Capítulo 1. Aeropuerto Internacional de Jerez

¿Alguna vez pensaste que las casualidades no son más que procesos aleatorios cuyo resultado es cuestión del azar? Yo también lo creía así hasta hace algún tiempo…y vaya que no podría estar más equivocado…

“La casualidad no es, ni

puede ser más que una

causa ignorada de un efecto

desconocido” Voltaire

Todo comenzó hace un par de años en el hermoso aeropuerto de “JEREZ” …

Allí estaba yo, sentado, mirando caer las lúgubres y frías gotas de lluvia, frustrado por aquel vuelo que al parecer ya se había tardado más de lo previsto.

Sin saberlo, sería la demora más gratificante que hubiese podido imaginar. Mi mirada se hallaba fija y en instantes divagando ante la imagen borrosa que se podía apreciar fuera del aeropuerto, producto de la torrencial tormenta.

Mi mente invadida por cientos de pensamientos parecía trabajar a mil por hora, me olvidé por completo del tiempo y sin darme cuenta me había sumido profundamente en mis propios pensamientos.

Mi visión fue interrumpida repentinamente por una mujer delgada con ligeros rasgos caucásicos, que a juzgar por su vestimenta debía ser de la alta gerencia del lugar.

_ Disculpe señorita, ¿sabe usted cuánto tiempo más estará el aeropuerto cerrado? Pronuncié mientras me levantaba de mi asiento y me disponía a acercarme a la ostentosa mujer.

_Buenos días, señor, de acuerdo a lo informado por el director de seguridad aérea, esta es una tormenta muy riesgosa para la operatividad del aeropuerto, lo que supone serán alrededor de dos horas para que el aeropuerto vuelva a operar normalmente.

_ ¡vaya! ¿Tanto tiempo?

_sí señor, es por la seguridad de todos, hacemos lo posible para volver a operar tan pronto como las condiciones meteorológicas lo permitan.

_Entiendo. -mi cara de desazón debía hablar por mí mismo-

_De verdad lo siento, ¿Le puedo ayudar en algo más señor…?

– ¡oh!, lo siento, olvidé presentarme, soy Neythan Brown –le dije extendiéndole la mano a la mujer que tan amablemente se había dispuesto a informarme de lo que acontecía en el lugar-

_Leila Rousseau, pero dígame solo Lei, como todos –respondió la mujer mientras me extendía su mano en un delicado gesto.

_ Es un placer Lei - contesté a mi anfitriona.

_El placer es todo mío, ¿le puedo ayudar en algo más Señor Brown? –sin tomarse la molestia de disimular me recorrió con la mirada de pies a cabeza minuciosamente como queriéndome hacer un body-scan con sus ojos.

< > Me dije a mí mismo mentalmente y en una discreta sonrisa pícara.

_ ¿Me podría indicar en donde encuentro un buen restaurant por favor? Muero de hambre.

_Por supuesto señor Brown, le puedo facilitar un mapa del aeropuerto por si desea conocer más del lugar, no olvide estar atento a los anuncios donde daremos información de los vuelos una vez pase la tormenta.

_ ¡ah! y una cosa más, antes de partir tal vez guste pasar por nuestra fábrica de perfumes, de seguro habrá alguno de su gusto.

_ ¿Dijo perfumes? o… ¿me pareció escuchar mal? - inquirí de inmediato con la incertidumbre aflorando en mi rostro.

_Ha escuchado perfectamente bien señor Brown– me decía la mujer dibujando una florida sonrisa en su atractivo rostro, -en el aeropuerto se inauguró hace poco una pequeña fábrica de perfumes artesanales, -continuó diciendo Leila.

_la perfumería es muy reconocida por su calidad y buenas fragancias, pero no se deje engañar señor Brown, aparte de lo artesanal allí también encontrará toda clase de deleites al olfato, no se nos escapa ninguna fragancia ni marca habida o por haber.

_Tal vez quiera ir y comprobarlo usted mismo. -fueron sus palabras mientras me guiñaba un ojo con ápice de tonteo.

