por favor - demando y desvío la mirada, las demostraciones de afecto son algo muy difícil para mí si no se trata de Alex, siento como mi rostro se sonroja un poco y me molesto por eso, lo miro y sus ojos demuestran verdadero asombro y se llenan de a poco con lágrimas de felicidad.

-Nunca pensé que me pedirías esto Alice - murmura y toma los documentos y busca una pluma - de verdad, gracias por este honor, sabes que eres como una hija para mí y tienes todo mi apoyo - firma los papeles y la tensión de mi cuerpo desaparece de inmediato, dejo de apretar los puños y suspiro, es increíble que no me haya dado cuenta lo tensionada que estaba por algo tan pequeño - ya está - me mira y sonríe y me entrega los papeles, los tomo y sonrío al ver la firma en estos - ve a clases hija, luego hablamos ¿sí? - sonrió ante este comentario, esas pequeñas señas de amor por parte del viejo siempre me gustaron, me hacen sentir querida.

- Nos vemos luego viejo.

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El estridente sonido de la campana me saca de mis pensamientos, parpadeo rápido y miro a mi alrededor, ya casi no hay estudiantes en el salón de clases, en este solo se encuentra Alex hablando con dos chicas, un chico en la otra esquina del salón y yo, me levanto de manera perezosa y tomo mi celular y le conecto los tan preciados audífonos y pongo la canción "natural" de Imagine Dragons y guardo mi celular en mi bolsillo trasero, tomo mi mochila lista para irme de este manicomio, la suave melodía empieza a sonar mientras voy avanzando a paso perezoso, tarareo la melodía de la canción.

- Nos vemos luego mastodonte - hago una seña con la cabeza como despedida para Alex y salgo del salón caminando tranquila por los solitarios pasillos tarareando la canción, cuando de repente me aborda un chico, es bastante alto, más que Alex, tiene el cabello rojizo, ojos marrón y pecas distribuidas por todo su rostro de tes bronceada, el chico me toma del brazo evitando que siga caminando y me hala hasta quedar apoyada en una pared e impide mi salida poniendo sus brazos a los costados de mi cabeza, creando una pequeña jaula humana.

- Hola, preciosa - su gruesa voz me resulta familiar, pero no recuerdo muy bien de dónde, pero estoy segura de que he visto ese peculiar rostro antes, este sonríe y muerde levemente su labio dejándolo rojizo.

- ¿De qué va esto? – pauso mi preciada música y tomo los audífonos entre mis manos, lo miro de arriba a abajo, escaneando su apariencia, de pronto los recuerdos me llegan de repente, él y yo nos acostamos hace 2 días, he de admitir que la pase bien, el conocimiento surca mis facciones y él sonríe arrogante - Sam ¿verdad? - cuestiono al no estar segura de su nombre.

- El mismo hermosa - se muerde el labio inferior de nuevo - estás hermosa- apunta y me mira de arriba a abajo - quería saber si se puede repetir lo de la otra noche linda - mira mis labios y luego mis ojos, yo lo miro directamente a los ojos, eso le causa impresión, muy pocas chicas lo hacen, él es el galán de la escuela, el que todas desean, por el que todas están dispuestas a lo que sea, todas menos yo.

- Te voy a decir una sola cosa Sam – pronuncio su nombre con algo de burla y me acerco un poco a sus labios, él solo sonríe - no se repetirá nunca - aseguro y me cruzo de brazos y me recargo en la pared de nuevo, su cara de desconcierto es toda una obra de arte, sonrió arrogante ante esto - chicos como tú, los populares, los que se creen adonis, utilizan a las chicas, solo las quieren para sexo y cuando lo obtienen solo se van y ya, pues digamos que tengo un método de diversión similar, no se repite noche, no hay segundo round conmigo querido amigo - salgo de su prisión y empiezo a caminar de espaldas mirándolo a los ojos.

- Pero... - su voz queda en el aire, yo solo me despido con la mano y giro en mi propio eje y vuelvo a mi camino, vuelvo a acomodar mis audífonos y vuelvo a reproducir la canción, cuando llego a la salida de la escuela me encuentro de frente con un Alex de brazos cruzados y mirada realmente seria, parece enojado por algo.

- Pensé que estaban planeando un trío o algo así - apunto divertida acercándome a él, pero el chico de ojos azules no me sigue la broma así que me pongo seria al instante - ¿qué sucedió Alex? - mi preocupación se nota en mi voz, no es común verlo de esta manera.

- Eso es lo que quiero saber Alice - está realmente enojado, se nota por como habla además de que muy pocas veces me llama por mi nombre, mi cara se transforma de preocupada a confundida - no te hagas la que no entiende Alice, hablo de ese tal Sam, ¡¿cómo así que solo una noche?! - levanta la voz de repente haciendo que, de un breve salto de la impresión, Alex se enoja realmente muy pocas veces y esta es una de esos extraños momento en donde ocurre aquel fenómeno natural.

- Este no es un lugar para hablar de esto Alex, vamos a mi casa, mi madre no está, allí podremos hablar bien - mi voz es serena y trata de calmar a Alex, al ver que no reacciona tomo su mano y lo conduzco a mi casa, esta no es muy lejos de la escuela así que el trayecto es corto, pero la mano de Alex toma la mía con gran fuerza, signo de que está preocupado o tiene miedo, gracias al cielo lo conozco bien, esto me ayudara a calmarlo de a poco.

Llegamos a paso lento y envueltos en un gran silencio, pero no es para nada incómodo, como lo sería con cualquiera otro, noto que a Alex le ha empezado a calmar la ira contenida, suspiro aliviada, de esta manera será mejor tratar con él, suelto su mano suavemente y él la pone en mi cintura al instante, tomándola firmemente, parece un niño cuando su mente divaga de más, siempre se aferra a mí, ignoro este gesto y procedo a abrir la puerta con ayuda de mi llave, me adentro a lo que se supone es mi hogar y cierro la puerta tras la entrada de Alex, dejo mi mochila en el sofá y él hace lo mismo y me dirijo a mi habitación.

- ¿Por qué? - el primero en hablar es él, se nota el desconcierto en su voz, y eso me duele un poco, detesto que este así y más si es por mí - ¿no entiendes el riesgo que corres? - vuelve a hablar, su voz suena dolida.

- Por supuesto que lo entiendo, no soy una niña, por algo aprendí a defenderme Alex, sé que te preocupa, pero tengo el derecho de olvidar todo por un instante - mi entrecejo se frunce y me siento en la cama, Alex hace lo mismo y me mira, me analiza, se preocupa de más.

- ¿Qué pasaría si te vuelve a suceder Alice?, o peor aún ¡¿si obtienes una enfermedad de transmisión sexual?! - su tono de voz se escucha horrorizado, tomas mis manos entre las suyas y las aprieta.

- Eso no ocurrirá Alex, no soy tan estúpida, siempre lo hago con protección, además después de me tomo la pastilla del día después, no volverá a ocurrir - mi voz suena más dura de lo que pretendo y un recuerdo viene a mí como un fuerte golpe.

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