Capítulo 1 — Parte 2  

Salió de la habitación de Robert, caminó por el pasillo hasta volver al salón otra vez. Se acercó a el sofá más grande del salón, parecía como que Robert había pasado aquellos días sobre este, estaba algo sucio con manchas que de seguro era de algún tipo de bebida que Robert quizás había derramado. Suspiro y tomó asiento sobre el sofá, llevándose una mano hacia la frente, comenzándosela a frotar.

¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso estaba loca? Hoy había sido muy valiente para accionar el timbre. Había estado viniendo al piso de Robert desde que pasó la boda de Chris y Cassie, se había dicho que tenía que dejarlo pasar, pero no podía, no sabiendo lo muy enamorado que estaba Robert de Cassie. Sonrió, en verdad era una chica fuerte, como podía allí sonriendo cuando por dentro estaba muriendo, Robert sufría por Cassie y ella lo único que podía hacer era brindarle un hombro en el que llorar y lamentarse, no podía consolarlo con su amor, sería demasiado, pero… debía de resistir, quizás si empezaba ayudarlo, quizás lo vería de otra forma y podría olvidarse de él, enamorarse de otro hombre que no la hiciera sufrir con su amor.

Se levantó del sofá. Estaba decidida, lo intentaría, ayudaría a Robert a sobrellevar el rechazo de Cassie, y quizás así podría ella misma sanar sus heridas. Robert nunca podría amarla, ella le recordaría a Cassie.

Volvió a hacia las habitaciones, entró en la habitación, debía de empezar por las habitaciones a limpiar, así que iba cambiar las sabanas para lavarlas, aunque quizás Robert no las había usado, pero quien sabe. Buscó por la habitación sabanas nuevas, pero no encontró, salió de la estancia, cerca del baño del pasillo había un armario, ahí debía de ser donde estaban. Hurgó entre las telas de colores pasteles, hasta que encontró algunas, las tomó todas entre sus brazos y volvió a la habitación.

Abrió la puerta con dificultad ya que tenía las manos llenas, se dijo que debió de haberla dejado abierta cuando estuvo antes en la habitación. Empujó la puerta con la cadera y entró, se giró hacia la cama, pero sintió como era mirada y rápidamente se giró hacia donde sentía la sensación.

Las sabanas resbalaron de su mano y cayeron al piso. ¡Oh Dios mío! ¿Acaso estaba viendo lo que estaba viendo? Se quedó embobada mirando a aquel espécimen de hombre de pie bajo el umbral del baño. Dios, en verdad se veía así cuando no tenía ropa, se lo había imaginado diferente, pero verlo con sus ojos era emocionante. Tenía el cuerpo definido, al parecer toda la porquería que había comido estos días había sido mierda para su organismo, su estómago era una tableta de chocolate y ella deseó aprobar ese chocolate, pasó la mirada por sus bíceps, luego bajándola por su estómago otra vez hasta seguir un pequeño hilo de pelo negro que se reunía en muchos más en la empuñadura de su miembro. ¿En verdad estaba viendo eso? Se quedó boquiabierta, ¿ese era su tamaño normal? No, no debía de ser así.

Él se rio y eso fue lo suficiente para sacarla de su ensoñación. Sintió sus mejillas arder, no había notado el ardor. ¿Cómo podía estar él parado allí tan naturalmente? ¿Acaso tenia complejo de Tarzan? Aunque le faltaba el taparrabos… Ella lo estaba viendo desnudo, comiéndoselo con los ojos. ¡Qué vergüenza!

—Emm… Yo vine a…—comenzó a balbucear, ya ni se acordaba a que había venido, Robert era una distracción normalmente y en aquel estado lo era más. Dios, iba a soñar con ese cuerpo cuando se fuera a dormir.

—Me podrías buscar una toalla—dijo él sin moverse de donde estaba y sin hacer amago de taparse.

Brianna asintió y reacciono rápido. Se dio la vuelta y salió rápidamente de la habitación cerrando la puerta detrás de ella. Se llevó una mano al corazón que le latía frenéticamente, era la primera vez que veía a un hombre desnudo, Dios, era una mojigata. Normalmente las chicas de su edad ya habían visto muchos pero ella… nunca había visto a un hombre desnudo, ni se había acostado con uno, en verdad era lamentable, debería meterse en el convento de monjas del que tanto, Shanna, su hermana gemela, hablaba.

Movió la cabeza, debía de parecer normal, como si ver a un hombre desnudo no fuera la gran cosa. Buscó una toalla en el armario y cuando la consiguió volvió a la habitación, abrió la puerta un poco y extendió el brazo con la toalla por esta.

—Toma—le dijo, pero no la tomó—Robert—lo llamó y nada. ¿Acaso él quería que entrara a la habitación?

