Capítulo 2. Lauren

Me sentí un poco contrariado conmigo mismo, mi cuerpo nunca me había respondido de esa manera al tacto con ninguna otra mujer, y el no saber por qué me estaba sucediendo ese día me confundía aún más, hasta llegué a pensar que tal vez era alguna especie de efecto secundario por el hambre que tenía, tal vez eso me producía sensibilidad al tacto, o… sería el frío que hacía en el momento, sí, quizá eso era…

Sé que fue algo tonto pensarlo, no estaba seguro de que era lo que me sucedía ese día. Aun no me cabía en la cabeza la idea de que fuera Lauren quien me produjera esa extraña sensación, lo peor es que era una reacción involuntaria, mi propio cuerpo me ponía al descubierto, eso me inquietaba aún más.

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> me lo repetía a mí mismo una y otra vez sin que ella me notase distraído e inmerso en mis propios pensamientos. Era una lucha interna entre mi cuerpo, mis pensamientos y la razón.

_ Y... ¿cuándo es que cumples años? –preguntó Lauren sacándome inmediatamente de mis pensamientos. Me lo pensé antes de darle una respuesta y terminé por contestarle con otra pregunta

_ ¿Me vas a dar un regalo? ya sabes que es lo que más me gusta. - le dije mientras le sonreía. Ella me devolvió la sonrisa.

Lo que le decía le caía en gracia, parecíamos dos niños jugando a reírnos por todo, conociéndonos en medio de exquisitos olores, sonrisas traviesas e inocentes llenas de entusiasmo y fascinación, miradas entrelazadas en fracciones de segundos, tan cortas y a la vez tan largas...

Y así estuvimos hablando por más de una hora, me contó el porqué de su fascinación hacia los perfumes y como había aprendido tanto de ellos. Me habló acerca de lo mucho que disfrutaba viajar, pero que siempre prefería hacerlo sola, esta vez iba de regreso a Barcelona, donde vivía actualmente.

Era una mujer algo misteriosa, amante de las flores, la pintura contemporánea y un gusto que compartíamos ambos "los perfumes". Quizá ese fue el motivo por el cual estábamos teniendo aquella conversación, pues al igual que yo, ella también quería deleitarse con espléndidos y seductores aromas apresados en vistosas y pequeñas botellitas de vidrio.

Me narró con lujo de detalles un viaje que había tenido hace algunos meses por el sur del país, fue realmente excitante para ella, incluso en su relato se podía apreciar su cara de encanto al recordar episodios emocionantes que pasó en su tour por la selva donde pudo disfrutar algunas maravillas de la naturaleza, pero tuvo que regresar justo a mitad de su viaje por algunos contratiempos de trabajo.

Lauren es una mujer encantadora, entregada a su trabajo, dueña de su propia compañía dedicada a la exportación de flores, es un par de años mayor que yo, vive con su abuela quien padece cáncer y requiere del cuidado que solo su nieta podría brindarle. Residen a unos pocos kilómetros del centro de la ciudad (Barcelona). 5 pies y nueve pulgadas de estatura, posee una tersa y hermosa piel blanca que hacen juego con un par de ávidos ojos color ámbar, espléndida y abundante cabellera lacia de color negro azabache que termina un par de centímetros arriba de su bien dotado trasero, sus pechos voluptuosos sobre una cintura estrecha y sus caderas redondas hacen que sus curvas bien marcadas denoten deseo y admiración.

¿Hermosa? Sí... Realmente bella. Es una mujer muy perspicaz, supremamente consentida, no es amante de los chocolates, pero adora las catánies, le encanta que le escriban textos románticos y según ella es una excelente cantante cuando está en la ducha, Ella es... Ella es quien un día marcó mi vida para siempre.

Trabaja de sol a sol y de vez en cuando toma un descanso para aliviar el estrés generado después de las extensas jornadas laborales, es justo en estos descansos cuando decide viajar y olvidarse por completo de lo que le acompleja en su diario vivir. Esto fue lo que me dijo mientras hablábamos aquella tarde en medio de una tormenta que por casualidad o no casualidad nos había permitido conocernos.

Nos sentamos en un sofá que estaba a escasos metros del mostrador, mientras ella se disponía a sentarse yo observaba como sus largas pestañas parecían formar medias lunas sobre sus mejillas, cada vez que la miraba me sorprendía al descubrir que su belleza parecía no tener límites.

Cuando me senté a su lado, su aroma invadió todo mi ser, mi cuerpo se estremeció en medio de la fascinación, mis sentidos se alteraban, no hallaba explicación alguna a todo lo que me sucedía, ese aroma sutilmente dulce y poco común me tenía fascinado.

“Vale más actuar exponiéndose a

arrepentirse de ello, que arrepentirse

de no haber hecho nada.” Giovanni

Boccaccio.

Estábamos cerca el uno del otro, estiré mi brazo por detrás de ella. Mientras la conversación avanzaba la abrazaba en medio de risas. Con los dedos del brazo que había puesto detrás rosaba levemente su mejilla. Pude notar como ese sutil gesto le hacía ponerse de colores, aun así, parecía disfrutarlo y no diría nada para que me detuviese.

