Capítulo 4

Bianco se da cuenta de que ya me estoy empezando a incomodar y decide cambiar de tema.

El tiempo pasa rápido y ya es hora de finalizar nuestro encuentro.

Arrivederci! —decimos en italiano al mismo tiempo. Despidiéndonos con una corta sonrisa.

[…]

Mi hermano Elías tiene una hija. Su madre la deja los fines de semanas en mi casa y adivinen: ¿Quién es la persona que la cuida? Pues su tía aquí presente. Es una niña llena de energía, tiene una sabiduría envidiable y peligrosa. La madre de mi sobrina al parecer fue violada por el diablo. Cuando a ella le entran sus ataques de ira es como si estuviese poseída por el mismísimo demonio. La palabra “no”, no entra en su diccionario. También creo que tiene más madurez que yo, aunque me duela admitirlo, eso da pena y bastante vergüenza que una niña de 6 años tenga más juicio que una adolescente de 16 años. Bueno, todo tiene un porqué y ese por qué: son las hormonas en la adolescencia, están mil por mil. Así que tengo con que justificarme.

En este momento estoy tratando de que duerma para ir a leer, pero es imposible. ¡Ay! Su cuerpo a tomado vida propia: no para de moverse. Le presto mi celular para que juegue un rato, pero al instante se aburre. Estoy cansada de decirle a mamá que no le de dulces, porque al final la que queda afectada soy yo por sus travesuras. Los caramelos la ponen muy imperativa. Lo vuelvo a repetir “Es un demonio.” Lo primero que hizo cuando llegó aquí fue subirse a mi cama y desordenarla, y por último le hizo una visita especial a mis muñecas de recuerdo. ¡Dios mis muñecas! Le ha cortado el cabello a todas, según ella "necesitaban un cambio de look."

—Tía —susurra con su tierna y suave voz (sarcasmo).

—Dime princesa —trato de darle mi mejor sonrisa más cálida. No se confundan con mi hipocresía, la verdad es que se la merece.

—Si me cuentas una historia te prometo que me dormiré y ya no seré una bruja malvada —me sonríe con sinceridad. Qué chantajista es ésta niña. OH MIO DIO!

—¿Y si no quiero? —susurro dando un suspiro frustrado —. ¿Qué vas hacer? —continúo.

—No te dejaré ir a leer en esas plataformas virtuales —, me responde con burla. ¡Carajo! Esa niña es una arpía.

“Lo heredó de ti”

—Muchas gracias por tu ayuda subconsciente —hablo distraída.

—¿Y cómo sabes eso? —insisto en saber ¿De dónde carajos ha tomado esa información?

—Es que la abuelita dice que el tiempo que estás en casa te la pasas leyendo en esas plataformas —me responde haciendo ademanes de tirarse de la cama. Excelente, mi madre tiene que estar de habladora. Si salgo a la calle es malo y si estoy el día entero en casa leyendo le molesta. ¿Quién la entiende?

—De acuerdo, trato hecho —me doy por vencida. Que sobrina tan tranquila tengo, esa es la forma en la que ella me demuestra su amor. Y la muy actriz actúa como un ángel en frente de mis padres. Ellos le apoyan Absolutamente todo. El otro día rompió la lámpara de la habitación de mis padres con una piedra porque según ella ese color amarillo no le gustaba y estaba pasado de modas ¿Y qué hicieron ellos? No le dijeron nada, ni le llamaron la atención. Yo cuando estaba más pequeña rompí un vaso de vidrio sin querer y me castigaron una semana. Así de sencillo. ¿Estoy celosa? Por supuesto que sí, esa usurpadora quiere robarme el cariño de mis padres.

Aquí déjame ver qué historia me invento. Está bueno que me pase por estar haciendo tratos con mi sobrina, ahora tengo que contarle una historia de princesas.

—Era una vez en un país llamado El País Del Amor. En ese país solo existía el amor, pero una vez una chica llamada Patsy, además de ser ella una princesa estaba enamorada de un chico que no sabía que era el amor: pues no había nacido en ese país por eso no conocía el amor…

Amor… amor… amor, ya estoy contaminada de tanto que mencionan esa palabra llena de gérmenes, porque de que es una epidemia es una epidemia contagiosa, de la cual tengo que cuidarme.

—Tía, no me he dormido continúa —. Mamma mia!

—De acuerdo, serpiente venenosa —gruño más que molesta.

—¿Cómo me dijiste? —pregunta enojada. Ya los sobrinos de ahora no respetan. ¿O será sólo la mía?

—Ella lo quería tanto que una noche... — continúo retomando mi relato. Y me quedo totalmente dormida.

Al día siguiente...

Narra Nicolás

Acabamos de aterrizar en Italia. Voy hacia donde me están esperando mis hombres. Duramos un rato de trayecto Cuando de repente me impacto con un auto muy lindo para ser de un año atrasado. La sangre me está hirviendo, la tengo tan caliente que creo que ahora va a pasar una desgracia.

Что за херня! (¡Qué carajo!)—grito frustrado. Se desmontan mis hombres, y baja de aquel auto particular una chica de <piel blanca y ojos azules> muy hermosa por cierto. Pero que tonterías digo. Me corrijo mentalmente mi estupidez. Bueno lo de guapa no se lo puedo quitar. <Un cuerpo curvilíneo, unos deliciosos labios rojizos con labio superior fino.  Unos enormes ojos azules zafiro, cejas finas, y una muy delicada nariz griega. Con su cascada de cabello largo y ondulado con un negro color como las oscuras sombras de mi interior. Y por último me fijo en el sexy lunar que tiene en sus carnosos, pero delicados labios > creo que voy a tener un orgasmo mental. La sangre de mis venas están más caliente que un tizón.

—¡Usted es loco! —la escucho gritar cuando estoy saliendo del auto. Pero que falta de educación tiene esa niñata. Y Esas tres palabras fueron el detonante de mi enojo. Muy linda físicamente, pero ese vocabulario apaga toda belleza interior y exterior.

—¿Por qué demonios me faltas el respeto niñata del demonio —gruño con pesadez pasando constantemente mi mano por mi cabello.

—Porque me da el deseo ¿O qué me vas a golpear? —se me acerca dándome la cara.

"No invoques al Demonio mi Reina "

—No te enseñaron modales en tu casa porque yo si te los puedo enseñar, en mi cama los dos encendidos en candela —, me acerco para rozar nuestros labios, pero de un momento a otro me muerde en el labio inferior y me da una patada en el estómago. De una vez mis hombres se colocan en alerta y les apuntan con las armas, y ella ni se inmuta.

“Interesante”.

Les hago señal para que bajen las armas y me repongo. Le voy a decir algo, pero baja una niña de algunos 5 años. La verdad que besar sus dulces y delicados labios fue una falta de respeto de mi parte, pero ¿Quién se resiste a esos perfectos labios? Esa niñata del demonio pega fuerte, los labios me arden por la mordida y tengo el estómago adolorido.

—Tía, ya quiero ir al cine —escucho la suave, pero chillona voz de la pequeña niña.

—Sí mi amor, sube al coche que estoy colocando la arrogancia en su lugar que parece que está desordenada —se acomoda un mechón de cabello y se arregla una tira de sus sujetadores. Por cierto son rojos. Pero que irrespetuosa, no tiene nada de educación, podría sacar un poco de mi tiempo para darle clases especiales.

—Nos vemos pronto niñata del demonio.

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