_ ¡Esa idea mola bastante! Muchas gracias Lei.

_Ha sido un placer señor Brown, si desea algo más me puede hallar en la oficina ambarina de al fondo – me decía mientras señalaba con el dedo índice un stand bastante formidable de la aerolínea, Vueling Airlines.

_ ¡Por supuesto que sí! - apremié complacido por la información que me acababa de proporcionar leila.

Levanté mi mano he hice un ademán de despedida. Empecé a caminar en sentido opuesto a la sugestiva mujer que por cómo se despidió, supuse se debió haber quedado viéndome el trasero.

Una sonrisa divertida dibujaba mi rostro mientras avanzaba y me imaginaba la graciosa escena ocurriendo a mis espaldas.

< >

Me invadió cierta curiosidad por esa perfumería, quería ir y echar un vistazo, quizá encontrara uno que fuera de mi agrado y optara por llevármelo, la realidad era que me apasionaba la exquisitez de las fragancias y siempre me pillaba a mí mismo comprando uno que otro perfume.

Decidí ir a ojear y luego pasaría a comer algo, aunque mi estómago ya estaba crujiendo, me apetecía una buena porción de pavo en finas hierbas con ensalada Oliver y vino tinto, un plato bastante común en la región. Pero me pudo la curiosidad por los perfumes, eran una de mis cosas favoritas, realmente me encantaban.

De camino a la perfumería me encontré con algo que llamó mi atención súbitamente.

_ << ¡vaya! ¿Y esta de donde habrá salido?>> -fue lo primero que se me vino en mente. Al parecer mi cena esperaría incluso un poco más.

Yo no soy muy creyente del destino ni las tramas del universo o ese tipo de teorías según yo "sin bases sólidas", pero justo ese día todas esas teorías llegaban a mi mente luchando contra ese pensamiento retrógrado que se negaba a considerar posible algo parecido.

Acostumbraba a relacionarme con muchas personas desconocidas casi todos los días, así que el hecho de hablar con un desconocido no era más que algo rutinario, sin embargo, no entendía por qué me estaba sintiendo de cierta forma intimidado por su presencia. Eso llamó aún más mi atención, así que sin pensármelo dos veces decidí ir y conocerla.

Pero.... Supuse que para ella debía ser bastante común que muchos hombres intenten acercársele día a día tratando de seducirla o alagarla por su belleza, o, ese tipo de cosas que suelen hacer los hombres comunes cuando ven una chica guapa, y… ese sin duda alguna no sería mi caso, o eso solía pensar.

Solo me voy a divertir un rato conociéndola, al fin y al cabo, creo que nunca más la volveré a ver. -Fue lo que pensé ese par de segundos antes de acercarme a ella.

Después de todo y considerando que debía permanecer por dos horas en el aeropuerto sería bueno pasar el tiempo hablando con alguien. Y ahí estaba el meollo del asunto.

Ella estaba de pie en la entrada de la perfumería ojeando algún tipo de revista o algo parecido, sin duda alguna era muy diferente a las mujeres del lugar, la sutileza de sus facciones la hacía verse tan naturalmente bella...

El color de su piel era en un tono claro muy suave y a la vez tan deleitable a la vista... decidí ir hasta allá y conocerla, no estaría tranquilo si no lo hacía.

_ ¡Hola, señorita de mármol! -no se había percatado de mi presencia, sin querer la había pillado.

Me miró un poco sorprendida, pensó que la confundía con alguien más o algo parecido.

_ ¿Me habla a mí? -fueron las primeras palabras que escuché pronunciar de sus labios, me venía muy en gracia su cara de confusión.

_No veo a nadie más alrededor, así que supongo que sí, es a ti a quien le hablo.

_ ¿a qué ha venido eso de mármol? -No salía de su cara de extrañeza. Su voz era dulce y en un tono muy suave, casi como una deleitable nota de arpa.

_mmm adivina –le dije mientras advertía cada centímetro descubierto de su perfecta y endemoniadamente hermosa piel.