Abrió la puerta y entró en la habitación, Robert estaba sentado en la cama con las piernas abiertas y eso asomándose muy orgullosamente. ¿Acaso quería seguir avergonzándola? Extendió la toalla hacia él, bloqueando con esta eso. Él tenía la cabeza baja y la subió un momento después, mirándola con aquellos tristes ojos azules. Brianna observó que tenía una mirada desolada, debía de estar pensando en Cassie, su hermana era tan suertuda.

—Robert…

—Siento decir esto, pero…—comenzó a decir él antes de interrumpirse y taparse el rostro con una mano—¿En verdad debería seguir adelante?

¿Otra vez con aquello? Al parecer Robert era un hombre sin decisión. Le hubiese gustado pasarle un poco de la suya, ella si era decidida o eso creía, se acercó a él, sin importarle lo muy desnudo que tuviera, se inclinó hacia él y lo envolvió en sus brazos, Robert estaba un poco húmedo y al mismo tiempo caliente. Lo apretó fuertemente y los brazos de Robert, que yacían a los lados de su cuerpo se movieron, respondiendo al abrazo. Aquello alegró a Brianna, había pensado que quizás la alejaría de sí.

—Hace tiempo que no sentía el toque de alguien de esa manera. Sentir el cuerpo femenino tan cerca—murmuró Robert cerca de su oreja, aquello le dio un escalofrió delicioso a Brianna—Hace tanto tiempo—continuó—Me he vuelto una mierda, soy un hombre y no debería estar lamentándome por una mujer.

—Cassie no es mala chica y lo sabes—dijo Brianna defendiendo a su hermana a pesar de que sentía algo de enojo hacia ella. Hacía sentir un mal hombre a Robert, Brianna sabía que no era su culpa pero no podía dejar de culparla.

—Sí, pero es imposible que no me sienta algo reacio hacia ella.

—Es porque te enamoraste solo—le dijo Brianna, se rio en su cabeza, mira que bien, el burro hablando de orejas.

Robert se rio.

—Eres mala—dijo él en tono burlón.

Brianna sonrió e intento separarse de Robert, estaban en una mala posición. Él la dejo ir y Brianna le paso la toalla, Robert la tomó pero no hizo amago de ponérsela, más bien, le sonrió con una sonrisa algo coqueta.

—Al parecer ya no estás sorprendida—dijo mientras alzaba una ceja.

—¿Eh?

—Sabes de lo que hablo—dijo Robert sonriendo burlón—Cuando entraste en la habitación te quedaste como una estatua viviente, viéndome—dijo y levantó una ceja negra—¿Acaso soy el primero?—preguntó con la misma sonrisa burlona de antes.

Brianna se sobresaltó y estuvo segura de que Robert se dio cuenta de lo que estaba escrito en su cara. Dios, se dio cuenta. Actuó natural y se encogió de hombros.

—No lo sé.

Robert arqueó las cejas.

—¿No lo sabes?—preguntó Robert con su sonrisa ensanchándose más.

Genial, era posible que ahora pensara que era una zorra que no sabía cuál era el primero. Quiso reírse, ni siquiera había un primero. Todavía seguía llevando su Tarjeta V. ¿Cómo no podía darse cuenta?

—Yo…—se interrumpió mordiéndose el labio inferior.

Robert sonrió.

—Vaya, sigues sorprendiéndome.

Brianna desvió la mirada, la estaba avergonzando. Ese malvado. Soltó un suspiro.

—Busca lo que queda de tu ropa para lavarla—le dijo Brianna y volvió a mirarlo—Y por favor cúbrete—dijo aunque desearía seguir observando pero no podía sin avergonzarse. Robert era demasiado sexy.

Robert se rio y se levantó, se colocó la toalla alrededor de su cintura, tapándose, pero aun así, Brianna lo había visto demasiado bien, Dios, como podía él seguir estando enamorado de Cassie, Robert podría levantarse cualquier mujer que él deseara, estaba para comérselo.

Ella fue al baño a recoger lo que quedaba de su ropa y se fue de la habitación. Cerró la puerta a su espalda y se apoyó en esta. Vaya, lo había visto sonreír de verdad, al fin. Volvió a suspirar y se marchó hacia la cocina y luego al área de lavado. Puso la lavadora con la ropa de Robert, reviso los bolsillos por si acaso había algo importante y se encontró con el móvil de Robert.

Se mordió el labio. No debía de ser fisgona, pero quería su número. Encendió el móvil y se dio cuenta de que había par de mensajes de textos. Brianna miro hacia atrás y cuando se cercioró de que Robert no podría verla, abrió el primer mensaje.

«Me tienes preocupado. Llámame. Max», decía el primero. Brianna se desplazó hacia el siguiente.

