Capítulo cinco: Súplicas

Se puso nerviosa al ver que su loba aullaba de felicidad al ver a su compañero, el lobo negro se acerco asustando a Alex, este sollozo sin querer realmente asustarla, se agacho escondiendo su hocico y poco a poco fue dejando su forma lobuna, del lobo de dos metros, de pelaje oscuro y mirada anaranjada a  un chico rubio de ojos marrones brillantes, el chico acomodó su melena hacia atrás, y caminó lentamente hacia atrás, con sus manos arriba temiendo asustar nuevamente a la loba de cabellos blancos. Se escondió detrás de un árbol y saco de un hueco una muda de ropa, aunque solo se coloco unos pantalones. Alex viendo que el se cambiaba, decidió hacer lo mismo, solo que, al volverse humana estaría desnuda.

—¿Qué quieres?— Preguntó nerviosa al ver salir detrás del árbol. Ya no se sentía poderosa ¿Acaso eso era normal? No sabía que era lo que pasaba. Pero se sobresalto cuando el chico de cabello dorado caminó nuevamente hacía ella. 

—Eres mía.— Puede que se le haya escapado de los labios ya que realmente no quería que ella se asustara— Lo..lo siento, pero eres mi mate.— Alex quedo en trance ¿Su mate? El era un lobo negro, y según la historia que acababa de leer hace unas horas es descendiente d los que extinguieron a su manada, asique ¿Qué debería hacer? ¿Debería creerle o no?— Te busque todo este tiempo mi Luna.—¡Lo que faltaba para Alex! El chico era un alpha, y justamente ella tubo muchas malas experiencias con los alphas, y si la historia estaba en lo correcto ella también es un alpha lo que era realmente raro.

—Lo siento, pero yo no soy tuya ni de nadie, así que…Si me disculpas.—Trato de dar la vuelta pero el le tomo del hombro tratando de detenerla, eso activo un instinto en Alex y golpeo a puño cerrado la mejilla del chico—¡Aléjate! Y…Lo siento—Salió corriendo, dejando al chico tirado, corrió unos minutos antes de llegar a la roca, su respiración profunda y agitada estaba ahí sin razón aparente, pues no tendría que estar cansada por su condición física—¿Qué?—Se sorprendió cuando se sintió levantada del piso, para parar en el hombro del chico. Asustada comenzó a patalear y a tratar de golpearlo en las piernas y una que otras veces en el trasero del chico, porque si, el ricitos de oro había corrido detrás de ella con la mejilla hinchada y tomarla de atrás cuando ella estuvo despistada.

—Lo siento, pero no te voy a dejar. Déjame  llevarte a la manada paras que puedas saber sobre mi situación, parece que estas al tanto de la maldición que herede. Solo… dame la oportunidad de explicarme…no tienes que estar asustada a pesar de la situación— La bajo, dejando que ella se acomodara para pensarlo mejor.

—¡Bien! Pero no hagas nada indebido. Aquí mismo.— Se apresuró a decir cuando vio que el se estaba yendo— A penas de conozco y no voy a ir a una manada desconocida solo porque dices que eres mi mate.— Ella se sentó de golpe en el piso y le indicó que el hiciera lo mismo, el chico acomodo su pelo hacia atrás, pues este le quedaba cuatro dedos arriba del hombro.

—Bien, se que tu sabes sobre la maldición, pero puedes confiar en mi cuando te digo que yo no soy así, mis padres eran hijos de los lobos que estuvieron vivos cuando ocurrió esa desgracia, y puedo asegurar que mis abuelos jamás estuvieron de acuerdo con el plan que su alpha quería percatar, pero ordenes eran ordenes, simplemente buscaban la forma de hacer sentir cómodamente en lo que cabía de la situación a las hembras y cachorros robados, sin embargo la diosa luna maldijo a toda la manada, siendo así que el pelaje de mis padres y los de sus descendientes cambiaran a negro. Mi padre junto a sus hermanos derrotaron al alpha y consiguieron un nuevo territorio donde tener una nueva manada, donde as lobos se reunieron. En mi manada hay muchos de los lobos negros, sin embargo mi familia y yo tenemos una peculiaridad al ser los que derrocamos al alpha tirano, si nuestra mate nos acepta, si tu me aceptas y crees que soy tu mate, sentirás mi olor como no lo haces ahora, sentirás el vinculo, la atracción, todo como si fuéramos lobos normales. Es por eso que necesito que me creas, no soy el malo…ese esta enterrado bajo cuatro metros.— Ella escucho los tranquilos latidos del corazón del chico, decía la verdad, sin embargo ella era una cachorra recién nacida y necesitaba mas tiempo para comprender todo, además de que tendría que hablar con el alpha de su manada sobre el nuevo descubrimiento. Dejo de pensar cuando vio que el se levantaba y comenzaba a alejarse, ella se sintió arrepentida y asustada por no respóndele, se levantó de golpe y a pasos torpes lo siguió tratando de maquinar que respuesta darle, bajo la mirada y jugo con sus manos hasta que tuvo una idea, sonrió y levanto la cabeza para seguirlo, pero se encontró con algo inimaginable para ella, ahí estaba el, sosteniendo un pedazo de tela, una remera grande y blanca, se sonrojo y la tomo rápidamente para correr detrás de un árbol y cambiarse, miro hacia atrás asegurándose de que él estuviera quieto en su lugar. 

—Gracias, me había olvidado.— Se acercó a el— No puedo responderte…¿Te parece encontrarnos aquí en la noche? Te prometo que vendré — Dijo al ver la cara de indecisión que tenía el chico. 

—Bien, vendré cuando el sol se ponga, pero tienes que estar. Te necesito.—Retrocedió unos pasos antes de darse vuelta y convertirse en el lobo para salir corriendo. Alex suspiró “Que locura” pensó empezando a caminar hacía las afueras del bosque. Era hora de hablar con el alpha.

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