_No lo sé... –decía mientras buscaba en su mente una posible respuesta al incongruente comentario.

_ ¿acaso no fue el material que usó Miguel Ángel para dar tus últimos retoques? -Añadí con fingida seriedad.

Dejó de ojear la revista y fijó su mirada hacia mí, detallándome minuciosamente sin siquiera parpadear. Su terso y delicado rostro hacía juego con ese bello par de ojos color paraíso, se podía advertir una tenue sonrisa queriendo salir.

_que simpático eres, no recuerdo que me hubiesen dicho algo parecido. Pero... ¿A cuántas mujeres les dices lo mismo? - La miré fijamente y busqué que ella hiciese lo mismo. Dejé escapar una pequeña sonrisa y continué diciendo:

_realmente a muchas, pero hoy es un lindo día y he decidido empezar contigo. Hizo caso omiso a lo primero de mi comentario y frunció el ceño, su estado de ánimo era evidente.

_ ¿Un lindo día? Será lindo para ti, con semejante tormenta, no sé qué le vez de lindo.

No me cabía la menor duda de que al igual que yo ella también estaba un poco molesta por el retraso de su vuelo.

El verla malhumorada me caía mucho en gracia, estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por no reírme, lo hacía con el mayor disimulo humanamente posible, aunque debo reconocer que era un esfuerzo abrumador.

Ella no entendía muy bien de que me venía ese repentino ataque de risa, no era sensato descojonarme a carcajadas, no quería terminar la conversación que apenas estaba comenzando, menos hacerle pensar que solo había ido a burlármele en sus propias narices.

Con un esfuerzo astronómico al final logré serenarme y continué la conversación sin dejar aflorar ni un poquito de lo que segundos antes estuvo a punto de hacerme estallar en carcajadas.

_sí, es un hermoso y esplendido día -continué diciendo con la mayor naturalidad del mundo.

_y tú encajas de maravilla con el entorno, algo rara y rebelde, vaya que sí es una perfecta combinación. -terminé diciendo.

_Tomaré eso como un cumplido, pero no pierdas tu tiempo conmigo galán. -Decía ella en tono arrogante mientras volvía su mirada a la revista que hace pocos segundos estaba ojeando.

_ ¿conversar con un desconocido que puede tornarse algo interesante, mientras se termina una tormenta te parece que es perder el tiempo?

_mmm… no lo sé, además ¿porque habría yo de ser interesante para ti?

_Nadie ha dicho que me resultes interesante, es solo un decir. -Una sonrisa siniestra perfilaba mis facciones por el evidente triunfo a la arrogancia de mi interlocutora.

Fueron un par de segundos mientras ella me detallaba minuciosamente, como si yo no estuviera en frente suyo, me hubiera gustado saber lo que pasaba por su mente en ese momento, aunque con solo ver sus ojos entendía un poco de lo que podía estar pensando.

_ ¿cómo te llamas señorita de mármol? –pregunté para anticiparme al incomodo silencio que estuvo a punto de darse lugar.

Lo pensó por dos o tres segundos, por lo que supuse vendría a flote una reluciente y espléndida mentira.

_Vianca, me llamo Vianca. -concluyó.

Pensé que seguirle el juego sería una buena forma de descubrir más acerca de esta mujer que aparte de antipática y bella me había despertado inexplicable curiosidad.

_pues mucho gusto Vianca, yo soy Mortadelo.

No pudo evitar que se le saliera una risilla burlona por lo gracioso que le había parecido ese nombre, que a decir verdad a mí se me ocurrió por los constantes reclamos que ya me empezaba a hacer mi ruidoso estómago.

El de ella se le debió haber venido a la mente por la oficina de una aerolínea con nombre similar que estaba justo en frente de donde nos encontrábamos.

_ ¿ahora te burlas de mi nombre eh? ¡Qué grosera eres! - Dije en tono divertido, fingiendo sentirme insultado.

No podía evitar reírse y en medio de risas contenidas por segundos, continuó diciendo:

_Perdón no era mi intención, es solo que… ¡ay por favor! no te creo que ese sea tu nombre, ¡que mentiroso!