Ya nos habíamos olvidado por completo de los perfumes. El hambre se me había ido quien sabe a dónde. Éramos dos desconocidos sentados en el sofá de una tienda de perfumes, ajenos a todo lo que pasaba a nuestro alrededor, compartiendo historias de nuestras vidas, riendo y disfrutando de la compañía del otro, cualquiera que nos hubiese visto pensaría que nos conocíamos de hace mucho tiempo, y es que sin duda alguna la conexión era mágica...

Aún tengo esa imagen enmarcada en mi memoria, su sonrisa cuando le contaba alguna anécdota alocada que me hubiese ocurrido. Su mirada penetrante y emotiva cuando quería transmitirme algún sentimiento de su misterioso pasado. Hubiese querido inmortalizar ese momento, hubiera deseado que la tormenta nunca terminara...

La sensación de confort era tan agradable que ninguno de los dos se percató que había cesado de llover. Habían transcurrido dos horas desde que nos sentamos en aquel sofá, nuestra conversación parecía tener vida propia. Me dijo en repetidas ocasiones lo bien que se la estaba pasando y lo agradable que le había parecido conocerme.

_Neythan no puedo controlar la risa, me haces reír mucho, eres un loquillo. Esta ha sido la tormenta más divertida en toda mi vida.

Realmente ella no paraba de reír, se reía hasta de su misma sombra, su risa era contagiosa, y los delicados gestos con los que la adornaba la hacían aún más encantadora.

_ ¿Tormenta? ¿De cuál tormenta hablas Lauren? hace mucho dejó de llover. Nos miramos el uno al otro y nos sumergimos en una profunda risotada, era curioso como habíamos perdido la noción del tiempo.

Sabía que el momento llegaría, era hora de partir, mi vuelo salía 30 minutos antes que el de ella, era el momento de despedirme...

Dejé de hablar y la miré fijamente, empecé a deslizar suavemente mi mano sobre la suya mientras iba moviendo mis dedos con desidia acariciando los suyos, ella los entrelazó y fijo su mirada hacia nuestras manos.

Quien segundos antes se reía ahora se tornaba seria y sumida en un silencio misterioso. La tomé del mentón y fui levantando lentamente su rostro, me vio a los ojos al tiempo que me revelaba una dulce y hermosa mirada, no hubiese sido capaz de imaginar que encontraría tanta ternura en su mirar, toda esa ternura que pensé solo podía existir en los libros de poemas antiguos, ahora estaba justo ahí, avivando un momento con sus emociones indescifrables. Nuestros ojos quedaron atrapados en medio del enigma y las cientos de sensaciones que cada vez se adueñaban más de la situación.

Hubo un silencio cautivador por un par de segundos mientras nuestras miradas se perdían en lo más profundo. Ninguno de los dos dijo una sola palabra, bastaba con entender lo mucho que decían ese par de miradas entrelazadas, mi corazón parecía querer salirse de mi pecho, sentí que el aire me hacía falta, me fui acercando lentamente sin dejar de verla a los ojos hasta que pude sentir su dulce aliento entrelazarse con el mío, cerré mis ojos y acaricié sus labios con los míos.

Posé mi mano sobre su estrecha cintura a la vez que mis labios se empezaron a mover con delicadeza hasta quedar completamente entrelazados con los suyos, ella me respondió el beso tiernamente, despacio, un beso delicado, profundo y difícil de comprender.

Las fuertes descargas eléctricas regresaron a mi cuerpo apoderándose hasta de mi propia voluntad. Fue un beso cálido y sereno como su hermoso mirar, mis labios empapados por el dulce néctar de su boca se deslizaban lentamente, empezaba a sentir como mi cuerpo se entregaba a las emociones que avivaba el momento, temía que pronto ya no fuera consciente del lugar donde estábamos.

Separé mis labios lentamente de los suyos y la miré a los ojos, aún podía sentir como nuestros alientos se mezclaban en la proximidad de nuestras bocas, mis labios me pedían más… ella no pronunciaba palabra alguna, solo me veía con ojos de ternura…

El fuerte sonido de una turbina nos hizo recordar del lugar donde estábamos, fui acercando mi mejilla contra la suya hasta que dejamos nuestros cuerpos terminar unidos en un abrazó que sabíamos tenía un solo significado y era el de decir adiós.

Mientras sus pequeñas manos acariciaban mis espaldas, un mar de preguntas me invadían.

Recordaba que en días anteriores me decía una y otra vez a mí mismo que durante algún tiempo no me permitiría sentir nada por nadie...

Así era yo, presumiendo de poder tener el control de mis emociones ¡que ingenuo! solo sabía que el exquisito aroma de Lauren me tenía aturdido, sus suaves caricias en mis espaldas me hacían alucinar, ese dulce beso y el delicioso sabor de su boca me habían dejado sin aliento… ¿que era todo aquello tan repentino y fuerte? No lo sabía, algo nos pasaba, ambos lo sabíamos, se podía sentir el encanto del momento, aun así, no quisimos decir nada.