«Robbie, Max me ha llamado y me ha dicho que tienes días sin aparecer por la casa. Es mejor que llames a mama si no quieres que tenga que coger un vuelo de regreso y vaya a golpearte. Chris» Brianna se rió. Chris desde la luna de miel le mandaba mensajes a su hermano mayor, debían de estar preocupados por Robert. Siguió hasta el siguiente que había sido hace unas dos horas…

No debía fisgonear en cosas ajenas, pero… Miro sobre su espalda otra vez y luego volvió la vista hacia el mensaje. «Tu madre es la mejor del mundo y me lo agradecerás cuando te des cuenta de lo que he hecho. ¿Te acuerdas de Jennifer Lovelace? He concertado una cita con su hija, Winnifer. Es una chica genial y está dispuesta a casarse con un chico tan guapo como tú. No me decepciones, Robbie, te mereces una chica como Winnifer, así que ve al restaurant que siempre vamos, ve hoy a las ocho. Es hoy y si me entero que no fuiste, es mejor que te vayas preparando», quien mando el mensaje era su madre.

Así que Robert tenía una cita hoy.

Brianna frunció el ceño. Estaba bien, pero a la vez estaba mal, ya que… Lo quería para ella.

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Robert buscó ropa limpia y se cambió. Se puso unos pantalones cortos y una camiseta vieja. Salió descalza de su habitación. Le ayudaría a Brianna a limpiar su piso, ya que ella no tenía que hacerlo sola, ella no era nada suyo como para hacerlo, además no podía dejar a una desconocida estar en su casa.

Salió a buscarla. La encontró en el área de lavado de espaldas a él. Al parecer estaba mirando algo. Le tocó el hombro y ella se giró rápidamente mientras soltaba un grito. Robert se sobresaltó, vaya, Brianna se asustaba mucho. Se rio y dejó de reírse cuando vio que ella estaba perpleja. Arqueo las cejas y se preguntó que le pasaba.

—¿Brianna?

—Emmm, ¿Qué pasa?—preguntó ella forzando una sonrisa y escondiendo sus manos detrás de ella.

Robert arqueó las cejas. Esto era sospechoso.

—¿Qué tienes ahí atrás?—preguntó Robert ladeando la cabeza, intentando mirar lo que la chica escondía.

Ella negó con la cabeza.

—Nada.

—¿En serio?

Brianna se mordió el labio y sacó las manos de su espalda, en una de ellas tenía su móvil que estaba encendido. Robert miró hacia la cara de la chica. ¿Acaso había estado fisgoneando en su móvil? ¿Por qué todas las mujeres eran iguales? Le arrebató el móvil y lo chequeo. Estaba abierto en la aplicación de mensajería y par de sus mensajes que había ignorado desde hace dos semanas, estaban leídos.

Robert volvió a mirar a Brianna.

—¿No te han dicho que no tomes lo ajeno?—le preguntó enfadado.

Ella bajo la cabeza.

—Lo siento—se disculpó—Es la curiosidad. Yo solo quería anotar mi número y tomar el tuyo—ella lo volvió a mirar y se pasó una mano por el pelo—Quería lo tuvieses para que me llamaras cuando me necesitaras. No tuve tiempo de anotarlo en tu móvil porque me puse a leer tus mensajes.

Bueno, ella lo sentía así que no podía estar enfadado con ella por meter las narices en sus cosas. Robert suspiró y se puso a leer los mensajes. Había un par de Max diciendo que estaba preocupado por él y que quería que lo llamase, había uno de Chris diciéndole casi lo mismo, otros de su compañero de trabajo Jayden Phillips que le decía que tenía que volver a trabajar urgentemente y uno de su madre.

Robert lo leyó rápidamente y cuando terminó maldijo su destino. Su madre le había concertado una cita con una estúpida chica. Dios, recordaba a la tal Winnifer Lovelace, una tonta chica rubia que parecía un porrista. ¿Acaso su madre no podía buscar otra chica?

—Así que lo leíste—dijo Robert apagando el móvil y entrándolo en uno de los bolsillos de sus pantalones.

—Lo siento—se disculpó Brianna.

Robert bufo.

—Mi madre quiere que me cite con una chica a la que no tolero…—le comentó Robert refunfuñando, pero estaba seguro de que ella ya había leído el mensaje, de todos modos no era de su incumbencia.

—Debe de ser duro—dijo ella haciendo una mueca.

Si, debía de serlo.

—No me gusta decepcionar a mi madre—dijo Robert, la había decepcionado demasiado ya, lo menos que podía hacer era acudir a la cita aunque esto le fastidiara. Bueno, quizás no podía ser tan malo después de todo era una chica, quizás había cambiado su forma de ser. Esperaba que fuese así.

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