_yo tampoco te creo que ese sea el tuyo -me defendí.

_ ¿porque no habría de serlo? –preguntó ella enarcando una ceja, con la curiosidad reflejada en su rostro.

_sí no hubieses mirado hacia las oficinas de en frente antes de decirlo quizá te hubiese creído. Pero… en definitiva lo de mentir no se te da muy bien.

_ ¡Me analizas muy bien eh! Me llamo Lauren, ¡Señor de la mortadela!

_es ¡Mortadelo! –Le dije mientras levantaba una ceja y simulaba un tono de voz sofisticado.

_ Y veo que al parecer si tienes un nombre creíble después de todo ¡Viaaancaaa! -dije lentamente extendiendo cada silaba y sin apartar mi mirada de su sonrojado rostro.

_sí, al parecer tengo uno y supongo que tú también.

Pude ver como su temperamento bajaba a pasos agigantados, ya no lucia apesadumbrada y había dejado su expresión de desazón a la hora de hablar, la actitud de esta chica me divertía de una forma que no podía entender muy bien.

_ Soy Neythan, aunque ahora entramos en confianza puedes decirme Mortadelo. –su carcajada fue casi como un acto reflejo seguido de mi nombre ficticio. Su rostro enrojecido de tanto reír empezaba a tomar nuevamente su suave y delicado color natural.

_ Morta… ¡que gracioso ese nombre! Está bien señor de la mortadela, lo que tú digas.

Le extendí mi mano y le di un beso en ambas mejillas. Finalmente nos habíamos presentado de manera más formal.

Pude percibir una dulce y sutil fragancia que parecía ir muy desacorde a la personalidad que esta mujer me había mostrado al comienzo.

_Supongo que estamos aquí por la misma razón. -empecé diciendo.

_por la tormenta tu vuelo se ha retrasado y vas a llegar tarde a un evento muy importante o algo parecido, así que te paseas por estas tiendas en busca de algo que te distraiga y ya no veas la situación tan mal como parece ¿No es así?

Me miró a los ojos y luego desvió la mirada hacia las vitrinas, solo esa fracción de segundo fue suficiente para que pudiera descubrir el más hermoso par de ojos color ámbar que hubiera visto en mi vida, eran sosegados como el agua que desciende desde el más puro manantial, donde el hombre nunca ha puesto siquiera un pensamiento.

_ ¡Vaya! ¡Pues parece ser que el señor de la mortadela me ha estado espiando eh! -decía Lauren en tono burlón.

_por Alá, Yo tendría más futuro enseñando astronomía a los animales del zoológico que siendo espía.

Una explosión de carcajadas al unísono fue lo que se escuchó cuando terminé de pronunciar mis palabras. Pasaron un par de segundos hasta que volvía lentamente el aire a nuestros pulmones.

_emmm pues… parece ser que sí, mi vuelo tardará un par de horas más de lo previsto, y no me pienso quedar sentada en la sala de espera a ver cómo termina esta horrible tormenta. -añadió Lauren mientras levantaba su ceja en un divertido gesto de rebeldía.

_supongo que tú estás en el mismo caso ¿o me equivoco? –indagó Lauren.

_ ¿eres gitana? -le solté la pregunta casi que por inercia. Su expresión fue como de... (¿Y eso que tiene que ver?)

_mmm no, no lo soy, ¿por qué habría de serlo? - Respondió contrariada

_entonces como has adivinado semejante secreto, le dije en un tono irónico mientras me divertía al ver su expresión.

_pensé que lo decías por otra cosa. -pude apreciar la confusión reflejada en su bello rostro.

_ ¿otra cosa?, -ahora era yo el que no había entendido ni cinco.

_ ¿te puedo pedir un favor Lauren? -pregunté, cambiando rápidamente el tema, no quería parecer tonto hablando de algo que ni yo había entendido.

_ Depende del tipo de favor que sea. -Contestó. Su mirada un tanto curiosa y jovial con sus ojos entrecerrados mientras me respondía, se tornaba atractivamente divertida.