Empecé a separarme lentamente de su cálido cuerpo. Mantuvimos el silencio y nos iniciamos en un misterioso juego de miradas que despertaba un sinfín de sensaciones, pensamientos y emociones...

Había llegado la hora de partir, así que tuve que romper el silencio.

_en que piensas. Le dije mientras admiraba la forma en que brillaban sus ávidos ojos.

_eemm, no lo sé... ¿En qué piensas tú? – respondió dubitativa, aún inmersa en el trance del que ambos éramos partícipes.

_en que siempre que esté en medio de una tormenta voy a recordar este día, esta mirada y tu misterioso silencio. –respondí mientras seguía contemplando ese bello par de ojos ambarinos.

Se inclinó suavemente hasta llegar a mi oído y me dijo susurrando:

_a mí me pasará algo parecido, será difícil no recordarlo, gracias por hacerme pasar del aburrimiento a la fascinación, por hacerme reír, por llamarme señorita de mármol y por compartir este lindo momento conmigo, me has dado algo en que pensar de ahora en adelante, siempre le tuve miedo a las tormentas, de niña corría a los brazos de mi padre por el miedo que me producían los truenos, aún hoy día seguía sintiendo miedo a las tempestuosas descargas eléctricas y el estruendoso ruido que las acompaña, sin embargo, todo será diferente a partir de este momento Neythan. -Su tono de voz lograba tocar las fibras más sensibles de mi ser, esa dulzura inigualable era algo que me hacía sentir quedarme sin fuerzas...

Medio hipnotizado hice un esfuerzo sobrehumano pidiéndole a los músculos de mis piernas la fuerza suficiente para ponerme en pie, nunca había experimentado algo semejante. A pesar del enorme esfuerzo logré levantarme del sofá,

cuando ya me disponía a partir no quise pronunciar palabra alguna, estaba abrumado por la sorpresa que me produjo haber experimentado emociones tan fuertes que ni siquiera sabía que pudiesen existir.

En mi estado hipnótico y algo contrariado me di la vuelta y empecé a caminar. En el fondo sabía que ella estaba pasando por lo mismo que yo, pude verlo en sus ojos…

Lauren se quedó ensimismada por la forma en que me iba sin decir adiós.

_Neythan!! Olvidas algo -pronuncio con un hilo de voz casi inaudible, ya no era la misma mujer antipática que había conocido un par de horas antes, me llené de una extraña sensación de felicidad al notar que ahora trataba con una mujer dulce, amistosa, capaz de transmitir ternura con tan solo una mirada, mi cabeza parecía dar vueltas y más vueltas, no quería reconocer que ella me despertaba tantas emociones, aunque, ya no quedaban dudas de que era así.

Me di vuelta nuevamente y mientras me acercaba con una tenue sonrisa veía un rastro de tristeza en sus ojos.

Se puso de pie y me extendió su brazo derecho, ocultándome algo dentro de su mano, tomé su mano y pude ver que dejó caer sobre la mía un pequeño trozo de papel muy bien doblado, cerré mi mano, saqué mi billetera y lo guardé lentamente en un pequeño compartimento de esta, todo lo hacía sin prisa, tomándome deliberadamente un par de segundos más para contemplarla.

Me empezaba a girar para irme, aunque mi corazón me pedía frenéticamente que la estrechara entre mis brazos una vez más. Ella me observaba cuidadosamente mientras lo hacía.

_¡Neythan!, ¿te vas sin despedirte? - dijo en un tono que sonó a modo de reclamo.

La miré directo a los ojos, me acerqué lentamente, le estampé un beso en los labios y la abracé, deslizando mis manos por su estrecha cintura, mientras susurraba lentamente en su oído:

_tal vez es porque no me gustan las despedidas, pero prometo que nos volveremos a ver señorita de mármol, te doy mi palabra.

Me aparté lentamente de su cuerpo y pude notar que ella pensaba en algo, no dijo nada, así que decidí marcharme y alejarme pensando que tal vez no había sido pura coincidencia todo lo que nos había sucedido ese día, a fin de cuenta nunca he creído en las coincidencias.

Durante el vuelo no dejaba de pensar en Lauren, su radiante sonrisa se apoderaba de mis pensamientos, su aroma volvía a mí haciéndome estremecer, recordaba su delicioso aliento, el dulce sabor de su boca y sus delicados y carnudos labios, me hacía poner los vellos de punta.

El vivo recuerdo de su presencia me envolvía en el más exquisito vaivén de emociones.

Lauren me hizo sentir en tan solo un par de horas lo que ninguna otra mujer me había hecho sentir antes en toda mi vida. No me resultaba fácil hallar una explicación, y por más vueltas que le diera al asunto volvía a donde había empezado sin poder encontrar una respuesta lógica, y tal vez ese era mi problema, la lógica no encajaba en todo esto, era algo que solo el tiempo me ayudaría a comprender, cuando dejase la "razón" a un lado y empezara a escuchar mi verdadero yo, ese ser interior que había estado oprimido tanto tiempo por mi orgullo, la arrogancia, el egoísmo y un pensamiento retrógrado que me negaba la oportunidad de aceptar el cambio.

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