_ pienso comprar un perfume para el cumpleaños de alguien muy especial, continué diciendo; ¿te importaría echarme una mano y ayudarme a elegir uno?

No pudo disimular la creciente emoción que le producía ayudarme en esa misión tan específica, más sin embargo actuó con total naturalidad.

_está bien, tal parece que ni tú ni yo tenemos mucho por hacer mientras se termina el torrencial aguacero, ¡vamos a por tu perfume!

y así sin más interrogantes, accedió a ayudarme.

Nos dirigimos hacia el mostrador que estaba al fondo de la tienda, muy sutilmente me di cuenta de lo hermosa y abundante que era su cabellera, tan negra como la oscuridad que antecede al alba; hacia juego con esas anchas y bien definidas caderas, caderas que parecían haber sido cinceladas con tal delicadeza que no se había pasado por alto ni el más mínimo de los detalles.

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<< ¡vaya, sí que es hermosa!, por donde quiera que la vea la encuentro encantadora>> Pensaba para mis adentros, reprimiendo el creciente deseo de manifestárselo de alguna manera. Aunque también recordé que minutos antes me había dicho a mi mismo que no actuaría como la mayoría de los hombres tratando de alagarla o seducirla.

_Dime ¿es un hombre o una mujer? – Me había tomado por sorpresa sumido en mis pensamientos hacia ella, ahora sí que me empezaba a sentir raro, no recordaba la última vez que me hubiera pasado algo parecido, y es que definitivamente esta mujer tenía algo que la hacía muy diferente, de cierta manera hipnótica. Ya pronto intentaría averiguar lo que era en realidad, porque simple atracción no era, de eso estaba completamente seguro.

_ ¿Qué cosa? –respondí dejando en evidencia andar divagando en mis pensamientos.

_a quien le vas a dar el perfume, ¿es un hombre o una mujer?

_ ¡ah! ¡sí! ¡el perfume! -solté diciendo en medio de una tenue risilla. _Es un hombre, uno de esos que andan en vía de extinción, de carácter dominante, aventurero, apasionado por la vida, intelectual, bohemio, extrovertido, amante de las emociones fuertes, muy optimista y si te sigo contando sus cualidades tal vez me tome un par de horas.

_ ¡vaya! eso suena como el hombre de mis sueños, debe ser alguien muy interesante por como lo describes, a ver si un día nos presentas. –dijo Lauren un poco divertida.

_en realidad te lo acabo de presentar hace solo un par de minutos, el perfume es para mi cumpleaños, será mi propio regalo. Le guiñe el ojo con ápice de tonteo y pude notar como sus mejillas inmaculadas y delicadas como terciopelo se tornaron en un color rojizo muy suave a la vez que me extraviaba la mirada fingiendo interesarse por una fragancia del mostrario, ¡la había pillado!

_un hombre que compra sus propios regalos de cumpleaños eh, soltó una risita burlona, _ ¡qué curioso!

_así es, siempre me regalan cosas que al final termino no usando, son pocos los detalles que aciertan con mi gusto, por eso me reservo ese día para salir y darme a mí mismo los mejores regalos, ¿no te parece raro? Le dije mientras la miraba a los ojos con cierta picardía.

Me desvió la mirada y empezó a observar la vitrina mientras seguía hablando.

_ ¿y porque has decidido un perfume en vez de otra cosa? –indagó Lauren con notable curiosidad dibujada en su bello rostro.

_Me fascina perderme en el encanto de los olores, cada fragancia me recuerda un momento de mi vida o me hace imaginar los que han de venir, me lleva a lugares donde nunca he estado o me hace recordar algunos que había olvidado, es como entrar en un mundo de infinitas posibilidades donde con solo cerrar tus ojos y dejarte llevar por el aroma puedes alcanzar lo inalcanzable.

Inmediatamente me volteó a mirar con cara de asombro, pude notar la curiosidad aflorando en su expresión, fue como si le hubiera dicho algo deslumbrante, y tal vez para ella realmente lo fue, y solo fue hasta que pronunció sus siguientes palabras que pude comprender el motivo.

_a mí me sucede lo mismo, es una sensación indescriptible, mi mente divaga por segundos perdiéndose en un placer… - se quedó pensando en la palabra que usaría. Es un placer difícil de describir con simples palabras... -dijo mientras me veía a los ojos con cara de fascinación.

Allí estábamos los dos, uno en frente del otro, éramos los únicos ocupantes de aquella perfumería tan vistosa y seductora ante nuestros ojos.

Lauren se veía relajada, con su mano izquierda apoyada sobre el mostrador y las piernas cruzadas, señalando perfumes por doquier, mostrándome variedades, contándome la historia y procedencia oculta de algunos olores, realmente sabía mucho del tema, todo un mar de conocimiento...

Yo estaba disfrutando su divertida cátedra, aunque por momentos mi mente divagaba mientras su dulce voz me transportaba a un universo paralelo del cual no tenía idea que pudiese existir, justo en ese momento lo acababa de descubrir.

En definitiva, el hecho de haber encontrado alguien que compartiera uno de mis más enigmáticos gustos, y que lo hiciera con la misma pasión o quizá un poco más, no es algo que sucediera todos los días.

Se le veía motivada, realmente quería enseñarme tanto como podía, me hablaba de marcas, lugares de origen, tiendas principales en el país y mucho más...

Yo terminé ciertamente impresionado. Quedamos de asistir a la gran exposición de perfumes que llegaría en los próximos meses a Barcelona, aunque en el fondo yo sabía que sería casi imposible asistir a dicho evento, de seguro estaría ocupado entrenando la nueva compañía de soldados que llegaría al regimiento para ese entonces, o viajando por el sur de África, inmerso en alguna operación. Y si no era una de esas causas solo me restaba mencionar que Barcelona es una ciudad bastante alejada de Valencia, todo apuntaba a que tal encuentro nunca tendría lugar, más sin embargo no quise arruinarle la ilusión.

_por todo lo que me has dicho no me cabe la menor duda que eres toda una experta en el tema, estoy seguro de que hoy me iré a casa con el mejor regalo de cumpleaños en toda mi vida. -le apremie después de escuchar su vasto conocimiento en el tema.

Una dulce sonrisa dibujaba su rostro mientras decía: _pues... Experta, experta, no tanto, sé un poco del tema, pero eso es todo.

Tomó mi mano y roció un poco en mi muñeca derecha con el perfume que había tomado segundos antes del mostrador, lo hacía con tal naturalidad, justo como lo hubiese hecho un profesional en el asunto.

_debes esperar unos pocos segundos para que puedas apreciar mejor el aroma.

Mientras ella sostenía mi muñeca yo desviaba mi mirada hacia sus manos; Eran pequeñas y delicadas, tan suaves y blandas que no pude evitar sentir como mi piel se erizaba al tacto de sus dedos, al mismo tiempo sentía como si miles de micro descargas eléctricas estuviesen ocurriendo en cada célula de mi cuerpo. Fue la reacción involuntaria más confusa que recuerdo haber experimentado.

No quería que Lauren se diera cuenta del efecto que producía el tacto de su suave y delicada piel en mí, o al menos no por el momento. Así que se me ocurrió decirle lo primero que me vino en mente.

_al parecer esta es la que quiero, me gusta mucho, mira... hasta mi piel se ha erizado. -improvisé de inmediato.

Yo estaba seguro de que Lauren no tenía nada de tonta, se había dado cuenta hasta del más mínimo de los detalles, mis mejillas sonrojadas tampoco ayudaban mucho a encubrir lo que realmente me sucedía. Ella supo al instante que yo no me había erizado por el perfume.

Me miró tiernamente y dejó que se le escapara una risita de inocencia mientras aflojaba mi muñeca lentamente, como queriendo alargar el efecto que bien sabía, había logrado producir en mí. He de admitir que ese par de segundos fue una tortura exquisita. Sospechaba que ella se lo empezaba a disfrutar.

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